Un
dirigente radical de primera línea que conoce bien a Fernando de la Rúa y a Raúl
Alfonsín (uno de los pocos dirigentes radicales de primera línea que tiene buena
relación con los dos) acuñó una metáfora sugestiva: "Alfonsín viendo triunfar a
De la Rúa es como Maradona en la Bombonera mirando desde la tribuna a Riquelme". La
imagen es tan elocuente que explicarla puede empobrecerla, pero ahí va: Diego, el único,
el elegido, viendo al triunfador de este momento que no será igual a él pero está
flaco, en línea, tiene 21 años y está dentro de la cancha. Igual la tribuna se delira
con el gordito que este mes cumplirá 39 años y sueña con un retorno imposible, con los
tiempos pasados que en la memoria colectiva suelen recordarse como mejores. Diego es
hincha de Boca de corazón pero es bien posible que padezca una herida narcisista viendo
correr por la cancha a Román.
La comparación refleja antes que nada el
arrobamiento que todo radical que se precie tiene por Alfonsín a quien, a esta altura,
pocos argentinos identifican con Maradona. Pero también el momento ascendente del
candidato a presidente por la Alianza. Porque, si hubiera que parangonar a De la Rúa con
un jugador de fútbol antes que con los carismáticos Maradona o Riquelme, habría que
pensar en los que construyen carreras más progresivas, subiendo de escalón en escalón
hasta llegar a Boca y a la Selección nacional pero tomándose más tiempo, desatando
menos pasiones.
Las metáforas fascinan pero a la vez
empobrecen. Porque Diego Alfonsín no colgó exactamente los botines y Román de la Rúa
fue históricamente su adversario interno al que venció un par de veces y al que no tuvo
poder para enfrentar en los últimos años. Y su presencia de ayer en la cancha no fue
--solamente-- la de un hincha más. También obedeció a una movida de Federico Storani y
Leopoldo Moreau para demostrar capacidad de movilización y presencia del radicalismo
bonaerense que no forma parte del circuito íntimo de decisiones del presidenciable.
¿Qué lugar ocupará Alfonsín si De la
Rúa, como indican las encuestas, llega a presidente? Ni el de tener el número 10 en la
espalda, ni el de mero espectador. Algunos anhelan que sea el megaembajador de la
democracia argentina, el que anude nuevos lazos con las democracias europeas. Otros lo
desean garante de la gobernabilidad, el repúblico que dialoga con el peronismo y los
sindicatos. Otros como el custodio de que la Alianza no desbarre "a derecha".
Otros como el ariete para la reconstitución del partido radical, que gane espacio frente
al Frepaso en la Alianza... y frente a De la Rúa, casi un outsider en la interna de la
UCR. Algunos mezclan los roles. En cualquier caso, Alfonsín dista mucho de estar retirado
y su lugar a futuro está por construirse. Algo que comenzó a hacerse en un acto que De
la Rúa no vetó pero tampoco quiso.
A la hora de la verdad será Riquelme el que juegue la final
contra otro candidato no carismático (Eduardo Duhalde) sucesor de un carismático de
libro (Carlos Menem). Pero ayer la cancha de Estudiantes soñó por un rato que Maradona
volvía a la calzarse la número diez. Y lo trató en consecuencia. |