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LA BIBLIOTECA DEL RATON, UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Esas lecturas bajitas

Decidido a cubrir un vacío, un docente montó y atiende en Caballito, una biblioteca que se especializa en literatura infantil de calidad.

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La Biblioteca cuenta en la actualidad con 1500 libros.

Se dividen en cinco temáticas y cinco niveles de lectura.

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Por Inés Tenewicki
t.gif (862 bytes)  Los almohadones de colores en el suelo y los estantes bajitos invitan a la lectura. Dinosaurios, historietas, álbumes ilustrados, cuentos y novelas conviven en los anaqueles, cajas y canastos en aparente desorden. Sin embargo, la clasificación por colores que distingue género y nivel lector organiza un encuentro infrecuente: el de los chicos y los libros unidos sólo por el placer de leer. Precisamente esto fue lo que se propuso el fundador de la Biblioteca del Ratón, Roberto Sotelo, cuando en 1992 juntó sus primeros 300 libros para chicos y se instaló en el barrio de Palermo, en los altos de la librería Pantagruel.

Sotelo, docente, bibliotecario escolar y promotor de libros infantiles, mudó la biblioteca, al cerrar Pantagruel, al barrio de Caballito en 1995, gracias a la escritora y tallerista Silvia Motta, que le cedió un espacio en su casa, donde hacía talleres de escritura. Esta es una biblioteca pública y gratuita, que intenta cubrir un espacio descuidado por el Estado: "No hay buenas bibliotecas públicas infantiles. Hay muy pocas salas para chicos en las bibliotecas municipales, y las pocas que hay no están actualizadas", asegura Sotelo. Para aquellos que quieran llevarse libros en préstamo a su casa, se cobra una cuota de 8 $ con lo que quedan asociados a la Biblioteca. Pueden llevar dos libros cada quince días, además de acceder libremente los miércoles y viernes de 17 a 20 hs. a las salitas de lectura de la vieja casona de Hualfin 933.

Hoy la Biblioteca del Ratón tiene 1500 libros. Su estrategia de promoción de la lectura "es tener muchos libros y variados, para que los chicos puedan elegir lo que más les guste", afirma Sotelo, que nunca se propuso competir con los dibujos animados ni con "Chiquititas". En esta biblioteca, a pesar de su nombre, los socios no son "ratones de biblioteca", según asegura su fundador. Ven televisión, juegan al fútbol y a los videojuegos, y van a buscar un libro generalmente para leer por la noche.

Para mantener el interés de los chicos, todos los meses se ingresan 25 títulos nuevos. A manera de incentivo, Sotelo cuelga las novedades en un sector de la pared para que los chicos vean las tapas, pero no puedan tocarlos. Se anotan en una lista de reservas y después de un mes se pueden prestar. Desde su instalación en Caballito, Sotelo y Motta también reciben visitas escolares (jardines y escuelas primarias y secundarias). Les cuentan a los chicos cómo está organizada la biblioteca, y después habilitan un espacio para la lectura. Una premisa es que el lector que se inicia vaya explorando y eligiendo con una mínima orientación. El rol del bibliotecario –-define Sotelo-- es el de mediador, pero dándole al lector la total libertad para estar en contacto con los libros. "Que los chicos tengan un acceso lo más directo posible a los libros, tratando de que el bibliotecario no funcione como una barrera sino como un facilitador". Otra guía fundamental es que el lugar no se convierta en una biblioteca de estudio escolar, sino un espacio abierto a la lectura por placer.

Los socios ya están familiarizados con los criterios de clasificación que propone la Biblioteca: una cinta de color distingue los géneros (blanca para la narrativa, violeta para la poesía, gris para la historieta, marrón para el teatro y negra para los géneros informativos); y un punto de color permite reconocer cada uno de los cinco niveles lectores que han establecido según la complejidad del libro: el primer nivel incluye libros con mucha ilustración, cartón duro, poco o nada de texto; son por lo general los libros para bebés. El segundo nivel incluye los libros en los que el texto está muy ligado a las ilustraciones, que desarrollan una historia aunque el texto no sea muy largo. El tercer nivel avanza con argumentos más complejos, textos más extensos, más riqueza de detalles, más vocabulario. Hay pequeñas novelas y cuentos cortos. En el cuarto ya hay cuentos y novelas bien desarrollados, donde la ilustración ya no es tan importante. Y en el quinto ya hay literatura "adulta", o bien temáticas específicas de interés para los adolescentes. Roberto Sotelo prefiere no distinguir por edades, porque "no todos los lectores son iguales, los chicos van descubriendo solos cuál es su nivel lector". Hay 300 socios y 150 lectores regulares, desde bebés de un año y medio hasta adolescentes que van al secundario.

A veces, confiesa Sotelo, se ve en la situación de tener que frenar a los padres que presionan a sus hijos. "Los quieren hacer leer los clásicos o lecturas que ellos mismos hicieron a esa edad, cuando en muchos casos hay chicos que son lectores exclusivos de historietas, y de repente dan un vuelco y se ponen a leer libros", cuenta. La Biblioteca tiene unos 1650 libros en movimiento, y hace entre 50 y 100 préstamos semanales. Una política que inauguró el bibliotecario es la de prestar todos los libros, hasta los inconseguibles. "A veces puede ocurrir algún accidente, pero hay un bajo nivel de pérdidas. Los libros no suelen desaparecer".

 

Tres opciones

* A los trotes, Vaqui rosa, obra de títeres, los sábados a las 17 hs. en Liberarte, Corrientes 1555 (entrada 5 $).
* La niña de la noche, varieté titiritesca del Grupo de Teatro de Catalinas Sur, los domingos a las 17 en el Galpón de Catalinas, Benito Pérez Galdós 93 (3 $).
* Príncipe y mendigo, adaptación del cuento de Mark Twain con dirección de Mií Harvey, los sábados y domingos a las 19 hs. En la Sala Alberdi del Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1151 6º piso (a la gorra).

 

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