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PRELLEZO EN UN REPORTAJE EXCLUSIVO ASEGURA
QUE ES TOTALMENTE INOCENTE
“Toda la historia es recontrafalsa”

En diálogo con Página/12 el ex policía y principal acusado por el asesinato de Cabezas alegó total inocencia y acusó del crimen a la Bonaerense. Acusa a sus ex compañeros de armar una farsa y usarlo como chivo emisario. Asegura que probará todo lo que dice en el juicio.

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Gustavo Prellezo, ex oficial de la Bonaerense que acusa a la propia Policía del crimen del fotógrafo.
Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes)  “A Cabezas lo mató la policía. Jefes, policías con mando, no como yo que no tenía jerarquía. En la cava hubo un patrullero y varios autos más. Ellos mataron a Cabezas. Era una mensaje: querían que el cuerpo apareciera así, esposado y quemado. Yo soy el chivo expiatorio de esta historia.” Del otro lado de la línea, desde Dolores, la voz de Gustavo Prellezo suena firme, categórica. Es raro cuando dice “la Policía”, siendo qué justamente él era oficial de la Bonaerense, es decir integrante de “la Policía”. Por primera vez, el hombre imputado de asesinar a José Luis Cabezas se defiende en serio y acusa a altos mandos de su propia fuerza. En la entrevista nombra al ex jefe de la fuerza, Pedro Klodczyk y al poderoso comisario retirado Mario Rodríguez. En algún momento del diálogo tampoco descarta la hipótesis de Yabrán, aunque la considera poco probable. Prellezo se negó a dar algunos detalles sobre los hechos de aquel 25 de enero porque .-adujo– “no quiero que los ladrones de Los Hornos tengan tiempo de reacomodar su historia mentirosa. Pero en el juicio voy a hablar y con testigos y pericias voy a demostrar que la historia esa es falsa, recontrafalsa”.
“No tenga dudas, el asesinato lo ordenaron jefes de la Bonaerense. Esos son los que hicieron zafar al comisario (Alberto) Gómez, el jefe de Pinamar, que estuvo en el asesinato. En la cava y en los alrededores hubo un patrullero y otros coches. Tengo testigos e incluso tengo un testigo dentro de la policía sobre algunas cosas que se hicieron con el arma. El problema es que tienen miedo. Piensan que si hablan se meten en un lío tremendo, que los van a matar o que les van a arruinar la vida. Igual voy a demostrar lo que digo con esos testigos y con peritos.
–Pero Prellezo... usted llevó a los ladrones de Los Hornos a la Costa. ¿Por qué lo hizo si no era parte del operativo del crimen?
–Sí, yo los llevé bastante antes. No puedo decirle para qué, pero le aseguro que no fue para hacer esa cagada.
–¿Y para qué los llevó?
–No se lo puedo decir.
–¿Para robar y vender droga?
–Le repito: no se lo puedo decir.
–Usted afirma que fue a la Costa después del asesinato. Estuvo allá y trajo de regreso a los horneros. ¿No le parece prueba suficiente?
–Varios testigos me vieron llegar por lo menos una hora y media después del momento en que la autopsia dice que mataron a Cabezas. Ahora le voy a hacer una pregunta yo: ¿usted cree que yo hubiera ido a la Costa sabiendo que esos pibes mataron a Cabezas? ¿Voy a correr semejante riesgo? ¿Usted cree que si sabía del crimen yo hubiera ido a devolver la llave del departamento en el que estuvieron los horneros? Todo es un invento.
–Si es un invento como usted dice, ¿quién está detrás?
–Conocí perfectamente a los horneros. estoy seguro de que no estuvieron en la cava ni siquiera en el secuestro. No saben hacer nada, no pueden robar ni un quiosco. Son unos pobres pibes. Les dieron plata, 600 pesos por mes, y repiten una historia que los va a llevar a la cadena perpetua. A ellos les siguen prometiendo que en dos años van a salir y ellos se lo creen. Están muy mal de la cabeza.
–¿Quién les promete? ¿Quién les paga?
–Usted fíjese quién es el abogado, Fernando Burlando. Siempre trabajó para la Policía. El ex comisario Mastandrea ya lo dijo: a Burlando le pagan la policía y Duhalde. Burlando les da letra de lo que tienen que decir.
–Deme un ejemplo.
–Los horneros dicen que todo fue casualidad: que ellos no sabían nada, que los tiros salieron solos, que todo estaba mal armado. Es mentira: no hubo casualidad. Fue un crimen perfectamente organizado. Si algo hubierafallado, a Cabezas lo enterraban en algún lado, hacían desaparecer el cadáver y se hubiese encontrado semanas y hasta meses más tarde, cuando ya se habrían borrado buena parte de las pistas. Si hubiese habido un error, hacían eso, se lo aseguro. Pero no. El plan fue el contrario: esposarlo, quemarlo parcialmente, dejar el cadáver tirado por donde iba a pasar Duhalde. Fue un mensaje, hermano. Un mensaje de la Policía.
–Según usted fue un crimen policial. ¿Quién lo ordenó?
–Se dice que Mario Rodríguez o el jefe de entonces, Pedro Klodczyk. Pero no tengas dudas de que fueron altos jefes policiales, no un oficial de poca jerarquía como yo. Además, no descarto que haya habido un tema de los jefes policiales y las drogas. ¿Cómo puede ser que nunca se haya investigado nada? En la agenda de Cabezas había una anotación referida a 50 kilos de droga. En Pinamar había pintadas que decían Gómez, dejate de vender drogas en Ku, justamente acusando al comisario Gómez de la venta de drogas. El estanciero Cibert dijo que Cabezas investigaba algo de Yabrán y las drogas. ¿Nunca se les ocurrió investigar la cuestión de las drogas? Eso de que a Yabrán le molestaban las fotos de Cabezas no se lo cree nadie. Ni un pibe de cinco años.
–¿Quién estuvo en la cava?
–Sólo le aseguro que yo no estuve. Además, le insisto en que no le quiero dar demasiados detalles. Los horneros cambiaron su historia diez veces y la cambiarían una vez más si les adelanto los elementos que tengo. Le insisto. Este es un crimen de altos jefes. Incluso le digo una cosa: como dice (Miguel) Bonasso en su libro, ¿usted cree que si Yabrán hubiese mandado a hacer ese operativo hubiera utilizado gente como los horneros?
–Le vuelvo a hacer la pregunta, ¿quién estuvo en la cava?
–Le digo otra vez que yo no estuve y que sé que hubo un patrullero y varios autos más. Desde hace tres años quieren hacerle creer a la gente que en la cava hubo una camioneta de pajareros. Nunca los encontraron. Eran policías. Es evidente que eran policías. En la historia inventada por los que les dan letra a los horneros dicen que yo entré en la fiesta de Andreani. Voy a demostrar que no estuve ahí. Mucha gente me conocía en Pinamar. Si hubiera estado, no sólo me hubieran identificado. Me hubieran dicho “¿qué hacés Gustavo?”.
–¿Qué me puede contar de las armas usadas en el crimen?
–Por ahora no le puedo decir nada. Voy a hablar de eso en el juicio.
–¿Hay otra arma? ¿Sabe dónde está porque trajo de vuelta a los horneros?
–Le dije que voy a hablar de eso en el juicio.
–¿Qué pasa con la máquina de fotos?
–Mire, toda la historia es una maniobra. Es evidente que la cámara de fotos la tenía la Policía y la tiraron al río cuando necesitaban que apareciera como verdadera la historia de los horneros. Si los propios horneros habían dicho que la desarmaron, que la fueron tirando. Y después apareció justito cuando la necesitaban. La cámara la tenía la Policía.
–Hay testigos que declararon que lo vieron preparando el asesinato con Gregorio Ríos y los horneros.
–Esos testimonios son increíbles. Nunca pisé el restaurante MacPapas, no lo conozco. Todos los socios de ese restaurante, es decir los socios del testigo Manselle, que dice que me vio ahí con Ríos, aseguran que Manselle es un mentiroso. Igual los investigadores y el juez le creyeron. Es inconcebible. La señora Riera dice que me vio en la casa de City Bell. Llaman a declarar al jardinero y el hombre reconoce que en la causa dijo lo que Riera le mandó a decir y que él no vio nada. Igual a Riera la toman en serio. Le repito por centésima vez: está todo armado.
–Prellezo, esto no lo dijo nunca. ¿Por qué recién lo dice ahora?
–Cualquier cosa que yo hubiera dicho, con el comisario (Víctor) Fogelman en la investigación, me lo hubieran tirado a la basura. En este mismo juicio, en el primer día, yo dije que la sentencia está escrita. Y creo que es así. Pero voy a hablar. Voy a pelear con testigos y con pericias. En este proceso no se busca la verdad sino que se juzga lo que dijeron los horneros.
–Señor Prellezo, se lo voy a preguntar directamente: ¿usted mató a Cabezas o estuvo relacionado con el crimen?
–No, no, soy el chivo expiatorio. Estoy por pasar el resto de mi vida en la cárcel por un crimen que no cometí.

 

NUNCA SE INVESTIGO A FONDO LA PISTA POLICIAL
Un relato con puntos oscuros

Por R. K.

t.gif (862 bytes) En el diálogo con Página/12, Gustavo Prellezo dice que no tuvo nada que ver con el asesinato de Cabezas y siendo integrante de la Bonaerense, acusa a los jefes de su propia fuerza de haber urdido el asesinato. Sin embargo, la versión del policía tiene varios puntos oscuros que para nada se aclaran en su versión:
u El sostiene que Los Horneros no participaron de la operación del crimen y que todo es un invento. A primera vista, da toda la impresión de que los ladrones de Los Hornos sí estuvieron en el momento del secuestro. Eso de por sí incriminaría a Prellezo, por cuanto esos delincuentes solían robar y vender droga para él.
u Es posible que la banda no haya estado en la cava, ya que su relato es contradictorio y tiene discrepancias con las autopsias. Es más, hay una fuerte impresión de que a Cabezas lo mataron dentro del auto y después recién lo llevaron a la cava. Tal vez en este punto Los Horneros mienten para mejorar su situación procesal e incriminar a Prellezo. Lo cierto es que parece que tanto el policía como los ladrones actuaron en alguna parte del plan y por lo tanto saben más de lo que cuentan.
u Prácticamente no hay reconocimientos de testigos que hayan visto a Prellezo en Pinamar la noche del crimen, pero su ex esposa tácitamente lo relaciona con la operación del crimen, lo mismo que los psiquiatras y algunos testigos más bien débiles. Habrá que ver en el juicio la fuerza de esas pruebas.
u Prellezo sostiene que el crimen fue perpetrado por jefes de la Bonaerense y no le adjudica papel a la mafia de Yabrán. En el juicio debería verse la consistencia de los elementos que hay contra los custodios del supercartero.
Más allá de los puntos oscuros, los dichos de Prellezo vuelven a apuntar a la pista policial. Efectivamente, esa pista nunca se si-guió como corresponde, por cuanto la investigación estuvo en manos de la propia Bonaerense –se sabe, policía no investiga policía– y de un juez más que propenso a escuchar lo que le decían desde La Plata.

 


Los Horneros están dispuestos a hablar
ante la Cámara mañana

Su abogado mencionó una negociación con el gobierno bonaerense que fue desmentida.
Los acusados darían una nueva versión de los hechos.

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Gregorio Ríos, el ex custodio de Alfredo Yabrán, en su banquillo de frente al Tribunal.
La audiencia de ayer consistió en una larguísima lectura de declaraciones indagatorias.

Desde Dolores

El abogado de la banda de Los Hornos, Fernando Burlando lanzó ayer la versión de que existen negociaciones con la provincia de Buenos Aires para otorgarles a sus representados la conmutación de sus penas en el caso, altamente posible, de que sean condenados por el asesinato de José Luis Cabezas. En el Ministerio de Seguridad y Justicia de la provincia bonaerense negaron rotundamente la existencia de esas negociaciones. La declaración de Burlando, se relaciona con el trascendido que anticipa que Los Horneros podrían hacer uso de su derecho de hablar mañana ante la Cámara, según fuentes de la alcaidía del Tribunal. Los Horneros, el eslabón débil de la poco verosímil “historia oficial” del asesinato del fotógrafo.
La audiencia de ayer fue larguísima y tediosa, consistente en la interminable lectura de las declaraciones indagatorias prestadas ante el juez de primera instancia José Luis Macchi. El agobiante calor reinante agravaba la somnolencia de los asistentes. Las mayores novedades del día surgieron de declaraciones de los letrados realizadas en las calles aledañas al tribunal. La más llamativa fue la del abogado de los integrantes de la banda de Los Hornos. Fernando Burlando deslizó, tal vez con alguna intención, la versión sobre una posible conmutación de penas para los cuatro horneros, Horacio Braga, Sergio González, José Luis Auge y Héctor Retana. Según el abogado que comparte la defensa de los ex ladrones de Los Hornos con Juan Martín Cerolini, existen negociaciones con la provincia de Buenos Aires para concederles a sus defendidos la conmutación de pena. El ex senador provincial por el PJ Carlos Martínez, cuyo nombre fue sugerido como interlocutor en esas negociaciones, negó ayer a Página/12 que haya conversado con los defensores de Los Horneros. “En ningún momento participé de alguna conversación, no he hablado nunca con los abogados, ni con nadie”, afirmó Martínez, designado como subsecretario de Justicia bonaerense y asumirá en dos días, cuando le tome juramento el gobernador Carlos Ruckauf. El nuevo subsecretario de Justicia integró la comisión de seguimiento del crimen de Cabezas del Senado bonaerense y proviene de Los Hornos –la localidad de Braga, González, Auge y Retana–, en donde es un reconocido líder justicialista. Ayer, negó haber dialogado con los defensores de Los Horneros, aunque reconoció que conocía a Auge.
Fuentes cercanas al tribunal minimizaron la denuncia de Burlando opinando que la hizo sólo para contener a sus defendidos y hacerles creer que está tendiendo hilos con el poder político para garantizar su impunidad.
Las mismas fuentes aseguran que la relación entre el letrado y los ladronzuelos acusados de haber participado en el asesinato pasa por un muy mal momento y redondean la versión asegurando que los acusados están dispuestos a hablar el viernes ante la Cámara, que se apartarán de sus anteriores indagatorias y que contarán hechos hasta ahora jamás revelados. La localidad de Los Hornos está presente en otro de los rumores del juicio. De allí es Graciela Funes, la cuñada de José Luis Auge, que en un primer momento había declarado que en una fiesta de cumpleaños familiar se sacó una foto con la máquina fotográfica de José Luis Cabezas. Después se desdijo, pero es posible que el próximo lunes, para cuando fue citada como testigo, vuelva a afirmar que efectivamente utilizó la cámara de Cabezas en una fiesta, bastante tiempo después del crimen.

El “Coco” no se rinde

El verborrágico ex empleado legislativo Carlos “Coco” Mouriño defendió ayer al fallecido empresario Alfredo Yabrán y manifestó sus dudas de que en el juicio oral y público que se sigue por el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas “se haga justicia”.
“Es más de lo mismo. Desgraciadamente, no sé hasta qué punto se va a hacer justicia con la muerte de Cabezas, porque mientras se siga en esta misma tesitura, para tratar de desentrañar las cosas oscuras que tiene este juicio, como la cámara, la pistola voladora, la memoria de Gabriel Michi, creo que es más de lo mismo”, afirmó Mouriño a una radio. “De entrada se le puso a esta muerte un instigador, y se sigue en esta misma línea”, agregó, en referencia al ex jefe de seguridad del empresario telepostal, Gregorio Ríos, señalado como autor intelectual del crimen. Tal como lo hizo entre mediados de 1997 y mediados de 1998, Mouriño volvió a defender enfáticamente a Yabrán: “Una cosa es que te digan que disfrazás empresas, y otra que te tiren muertos... A él, el tema Cabezas le dolía de verdad”.


PODRIA INCLUIR LAS ACTIVIDADES DE YABRAN
El abogado anticipa un Cabezas II

“Un segundo juicio por el crimen de Cabezas es posible”, declaró Alejandro Vecchi, abogado de los padres de Cabezas, al explicar que todas las pruebas que no son centrales para el eje de la causa –el secuestro y asesinato de Cabezas– no serán tenidas en cuenta en el juicio oral. Así, los informes sobre las actividades de Alfredo Yabrán, las pruebas sobre la agencia de seguridad Bridees y la documentación que prueba la existencia de una “zona liberada” quedarán afuera por no ser útiles para el avance del juicio, según la acusación fiscal. Ayer, el juicio oral y público continuó en los tribunales de Dolores con el expreso objetivo de acelerar los tiempos de las audiencias.
Dos fechas preocupan al tribunal de la Cámara en lo penal. El 25 de enero y el 9 de abril. La primera es la fecha simbólica, mediática, a la que los camaristas quieren llegar con la sentencia ya dictada porque se cumplen tres años del asesinato de José Luis Cabezas. En abril, en cambio, serán tres los años de detención de los imputados, y si no son sentenciados hasta entonces podrían quedar en libertad. Esto explica el singular apuro que se evidencia en la sala de audiencias de Dolores. Hasta las mismas partes del juicio observan con sorna y preocupación, en privado, la velocidad que se le está imprimiendo al juicio oral y público, que puede provocar errores procesales que obliguen a realizar un segundo juicio. “Esto es una topadora y están abriendo camino haciendo las cosas a la apuradas”, aseguró ayer a Página/12 uno de los críticos del proceso. “Y conspira contra la suerte de todo el juicio.”
Alejandro Vecchi, abogado de la familia Cabezas, decidió dejar fuera del juicio varias pruebas pedidas por él: los informes sobre Bridees y los indicios relacionados con las actividades de Alfredo Yabrán, porque no tiene que ver con el eje de la causa. También desistió de 13 testigos, contribuyendo a acortar el tiempo que insumirá el juicio. Ayer se conoció que el pedido de nulidad presentado el martes por la defensora oficial Analía Pepi –cuando la obligaron a asumir la defensa temporalmente de Camaratta y Luna, a pesar de defender a Redruello–, fue rechazado por la Cámara. Aunque tuvo un voto a favor, el del camarista Jorge Dupuy. Esto revela que el juicio está al borde de caer en nulidades que obliguen a reveer todo lo actuado en esta instancia.
La Fiscalía de Estado de la provincia de Buenos Aires se notificó de la demanda por 1.400.000 pesos que interpuso Flavio Steck, uno de los “Pepitos” de Mar del Plata, que estuvo más de 60 días detenido por errores en la etapa de instrucción. A sólo tres días del inicio del desfile de testigos, la posibilidad de que una lluvia de demandas contra el estado provincial por la investigación, interpuestas por los detenidos que después fueron liberados, preocupa a los allegados al juicio.
La segunda jornada se completó con la lectura de las indagatorias de González, Retana y Auge y la declaración de la testigo sospechosamente muerta Margarita Formigo, cabo de la policía.

 

 

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