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Habla el máximo experto argentino en recesiones

“Esto va a durar todo el año”

Contra lo que dice Roque Fernández, en esta entrevista con Cash Juan Mario Jorrat afirma que la recesión está lejos de terminar y que la actividad económica seguirá derrumbándose.

Juan Mario Jorrat, profesor de la Universidad de Tucumán e investigador visitante de la Fundación Banco Empresario de esa ciudad, es el máximo experto argentino en el estudio de las recesiones que siguen a los períodos de auge (los llamados “ciclos económicos” en la jerga de los economistas). Desde hace algunos años, viene desarrollando un complejo sistema de indicadores para predecir las recesiones, anticipar su duración y medir su intensidad. En setiembre del ‘94, Jorrat sorprendió a varios funcionarios y gurúes de la city: durante una reunión con el entonces secretario de Programación Económica, Juan Llach, y un selecto grupo de economistas porteños (Miguel Angel Broda, Abel Viglione y Juan Arranz, entre otros) alertó sobre el peligro inminente de una mega recesión, que luego, de estar la crisis mexicana, se conoció como el efecto tequila. A fines del ‘97 también encendió las luces amarillas de una recesión, que se confirmó meses después, en agosto, cuando explotó la crisis rusa. De cuidado bajo perfil, los números de Jorrat hoy son seguidos día a día por los economistas porteños: por ejemplo, para Viglione, de FIEL, son un insumo clave para analizar la marcha de la actividad económica. En esta entrevista con Cash dice que todavía falta ver lo peor de la actual depresión.

-¿Cuándo detectó el inicio de la actual recesión?

-Desde fines del ‘97, con el impacto de la crisis asiática, se nota una desaceleración del crecimiento. En una exposición que hicimos para el Ministerio de Economía explicamos este punto. Hacia agosto-octubre del ‘97 la economía llegó a crecer a un ritmo del 10 por ciento, después de lo cual empezó a percibirse una marcada desaceleración de la actividad. Este fue el primer síntoma de que nos acercábamos a una recesión. La segunda señal fue en mayo-junio del año pasado, cuando la economía pasó a crecer por debajo de la tasa natural de largo plazo (3,5 por ciento). Ahí, nosotros fechamos el inicio de la recesión. En noviembre del año pasado ya no había duda de que la íbamos a una recesión seria.

-¿Qué intensidad tiene esta recesión en comparación con la del tequila?

-La recesión está instalada, es muy fuerte y todavía no alcanzamos el fondo. El indicador coincidente (que mide el nivel de la actividad económica general) es cada vez más negativo: en enero-febrero dio una caída del 7 por ciento. La mayor caída durante el tequila fue del 12 por ciento, que luego se tradujo en una disminución del PBI de casi el 5 por ciento para todo el año. Todavía podemos alcanzar estos niveles de caída en los próximos meses. Así que en intensidad esta recesión es similar. La principal diferencia es que la recesión del tequila fue corta: duró sólo 7 meses. Esta recesión va a ser más larga.

-¿Esta recesión va a ser más larga que la del tequila?

-Así es. En promedio, las recesiones duran 14 meses. Pero hay bastante variabilidad: la del año ‘79, por ejemplo, duró 23 meses mientras que la del ‘95 se prolongó sólo siete meses. Esta recesión ya lleva 10 meses y no hay ningún indicio de que esté cerca de concluir.

-¿Cuándo puede terminar esta recesión?

-Eso se puede medir con el indicador líder, que anticipa seis meses la evolución del nivel de actividad. Hoy este indicador sigue dando muy negativo, incluso recién está alcanzando los niveles de caída de la recesión del tequila. Así que todavía no se ve la luz al final del túnel. No hay duda de que los tres primeros trimestre del ‘99 van a ser recesivos, con una fuerte caída del PBI. Con suerte, recién a partir de octubre podría llegar a avizorarse alguna recuperación. Pero la sensación es que todo este año va a ser recesivo.

-¿Hay alguna probabilidad de que la recesión termine antes, en el segundo trimestre, como asegura Roque Fernández?

-Tendría que darse un milagro. Debería combinarse una serie de eventos: una significativa baja de la tasa de interés internacional; un gran influjo de capitales hacia los países emergentes: recuperación del precio de los commodities internacionales y del volumen del comercio a nivel mundial; y una profunda reforma fiscal en Brasil, para recobrar la confianza de los inversores. Es bastante improbable que todas estas cosas ocurran en los próximos seis meses.

-¿Cuánto prevé que va a caer el PBI durante este año?

-Hasta ahora los números arrojan una caída del 3 por ciento. Si en los próximos meses el indicador anticipado confirma que el cuarto trimestre también va a ser recesivo, hay que pensar en una baja del 4 por ciento, muy cercana a lo que ocurrió en el tequila.

-¿Qué puede pasar con la tasa de desocupación?

-La suba en el desempleo va a ser dramática. La tasa va a saltar a niveles similares a los del tequila, es decir, de casi el 19 por ciento. En el sector industrial el empleo está cayendo desde hace rato, porque la industria empezó la recesión mucho antes. A su vez, la ocupación en los servicios, que hasta ahora amortiguaba el impacto de la recesión, empezó a derrumbarse en los últimos dos meses. Los niveles de destrucción de empleo actuales son prácticamente los mismos que durante la recesión del tequila.

-¿La industria es el sector más golpeado de la economía?

-La industria está sufriendo una recesión peor que la del tequila. En diciembre del ‘98, eliminando la estacionalidad, la producción industrial ya caía al 21 por ciento anual. En el peor momento de la recesión del tequila, en setiembre del ‘95, la industria caía al 17 por ciento anual. La recesión actual en la industrial es tremenda, lo cual explica tantas quejas de los empresarios.

-¿Cuál es la tasa de crecimiento del producto a la que puede aspirar Argentina en los próximos años?

-Argentina podría recuperar a partir del año 2000 una senda de crecimiento sostenible de entre 3 y 3,5%.

-¿Las tasas de crecimiento superiores al 7 por ciento de la primera etapa de la convertibilidad no volverán a repetirse?

-No. El crecimiento depende mucho de cómo se expande el stock de capital. Y en los primeros años de la convertibilidad ya se contabilizó la ganancia en la expansión de capital a causa de la incorporación de nuevas tecnologías. Ahora, crecer va ser mucho más difícil.

-¿Cuál es la principal restricción para crecer a tasas más altas?

-Son varias. Los costos (laborales, impositivos, de los servicios) en dólares son muy altos en Argentina. Si se quiere tener un tipo de cambio fijo, entonces se debe profundizar la reducción de costos vía un mayor recorte sobre el gasto público y la desregulación laboral. Lo que me preocupa, además, es que Argentina ha tenido dos recesiones muy fuertes en un período corto de tiempo. Tal vez sea éste el costo a pagar con un sistema de convertibilidad en medio de un contexto internacional muy inestable. Pero también creo que no se tuvo una política fiscal más sana, para en los tiempos difíciles poder bajar impuestos y mejorar la competitividad de las exportaciones. En los momentos de expansión económica y superávit fiscal, el Gobierno lo gastó todo. Y esto es incompatible con un sistema de convertibilidad.


Por M. M.

Mientras Roque Fernández anuncia que la crisis fue superada y que la economía ya empezó a recuperarse, hay algunas señales alarmantes, que revelan que la recesión se extenderá hasta el año 2000 (ver reportaje a Jorrat). Más aún, en la última semana, en por lo menos dos grandes bancos de inversión hicieron una preocupante comparación entre Argentina y Brasil: hoy, la recesión está avanzando más rápido entre las empresas locales que en la caótica economía brasileña.

Los números son, en este sentido, categóricos. En enero y febrero, la producción industrial en Argentina cayó un 11 por ciento, bastante por encima que el 8 por ciento que retrocedió la industria brasileña. Para todo el año se estima que el PBI brasileño retrocederá un 5 por ciento, mientras que, coinciden los consultores privados, el producto argentino podría contraerse entre 3 y 4 por ciento. Sea como fuera, de confirmarse los pronósticos, el derrumbe argentino sería mucho más estrepitoso, dado que la caída empezó desde un punto más alto: el año pasado la economía argentina crecía al 4 por ciento mientras que la brasileña ya estaba estancada.

¿Qué está provocando la hiper-recesión argentina? ¿Cómo es posible que esta recesión sea tan devastadora como la del tequila siendo que esta vez no hubo corrida contra los depósitos, ni un dominó bancario, ni mucho menos? La respuesta a estos interrogantes ya tiene nombre entre los pocos analistas que hablan del tema: “Esta es una recesión liderada por los bancos”, aseguran. Más precisamente, podría ser una consecuencia del nuevo sistema bancario, transnacionalizado, que con tanto esfuerzo contribuyó a diseñar el presidente del Banco Central, Pedro Pou. De otro modo: a los bancos les sobran los fondos, porque no sufrieron retiros de depósitos, pero por cautela prefieren otorgar créditos con cuentagotas. En consecuencia, las empresas están tan ahogadas financieramente como si existiera otro tequila. Uno de los primeros que advirtió sobre la cuestión fue el ex subsecretario de Financiamiento de Cavallo, Daniel Marx: “Hay bancos que pierden plata por una actitud de superprecaución”, dijo quien trabajó en la consultora financiera del ex Secretario del Tesoro norteamericano Nicholas Brady. El negocio del banquero es cobrar por los créditos que otorga una tasa de interés más alta que lo que paga por los depósitos que recibe. Si no presta al sector privado, entonces tiene que conformarse con una tasa de interés menor, producto de créditos al gobierno, compra de títulos extranjeros de bajo riesgo o la colocación de esos fondos en forma de depósitos en otros bancos.

En la reunión de gabinete del equipo económico del lunes pasado se comentó un dato que apuntala esta hipótesis: se mencionó que los bancos tenían un exceso de capacidad prestable de 5 mil millones de dólares que, si en lugar de mantener en caja volcaran a las empresas, servirían para encender los motores de la economía. Varios bancos internacionales consultados por este diario se negaron a hablar del tema y los que accedieron niegan la versión.

El fenómeno no es propio de la Argentina. El economista estrella del MIT, Rudiger Dornbusch, escribió recientemente sobre el problema a nivel mundial al que llamó “soft money, taugth credit” (dinero abundante, crédito duro): “Parece que no falta dinero en la economía, pero los que lo necesitan no lo consiguen y los que lo consiguen no lo necesitan”. Ni Roque, ni Pou reconocen que esta situación sea en buena medida consecuencia de la internacionalización del sistema bancario local.

Sin embargo, los bancos multinacionales que hoy operan en Argentina han extremado la cautela, y los oficiales de cuentas locales deben pelearse con gerentes en Londres, Nueva York, París o Frankfurt que se niegan a aumentar la exposición en países emergentes. En las últimas semanas, Soldati tuvo que recurrir al Banco Nación para conseguir un crédito de 25 millones de dólares, que le ayudara a aflojarse la soga del cuello. Pero no es el único: “Grandes empresarios que antes pasaban por la vereda de enfrente por miedo a contaminarse, hoy vienen a pedir dinero, porque no lo consiguen en bancos privados”, comentan en el banco oficial.

Si los grandes no consiguen créditos de los bancos privados, para muchos empresarios Pymes ya ni vale la pena intentar. Un informe de la UIA, elaborado por Federico Poli y Miguel Peirano, señala: “La caída de precios mayoristas y la estabilidad cambiaria contrastan con tasas de interés del 24 al 80 por ciento anual, según el tipo de empresa”. En los próximos días, los dirigentes de la entidad piensan plantearle a Pou el problema, que el funcionario ya conoce.


La posición de Roque frente a los bancos que retacean crédito
“O prestan, o perderán mucha plata”

El secretario de Programación, Rogelio Frigerio, adelantó a Cash los números que presentará el ministro Roque Fernández al Fondo Monetario Internacional: caída del PBI del 1,5 por ciento, pero con reactivación a partir del segundo trimestre. Y aseguró que tarde o temprano los bancos empezarán a motorizar los créditos.

-¿Cuáles son los números de la recesión que Economía le va a presentar a partir de mañana a la misión del FMI?

-Como dijimos, esperamos al primer trimestre para hacer la revisión: la hicimos y estamos hablando de una caída del producto del 1,5 por ciento. Este es el número que le vamos a presentar al FMI. Esta, por un lado, es una mala noticia, porque confirma la etapa recesiva por la que está pasando la Argentina. Pero, por otro lado, es una buena noticia, porque demuestra que ya tocamos fondo y que en el segundo semestre del año Argentina saldrá de la recesión. En realidad, a partir del segundo trimestre del año el PBI desestacionalizado contra el trimestre anterior va a empezar a dar positivo. Y a partir del tercer trimestre ya dará positivo comparado contra igual período del año anterior.

-¿Ustedes creen que ya a partir de abril-junio se empieza a salir de la recesión?

-Sí. Hay varias razones que lo explican: la baja del riesgo país; la liquidez en el sistema bancario local que va a obligar a los bancos en el corto plazo a otorgar créditos porque ya están perdiendo plata; la economía brasileña se está consolidando cada vez más; los precios de exportación de Argentina (petróleo, girasol, granos) están aparentemente recuperándose. Es decir, los problemas causados por shocks externos, que alteraron los precios de las exportaciones y restringieron el financiamiento, empiezan a resolverse en estos meses.

-Ustedes dicen que los bancos van a empezar a prestar porque están perdiendo rentabilidad, pero ¿qué tal si no lo hacen y siguen con una actitud conservadora?

-Hace un tiempo que los bancos están sentados sobre un colchón de liquidez. De acá a 60 días van a tener que empezar a prestar más agresivamente porque sino no van a perder sólo unos puntos de tasa sino que van a perder plata en serio. Este es un análisis que hicimos en el equipo económico. Por eso, no tendría sentido tomar medidas, como bajar los requisitos de liquidez (encajes), porque a los bancos hoy les sobra el dinero.

-¿Cuál es el cálculo que hacen en el equipo económico del exceso de capacidad prestable de los bancos?

-Estimamos alrededor de 5 mil millones de dólares.


Carlos Pérez, de la Fundación Capital
“Los bancos son coherentes”

Carlos Pérez, director de la Fundación Capital, elaboró un informe en el que se analiza el problema de la escasez de crédito. Los principales puntos del estudio son los siguientes:

  • “El sistema financiero cuenta con capacidad prestable ociosa. Pero la brecha entre depósitos y préstamos no es nueva sino que se acumula desde 1997. Entonces, los depósitos crecieron a una tasa del 30 por ciento, mientras que los préstamos aumentaron mucho menos: un 17 por ciento. Actualmente, l

    a capacidad prestable excedente del sistema ronda los 4400 millones de dólares.”

  • Sin embargo, “la capacidad prestable ociosa de hoy es de corto plazo, a diferencia de la existente años atrás que era de más largo aliento. Es decir, hoy la calidad de la capacidad prestable excedente se ha deteriorado. En los últimos meses los bancos han perdido otras fuentes de recursos de más largo plazo como obligaciones negociables, líneas de financiamiento del exterior u aportes de capital”.

  • “Es irracional que el sistema financiero adopte una política crediticia expansiva cuando los depósitos están estancados y, en el mejor de los casos, la tasa de crecimiento proyectada para el año es sólo del 5 por ciento. Un banco presta evaluando la dinámica del negocio y con depósitos estancados difícilmente haya espacio para una política de crédito más agresiva.”

  • “La escuálida tasa de aumento de los depósitos no tiene su origen en el propio sistema financiero. Las causas que explican el estancamiento del ingreso de capitales a la Argentina son el riesgo regional (Brasil) y el aumento del riesgo-país, debido a la baja competitividad de las exportaciones y al deterioro de las cuentas fiscales.”


    “No pisamos la plata”

    Carlos Heller, Banco Credicoop: “Nosotros no tenemos políticas de sentarnos arriba de la plata. Nuestra política es crecer con las pymes. Pero la realidad es que las expectativas recesivas generan conductas precautorias. Si una empresa estaba funcionando bien, con exportaciones a Brasil, hoy su riesgo crediticio cambió. Y así se puede extender a las empresas amenazadas por las importaciones. Por otro lado, las propias empresas tienen una actitud más prudente y prefieren esperar hasta el año que viene para endeudarse. Hoy se pide crédito para financiar capital de trabajo, pero no para inversiones. Si los depósitos siguen creciendo y la demanda de crédito no crece, a los bancos les aumenta la liquidez. Pero esto no es deseable, porque es negativo desde el punto de vista de la rentabilidad”.

    “Aumentamos los créditos”

    Guillermo Stanley, del Citibank: “En el ’98 aumentamos los activos en un 50 por ciento, con un incremento importante de los préstamos no sólo a compañías grandes sino también a pymes. Pese a la crisis asiática, en un año y medio, armamos una cartera de créditos a las pymes de 500 millones. Si hay bancos en el sistema que no prestan lo desconozco, pero no es nuestro caso. El contexto de la coyuntura no nos condiciona, porque apostamos al largo plazo. No nos interesa sentarnos sobre la liquidez, no es nuestro negocio. Si hay a nivel del sistema un aumento de la brecha entre depósitos y créditos es muy probable que se deba a una menor demanda por parte de particulares y empresas”.

    “La prudencia como virtud”

    Javier Finkman, del HSBC-Roberts: “En momentos de turbulencia financiera es lógico que aumente la aversión al riesgo en el sistema bancario como ocurre con todo el resto de las personas: los empresarios invierten menos por falta de oportunidades y la gente pospone el consumo de bienes durables. ¿Está mal esta mayor prudencia bancaria? Seguramente no si se les pregunta a los depositantes, que no estarían dispuestos a confiar su dinero a entidades financieras que no cuidaran su aplicación. Además, es justamente la solvencia del sistema bancario una de las razones positivas que frecuentemente se citan para atraer inversiones desde el exterior. Una política crediticia más arriesgada sólo pondría en duda la solvencia del sistema, ahuyentando capitales más rápido”.


    Ser gurú, pero científico

    El sistema de indicadores construido por Jorrat para anticipar y medir la marcha de la economía se basa en la sofisticada metodología del National Bureau of Economic Research, cuyos índices en Estados Unidos son utilizados por el Tesoro y la Reserva Federal para predecir recesiones y períodos de auge. Con datos proporcionados por el INdEC, y otras fuentes, Jorrat elaboró dos índices: uno, llamado “coincidente”, sirve como un termómetro de la economía todavía más preciso y exacto que la mera cifra del PBI, a la que incluye. El otro, llamado “líder”, anticipa en seis meses el devenir de la economía.

    El “indicador coincidente” incorpora las siguientes variables: PBI, producción Industrial, importaciones totales, índice de la construcción, ingresos totales del IVA e índice de salarios reales pagados en el sector industrial.

    El “indicador líder” incorpora: número de presentaciones a quiebras; índice de la Bolsa de Comercio; oferta monetaria en pesos; precios relativos de los servicios; productividad del trabajo en la industria; relación entre precios de la industria y costo unitario laboral; índice de horas trabajadas.


    “Las reservas cayeron”

    Para Jorrat las recesiones “clásicas” o “profundas”, como la actual, “se caracterizan porque en algún momento previo existe una restricción de crédito”.
    -Sorprende que esta recesión sea similar a la del tequila, pese a que la restricción del crédito es mucho menor: en los últimos meses no hubo corrida contra los depósitos, ni mucho menos.
    -Yo observo una caída del M2 en pesos (circulante más depósitos a la vista más caja de ahorro y plazo fijos en pesos). Esto demuestra que existe una restricción de crédito. Las reservas del Banco Central en febrero y lo que va de marzo registraron una caída del 2,1 y 1 por ciento, respectivamente. Los depósitos en pesos cayeron bastante mientras que aumentaron los depósitos en dólares.
    -Supuestamente, en una economía bimonetaria esto no tendría que tener un impacto sobre el crédito.
    -No es indistinto que la gente se posicione en pesos o en dólares porque, de alguna manera, refleja las expectativas de la gente. Cuando un banco ve este traspaso de pesos a dólares evalúa un aumento del riesgopaís, del riesgo cambiario.