Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
secciones

Memorias falsas

Por Enrique de Urquiza*

En EE.UU. existen 400.000 denuncias anuales de abuso sexual infantil verificado. Los trabajadores de la salud acuerdan que este tipo de trauma infantil puede tener consecuencias serias en el desarrollo psicológico del niño y más tarde en la vida del adulto. Este panorama se ha complicado aún más en los últimos años debido a un oleaje de memorias falsas que ha provocado litigios y un debate intenso en las áreas legal, clínica y científica.

Recientemente miles de norteamericanos han declarado haber recobrado con la ayuda de la psicoterapia memorias traumáticas de abuso sexual. Muchos jurados han creído estas historias tanto como para condenar a varias personas y adjudicar millones de dólares en daños a las víctimas. Sin embargo, un número creciente de científicos ha desafiado la validez de las memorias reprimidas, argumentando que muchos de estos recuerdos son creaciones falsas, producto de la tendencia a la sugestión por parte del paciente y de las preguntas tendenciosas del terapeuta. Un caso renombrado fue el de Virginia MacMartin y otros seis maestros de una escuela de California que fueron procesados por abuso sexual y físico. Los procesados fueron sobreseídos por falta de evidencia luego de seis años de batallas legales.

Pero las batallas legales, parte de la cultura de la sociedad norteamericana, no se detuvieron en la persona del supuesto abusador. También han sido procesados muchos psicoterapeutas, quienes fueron acusados por sus pacientes, la mayoría de ellos mujeres, de haberles creado memorias falsas de abuso sexual infantil por medio de sugestiones directas o indirectas. Memorias que dichos pacientes no recordaban al comenzar el tratamiento psicológico y a las que supuestamente accedieron conscientemente luego de levantada la represión psicológica por medio de técnicas psicoterapéuticas. Este panorama ha forzado a las asociaciones médica, psicológica y psiquiátrica a formular declaraciones alertando a sus miembros de que la verificación externa es la única forma de determinar la veracidad de las memorias de abuso infantil que se recobren durante la psicoterapia.

DESMEMORIADA MEMORIA: LA REALIDAD DE LAS FALSAS MEMORIAS

Existen varios mitos sobre la naturaleza de la memoria que se han perpetuado no sólo en las creencias populares sino también, como lo indican algunos estudios, en porcentajes alarmantes entre los psicoterapeu-tas norteamericanos e ingleses. Varios estudios recientes indican que, a pesar de la importancia que los programas doctorales de psicología ponen en la investigación empírica, muchos psicólogos y psicoanalistas poseen información errónea sobre la naturaleza de la memoria. Por ejemplo un 50 por ciento de los psicólogos cree que un individuo puede recuperar memorias del primer año de vida por medio de la hipnosis; 43 por ciento cree que tener escasas memorias de la infancia es indicativo de trauma; 41 por ciento cree que las memorias del primer año de vida son recordables; y un 33 por ciento piensa que la mente es como una computa dora que puede recordar eventos de la forma en que éstos han ocurrido. Ninguna de estas creencias tiene fundamentos científicos. Quizás esta falta de información esté relacionada con la velocidad a la que se van acumulando los resultados de las investigaciones científicas en esta materia.

Freud y la represión

El concepto del mecanismo de represión es central en el debate sobre el origen de la memoria. La represión es una defensa psicológica descripta originalmente por Freud, a través de la cual el individuo pierde acceso consciente de impulsos, sentimientos y memorias asociadas con un evento traumático. Aunque este concepto puede ser útil para explicar procesos mentales donde ciertas experiencias dolorosas parecen no estar del todo integradas al aparato consciente, lo cierto es que no existe evidencia científica que valide el concepto de la represión total. Es decir, ninguna investigación experimental ha validado la idea de que un individuo pueda perder completamente la memoria de un evento para protegerse psicológicamente de sus consecuencias y luego recobrarla en forma intacta.

La psicóloga Elizabeth Loftus, profesora de la Universidad de Washington, ha generado gran cantidad de investigaciones experimentales sobre la maleabilidad de la memoria y el tema de las memorias reprimidas. En uno de sus experimentos la Dra. Loftus logró alterar la memoria de sus sujetos por medio de preguntas capciosas, información equivocada y sugestiones. Por ejemplo, Lotfus logró crear en un adolescente llamado Chris la memoria de haber sido separado de su familia en un shopping 10 años antes y de haber sido encontrado por un hombre mayor. Luego Chris escribió sobre este incidente en un diario personal y gradualmente pudo “recordarlo” vivamente e incluso dar detalles que no habían sido parte de la historia inventada por la Dra. Lotfus.

La memoria no existe en estado puro

Las investigaciones científicas indican que la memoria no existe en un estado puro, archivada en algún lugar del cerebro para ser recuperada algún día. Cada vez que se recuerda algo existe un proceso de reconstrucción influenciado por varios factores. El evento que ocurrió, la verdad histórica, puede ser diferente de lo que se recuerda en el presente, la verdad narrada. El cerebro no funciona como una cámara de video, que con precisión graba un evento y luego lo reproduce de la misma forma en que ocurrió. El concepto freudiano de que cada evento que vivimos está almacenado en algún lugar de nuestro cerebro no ha sido demostrado científicamente por ninguno de los tantos investigadores de los procesos de la memoria. Más aún, debido a causas de maduración fisiológica es imposible recordar eventos sucedidos antes del tercer año de vida y la memoria de los eventos ocurridos entre los 3 y 5 años tiene grandeslimitaciones debido a que el niño de esa edad no cuenta aún con la habilidad de producir memorias biográficas. Esta información con respecto a la naturaleza de la memoria fue un llamado de atención para muchos psicólogos clínicos norteamericanos, quienes actuaban con franco desconocimiento de los descubrimientos de sus colegas los psicólogos experimentales y de otros investigadores neurocognitivos.

Puedo ver que tu memoria es falsa

Los escándalos legales y particularmente el procesamiento y sobreseimiento de Virginia McMartin en el estado de California promovió un renovado interés entre los investigadores por capturar la evidencia física de lo que constituye una falsa memoria. Así es como el Dr. Daniel Schacter dirigió el equipo de investigación en la Universidad de Harvard que produjo por medio de tomografías de positrón (o tomografías PET) las primeras imágenes del cerebro en el momento en que éste genera una memoria falsa. En dicho estudio, que fue publicado en la revista científica Neuron, Schacter y sus colegas observaron la actividad cerebral de 12 voluntarios en el momento en que éstos participaban de tests en los que formaban memorias verdaderas y memorias falsas. La tomografía PET permite observar cómo se activan las células cerebrales al medir el fluido de sangre hacia dichas células. Las células que se activan en el proceso de recordar utilizan más sangre y por lo tanto esa área aparece como una mancha brillante en la imagen PET del cerebro.

Tomografía de la falsa memoria

Estos investigadores descubrieron que tanto los recuerdos falsos como los recuerdos verdaderos aparecían en forma similar en las tomografías PET. Ambos recuerdos iluminaban el área del cerebro conocida como hipocampo izquierdo. Sin embargo, las imágenes cerebrales de las memorias verdaderas contenían un elemento más de validez. Estas imágenes muestran, además del hipocampo izquierdo, el área temporal parietal izquierda donde el cerebro descifra patrones de sonido y reconoce palabras. En el test diseñado por el Dr. Schacter eran los sonidos de las palabras los que al ser recordados distinguían las memorias falsas de las verdaderas pero, dice Schacter, que si el test hubiera utilizado palabras escritas en papel, hubiera sido la forma en que aparecían las palabras en el papel o las características del formulario lo que hubiera constituido el elemento agregado de validez que active el área temporal parietal izquierda.

Schacter también descubrió que otra área del cerebro, el área de los lóbulos frontales, está encargada de verificar si algo recordado es verídico o no. Los ancianos frecuentemente experimentan dificultades con la memoria y también, según Schacter, tienden a producir un número mayor de memorias falsas que otros sujetos. El área involucrada en esta dificultad no es el hipocampo, área naturalmente asociada con la memoria, sino la zona frontal del cerebro que es la encargada de la búsqueda y verificación de datos.

Alerta

Los nuevos conocimientos sobre la memoria son un llamado de atención sobre la naturaleza complicada y frágil de esta misma. Es relativamente fácil eludir la acción verificadora de la zona frontal del cerebro y producir por ende memorias falsas. Sin evidencia corroborativa es imposible distinguir una memoria verídica de una imaginada.

* Enrique de Urquiza es doctor en ciencias de la conducta, psicoterapeuta e instructor clínico del Hospital Gouverneur de Nueva York.


Psicología, ciencia, new age

Por Leonardo Moledo

La polémica sobre las falsas memorias, del mismo modo que polémicas análogas que se dieron en los Estados Unidos, son sólo ejemplos del “espléndido aislamiento” en el que muchas veces se encierra el psicoanálisis, sin tener en cuenta incorporar y, lo que es más grave, discutir los resultados que se producen en otras ramas de la ciencia.

Lo cual no sólo es una mala táctica científica sino un error estratégico. Si se tiene en cuenta la frecuencia con que el psicoanálisis sostiene no estar sujeto al devenir de la ciencia en general (que incluye verificaciones, rectificaciones, y sobre todo, intercambio) y la insistencia en su propia autonomía como disciplina, a nadie debería extrañarle, y a los psicoanalistas menos que nadie, que la catarata “new agera”, con sus variantes astrológica, quiromántica, tarotística, de recuperación de vidas pasadas y otras supersticiones por el estilo, sean, muchas veces, presentadas como “terapias alternativas” en pie de igualdad. Tanta insistencia en que el psicoanálisis no es una ciencia termina por horadar la piedra, y deja a la propia teoría y también a la práctica sin defensa frente a cualquier "método" que ofrezca alivio y curación mediante la gimnasia, el escrutinio de los astros o las hojas de té. Es una lástima, tratándose de una teoría tan rica, tan poderosa y que merecería, por cierto, ser defendida.


Caso McMartin

A mediados de los años 80 los usualmente tranquilos y pasivos hogares norteamericanos comenzaron a vivir una histeria generalizada. Las guarderías infantiles se transformaron en objeto de terribles denuncias de abuso sexual infantil y de rituales satánicos. Los medios, especialmente la televisión, no perdieron la oportunidad de incrementar sus ratings con notas inescrupulosas y sensacionalistas. Muchas madres, aquellas que pudieron, prefirieron abandonar sus empleos y regresar al hogar a cuidar de sus niños y transformarse en las amas de casa que habían sido sus propias madres. Miles de padres comenzaron a acusar a trabajadores y maestros de guarderías infantiles de abuso sexual. Y no fueron pocos los fiscales que incitados por la furia popular levantaron cargos en contra de los acusados basándose frecuentemente sólo en las declaraciones de los niños de haber participado en experiencias sexuales o en rituales satánicos. Aunque la mayoría de los acusados fueron puestos en libertad, su reputación fue irrevocablemente dañada. Entre los casos más renombrados se encuentra el de Virginia McMartin y otros seis maestros de un centro preescolar de un suburbio de Los Angeles, que se transformó en el juicio más costoso y largo de la historia norteamericana. El caso McMartin comenzó con el alegato en contra de uno de los maestros por parte de una madre, quien más tarde fuera diagnosticada como esquizofrénica. Ella insistía que su hijo de 2 años y medio había sido sodomizado por uno de los empleados de la escuela. Esta denuncia motiva a la policía a enviar cartas a los padres del preescolar de McMartin informándoles sobre el caso. Por su parte, la oficina del fiscal del distrito de Los Angeles decidió enviar a cientos de preescolares a un instituto infantil que trata casos de abuso para ahondar la investigación. En este centro un psicoterapeuta obtuvo declaraciones de varios niños que dijeron haber sido violados repetidas veces y haber sido forzados a presenciar la matanza de conejos y otros animales como parte de rituales satánicos. Sin embargo, durante las entrevistas iniciales los niños negaron el haber sido víctimas de abuso. Esto cambió luego de que el fiscal de la causa les dijo: “Ustedes van a ser estúpidos, o van a ser inteligentes y nos van a ayudar”. Acto seguido los niños comenzaron a contar historias de abuso sexual en las sesiones de psicoterapia.

El caso McMartin terminó, luego de seis años de juicio, en el sobreseimiento de los acusados por falta de evidencia. Sin embargo, durante ese tiempo, la existencia de abuso satánico y el concepto de las memorias reprimidas de abuso sexual infantil fue comúnmente aceptada en los EE.UU. aunque no existía ninguna evidencia científica que validara ninguna de estas teorías. El pánico social que cundió durante esta época, y que por suerte se va disipando debido a los resultados de las investigaciones científicas, guarda alguna similitud con la histeria anticomunista de los años 50. La gente comenzó a dudar de las guarderías infantiles y los centros preescolares sugiriendo que el abuso infantil era generalizado y que existía un complot de grupos satánicos para alejar a los niños de las prácticas religiosas de sus padres.

Lamentablemente muchos profesionales de la salud mental contribuyeron a alentar esta histeria por desconocer las características altamente maleables de la memoria y la alta sugestibilidad especialmente de los niños. Es así como la Dra. Elizabeth Loftus, destacada profesora de psicología e investigadora de la memoria, declaró que el tipo de práctica terapéutica que tiene como objetivo el recobrar memorias reprimidas de abuso sexual trivializa la experiencia de los verdaderos sobrevivientes de abuso e incrementa su sufrimiento.