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Bacterias “vivas” de hace 250 millones de años

Levántate y anda

Por I.L.

Qué pueden tener de bueno los desechos radiactivos? A primera vista, nada. Pero fue gracias a ellos (o más bien a la necesidad de deshacerse de ellos) que se descubrió algo fascinante y al mismo tiempo aterrador. Debajo del desierto de Nuevo México, en un túnel de 800 metros de profundidad que se cavó para eliminar basura radiactiva, se encontraron unas bacterias que tienen la friolera de 250 millones de años. Pero lo más impresionante es que estos microbios están vivitos, coleando y creciendo en un laboratorio en Pensilvania.

Un triunfo aplastante

La noticia causó revuelo en la reunión anual de la Sociedad Americana para la Microbiología. Y no es para menos. Bacterias de 250 millones de años no se encuentran todos los días. Hasta ahora, el record lo tenían unos microorganismos conservados en ámbar, que ostentaban una antigüedad nada despreciable: cerca de 25 millones de años.

La nueva (o más bien antiquísima) estirpe de bacterias se hallaba en unos huecos de agua salada atrapada dentro de cristales de sal bajo el desierto de Nuevo México. Los geólogos que estudiaron el lugar determinaron que la formación rocosa tiene unos 250 millones de años, con un margen de error de 12 millones.

Los microbiólogos Russell Vreeland y William Rosenzweig, de la Universidad de West Chester en Pensilvania, realizaron el descubrimiento con la ayuda de cinco estudiantes. Los científicos suponen que las bacterias sobrevivieron durante tantos años en forma de esporas, sumidas en una especie de letargo.

Hay que pasar el invierno

Los microbios son especialistas en supervivencia. Cuando las condiciones son favorables se reproducen a lo loco. Pero en tiempos de vacas flacas se ponen el piyama, guardan algo de comida y forman una espora. Y si alguna vez el ambiente vuelve a ser agradable para ellos retoman su actividad con renovados bríos. Para “despertar” a las ancianas, Vreeland y sus colegas tomaron toda clase de precauciones para no contaminar las muestras con bacterias modernas. Trabajaron en una sala sellada en la que el aire se filtraba continuamente. Para mayor tranquilidad, sumergieron los cristales en sustancias en las que los microbios no pueden sobrevivir. Después, con la ayuda de un taladro diminuto, extrajeron con mucho cuidado el líquido del interior y cruzaron los dedos. Todo resultó bien: de 200 cristales, 4 tenían bacterias. En lugar del príncipe azul, los “bellos durmientes” del desierto de Nuevo México se encontraron al despertar con un ansioso grupo de investigadores. Pero se repusieron rápidamente de la desilusión y empezaron a crecer a sus anchas.

Después de analizar parte del material genético de los microbios, Vreeland y compañía los ubicaron en el árbol evolutivo bacteriano como los antecesores de una cepa moderna llamada Bacilli. El científico norteamericano cuenta que las bacterias recién descubiertas forman esporasmás gruesas que las Bacilli, y que esta característica probablemente las ayudó a sobrevivir desde la noche de los tiempos.

La yapa

Además de las viejas Bacilli, el grupo de la Universidad de West Chester encontró, en una formación rocosa cercana, una segunda clase de bacterias que podría ser tan antigua como la primera. Pero los investigadores no se juegan del todo. Para salir de dudas tienen que hacer todavía una pila de pruebas. De todas formas, Vreeland piensa que estos microbios están emparentados con las Archaea halófilas, unas antiquísimas bacterias que sólo crecen en ambientes con mucha sal.

Llenando los espacios en blanco

Los antiguos microorganismos van a ser una gran ayuda para los microbiólogos y los biólogos evolutivos. “Si podemos hacer una comparación detallada entre los genes de las bacterias arcaicas y sus parientes modernos, vamos a aprender muchísimo de la evolución molecular de los genes bacterianos”, explica Vreeland. Pero además, si las bacterias no encuentran la Tierra demasiado cambiada después de 250 millones de años y se reproducen como el primer día, tal vez se las pueda repartir entre los habitantes del planeta, así todos podrían tener en casa un recuerdo de una época aún más antigua que la de los dinosaurios.