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        Después de un paso fugaz por el jardín de una multinacional 
        y de escribir una canción que hará historia, el cantante 
        de Las Manos de Filippi volvió a su oficio de artista de peatonal. 
        Cosa que no le molesta, peor era levantarte a las cinco para ir 
        al frigorífico, dice. Y es cierto 
        
        
      Es el horario del almuerzo para cientos de oficinistas y 
        trabajadores que se mueven en las cercanías de Florida y Córdoba. 
        Muchos de ellos se ven sorprendidos (o no tanto) por las canciones entre 
        virulentas y humorísticas de un muchacho que se sienta en un banquito 
        mínimo y le da con ganas a las cuerdas de una trajinada guitarra 
        acústica. Siempre arranca su set con Sr. Cobranza, 
        el tema que hizo famoso (censura de por medio) Bersuit Vergarabat. Lo 
        que no mucho de los apurados paseantes saben es que quien está 
        cantando ahí, en la calle, es uno de los autores de la canción: 
        Hernán Cabra De Vega, vocalista de Las Manos de Filippi. 
        ¿Qué hace tocando por monedas el tipo que escribió 
        la canción que hizo que Libertinaje, el disco de la Bersuit, subiera 
        al Olimpo de los discos de platino del rock latino? Encima, Cabra es el 
        co-compositor de otro hit, menos mediático pero tan controversial 
        como aquél: el Himno del cucumelo, clásico de 
        cumpleaño trasnochado. La historia es así, según 
        el protagonista: Mi primer laburo con la música fue acá, 
        en Florida. Después armamos Las Manos, hace siete años, 
        y dejé la calle. Pero ahora estaba desocupado y no podía 
        encarar nada. Hasta que, en las vacaciones de invierno, empecé 
        a volver a Florida. Ahora vengo de lunes a viernes, al mediodía, 
        y toco dos horas. Los sábados hago lo mismo en La Plata. Ahora 
        éste es mi trabajo. 
        El año pasado, casi al mismo tiempo que la Bersuit grababa Sr. 
        Cobranza, el sello Universal decidió publicar el debut discográfico 
        de Las Manos de Filippi, titulado explícitamente Arriba las manos, 
        esto es el Estado. La prohibición de emitir la canción por 
        radio (en la versión del Pelado Cordera y los suyos) y una efectiva 
        campaña de prensa, con la letra en afiches pegados en la vía 
        pública, hicieron que todo el país hablara del tema que 
        dice que los políticos son todos narcos. Pero mientras 
        todo esto pasaba, el disco de Las Manos apenas recibía un poquito 
        de apoyo. Hasta que, hace unos meses y en medio de la reestructuración 
        que trajo consigo la billonaria compra del grupo Polygram, Universal les 
        devolvió el contrato. Nosotros creemos que nos ficharon porque 
        querían que firmáramos el permiso para que la Bersuit pudiera 
        hacer el tema especula Cabra. Igual, en la misma que nosotros cayeron 
        Los Visitantes, por ejemplo. Cuando nos dieron un adelanto, en Universal 
        nos versearon de que iba a salir mucho laburo, entonces dejé el 
        trabajo que tenía en un frigorífico, porque ya no podía 
        ni ir a ensayar. Después el sello no nos apoyó, no conseguí 
        ningún laburo y todavía no cobré demasiado por Sr. 
        Cobranza, así que volví a Florida. 
        
       
        Ustedes se quejan del trato de Universal. Pero, con Bersuit, 
        ¿todo bien? 
        Sí. Hay mucha gente que nos conoce a nosotros por ellos. 
        No tenemos mucha relación con ellos, los conocemos por la cantidad 
        de veces que nos vimos. Vivo a diez cuadras del Pelado y a veces lo visito, 
        pero nada más. Lo que nos unió fue que ellos hacían 
        el tema y nos invitaron a tocar.  
        ¿No te da bronca tener que tocar en la calle cuando podrías 
        estar mejor económicamente gracias a tus temas?  
        No, está todo bien, porque éste es mi oficio. Me siento 
        mal cuando tengo que hacerme cargo de oficios que no son los míos 
        y en los que, encima, la gente que sí se dedica a eso también 
        la está pasando mal. Yo laburé en fábricas desde 
        chico, también fui carpintero y profesor de taekwondo, pero ya 
        colgué el cinturón. Tengo que mantener a mi señora 
        y a mi nena de tres años. Mientras estuve desocupado sufría 
        como cualquier persona que tiene que alimentar a su hijo y no puede. Por 
        eso estoy muy contento de tocar todos los días en la calle. Me 
        costó encarar, pero ya recuperé todas las pilas. Además, 
        es como ensayar todos los días.  
        La rutina del ensayo diario comienza con el viaje desde Sarandí, 
        con las monedas exactas para volver si no hay suerte con el clima o la 
        gente. Cabra, que acaba de cumplir 32 años, toca el repertorio 
        casi completo deAgrupación Mamanis (más cuartetero, 
        dice), y algunas canciones de Las Manos. Todas no me salen en la 
        viola porque soy medio dedos de madera, reconoce. Además, 
        incorpora otras humorísticas (como El hinchapelotas, 
        buenísima) e infantiles (David Copperfield, muy ácida). 
        En la calle funciona el humor. La crítica dura, también; 
        pero siempre con humor, porque la gente no quiere volver a trabajar con 
        bronca, asegura, conocedor del paño. 
        Hace poco tocaste en Cemento con Las Manos y con tu otra banda, 
        Agrupación Mamanis. ¿No es raro venir el lunes a Florida 
        después de que el sábado llenaste un local? 
        En realidad, era más loco cuando tocaba en Cemento y después 
        me tenía que levantar a las cinco de la mañana para ir al 
        frigorífico. La mayoría de los músicos se tiene que 
        ir a laburar en cosas que no tienen nada que ver con la música. 
        Pero a mí me gusta la peatonal. Además, en el último 
        Cemento que hicimos, entre la difusión y los demás gastos, 
        gané 20 pesos. En serio, 20 pesos. O sea, lo mismo que me llevo 
        tocando dos horas en Florida sin tener que cargar equipos. Porque nosotros 
        no tenemos asistentes, estamos igual que siempre. Si a veces decimos que, 
        en realidad, no es que queramos vendernos: ¡lo que queremos es descansar! 
        ROQUE CASCIERO 
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