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Jueves 2 de Septiembre de 1999
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Sergio, leyenda urbana aquí y ahora



El personaje en cuestión bien merece un lugar de privilegio en la historia de la vieja guardia del punk argentino. Cantante de los míticos Alerta Roja y parte integrante del casting de la letra de “Mañana en el Abasto”, Sergio (a) Mongo sigue por ahí, en la casa de siempre del barrio de siempre. Una buena historia para contar.

CRISTIAN VITALE

Alerta Roja eran Daniel, Fernán –el baterista que terminó en una clínica de rehabilitación–, Pablo y Mongo. Formaban parte de la primera camada punk argentina, cuando aquello era casi una excentricidad de un par de pibes que, si no la tuvieron, hubieran querido lucir una remera con la frase I hate Seru Giran. Tocaban en Zero, o en los teatros Del Plata y Planeta. Y siempre terminaban presos en la 19.
Mongo era el cantante. Tenía 17 años y, dice hoy, una actitud extrema ante la vida. Casi siempre usaba sobretodo, y vestía de oscuro riguroso. Era poeta. Poeta adolescente, de barrio. Era el raro de Gerli. Y fue el que convirtió a Alerta Roja en leyenda. Mongo era, en realidad, el nombre de batalla elegido por Sergio Spatavecchia. Hoy, Sergio tiene 34 y sigue pateando Gerli como cuando cantaba “Demoliendo la Casa Rosada” en el puente. Habla con los pobres. Se siente pobre. Escribe y dice poemas. Se autodenomina profeta: “Sigo utilizando el cielo y el puente Gerli. Me pongo adelante de la gente que llora y no tiene para comer”.
Mongo y Sergio son la misma persona.
“A mí me abrió la mente caminar por las calles bajas. Prefiero dar consejos a un aborigen antes que hablar con un burócrata repugnante, que te quiere robar. Para ir más allá en términos de guita, te tenés que vender y nunca me gustó venderme. Por eso no me hice conocido con la música. Luca (Prodan) me dijo miles de veces de grabar. Pero él sabía muy bien cómo pensaba yo”. Así llevó el “no transar” hasta las últimas consecuencias. Hoy, para muchos considerado un mito, vende medias y calzoncillos en la calle. Trata de juntar el mango para la vieja. “Remedios, hace poco la operaron y yo la amo”, dice.
Su futuro no fue todo música. Cuando se desarmó Alerta Roja, vivió un tiempo con aborígenes internado en la selva tucumana. Se interesó por los shamanes y la magia. Después dio clases de yoga.
–¿Te acordás cómo empezó todo?
–Eramos cuatro o cinco gatos. La mayoría, gente de Belgrano de alta alcurnia que tenía plata para comprar discos importados, que en esa época no se conseguían. El otro era yo, que había nacido en la isla Maciel y estaba en Gerli. La cruza, sin embargo, fue buena. En el caso de Alerta Roja, primero nos llamamos Los Psicópatas. Nos censuraron. Después fuimos Estado de Sitio, nos pasó lo mismo y antes de Malvinas nos pusimos Alerta Roja, para reflejar el estado en que vivía el país. La gente no entendía al punk, como tampoco lo entiende ahora. Nosotros no éramos bolches ni nazis. Simplemente cantábamos revolución, queríamos un cambio mucho más poderoso. Eramos apolíticos, totalmente anarquistas.
Alerta Roja quería llegar al gran público “sin transar”. En su único disco –una producción independiente de Pelmaso Records– estaba todo claro: “Desocupación”, “Atrincherado” y “Aburrimiento Nacional” pintaban los tiempos con agudeza y realismo. Hoy son joyas ultrabuscadas. Más allá de eso, otra cuestión relaciona a Sergio con el mito. Otro mito.
–¿En qué circunstancias conociste a Luca?
–En un baño... Casi lo cago a palos. Fue en un bar de San Telmo, no me acuerdo cuál, pero sí que me llevó por delante. Yo lo encaré mal, tipo “quién carajo sos pelado de mierda”, le dije. Estaba muy borracho y se me reía en la cara, no sabía lo que hacía. Después, cuando íbamos al Einstein y ensayábamos juntos, empecé a entenderlo. Era una persona muy rica en sabiduría musical, muy llena de todo. Lástima que no lo pudo dar. Con Luca éramos culo y calzón. Nos conocíamos ambos entornos, teníamos los mismos gustos e ideas parecidas. Escuchábamos Stranglers, The Cure, GBH, New Order y Joy Division. Nunca The Clash.
–¿Cómo eran los otros Sumo en esa época?
–Germán Daffunchio era y es muy buena gente. Timmy McKern, el que rescató a Luca de Londres y lo trajo a Córdoba, también tenía cualidadesriquísimas. Al que nadie soportaba, eso sí, era a Roberto Petinatto. Era y es un fanfarrón.
La amistad entre Sergio y Luca se eternizó en “Mañanas del Abasto”. Ahí Luca canta “Sergio trabaja en el bar...”. La historia es: “Yo trabajaba en el bar que está en la estación de subte de Gallo y Corrientes, cuando Alerta Roja ya no tocaba. El siempre pasaba y me decía ‘Mongo, ¿cuándo vas a volver a tocar?’, entre vaso y vaso. Después compuso ese tema. La última vez que lo vi fue siete días antes de su muerte en Callao y 9 de Julio. Me dijo ‘¡Qué viejo que estás!’. A mí me pegaba mal la gente, nadie quería saber la verdad. Parece que a él le pasaba lo mismo”.
Cuando dejó Alerta Roja, Sergio formó El Klan (“fusionábamos el punk con Iron Maiden”). Y después intentó con X-Instinto, siempre en el abismo del under.
–¿Qué opinás de la escena actual?
–No hay música ahora. Hay libertinaje, pero no música. El único que tiene huevos es la Mona Jiménez. Lo demás es basura. No hay pensamiento, sólo venta y regalo.


No

por Wallas (Massacre)

“Siempre íbamos a ver a Alerta Roja. A mí era uno de los grupos que más me gustaba. Me acuerdo de que Mongo cantaba con la mano en el bolsillo de su sobretodo azul, muy a la manera inglesa. Era un tipo bastante carismático. “Derrumbando la Casa Rosada” era un temazo, pero tenían otros como “Desocupación”, que pintaban bien la época. Hacían un punk con un tempo especial que los hacía agradables. Fernán, el baterista, era punk, pero andaba en skate con nosotros antes de los recitales. Para Massacre Palestina, Alerta Roja fue una gran influencia. A nivel sonido eran muy parecidos a Los Violadores, todos imitaban a la escena punk inglesa del ‘77. Pero después, Los Violadores se convirtieron en estrellas, ellos no.


Hace 17 años

Algunas letras de Alerta Roja, parte del (hoy) inconseguible casette independiente de la banda.

“Aburrimiento Nacional”. Gris el cielo, gris el suelo,/ y las ropas, y la gente./ Aburrimiento, permanente,/ para un pueblo, oprimido./ Es un juego, aburrido,/ tener que ser, Argentino./ Aburrimiento nacional. Aburrimiento nacional./ La gente está, controlada,/ y los diarios, subyugados./ Las radios, intervenidas,/ mi palabra, acallada.//Qué pretenden de un país enfermo,/ al que no le queda nada para dar.//Aburrimiento nacional./ Aburrimiento nacional.

“Derrumbando la Casa Rosada”. Qué lejos que están llegando/ con este proceso, inflacionario./ Qué bajo que están cayendo,/ con esta junta, de perversión./ No hay salida, no hay salvación/ para tu régimen de represión./ Derrumbando la Casa Rosada./ Derrumbando la Casa Rosada. Hoy.//Trincheras callejeras, barricadas urbanas,/ buscando la revolución.//Qué está pasando, te están quemando/ y a tu guardia la están derrumbando.//No hay salida, no hay salvación,/ para tu régimen de represión.

“Desocupación”. En los días que corren,/ hay guerras, hambre y desorden.//En los días que corren,/ mi país oprimido se va a quebrar sin más./ En los días que corren,/ la censura me niega, la verdad de los hechos./ Desocupación./ Desocupación./ En este pueblo de carne y trigo, sol y vino,hoy todo es hambre, mentira y olla,/ popular./ Desocupación/ Desocupación.//Para tres millones de argentinos./ Para tres millones de argentinos.