Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las12



  Encuentr.gif (5319 bytes)
Feprabot.gif (875 bytes)

 



PRESENCIA DE LA FILOSOFIA EN LOS ORIGENES DEL PSICOANALISIS
Freud y Platón, un solo psicorazón

psico01.jpg (14879 bytes)

Al introducir el debate sobre la relación entre la obra del filósofo griego y el texto freudiano, Enrique Marí recrea el perdido clima de la ciudad que fue ombligo del mundo a principios de siglo: Viena.

Una calle de Viena, en fotografía de 1905.
Fue epicentro de un gran movimiento cultural.

Por Enrique Marí *

A comienzos de nuestra centuria, Viena se constituyó en el epicentro de un gran movimiento cultural. Escritores, músicos, arquitectos, poetas, filósofos de la ciencia, pintores, juristas, psiquiatras, periodistas, psicoanalistas, irradiaron en lo que antes había constituido el Imperio Austro-Húngaro su profundo saber, su arte y su exquisita sensibilidad.
Entre estos autores estaban, desde luego, Sigmund Freud y Hans Kelsen. Freud construyó, en ese lugar y en ese período, una de las injurias más grandes al narcisismo del hombre: el psicoanálisis. Injuria sólo comparable con las producidas por Copérnico y Darwin. Sus concepciones no son fáciles de asimilar. En esa misma ciudad y en ese mismo período, otros brillantes intelectuales no se privaban, en efecto, de ironizar a su respecto. Entre ellos, el monstruo del periodismo vienés Karl Kraus, con su Die Fackel (La antorcha) a cuestas, y sus poderosos alegatos antibelicistas de Los últimos días de la humanidad. Para él, raramente querido, siempre odiado por su constante lucha contra el poder, era “imposible descreer del psicoanálisis por su extensión e ininteligibilidad”. En su causticidad e ironía no estaba solo. Lo acompañaba Robert Roth, cuya existencia anímica hacía una con su hermoso y no menos pesimista texto El hotel Savoy, prisión y palacio al mismo tiempo. Pasajero del Transeuropa Express, llega a Moscú en el preciso instante en que Stalin expulsa a Trotsky, a Sinoviev y a Kameniev del Politburó. Bebedor católico y autor de Judíos errantes. Parroquiano del café Herrendorf, donde solía encontrar a Robert Musil y a Milena, la amiga de Kafka; ambulante, nómada urbano, abandonará la vida creyendo en los milagros que producían sus noches de pernod. En las ocasiones en que se encontraba con otros redactores de Die Stunde no se privaba, al advertir ciertas presencias, de sumarse a la ironías de Kraus: “Ahora hay que tener mucho cuidado, no te conviene hablar en voz alta. Llegaron los discípulos del padre confesor de las millonarias histéricas de Viena, su Reverencia Herr Professor Sigmund Freud”.
Otros, en cambio –no es único el caso de Kelsen en este sentido–, sentían que estas bromas, o eran modelo de chocarrerías del hato de los injuriados narcisísticamente, o en todo caso no hacían para nada justicia a quien, sobre los lazos de afectividad, por ejemplo, había intentado, junto con Platón, develar, arrojar luz sobre uno de más los extensos misterios que acompañan la vida misma del hombre: el amor.
Por ello se dieron a la tarea de frecuentar con seriedad sus textos, sorprendidos, en particular, acerca de cómo ambos autores, separados por muchos siglos, se habían acercado al tema con total reverencia y modestia. Platón incorporó a su estudio todos los elementos que hemos desarrollado a lo largo de este trabajo, análisis del deseo, de la pasión, de la razón, el placer, la continuación de la especie humana, la creación en las artes y las ciencias, la teoría de las ideas, la belleza, el bien, la prioridad del alma humana sobre los cuerpos, el mito, la influencia inescrutable de los dioses, la conexión del Eros con la paideia y la politeia de la ciudad. Freud, por su lado, rectificó especialmente en términos de la sublimación de la líbido, la concepción aceptada del amor platónico, modificó el orden de los discursos sobre el amor, y el discurso sobre el amor, incorporó hechos de la anatomía y la fisiología, la evolución de las especies, el inicial desamparo del niño, las vicisitudes del desarrollo humano en la familia y la cultura, la economía y dinámica de la psique, y las irracionalidades secretas del inconsciente. Al final de sus vidas ni uno ni otro fueron conclusivos en sus teorías del amor. Las obras de Platón fueron marcando diferencias en sus modos de aproximarse a ese misterio, y se sembraron de alegorías, de metáforas, de puntualizaciones religiosas. Freud, a su vez, nunca escribió el libro anunciado por subiógrafo, Ernest Jones, y en las postrimerías de su vida reconoció que sabemos muy poco acerca del amor.
La bibliografía generada alrededor de sus textos es tan amplia como para dar y cuenta y testificar razonables diferencias de interpretación en muchos de sus trabajos cruciales. Es cierto que hablamos de “la concepción aceptada” del amor platónico, pero esta concepción no es unificada, estática o pacífica. Ingresar en las disputas de los helenistas no deja de implicar un ingreso en lo laberíntico, y en sesudas y lascivas disputas sobre la traducción de un término griego. A Freud, por su lado, le brotaron los disidentes, las derivas lacanianas, los psicoanalistas perturbados de Woody Allen y los psicoanalistas argentinos a quienes, como es sabido, les resulta más difícil ponerse de acuerdo en fijar el simple día y la hora de una reunión amistosa para debatir un tema de la profesión, que penetrar en las herméticas incógnitas del Id.
Por eso toda reconstrucción de las teorías del amor aparece riesgosa y difícil desde el comienzo y, quizá, la mejor manera de emprender la tarea sea indagar las afinidades y las diferencias entre estas teorías, señalando las deudas de Freud al platonismo, las modalidades de su interpretación y los logros conceptuales que se le pueden adjudicar desde su teoría de la sexualidad. De ahí que cuando Kraus ironizaba diciendo que es difícil descreer del psicoanálisis por su extensión e ininteligibilidad, se puede aceptar el trasfondo serio de la ironía, u observar, en todo caso, su correspondencia biunívoca con la extensión del platonismo y la ininteligibilidad de los misterios eléusicos puestos en juego en segmentos de su concepción.

* Filósofo. El texto es un fragmento del libro inédito El Banquete de Platón. Lecturas helenista, freudiana y foucaultiana.

 


 

SOSTIENEN LOS QUE TRABAJAN EN INSTITUCIONES PUBLICAS
Los psicólogos pueden ser jefes

Por la Asociación de Psicólogos Municipales

La función de jefe de Servicio de Psicopatología y Salud Mental es la de saber administrar los recursos humanos y materiales de la mejor manera. Este carácter administrativo lo puede desempeñar cualquier miembro profesional de la salud de un equipo multi o interdisciplinario. No queda excluido el título de psicólogo ni el de médico. Ambos tienen los mismos derechos. La Ley 23.277, sobre el ejercicio legal de la psicología, así lo reglamenta. Sin embargo un decreto ley 17.132, anterior a la Ley 23.277, atropella ese derecho y excluye a los psicólogos de la legalidad de participar en los concursos a Jefatura.
Esta historia comienza hace 40 años, cuando empiezan a concurrir a los hospitales algunos profesionales de la salud con una clínica distinta basada en la escucha y la palabra, como técnica para abordar el dolor psíquico de los pacientes. La inserción fue difícil, pero el reconocimiento por los resultados clínicos y por el trabajo teórico obtenido la hizo posible. En la actualidad ocupamos el segundo lugar en cantidad de personal profesional del gobierno de la ciudad. El dictamen de la Procuraduría que nos impide acceder a los cargos de conducción se basa en el decreto ley 17.132/1967, que en su artículo 20 inciso 23 dice: “Queda prohibido a los profesionales que ejerzan la medicina actuar bajo relación de dependencia con quienes ejerzan actividades de colaboración de la medicina u odontología”.
Este decreto ley 17.132 fue sancionado en la dictadura de Juan Carlos Onganía. En esa época los psicólogos no teníamos estatuto legal, no existíamos dentro de la estructura municipal. No se había dictado la ley 23.277 del ejercicio profesional de la psicología. No éramos, ni somos, personal de colaboración.
El 6 de noviembre de 1985, en democracia, se sanciona la Ley 23.277 y se aprueba la reglamentación, diez años después. En el año 1986 se aprueba la ordenanza 41.455, Carrera Municipal de Profesionales de la Salud, donde por primera vez se equiparan todas las profesiones. En dicha ordenanza no figura que los psicólogos no podemos presentarnos a concurso por jefaturas. Es un hecho que el director de Salud Mental es un psicólogo, el licenciado Roberto Lo Valvo, y no necesariamente lo excluye por no medicar ni tener una especialidad. Esto porque es un cargo administrativo y administrar no es sinónimo de medicar.
Es por medio de concurso, dentro del marco legal, que el 24/7/1990 se nombra a la primera jefa de Psicopatología en la Maternidad Sardá: la licenciada Beatriz Frascotto. En 1991 la Comisión Asesora Permanente de Carrera Municipal de Profesionales de la Salud (ante la pretensión de otros psicólogos de acceder a cargos de conducción) considera que es requisito, para acceder al cargo de jefe de Servicio de Psicopatología y Salud Mental, ser médico psiquiatra (acta 244/91).
A partir de ese momento todas nuestras presentaciones a cargos de conducción han sido negadas. Nuestra única defensa es impugnar los concursos. Algunos profesionales apoyan este dictamen y argumentan que esto se debe a que no podemos medicar y que no tenemos especialidad. Conocemos los cargos de conducción que existen en otras provincias y en los hospitales ex nacionales incorporados al gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Nadie puede negar que los cargos de conducción ocupados por psicólogos existen. Nosotros esperamos que la nueva legislación del gobierno de la ciudad de Buenos Aires subsane esta situación por un orden más justo para todo el equipo de salud. Merece especial reflexión el hecho de que un decreto ley –en realidad un decreto dictatorial con poder de ley– sea interpretado como norma superior a una ley promulgada con todos los requisitos que la democracia exige. Hechos como éste crean falsas oposiciones entre diferentes profesionales de la salud que actúan en el hospital público.
No nos quedan dudas de que el puesto de jefe de Psicopatología debe ser desempeñado por el más capaz y la capacidad no es acreditada sólo por títulos y certificados, sino también por ser profesionales con títulos superiores universitarios, de valor equivalente, con capacidad de liderazgo y conducción ya probada al frente de las prácticas cotidianas en nuestros hospitales.

 

POSDATA

Adopción. Grupos gratuitos de reflexión para candidatos a padres por adopción que hayan entregado solicitud en juzgados: Hospital Tobar García, 4305-5895.
Psicosomático. “Conceptualizaciones acerca de lo psicosomático”, desde el 5 de 11 a 13 en Hospital de Oncología María Curie, 4983-2628.
Cuatro. “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, por Andrea Leiro en el Hospital Rivadavia, desde el 9 a las 12. Gratuito. 5809-2067.
Kaës. René Kaës en la Argentina. El 4 de agosto de 12 a 13.30, conferencia televisada interactiva “Vínculos intergeneracionales”, en Callao 1046. El 7, con entrada libre, estará en la Universidad Maimónides, Hidalgo 775: de 10.30 a 13.30, “Proceso de aprendizaje en pequeños grupos”; de 15 a 17, “Violencia en las instituciones de salud”.

Psicopedagogía. “Diagnóstico psicopedagógico”, para graduados, viernes de 8.30 a 10 en el Hospital Alvarez.
Dolor. Curso sobre dolor en el Instituto Psicosomático de Buenos Aires, desde el 5 de 13 a 15. 4825-2925.
Corporal. “Coordinadores de trabajo corporal, ¿para qué?”, por Elina Matoso en el Instituto de la Máscara, 3 y 10 de agosto a las 10. 4775-3135.
Autistas. “Tratamiento con niños autistas”, por Héctor Yankelevich en Escuela de Psicoterapia para Graduados, el 5 a las 21. 4865-2050.
Joycenet. Seminario por Internet: “Joyce, ¿un caso clínico?”. Programa de Cultura y Psicoanálisis de la Facu de Psico de la UBA. www.psi.uba.ar
No psicólogos. Cursos para no psicólogos en la Facu de Psico de la UBA: rol docente, campo psijurídico, intervención con familias, negociación y cambio en empresas. Secretaría de Extensión, 4932-6001.


PRINCIPAL