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EL TEMIDO EFECTO 2000 NO SE SINTIO EN ARGENTINA NI EN EL MUNDO
Las máquinas entraron en razón

La dificultad de las computadoras para descifrar los ceros que identifican al 2000 hizo temer por el regreso a una era sin electricidad, transportes ni comunicaciones. El mundo invirtió 600 mil millones y el año nuevo llegó sin que el “efecto 2000” produjera grandes trastornos.

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No hubo festejos centralizados en Buenos Aires. Algunos eligieron la costa del río para brindar por el nuevo milenio.

Por Luis Bruschtein

t.gif (862 bytes) El mundo entró en el año 2000, aunque el reloj del Observatorio que rige la hora oficial en los Estados Unidos determinó a la medianoche del viernes que se trataba en realidad del primer día del 19100. El despiste del reloj oficial norteamericano fue una de las pocas secuelas del “efecto 2000” o “Y2K” que amenazó con el retorno de la humanidad a una Edad Media sin bancos, electricidad, hospitales, transportes ni comunicaciones o con sorpresivos bombardeos nucleares. En Argentina, Juan Carlos Rabbat, titular del Comité Oficial de Respuesta Efecto 2000, informó ayer que “los entes reguladores de todos los servicios (hospitalarios, transporte, comunicaciones, bancarios y demás) no informaron que se hubieran producido inconvenientes”.
Así la humanidad entró en una nueva era estrenando miedos y guerras fantasmagóricas. En Argentina, el temor por los efectos del despiste de las computadoras incorporó nuevos hábitos para los festejos del Año Nuevo. El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, trató de evitar las reuniones masivas y estimuló a los porteños para que festejaran en sus barrios. No hubo grandes recitales ni espectáculos centralizados de fuegos artificiales como en otras grandes ciudades.
“No teníamos tanto miedo al efecto 2000 como a los apagones”, afirmó el jefe de Gobierno de la Ciudad, Enrique Olivera, luego de verificar que no se había producido el efecto temido. Aunque la ciudad no se salvó de los apagones, ya que el barrio de Palermo estuvo una hora sin luz a causa de la caída de un cable de alta tensión (ver aparte).
El temor al caos por posibles cortes de electricidad determinó que hubiera un despliegue policial poco común en las calles de la ciudad, al tiempo que los porteños preferían celebrar la llegada del nuevo año en sus hogares o en sus barrios. Los taxistas que deambularon sin pasajeros fueron las principales víctimas de esta modalidad.
El sedentarismo y la notoria presencia policial determinó que los festejos fueran más tranquilos que en otros años, que se produjeran menos disturbios y que bajara el número de heridos y contusos. La gente brindó en sus casas y luego se volcó a las veredas o a las plazas cercanas. Otra modalidad fueron las velas. Este primitivo auxiliar de la electricidad desapareció de almacenes y supermercados durante los días previos del Año Nuevo y fue común que los invitados a una reunión familiar llegaran con su cirio previsor.
Desde 1997, cuando se advirtieron los posibles efectos del Y2K, el mundo invirtió 600 mil millones de dólares para evitarlos. De esa cifra, cien mil millones fueron gastados por Estados Unidos. “Gracias a Dios el Y2K no produjo ningún efecto negativo”, exclamó con alivio un locutor de la CNN poco después de la medianoche y John Koskinen, el responsable del Comité de emergencia norteamericano para afrontar el Y2K, aseguró estar “agradablemente sorprendido” por los escasos fallos registrados por las computadoras, entre ellos el que se verificó en ocho centrales eléctricas, que ni siquiera llegaron a producir cortes de luz. En una base del estado de Colorado, expertos nucleares norteamericanos y rusos respiraron aliviados después de comprobar que ninguna computadora loca hubiera ordenado ataques misilísticos.
El año nuevo comenzó en Tonga y Kiribat, dos islas del Pacífico Sur, pero, como son muy pequeñas, no alcanzaban para predecir los efectos que tendría el despiste de las computadoras. Prácticamente desde el mediodía, el Banco Central de Argentina se mantuvo en contacto con sus iguales de Nueva Zelanda, Australia y Japón, según avanzaba el sol, para saber si se producían desperfectos, según informó a Página/12 Roberto Bartoletti, coordinador del Grupo Financiero Año 2000. Este grupo fue organizado por el Banco Central con participación de todas las entidades bancarias y sus integrantes se mantuvieron en contacto durante los festejos.
“Cada banco tiene alrededor de 3 millones de líneas de programas -explicó Bartoletti– y hubo que revisarlas todas para prevenirdesperfectos. Cuesta dos pesos revisar cada línea, lo cual daría una cifra de 600 millones de pesos que han invertido las entidades bancarias para evitar el efecto 2000, a lo que habría que agregar cambios de equipos y horas trabajo de personal especial.” De esta manera, la cifra destinada en Argentina a prevenir el efecto 2000 pasaría los mil millones de pesos si se toman en consideración todas las actividades informatizadas además de los bancos.
Después de recibir declaraciones juradas de las entidades bancarias sobre su situación informática, el Banco Central anunció anoche que mañana será normal la atención al público. Bartoletti indicó que habría que esperar hasta el martes o miércoles para tener una idea completa debido a posibles desperfectos en empresas u organismos internacionales que se relacionan con las redes bancarias. Por otra parte, en la mañana de ayer Aeroparque y Ezeiza comenzaron a funcionar con normalidad y el país en general amaneció sin efecto 2000.
El mundo entró el sábado en el nuevo milenio –aunque hay quienes afirman que eso ocurrirá recién el año próximo– y superó airoso el primer percance fantaseado por los autores de ciencia ficción: la toma del control de las actividades humanas por parte de las máquinas. Esta vez fue simplemente por la dificultad de las inteligencias artificiales para identificar los dos dígitos que señalan el año en curso. Fue un anuncio emblemático de la era que comienza. Como suele decirse: esta película no ha terminado.

 

La guerra de los mundos

Mientras en todo el mundo el efecto 2000 pasaba sin pena ni gloria y millones de seres humanos se relajaban al disiparse las negras previsiones que se habían elucubrado, 4.900 vecinos del porteño barrio de Palermo sintieron que el Y2K, el efecto 2000 y todas sus consecuencias se habían desplomado sobre la humanidad.
Palermo fue una película de ciencia ficción o como cuando Orson Welles actuó “la guerra de los mundos” y anunció por radio en Estados Unidos que el mundo era invadido por extraterrestres. Tanto se habló del efecto 2000 que cuando a la 1.45 de la mañana del sábado, esos 4.900 vecinos quedaron a oscuras por efecto de un corte de luz criollo, creyeron que eran parte de un planeta en crisis.
Pero no se trataba del mundo sino de un desperfecto nacional y tampoco obedeció a la locura de las computadoras con el efecto 2000, sino a la caída de un cable de media tensión, como informó Edenor.
“Diría que se han minimizado los riesgos –declaró el jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Enrique Olivera– nosotros no teníamos tanto miedo al efecto 2000 como a los apagones porque nadie nos podía garantizar que no los hubiera, de ahí que no pudiéramos hacer una concentración grande de gente”.
El apagón en Palermo no tuvo nada que ver con el efecto 2000 según informó Edenor y se prolongó hasta las 2.40 en algunos casos y hasta las tres de la madrugada en otros. Pero fue el único susto. Tanto Edenor como Edesur emitieron comunicados para informar que no se habían producido otros desperfectos y que habían mantenido guardias especiales durante la noche del 31 al primero para solucionar eventuales desperfectos.

Año nuevo en la puerta de Brandeburgo, en Berlín.
Alemania terminó unificada el milenio.

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El viejo Big Ben mecánico no se equivocó como los relojes informatizados.
El reloj oficial de Estados Unidos y el de la Torre Eiffel fallaron.


Dos chicas brindan en la Plaza Roja.
Año nuevo en una Moscú capitalista.


 

 

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