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CORAZONES APASIONADOS 6 PUNTOS (Playing
by heart) Estados Unidos, 1998. Por
Horacio Bernades
"Un
músico amigo dice que hablar de música es como bailar con la
arquitectura. Yo creo que lo mismo pasa con el amor. Pero mientras viva,
seguiré hablando de amor." Lo dice, en el prólogo, uno de los
personajes de Corazones apasionados (traducción que inevitablemente
pierde el juego de palabras del original, Playing by heart). Como si se
tratara de la repetición de los goles de "Fútbol de primera",
la escena se repetirá más tarde, calcada. En "hablar de amor"
consiste, básicamente, este film escrito y dirigido por Willard Carroll,
que proviene de la producción, sobre todo televisiva. Pero no sólo de
amor se habla en Corazones apasionados. También de muerte, frustraciones,
relaciones familiares, viejas deudas con el pasado.
Que en una película se hable mucho no está necesariamente mal. La
obra entera del francés Eric Rohmer, por ejemplo, está construida casi
exclusivamente sobre la palabra, y con eso logra ser una de las más
modernas del cine contemporáneo. Más que Rohmer, la influencia más
fuerte de Willard Carroll parecería ser la de alguien como Steven Bochco,
creador de series televisivas como "El precio del deber" y
"L.A. Law". Como ellas, Corazones apasionados está enteramente
sustentada sobre esa técnica narrativa que los americanos denominan
cross-cutting, y que consiste en cortar constantemente de una historia a
otra y de unos personajes a otros, armando así el relato como un sistema
de pequeños minirrelatos paralelos. Claro que en las series de Bochco la
coexistencia de historias se veía amalgamada por una estricta unidad de
tiempo y lugar, mientras que aquí los diversos personajes no parecen
tener ninguna conexión a lo largo de 115 minutos. Faltando poco para el
final y por arte de birlibirloque del guionista, se descubrirá que varios
de ellos sí la tenían, llegándose así al típico final con todo el
elenco convergiendo en el mismo lugar y al mismo tiempo.
Las historias urdidas por Carroll son todas de a dos, e incluyen a
un matrimonio mayor (Sean Connery/Gena Rowlands) que libra una guerra de
celos doblemente a destiempo: el affaire ocurrió hace más de veinte años,
y además los días de él están contados. Hay además un enfermo
terminal de sida (Jay Mohr) a quien su madre (Ellen Burstyn) va a visitar
al hospital para sostener un último diálogo; una directora de teatro y
televisión (Gillian Anderson, la Scully de "Archivos X") que
sufre de una resistencia padre frente a los hombres; otro
"condenado" (Ryan Phillippe) a quien tratará de conquistar una
chica "polvorita" (Angelina Jolie, la actriz más hot del
momento), y así. Todo parece gobernado por el arte de la dosificación: a
los momentos más lacrimosos suceden diálogos graciosos, y del mismo modo
alternan, en el elenco, prestigiosos veteranos con jóvenes actores,
provenientes sobre todo de la tevé. Dentro de un contexto sumamente cool,
por momentos los diálogos son ingeniosos y en otros, demasiado
ingeniosos. Ningún actor desentona, y cada uno encontrará aquí sus
favoritos. ¿Será redundante decir que a Nastassja Kinski le bastan unos
pocos minutos para refulgir como nadie?
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