Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


OPINION
El desenlace menos malo
Por Claudio Uriarte

El desenlace de ayer en Ecuador, por más elementos de farsa, prestidigitación política y �golpe blanco� que haya tenido, es el menos malo para un país donde las cuentas sociales, políticas y económicas hace tiempo que no cierran. Un general (Carlos Mendoza) engatusó a Antonio Vargas, líder de la protesta indígena, y a Carlos Solórzano, ex titular de la Corte Suprema de Justicia, con la idea de que la Junta de Salvación Nacional que el primero buscaba estaba al alcance de la mano. La condición: que el coronel Lucio Gutiérrez, plegado anteayer a los insurrectos, saliera de la ecuación, para ser reemplazado por el propio Mendoza, jefe del Ejército. Eso (y entre tres y cinco horas de �dictadura� y de �junta� más o menos ficticias) le bastó para licuar el apoyo de los oficiales jóvenes a Gutiérrez, para luego renunciar a la junta, traicionar a Vargas y entregar la jefatura del Estado al vicepresidente del fugado Jamil Mahuad, Gustavo Noboa. Mahuad entonces apareció por TV para decir que no había renunciado sino que había sido derrocado por una junta militar, lo que fue técnicamente cierto por las horas que duró Mendoza al frente del Estado, en unas 48 horas en que Ecuador tuvo tres presidentes. Eso tapó el vacío constitucional que hubiera supuesto la asunción del vice sin renuncia del presidente, y permitió que el Congreso consagrara a Noboa como primer mandatario.Pero lo esencial no es esto, sino la economía, que Mahuad demoró demasiado en ajustar, y la promesa de Noboa de seguir adelante con el proyecto de dolarización, una tabla de salvación para desesperados, pero posiblemente la única salida a una crisis que ya lleva más de tres años. Eso, y la desmovilización de los indígenas (cuya furia es enteramente comprensible, pero cuyo proyecto habría llevado a una dictadura corporativista y a propuestas tan absurdas como reemplazar el petróleo por la agricultura como principal fuente de recursos del país), es el comienzo del camino para que Ecuador pueda recibir fondos del exterior, entre ellos los del Fondo Monetario Internacional. El ajuste va a ser durísimo, pero se trata de una elección entre la condena a muerte (la inflación desbocada) y la cadena perpetua.Sin embargo, no todo está resuelto. Más allá del apoyo de la mayoría parlamentaria a la dolarización, la población indígena del país (un 30 por ciento del total) permanece opuesto; la fracción de militares descontentos no desaparece con el arresto del coronel Gutiérrez, y la flexibilización laboral viene sin seguro de desempleo.Pero lo de ayer es un comienzo.

 

PRINCIPAL