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ANDINISTAS ENCONTRARON UN AVION CAIDO EN 1947 EN MENDOZA
Una tumba de hielo en la Cordillera

Un grupo de montañistas encontró en el cerro Tupungato, a 5500 metros de altura, los restos de una aeronave británica estrellada hace 53 años. Partes de los cuerpos de las víctimas aún están congeladas. El avión había combatido en la Segunda Guerra y fue reciclado para su uso comercial.


Por Eduardo Videla
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El vuelo partió desde Londres. Hizo escala en Buenos Aires y, con seis pasajeros y cinco tripulantes, partió a Santiago de Chile. Una tormenta lo obligó a detenerse en Mendoza y, a poco de despegar, se perdió en medio de la cordillera de Los Andes. Ocurrió en el invierno de 1947. Desde entonces, nada se supo de la máquina --una aeronave británica que prestó servicios durante la Segunda Guerra-- ni de sus ocupantes. Hasta la semana pasada, cuando cuatro expedicionarios encontraron lo que --se presume-- son sus restos, esparcidos en la ladera sur del cerro Tupungato o semienterrados en un glaciar. Los andinistas, entre ellos tres hombres del Ejército, encontraron cuerpos mutilados conservados en el hielo, partes del motor y el fuselaje, y hasta prendas de vestir que pertenecieron a las víctimas.

  El Lancastrian que se estrelló en el Tupungato había pertenecido a la Royal Air Force (RAF) y pasó de bombardear a los alemanes en la Segunda Guerra a transportar pasajeros hacia Sudamérica. Pudo haber escondido para siempre su destino en la montaña. Pero en 1998, un andinista de Tandil, Pablo Reguera, descubrió los indicios de un accidente aéreo y transmitió la novedad a sus amigos en Mendoza: José Moiso, un aviador civil de 59 años, y su hijo, Alejo, montañista e instructor de parapente, de 26. Ambos, junto a Gustavo Marón, rastrearon los antecedentes de aviones caídos en la zona. "Descubrimos que en el Tupungato nunca había sido encontrado ningún avión. Y que de los que habían caído en Mendoza, sólo uno no había sido encontrado: el Lancastrian perdido en 1947", aseguró José Moiso a Página/12.

  A partir de ese dato se organizó la primera expedición con personal del Regimiento de Infantería XI del Ejército, en marzo del '99. Pero un temporal les impidió llegar hasta el lugar del accidente. La segunda oportunidad llegó el 15 de este mes. Alejo Moiso partió acompañado por Armando Cardozo, sargento ayudante y baqueano; Héctor Salinas, cabo 1ª, y Walter Bustos, soldado voluntario.

  Después de dos días de marcha a lomo de mula, la expedición llegó a la base del Tupungato. "Nos llevó otros dos días llegar hasta el glaciar donde estaba el avión. Está en una zona de difícil acceso: hubo que llegar con la ayuda de piquetes, cuerdas y grampones", relató Alejo Moiso a este diario. Los restos del aparato fueron encontrados a 5500 metros de altura. El Tupungato tiene 6800.

  "No había partes enteras del avión. Encontramos restos de fuselaje, la punta de un ala, un motor, una hélice, y tubos de oxígeno individuales que usaban los pasajeros, entre otras partes que estaban diseminadas en un área de seis kilómetros cuadrados. Algunas de ellas estaban quemadas, como si el avión se hubiera incendiado", agregó el expedicionario.

  El grupo encontró tres cadáveres mutilados, cuerpos sin la cabeza ni los miembros, un brazo y una mano, presuntamente de mujer, enterrados en el hielo, conservados como si el accidente hubiera ocurrido unas horas atrás. "También vimos un saco de vestir de tela escocesa, muy desgastada por estar a la intemperie, boinas verdes de la tripulación y botas de la RAF. Había valijas y otras prendas sepultadas en el hielo", contó el montañista.

  --¿Qué grado de certeza tiene de que se trata del avión perdido en 1947? --le preguntó Página/12 a Moiso padre.

  --Más de un 90 por ciento. Sabemos que el motor es un Rolls Royce, como el que tenían los Lancaster --luego llamados Lancastrian--. Y sabemos que de los 40 aviones que cayeron en la cordillera en el territorio de Mendoza, éste es el único que faltaba encontrar.

  "Lo único que resta chequear es el número del motor del avión con el de la máquina que tuvo el accidente. Tenemos la placa de identificación", dijo a Página/12 el teniente coronel Ricardo Bustos, jefe del Regimiento de Infantería XI de Montaña. "Ya pasamos todos los datos a la superioridad del Ejército y al juez federal de Mendoza, Alfredo Manuel Rodríguez, que tendrán que ponerse en contacto con las autoridades diplomáticas de Gran Bretaña", agregó el oficial. En la Embajada del Reino Unido en Buenos Aires no tenían ayer información oficial sobre el hallazgo.

  El avión accidentado había sido un bombardero de la Royal Air Force y al finalizar la Segunda Guerra fue reciclado como avión comercial. Cubría el trayecto desde Londres hasta Río de Janeiro, Montevideo o Buenos Aires, haciendo escala en la isla de Ascención, y su destino final era Santiago de Chile.

  El accidente se produjo el 2 de agosto de 1947. El Star Dust --como había sido bautizado-- había partido de la base aérea de Morón a las 10.46, con cinco tripulantes y seis pasajeros: Paul Simpson, un correo diplomático británico; Martha Limpert, alemana con pasaporte chileno, Harold Pagh, de nacionalidad suiza; otros dos británicos, Peter Young y Eric Godorham, y un ciudadano palestino de apellido Atallah. El aparato era comandado por Reginald James Cook, que había combatido para la RAF, y estaba acompañado por dos oficiales, un radiotelegrafista y una camarera.

  A raíz de la tormenta, el avión tuvo que aterrizar en el aeropuerto mendocino de Los Tamarindos (hoy, El Plumerillo). Volvió a levantar vuelo a las 14.30 y se internó en la cordillera. A las 15.15 se registró la última comunicación del comandante. La búsqueda, a cargo de esquiadores y avezados pilotos, duró semanas, pero se orientó hacia el Aconcagua y el Mercedario, en San Juan. Hubo que esperar más de 53 años y una casualidad para encontrarlo.

 

Bombardero en tiempo de paz

  En octubre de 1945 llegó a Buenos Aires el primer Lancaster, un cuatrimotor que había combatido a los alemanes como bombardero de la aviación británica en la Segunda Guerra y fue convertido en transporte de pasajeros, rebautizado como Avro Lancastrian. Las crónicas de la época relatan que el avión había sido equipado con un lavatorio y máquinas de afeitar eléctricas, para uso de los pasajeros.

  El Lancastrian extraviado pertenecía a la British South American Airways (BSAA). Tenía capacidad para transportar 13 pasajeros, además de cinco tripulantes y era capaz de alcanzar una velocidad máxima de 472 kilómetros por hora, a 7070 metros de altura. El ex bombardero inglés estaba equipado con cuatro motores Rolls-Royce  Merlin, enfriados a líquido, con una potencia de 1280 caballos de fuerza cada uno. Sin carga, pesaba unas 13 toneladas.

  El "Star Dust" de la BSAA se perdió en medio de una tormenta en plena cordillera, el sábado 2 de agosto de 1947. Desde el domingo a primera hora, aviones argentinos sobrevolaron la zona en busca de la nave, sin éxito. El lunes siguiente se incorporó a la búsqueda el piloto argentino Jaime Storey, a bordo de su veloz Spitfire de caza. Storey se había hecho famoso por sus hazañas como capitán de la Royal Air Force, donde había sido compañero del comandante R. J. Cook, piloto del avión que había desaparecido.  

 

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