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EL EX MARINO ALFREDO ASTIZ DEBIO PRESENTARSE EN TRIBUNALES POR "APOLOGIA DEL DELITO"
El primer escrache en sede judicial

Los muchachos parecían estudiantes de derecho que asistían a una audiencia, pero cuando entró el represor de la ESMA se quitaron sacos y buzos para mostrar camisetas que decían "Cárcel al torturador". Eran de la agrupación que nuclea a los hijos de desaparecidos.

El ex marino Alfredo Astiz, al salir de Tribunales


Por Victoria Ginzberg
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13.45. Alfredo Astiz ingresó a la sala de Audiencias. Estaba por comenzar el juicio oral y público en su contra por apología del delito. El acusado caminó unos pocos pasos y se sentó al lado de su defensora. Cuando acababa de poner su cola en la silla, se escucharon las voces: "asesino". Unos veinte jóvenes se sacaron las camisas y los buzos que llevaban a pesar del calor y exhibieron sus remeras pintadas a mano en las que se podía leer "cárcel a los asesinos" y "cárcel al torturador". "Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar", cantaban los chicos de HIJOS a toda voz. Fue el primer escrache en sede judicial.

  Astiz había entrado muy serio, vestido con un traje y una corbata azul oscuro y una camisa celeste. Soportó los gritos sin mirar hacia atrás --donde estaban los muchachos-- y con una mueca de desagrado en el rostro. La acción de los HIJOS tomó por sorpresa a los policías que custodiaban la sala, quienes tardaron un momento en reaccionar. Después se armó el revuelo, algunos jóvenes intentaron acercarse al acusado. "El ángel rubio" quiso salir pero los HIJOS estaban cerca de la puerta. Finalmente un par de policías lo ayudaron a escabullirse a otro salón por una salida lateral. Los agentes sujetaron a algunos chicos y los desalojaron de la sala. La misión estaba cumplida. El grupo se retiró cantando por los pasillos de los Tribunales de Comodoro Py.  

  Veinticinco minutos después, Astiz volvió al recinto. En seguida, ingresó el juez federal Claudio Bonadío, quien anunció que ordenaría la presentación de una denuncia por los incidentes ante el juzgado de turno, que resultó ser el de María Servini de Cubría.

  "Soy el hombre mejor preparado técnicamente para matar a un político o a un periodista." "Todos los días vienen a verme camaradas a decirme que debería liderar un levantamiento." "¿Sabés por qué mata un milico? Por un montón de cosas, por amor a la patria, por orgullo, por machismo, por obediencia." Estas son algunas de las frases de Astiz publicadas a mediados de enero de 1998 por la revista trespuntos. Las palabras provocaron más de una decena de denuncias por amenazas y apología del delito. El reportaje también le valió la destitución de la fuerza.  

  Gabriela Cerruti, autora de la nota, Héctor Timerman, director de la revista en ese momento y el capitán de navío Aurelio "Zaza" Martínez, quien hizo de contacto entre el ex marino y la periodista fueron los testigos de la primera audiencia del juicio, que fue presenciada por unas veinte personas, en una sala en la que había lugar para más de cien. Entre los asistentes estaban Beatriz Roux, de la agrupación de familiares de franceses desaparecidos, y el abogado Horacio Méndez Carreras, quien fue representante de la familia de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet. Posteriormente se hicieron presentes el juez Adolfo Bagnasco y la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti.

  Astiz optó ayer por no contestar preguntas pero ratificó lo que había declarado ante el juez durante la etapa de instrucción. Apenas dijo unas pocas frases. "Niego haber manifestado las expresiones que se me atribuyen. No se corresponden con mi forma de expresar ni de sentir. La señora Cerruti me engañó a mí y a sus lectores", afirmó nervioso el ex marino, que se presentó como "un desocupado".   

  La defensora oficial Perla Martínez de Buck pretende probar que Astiz nunca concedió un reportaje sino que tuvo una "charla informal" con la periodista y que no sabía que sus dichos iban a ser publicados. Es que para que exista el delito de "apología" el acusado debe haber tenido intención de que sus palabras fueran públicas. De todas maneras, por si ese plan falla, Astiz --quien no niega haberse reunido con Cerruti-- argumentó que sus frases fueron deformadas y cambiadas.

  Cerruti, por su parte, ratificó que todas las palabras atribuidas a Astiz eran "textuales" y que, aunque el encuentro se había mantenido en un clima informal, el represor sabía que la conversación iba a ser publicada. Las preguntas que Martínez de Buck le hizo a la periodista reflejaron una tercera estrategia, la de sugerir que Cerruti mintió para perjudicar al ex marino porque lo odia o porque recibió un beneficio material por ello.

  Pedro Bianchi, ex abogado y amigo personal de Emilio Eduardo Massera y representante de Miguel Etchecolatz, estuvo presente durante la audiencia y se lo vio conversando en repetidas ocasiones con la defensora oficial de Astiz. En primera fila también había una joven morocha y alta vestida toda de negro y con mucho maquillaje que se acercó durante un intervalo para darle un beso al represor.

  --¿La revista trespuntos acostumbra a efectuar publicaciones erróneas? ¿Es costumbre suya mentir y engañar a los lectores? --interpeló la defensa.

  --Está agrediendo al testigo --manifestó Bonadío y eximió a la periodista de contestar.

  A su turno "Zaza" Martínez llamó "charla" a la reunión entre Cerruti y Astiz pero admitió que le dijo al ex marino que utilizara la ocasión para "limpiar su imagen".          

  Martínez de Buck quiso saber por qué Cerruti escribió que el Hotel Naval era uno de los pocos lugares en el que le decían señor a Astiz.

  --Como era capitán, supongo que en otros lugares le dirían capitán --dijo la testigo.

  --El tribunal percibe una cierta ironía en la respuesta --dijo el juez.


EL JEFE DE EJERCITO FUE CITADO  COMO TESTIGO
"Por una respuesta  insólita"

Por Adriana Meyer
El Jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Ricardo Guillermo Brinzoni, fue citado a declarar como testigo en una causa que investiga siete casos relacionados con el Plan Cóndor. Deberá presentarse el 2 de marzo ante el juez federal Claudio Bonadío. El magistrado consideró que el jefe militar respondió de manera "insólita e inverosímil" a un oficio en el que le pedía informes para la investigación.

  En octubre de 1997 un sargento retirado del Ejército llamado Nelson Ramón González aseguró por televisión que Ricardo Zucker --hijo del actor Marcos Zucker-- estaba enterrado en Campo de Mayo. Zucker había regresado al país y fue apresado en febrero de 1980 junto con su esposa, Marta Libenson, y Julio César Genoud. Todos habían vuelto a la Argentina como parte de un plan de la conducción de Montoneros para tratar de reanudar la lucha contra los militares. Mónica Pinus, Horacio Campliglia, Lorenzo Viñas y el padre Jorge Adur también integraron la "contraofensiva" y fueron secuestrados en la frontera de Uruguayana. Tras la revelación del sargento, la ex secretaria de Derechos Humanos Alicia Pierini hizo una denuncia para establecer la verdad sobre el destino de esos cuerpos.    

  En esa causa, Bonadío solicitó el "Plan de Capacidades, orden interno", es decir, el detalle del despliegue operativo del Ejército en aquella época, y las modificaciones específicas dado que los manuales se adaptaron durante la dictadura para la lucha antisubversiva con modificaciones operativas, logísticas y de inteligencia. La respuesta que el juez recibió del secretario general del Ejército, general Eduardo Alonso, señaló que "no obran copias de los planes militares que fueron ejecutados". Y agregó que tampoco hay archivos de los "reglamentos de entrenamiento de los oficiales en actividad sobre lucha con fuerzas regulares o irregulares".

  Uno de los colaboradores más cercanos al juez aseguró a Página/12 que la contestación del Ejército fue "irrespetuosa". "Lo que más le molestó a Bonadío es que le tomen el pelo porque nosotros sabemos que ese material aparece en otra causa judicial", confió el informante. Y agregó que "no pedimos la lista de los desaparecidos sino bibliografía esencial de la historia de la defensa nacional".

  Algunos de los familiares de los desaparecidos están prestando declaración testimonial. Bonadío pidió el año pasado que Estados Unidos y Brasil entreguen información relacionada con el Plan Cóndor y vinculada con estos casos. Si bien no está imputado, el ex jefe del Ejército Cristino Nicolaides es considerado una pieza clave porque en una conferencia de prensa reconoció que "había desarticulado dos células guerrilleras que habían logrado ingresar al país (...) Yo he tenido la oportunidad de hablar con uno de esos delincuentes y puedo asegurar que tienen un alto nivel de preparación en todos los sentidos".

 

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