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AYER FUE LA LITURGIA DEL MEA CULPA RECITADO POR JUAN PABLO II
Nunca más verdugos de Dios Padre

El Papa leyó en la Basílica de San Pedro vaticano el pedido de excusas por 2000 años de crímenes contra la humanidad.

 

El Papa besa un antiguo crucifijo en señal de contrición.
"En varias ocasiones se usaron medios dudosos", reconoció

Por Rory Carroll
Desde Roma

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El papa Juan Pablo II presentó ayer al mundo una muy extensa disculpa por 2000 años de violencia, persecución y errores por parte de la Iglesia Católica. Desde el altar en la Basílica de San Pedro, el Papa llevó al catolicismo a terra incognita al buscar perdón por los pecados cometidos  contra los judíos, herejes, mujeres, gitanos y distintas culturas nativas. Luchando contra los temblores físicos y las alteraciones de la voz que padece por el mal de Parkinson, el Papa electrificó a filas y filas de cardenales y obispos al implorar por un futuro en el que esos errores no fueran repetidos. "Nunca más", afirmó.

  Los siglos pasados de odio y rivalidades no debían repetirse en el nuevo milenio. "Perdonamos y pedimos perdón. Pedimos perdón por el cisma entre cristianos, por el uso de la violencia por algunos que servían a la verdad, y por las actitudes de desconfianza y hostilidad hacia los seguidores de otras religiones." En lo que es un desafío a las advertencias de algunos teólogos de que esa disculpa sin precedentes podría socavar la autoridad de la Iglesia, el Papa, de 79 años, pidió a Dios que perdone la persecución contra los judíos. "Estamos profundamente entristecidos por el comportamiento de aquellos que a lo largo de la historia hicieron sufrir a esos hijos tuyos, y al pedir tu perdón queremos comprometernos a lograr una verdadera hermandad."

  Con las vestiduras moradas de la Cuaresma, el Papa pidió perdón por siete categorías de pecado: pecados en general; pecados en el servicio de la verdad; culpas que han comprometido la unidad del cuerpo de Cristo; culpas en relación con Israel; y culpas contra el respeto por el amor, la paz, los derechos de los pueblos, el respeto de las culturas y de las religiones. Demasiados grupos étnicos sufrieron "desprecio hacia sus culturas y tradiciones religiosas". Las mujeres "fueron demasiadas veces humilladas y marginalizadas". La confianza que la Iglesia depositó en la riqueza y el poder había oscurecido su responsabilidad hacia los pobres y los oprimidos. No hubo ninguna referencia a los homosexuales, quienes habían pedido ser incluidos entre los que sufrieron la violencia teocrática. El Papa no identificó a individuos culpables ni mencionó a las Cruzadas, la Inquisición o el Holocausto. Pero sus referencias eran claras.  

  Cinco cardenales del Vaticano y dos obispos confesaron pecados en representación de la Iglesia. El cardenal Edward Cassidy recordó "los sufrimientos del pueblo de Israel", y pidió el perdón divino por "los pecados cometidos por no pocos (católicos) contra el pueblo de la Alianza". Algunos líderes judíos alabaron el sermón como histórico y significativo. El gran rabino ashkenazi israelí, Israel Lau, sin embargo, criticó que el Papa no mencionara el accionar de la Iglesia durante el Holocausto (ver recuadro aparte). El cardenal Joseph Ratzinger, titular de la Congregación de la Doctrina de la Fe, confesó los pecados del organismo que dirige, que antes llevaba otro nombre: la Inquisición. "Inclusive católicos, en nombre de la fe y la moral, utilizaron a veces métodos que no obedecían a la Palabra de Dios."

  La congregación en la Basílica de San Pedro recibió con aplausos la llegada del Papa. Juan Pablo II se arrodilló primero ante La Pietà, la escultura de Miguel Angel que muestra a Cristo yaciendo en los brazos de su madre. Luego fue conducido en un rodado, construido especialmente para que el Papa puede desplazarse de pie, rumbo al altar. Aun apoyándose en su bastón de plata le costó varios intentos antes de que lograra al fin ponerse de pie para besar un crucifijo. El Vaticano ya no niega que el Papa padece el mal de Parkinson. Una operación para quitarle un tumor, varias caídas, y un intento de asesinato lo dejaron además encorvado y entumecido.

  La búsqueda del perdón caracterizó al papado de Juan Pablo II desde que fue electo en 1978. Se ha disculpado por las Cruzadas, la masacre de los protestantes franceses, el juicio contra Galileo, y el antisemitismo. Pero el pedido de disculpas que presentó ayer fue el más extenso que jamás realizó, y no tiene ningún precedente entre los líderes de las grandes religiones. Fue uno de los puntos álgidos de este Jubileo, o año santo, y es el resultado de una investigación de cuatro años realizada por un panel de 28 teólogos y estudiosos.

  La persistencia del Papa en pos de la iniciativa, aun frente a resistencias internas en el Vaticano, ha contrarrestado las versiones de que se ha retirado de hecho de la vida pública y que ha abandonado el manejo de la política vaticana. El documento que proveía el marco teológico para su disculpa enfatizó la distinción entre los pecados cometidos por los hijos e hijas de la Iglesia y la Iglesia misma, que seguía siendo santa e inmaculada. En un discurso ante una multitud en la Plaza de San Pedro luego de la ceremonia, el Papa hizo hincapié en que no les estaba pidiendo perdón a quienes habían sido afectados por los pecados de la Iglesia. Estaba pidiendo el perdón de Dios. "Sólo El puede concederlo." 

Del Holocausto, ni hablar

Según la Iglesia Católica, el mea culpa que pronunció ayer el papa Juan Pablo II fue histórico. Para Israel Lau, el gran rabino ashkenazi de Israel, fue histórico en el sentido que marcó una continuidad. Es que el Papa no dijo nada sobre el Holocausto. "Estoy muy decepcionado de que no lo haya tratado", explicó ayer el rabino. "El que dirigía la Iglesia entonces, el papa Pío XII, no hizo lo necesario para denunciar y combatir el genocidio (foto del nuncio con Adolf Hitler)", prosiguió el gran rabino, un sobreviviente del Holocausto. Sobre el mensaje en general, una encuesta reveló que el 48 por ciento de los israelíes lo consideraba sincero. El 38,5 por ciento, no. Lau concluyó manifestando la esperanza de que el Papa se pronuncie sobre el Holocausto la semana que viene, durante su visita histórica a Jerusalén. Por otros motivos, la visita puede ser controversial. Algunos funcionarios israelíes temen que el Papa reivindique la aspiración palestina de que Jerusalén Este sea la capital de un Estado Nacional Palestino.

UN ESPECIALISTA EN ARREPENTIMIENTO
"¿Se puede autoamnistiar?"

Por Eduardo Febbro
 Desde París

Philippe Moreau Defarges, miembro del IFRI (Instituto Francés de Relaciones Internacionales), es uno de los pocos intelectuales que analizó los fenómenos del arrepentimiento y las reconciliaciones en el curso de la historia. Autor del libro Arrepentimiento y Reconciliación, Moreau Defarges desmenuza en esta entrevista el alcance del perdón papal.

  --¿Qué motivos políticos han llevado al Papa a pedir un perdón global por los pecados cometidos?

  --El gesto del Papa parece movido por un deseo de purificación interna y por una necesidad de reconciliar y reconciliarse con nuestra época. Si la Iglesia reconoce que en una época se equivocó es para seducir mejor a la sociedad actual. De alguna manera, desplazándose hacia el pasado la Iglesia puede mirar el presente con otros ojos. Por eso lo que el Papa hizo hoy vale para el futuro.

  --Las críticas que suscitó la iniciativa son, sin embargo, potentes. La primera de ellas es que una cosa es arrepentirse, la otra es cambiar por completo los valores que produjeron las faltas.

  --Es preciso señalar que los arrepentimientos nunca son del todo puros, siempre persiguen un objetivo político. Pero esa es la pregunta que deberá hacerse la Iglesia Católica. El caso de la Inquisición es ilustrativo porque cabe preguntarse hasta qué punto hay que remontarse en el tiempo para buscar las causas. El otro planteo que la Iglesia debe hacerse es saber si se puede, por decirlo de alguna manera, "autoamnistiar". Porque hay que saber que el arrepentimiento se realiza únicamente cuando las víctimas lo aceptan. No hay reconciliación sin castigo. Queda también el concepto de responsabilidad colectiva, que ya vimos aparecer en el juicio de Nuremberg, después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Acaso toda la nación alemana era culpable? Si la respuesta hubiese sido afirmativa, el país no se hubiese reconstruido como lo hizo.


UN HISTORIADOR DEL CRISTIANISMO
"Ahora, cura de humildad"

Por E. F.  
Desde París

Jean Delumeau, profesor en el Colegio de Francia, es uno de los más eminentes historiadores del cristianismo. En este diálogo con Página/12, Delumeau analiza las repercusiones que puede tener el arrepentimiento papal.

  --¿Cómo juzgar el perdón del Papa? ¿Como un gesto meramente simbólico o eficaz?

  --Bueno, en primer lugar ese gesto va a contribuir a estrechar los lazos ecuménicos con otras iglesias. Es auténticamente necesario, tanto más cuanto que la implicación personal de Juan Pablo II fue determinante. Pero tal vez lo importante sea también que la iniciativa coincide con una serie de actos de memoria que se están realizando en otros lugares del mundo. Recuerde que los presidentes de Francia François Mitterrand y Jacques Chirac hicieron algo similar cuando, en 1997, el Episcopado francés pidió perdón por lo ocurrido en el campo de concentración de Drancy. La Iglesia no puede continuar ignorando que la principal crítica que se le hace es que sigue apareciendo siempre demasiado segura de sí misma. Ahora debe hacer una suerte de cura de humildad.

  --Vuelvo sobre una polémica que sigue viva. Es la de responsabilidad colectiva, sobre la responsabilidad de una institución constituida por personas.

  --Muchos de los pecados históricos fueron cometidos por las altas instancias de la Iglesia romana y no por católicos que actuaban bajo su responsabilidad. La Inquisición, por ejemplo. Fueron Inocencio III y Gregorio IX quienes la orquestaron en el siglo XIII. Y fue el mismo Inocencio quien autorizó la tortura en los juicios contra los llamados heréticos. La lista de las decisiones institucionales es así extensa. Otro ejemplo: la decisión de obligar a los judíos a llevar ropas diferentes fue tomada en el Concilio de Letrán, en 1215. En 1434 otro Concilio decidió que los judíos ya no serían admitidos en las universidades... Sin embargo, para el Vaticano ha llegado la hora de confesar todas las faltas.


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