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el Kiosco de Página/12

Velocidad

Por Antonio Dal Masetto

t.gif (862 bytes) Desconcierto y mar de fondo en el bar. Yo antes estaba mal y ahora también estoy mal, dicen los parroquianos. Antes estaba seco al amanecer del 15 del mes, ahora estoy seco cuando baja el sol del mismo día, lo único que varió es la posición del astro rey. Antes estaba repodrido de que mi mujer me dijera: vos lo votaste. Ahora estoy repodrido de que otra vez me diga: vos lo votaste. ¿Qué hago señores, voy a la Pitman y hago un curso para aprender a votar o me busco otra mujer? ¿Cómo puede ser que las cosas cambien y todo siga igual?
Esta noche nos visita Tusitala, el tamborilero negro que supo ser cocinero en una tribu africana de antropófagos reflexivos.
�La confusión que ustedes tienen me recuerda extraordinariamente a la que me ocurrió cuando estuve embarcado en el Pinguinia �dice.
�Cuente �pedimos todos�. Ilústrenos con su larga experiencia, don Tusitala.
�El azar quiso que me hallara varado en un puerto perdido del Océano Indico. Atracó el Pinguinia, un carguero que andaba necesitando un cocinero. Me contrataron, revisé la despensa y le dije al segundo oficial: �En el inventario de comestibles figuran 36 jamones y hay uno solo�. �Antes de llegar al último puerto estaban los 36, los conté yo �me dijo-. El capitán es muy rápido.� Cuando quise cocinar me di cuenta de que faltaban las cacerolas. �Antes de llegar a puerto las cacerolas estaban -me dijo Abdul, mi ayudante�. El capitán es una luz.� Me dediqué a echarle un vistazo general al barco. En cada lugar que miraba faltaba algo, picaportes, ojos de buey, faroles, cuchetas, instrumental de navegación. Estaba lleno de vacíos ese barco. Donde debería estar la rosa de los vientos había un agujero. Esa noche noté que el Pinguinia crujía mucho y consulté con el contramaestre. �En el mar Indico el kilo de bulones, el bronce y las planchuelas de hierro se pagan bien �me contestó�. El capitán es muy veloz.� En el puerto siguiente descargamos, cargamos y cuando volvimos a zarpar hubo alboroto en cubierta: faltaba un tercio de los botes salvavidas. Ahí fue donde la tripulación se reunió y dijo: �Basta de velocidades�. Relevaron al capitán, lo bajaron en una isla, le desearon buena estadía y nombraron al primer oficial para que se hiciera cargo del Pinguinia. Le presentaron un listado: �Este es el estado en que dejó la nave su antecesor y estas son las reparaciones que debemos hacer con más urgencia. La estructura del barco está en peligro, de los bulones y remaches deben quedar la mitad, corremos el riesgo de zozobrar. A los motores les faltan piezas, cada vez hacen más ruido a sonajeros. Estamos haciendo agua y las bombas de achique desaparecieron. La cadena del ancla y el cabrestante volaron. El ancla está atada con alambre, en cualquier momento la perdemos�. El nuevo capitán era un marino de carrera muy meticuloso. Para decidir un nudo a babor o un nudo a estribor se encerraba a meditar en su camarote. Se pasaba horas con el libro de bitácora, una caligrafía que daba gusto, un lujo. �No soy hombre dado a la improvisación ni al apresuramiento �dijo�, estudiaremos cuidadosamente cada detalle en particular y se tomarán las medidas adecuadas y con los elementos más sólidos y perdurables. Las mejores cadenas de anclas se hacen en Japón, así que pongamos proa a Okinawa. Para la bulonería, el mejor acero es el de Toledo, navegaremos hacia allá. En cuanto a los motores, los mejores astilleros son los de Kiel, en Alemania.� �Pero todo eso queda muy lejos, capitán. El Pinguinia sigue navegando gracias a que Neptuno es un dios muy generoso.� �A mal tiempo buena cara �dijo el capitán�. Mantengamos alta la moral, pintemos el barco y que nuestro querido Pinguinia sea el orgullo de la marina mercante, así que todo el mundo a las rasquetas y a los pinceles.� No se pudo avanzar mucho en la tarea, porque las espátulas, los pinceles y la pintura no estaban más. Esa misma noche perdimos el ancla, además de una chimenea. A la segunda noche, se nos fue una parte de la borda de la banda de estribor. A la tercera partió el portalón de babor.Cuando al cuarto día se desprendió la roda y por consiguiente la proa quedó totalmente mocha y ya no cortaba las aguas, me acordé de mi abuelo que me decía: Querido Tusi, la vida es una cuestión de hornallas, ollas y sartenes. Para un buen chef lo primero es saber manejar la velocidad. Si cocinás con fuego muy rápido achicharrás la comida, si cocinás con el fuego demasiado lento, la sancochás. En ambos casos el banquete se arruina. 


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