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Por Rafael Cippolini * Desde Bahía Blanca Ernesto Ballesteros, Graciela Hasper, Fabio Kacero y Pablo Siquier han tomado el Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca (MAC) utilizando sus instalaciones como material de base para aquello que inmediatamente fue conceptuado como redefinición del muralismo, una de las estrategias visuales clave en las políticas del arte latinoamericano del siglo XX. Los cuatro artistas intervinieron las paredes de la institución, cambiaron el color de las salas, distendieron el carácter abstracto de sus imágenes convirtiendo así los espacios de exhibición en ambientes desde donde se atrevieron a desplegar los delicados disturbios de una narración múltiple y sesgada. En ésta, los prototipos y estatutos de la modernidad, tal como fue consignada por la historia del arte, se encontraron vertiginosamente vacíos de sentido. ¿Sería arriesgado definir la experiencia como una operación terrorista? Probablemente sí, porque no se proponen ejercer un cambio brutal sino sólo evocar sus fragancias. El muralismo histórico tuvo entre sus objetivos �a partir de una figuración épica, trágica y siempre de aliento persuasivo�, construir un relato sobre el poder popular, en paralelo con el discurso oficial. Esta vez se puso entre paréntesis la perfección y elocuencia de las estrategias y proyectos de las vanguardias históricas, su revés siempre político, el anhelo de su eficacia. Al modo de un enorme pizarrón, el MAC se vio invadido de lenguajes físicos fijados en la más plena dispersión, ahí donde, paradójicamente, reinventaban sus nexos y su potencial sugestión. Cada uno de los artistas intervinientes ejercitó su estilo en la ficción de una forma; ya sea ésta el imaginario de las ciencias duras, por sobre todo de las discusiones y especulaciones teóricas de la Física de los últimos ochenta años, en donde Ballesteros confiesa modelar sus obsesiones que luego grafica en la ductilidad de los encuentros y olvidos de cientos de líneas trazadas a lápiz en espacios que fluctúan desde breves centímetros a varios metros. O los ornamentos bidimensionales de Siquier, concebidos en el cóctel de sus intereses, en cuya caótica enumeración encontramos el delirante mestizaje arquitectónico de la América hispana, las experiencias sucesivas del Movimiento Arte Concreto Invención y Madí, los residuos del arte cinético y del Op, la pornografía, el diseño racionalista, etc. Su ficción de mixturas quedó resuelta en motivos que bien podrían definirse como un decó degenerado por barroquismos. Kacero, por su parte, quien para la ocasión montó sobre bases de plástico incoloras, diferentes transparencias con motivos geometrizantes, superponiendo diagramas elaborados por computadora y degradés en distinto contraste, declaró que su ficción se acentúa en un más allá de la obra misma, en un antes de la creación, en el desdoblamiento de su Yo.artista, provocando una estudiada esquizofrenia, casi un ejercicio zen en el desdoblamiento de su ego. Por último, Hasper hizo de las salas del Museo, como adelantamos, un continuo geométrico. Propuso un sistema de lectura sensible cuya potencia radica no sólo en su despliegue, en su combinatoria de paredes y techos, sino en su síntesis: un juego donde la geometría escapa al único postulado de una redefinición de las formas espaciales o de la sagacidad de la cita a las distintas tradiciones abstractizantes que la antecedieron. Hasper indaga y convoca la imperfección dentro de y en la perfección, tanto como critica un proyecto histórico (la Modernidad) como asimismo su opción existencial (la misma artista citó oportunamente a Reinhardt -.�el arte,que es una cuestión de vida y muerte, no es bello ni libre�-. también a Feliciano Centurión -.�el arte es el resultado del proceso de la vida, y la obra una relación directa entre el hacer y sentir del artista�-.). No crea el lector que es la primera vez que este grupo de artistas se inmiscuye en un proyecto de las características citadas. Hace unos meses, aunque en escala menor y con distintos resultados, hicieron otra aparición, esta vez en el Museo de Arte Moderno de Mendoza. En aquella oportunidad, como en la que nos ocupa, vertebraron su propuesta en el marco de un manifiesto, presentado en ambas ocasiones con notables variables. El �Manifiesto frágil�, tal es el título del documento autodenominado �primer manifiesto del siglo XXI�, en cuyos tramos principales se lee: �(...) Expresionistas, impresionistas, formalistas pobres, tardocinéticos, trans.op, minimalistas.fauves tímidamente reaccionarios, posformalistas, hip.op dubitativamente ociosos, light.pop, light.light, suprageométricos, neo.órficos, criptoperformers, situacionistas atrópicos, interdianéticos, geómetras imprecisos, neo eco.land: todo define según la situación�. �(...) Siempre a favor de la saturación abusiva de las categorías. Extremar el molde hasta vaciarlo de sentido por acumulación�. Para concluir: �El arte es una manera frágil de ocupar el tiempo�. (MAC de Bahía Blanca, hasta el 15 de abril.) * Ensayista. Claudia
Aranovich en el Centro Recoleta Por Fabián Lebenglik
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