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El �señor de la calle Garibaldi� era  el cerebro de "la solución final"

 

 

A las 10.30 y a las 22, Canal á emite hoy
�El secuestro de Eichmann�, un documental argentino pensado para el mercado mundial. 

 

El jerarca nazi durante el juicio al que fue sometido en Israel, en 1962.


Por Verónica Abdala
t.gif (862 bytes) �¿Usted fue quien me capturó? �preguntó el jerarca nazi Adolf Eichmann, quien en el apogeo de su poder había sido director de la Oficina de Seguridad de Adolf Hitler y autor del plan genocida conocido como �la solución final (contra enemigos del Tercer Reich)�. Su interlocutor era uno de los hombres que acababan de secuestrarlo, en la Argentina, quince años después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
�Sí, fui yo �fue la escueta respuesta que recibió de parte de Peter Malkin, agente del Mossad que había llegado al país como parte de un comando secreto del servicio israelí entrenado para encontrar y arrestar al arquitecto del Holocausto, uno de los responsables directos del asesinato de seis millones de judíos. Los hombres conversaban en una casona de la provincia de Buenos Aires, a la espera del traslado del criminal de guerra a Israel, donde sería juzgado.
�Pues debo admitir que lo hizo bien. Hizo lo mismo que yo, en cierto sentido: cumplió órdenes �acusó Eichmann, mirando el suelo.
�De ninguna manera �respondió Malkin, ofendido�. Nosotros lo capturamos a usted para someterlo a juicio. Usted, en cambio, no les dio esa oportunidad a los millones de seres que acorraló y asesinó en las cámaras de gas.
Este diálogo se produjo en mayo de 1960, días después de que el jerarca nazi fuera apresado por el comando israelí, el 24 de ese mes. Eichmann, se confirmó entonces, había vivido en la Argentina durante 10 años bajo el falso nombre de Ricardo Klement, en una modesta casa ubicada en la calle Garibaldi al 1500 (los cinco años inmediatamente posteriores a la finalización de la guerra permaneció clandestino en Europa). Había trabajado como criador de conejos y como empleado de la planta de Mercedes-Benz en González Catán, hasta que empezó a llegarle la hora de la justicia.
La noticia de la captura sacudió al mundo, le provocó más de un dolor de cabeza al presidente Arturo Frondizi �algunos sectores acusaban al gobierno israelí de haber violado la soberanía argentina� y suscitó las más adversas reacciones, a nivel político e individual. Acaso sirva como prueba de esto último el artículo firmado por el escritor Ernesto Sabato, que se publicó en el diario El Mundo en agosto de 1960. �Si tuviera la espantosa buena suerte de encontrarme con esa fiera cobarde (por Eichmann), con el monstruo que organizó y dirigió esa operación satánica, confieso que lo mataría con un palo, con un hacha o con lo que más a mano encontrase�, aseguraba el autor de Sobre héroes y tumbas. El secuestro de Eichmann es el tema de la emisión de hoy del ciclo �Complots�, a las 10.30 y a las 22 por Canal á. Esta semana se proyecta en el Festival de Cine Independiente el film documental Un especialista, que reconstruye los momentos clave del juicio al que éste fue sometido en 1961, en Jerusalén. Simultáneamente, se publicará aquí el libro Elogio de la desobediencia, que acompaña la presentación en sociedad del film. En 1962, Eichmann sería condenado a muerte y ejecutado.
El documental de Canal á se centra en los aspectos menos conocidos de la búsqueda, los preparativos que emprendió el grupo israelí desde el momento en que arribó al país (camuflado como parte de una comitiva internacional que venía a celebrar los 150 años de la Revolución de Mayo), y la captura propiamente dicha. El día del secuestro, los agentes se apostaron en dos autos a la vera del camino por el que utilizaba todas las mañanas, fingieron sendos desperfectos en los autos, y en el momento preciso en que Eichmann pasó frente a sus ojos, cabizbajo y con las manos en los bolsillos, se le echaron encima. Sin oponer resistencia, el alemán se dejó conducir hasta la casa en que fue alojado antes de ser trasladado a Israel. Años después, Melkin explicaría que el hombre se quedó tieso al ser apresado, a tal punto que creyeron que había sufrido un infarto. A los espías les parecía difícil de creer que ese hombre aparentemente indefenso hubiera sido el responsable de la muerte de millones, de muchachos, niños, y, como escribió un periodista, �de centenares de miles de Anas Frank�.
Ese fue el principio del fin del hombre al que el fiscal de Jerusalén acusó de ser �el destructor de un pueblo, un enemigo del género humano�. Alguien que �nació como un hombre, pero vivió como una fiera en la jungla� y �que cometió actos por los que no merecería ser llamado hombre�. Tras su ahorcamiento, las cenizas de Eichmann fueron diseminadas en el Mar Mediterráneo, en aguas internacionales.

 

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