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La elección de Alemania para el 2006 provocó una crisis en FIFA

Su presidente Joseph Blatter, fue superado por los sucesos. Sudáfrica anunció una investigación paralela y hay escándalo en Nueva Zelanda.


Por Eduardo Febbro
Desde Zurich

t.gif (862 bytes)  La hilacha era demasiado visible: el “gol de oro” que la FIFA marcó el jueves en Zurich al elegir a Alemania como país organizador de la Copa del Mundo del 2006, terminó provocando una áspera controversia y hasta una crisis en el seno del sacrosanto Parlamento del fútbol mundial. A la hora de los votos del Comité Ejecutivo de la FIFA y en contra de todo lo que se esperaba, los alemanes le “ganaron” a Sudáfrica por un voto gracias a la oportuna abstención del representante de Oceanía, el neocelandés Charles Dempsey, cuyo, hasta ahora, inexplicable retiro echó por tierra los sueños africanos de tener un mundial en casa. Rompiendo con la tradición de discreción de la FIFA, el extraño voto dio lugar a una agitada pelea entre los delegados sudafricanos y las instancias dirigentes de la FIFA. Sudáfrica no se traga el sapo de la abstención y ayer anunció que iba a llevar a cabo “una investigación propia, lo más clara y vasta posible, para determinar las circunstancias en que Africa del Sur fue sorpresivamente despojaba del Mundial prometido”.
Decididamente, aguas nuevas corren en los pasillos de la sede de la FIFA. Nunca hasta el jueves una decisión había resultado tan apretada y, menos aún, había dado lugar a una acusación tan abierta de uno de sus miembros. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, que había prometido la organización del Mundial a Africa y un “voto transparente”, quedó tan mal parado por las acusaciones que el viernes anunció la apertura de una “investigación interna” sobre las condiciones en que se llevó a cabo el voto. Como en una buena película de mafiosos y corruptos, el sospechoso Dempsey hizo saber ayer, a través de la FIFA, que su abstención se justificaba por las amenazas de muerte que recibió en las últimas horas.
Sin embargo, amenazado o no, lo cierto es que el presidente de la Confederación Neocelandesa de Fútbol no cumplió con la misión que se le había encomendado. Según trascendió en Zurich, en mayo pasado la OFC le encargó a Dempsey que votara por Inglaterra hasta que quedara eliminada y luego por Africa del Sur, orden que visiblemente no cumplió, ya que fue su sorpresiva abstención la que inclinó la balanza a favor de Alemania.
Las circunstancias del voto revelan en todo caso la manera político mafiosa con que la FIFA maneja sus asuntos. El viernes circularon en Zurich muchos detalles del drama a puertas cerradas que desveló las noches de Blatter. Trascendió, por ejemplo, que dos días antes del voto del Comité Ejecutivo e invocando “razones personales”, el representante de Oceanía anunció que no votaría.
Blatter trató por todos los medios de obtener que por lo menos uno de los ocho representantes de Europa se inclinara por Sudáfrica. Sin embargo, la UEFA, que nunca ocultó su antipatía y su confesada oposición a Blatter, se unió a favor de los germanos. En la noche del miércoles, el presidente de la FIFA reunió sin éxito a los cuatro representantes de la Confederación Asiática con el fin de recuperar el voto que le faltaba. Al igual que con los europeos, Blatter chocó con la “intransigencia” de los asiáticos, que sienten muy poca simpatía por el dirigente de la FIFA. Asia viene reclamando en vano cinco lugares para el Mundial del 2002 a fin de evitar el partido clasificatorio contra un país del viejo continente.
Viejas rivalidades, negocios turbios y cuentas pendientes valieron más que los argumentos africanos y las promesas formuladas por Blatter en el momento de su elección, en 1998. Por lo pronto, la FIFA explicó que “por el momento nada permite poner en tela de juicio la atribución del Mundial del 2006 a Alemania”. Como si fuera poco, un semanario satírico alemán,Titanic, consiguió algo que parecía imposible: hacer que por lo menos 10 miembros del Comité Ejecutivo recibiera en su propia habitación una carta prometiendo regalos si Alemania ganaba el voto. De esta manera, el voto más transparente de la historia se convirtió en una pesadilla para Blatter y la FIFA, sobre todo cuando las explicaciones dadas por el representante de Oceanía resultan poco convincentes. Un sabio concluiría esta historia de otra forma: tal vez podría preguntarse ¿cómo se le ocurre a alguien que los occidentales van a dejar en manos de gente a la que ellos consideran incapaces el manejo de un tesoro de 300 mil millones de dólares?

Tenía instrucciones

La primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, confirmó que Charles Dempsey, el delegado de Oceanía en el CE de la FIFA, tenía órdenes de votar por Sudáfrica. “Estoy totalmente en desacuerdo y me ha dejado perpleja” añadió. Clark le había confirmado el jueves por teléfono al presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, que Nueva Zelanda apoyaba la candidatura sudafricana. La dirigente dijo que podría exigirle una explicación a Dempsey por lo sucedido.
El ministro de Deportes, Trevor Mallard, confirmó que creía que Dempsey votaría por Sudáfrica “porque confiaba en que Charlie haría lo que dijo que iba a hacer. Tenía instrucciones de votar a favor de Sudáfrica en el caso de que Inglaterra no saliera, no sé por qué votó en blanco” dijo.
Tras la abstención, Mallard lo calificó de “vergüenza nacional” y declaró que su decisión “daña la reputación internacional del fútbol de Nueva Zelanda”.
Dempsey, de 78 años, reconoció ser “completamente consciente” del desconcierto causado con su abstención, pero añadió: “No me arrepiento de lo que hice en absoluto, lo hice porque tenía buenas razones para hacerlo”. El delegado dijo estar bajo una “presión insostenible” durante la elección, y que por esa razón se abstuvo. De todas maneras, dará a conocer su explicación mañana, durante una reunión de la OFC en Auckland, y lo hará público el lunes, mediante un comunicado.

 

 

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