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CULMINO AYER LA REUNION ANUAL DEL GRUPO DE LOS OCHO EN JAPON
El fin de la cumbre de las vanidades

Las ONG presionaron para que la deuda externa de los países pobres fuera reducida. La cumbre de Okinawa expresó que eso era algo deseable, pero dejó la decisión en manos de la Organización Mundial de Comercio. La cumbre se consumió en anécdotas de los invitados.

Los mandatarios de Gran Bretaña, Rusia, Estados Unidos, Japón, Francia, Canadá, Alemania e Italia en pleno.
Además de los ocho líderes, estuvo Romano Prodi representado a la Unión Europea (primero desde la izq.).

Por Pablo Rodríguez

 La cumbre del G-8 en Okinawa finalizó plácidamente, con muchas cosas coloridas pero con pocos resultados concretos. Uno de estos resultados podría haber sido la reducción de la deuda para los países pobres, pero los líderes del Grupo de los Ocho (Estados Unidos, Canadá, Japón, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Rusia) sólo incluyeron en la declaración final un compromiso para �hacer progresar la iniciativa� y tiraron la pelota para la próxima cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Así las cosas, los datos más significativos fueron la cantidad de dinero que gastó Japón en la organización de una cumbre entretenida, la competencia de los líderes occidentales sobre cultura japonesa y la elección del personaje más elegante y el más divertido.
Okinawa es la región más pobre del Japón. La ocasión no podía ser más propicia: los líderes de los países más ricos tenían que decidir qué hacían con el reclamo de los países más pobres. Sin embargo, según la ONG �Jubileo 2000�, �mientras los líderes del G-8 disfrutaron de la hospitalidad japonesa, a un precio de 75 millones de dólares, derrocharon una oportunidad histórica de condonar la deuda de los más desfavorecidos�. Pero quizás esta ONG tenga un concepto de pobreza caído en desuso. Una cosa son los pobres en una sociedad común y corriente y otra muy distinta en �la sociedad de la información global�, definición que aparece en el título de la declaración final de la cumbre. En esta declaración, lo que les preocupa a los líderes del mundo no es tanto la pobreza milenaria como la llamada �brecha digital�, y en este sentido se comprometieron a �optimizar los beneficios de las tecnologías de la información�. 
Sin protestas a la vista (las impidieron el dispositivo de seguridad japonés �que incluyó 25.000 efectivos� y la adecuada lejanía de la isla de Okinawa), los líderes del Grupo de los Ocho pudieron deleitarse con las delicias japonesas que prepararon los anfitriones. Al canciller alemán Gerhard Schroeder y al premier británico Tony Blair se les fueron los ojos con las bailarinas japonesas pero, por las dudas, no le preguntaron al presidente norteamericano Bill Clinton qué opinaba del asunto. Blair recibió el título del más elegante; Clinton (camisa lila con corbata roja y un traje claro) el del más divertido. El presidente ruso Vladimir Putin y el francés Jacques Chirac encabezaron duelos para ver quién sabía más de cultura japonesa. A la hora de comer, Putin descolló en el manejo de los palitos. 
Sin embargo, Bill Clinton puso el tono amargo: expresó �su pesar� de que esta sea su última cumbre del G-8 como presidente de Estados Unidos. �Nosotros también lo lamentamos. Quien le conoce, sabe hasta qué punto se implica personalmente en cada cuestión que aborda�, agregó el premier italiano Giuliano Amato. Como acto final, el ídolo pop japonés Namie Amuro entonó el himno de la cumbre �Never End�. Y a pesar de la triste noticia dada por Clinton, todos se fueron felices comiendo sushi.

 

 

 

  

 

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