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CERRO EL HISTORICO DIARIO COMUNISTA
Addio, addio a “L’Unità”

Ayer salió lo que se teme será el último número del emblemático diario comunista italiano �L�Unità�, fundado en 1924 por Antonio Gramsci. Hay esperanzas muy tenues de que reviva en setiembre.


t.gif (862 bytes)  Cerró L’Unità. El hecho de que esto fuera temido por tanto tiempo no logró disminuir su devastador impacto. Después de varios años de rojo crónico en sus cuentas, ayer finalmente cayó el diario lanzado en 1924 por el fundador del Partido Comunista Italiano (PCI), Antonio Gramsci. Es cierto que, en su última edición, el cierre fue presentado como temporario. Después de todo, el diario del PCI había logrado sobrevivir (en la clandestinidad) al fascismo durante el régimen de Mussolini, la depresión de la posguerra, las sospechas de la Guerra Fría y el terrorismo en los setenta. “No nos resignamos, lucharemos para que el diario esté de nuevo en la calle en setiembre”, aseguró Walter Veltroni, el secretario general de Democráticos de Izquierda (DS), agrupación heredera del PCI y el principal sustento financiero de L’Unità. Pero el mismo Veltroni, quien dirigió el diario durante años, tuvo que admitir que su partido no estaba en condiciones de afrontar las pérdidas por 1,5 millones de dólares mensuales. Y, de hecho, el diario ya está en liquidación.
Con tan sólo ocho páginas, debido a la falta de dinero para comprar papel, ayer L’Unità reprodujo el histórico primer número del 12 de febrero de 1924. A modo de despedida, se incluyeron cuatro tapas históricas: el secuestro de Aldo Moro de 1978, el último adiós a Enrico Berlinguer en 1984, la caída del Muro de Berlín de 1989 y la destitución en 1991 del presidente ruso Mikhail Gorbachov, que tenía el titular “El Sueño ha Terminado”.
Sus trabajadores no parecían creer que todo hubiera terminado. Ayer el editor Alessandro Galai confirmó su “disponibilidad” para buscar los recursos financieros que puedan reflotar la publicación. Más temprano había participado de un encuentro entre los trabajadores del diario y el ministro de Trabajo, Cesare Salvi, en un último intento de encontrar una salida a la crisis. Los redactores ocuparon simbólicamente el edificio de L’Unità. Uno de ellos consideró tristemente que “en Italia ha cambiado la política, la sociedad y la mentalidad de la gente”. El portavoz del diario sentenció que “la izquierda es desde hoy más débil: la desaparición de L’Unità cierra una página de la historia”. El director, Guiseppe Caldarola, publicó ayer un escueto y amargo editorial de despedida. Allí culpó a los DS, que forman parte de la mayoría centroizquierdista del gobierno, de haber obrado la “muerte” del diario “con su desinterés y promesas incumplidas”.
Pero la defunción estaba largamente anunciada. En los últimos tres años L’Unità había tenido que reducir su nómina de 236 a 125 empleados. La publicación, que vendía 50.000 copias por día, había acumulado una deuda de 37 millones de dólares, en una crisis que había obligado a cerrar las sedes de Florencia y Bolonia. Ayer ya estaba en fase de liquidación. El liquidador nombrado por la empresa editora, Victor Uckmar, quien debe acordar el pago de las deudas con los acreedores, ha considerado que los propietarios eran incapaces de mantener las promesas realizadas a los trabajadores, que mantuvieron hasta el final las esperanzas de salvar su diario.
Como podía esperarse, el cierre de un medio tan emblemático como L’Unità causó gran conmoción en el mundo periodístico italiano. El diario católico Avvenire expresó su pesar, y los trabajadores de la agencia nacional de noticias (ANSA) donarán un día de su salario para sus compañeros que perdieron el empleo. El Corriere della Sera prometió que reservará espacio en sus páginas para que se publiquen algunos artículos de L’Unità. Sergio Cofferati, líder del principal sindicato italiano (el CGIL), ha ofrecido ayuda para que el diario se publique a través de Internet. La Repubblica consideró que “L’Unità fue una voz importante en este país, un punto de referencia para la prensa italiana, y un medio que supo responder al desafío de hacer verdadero periodismo en un diario de partido”. Naturalmente, hubo reacciones negativas. El obispo de Como, Alessandro Maggiolini, señaló que no le desagradaba “en lo más mínimo” la desaparición del diario. Pero muchos más en Italia parecían compartir laopinión del presidente Carlo Azeglio Ciampi, quien aseguró en la edición de ayer de L’Unità que “éste no tiene que ser el último número”.

 

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