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ACUSACIONES POR LA MUERTE DE LOS PIQUETEROS GOMEZ Y JUSTINIANO
Otra vez una cuestión policial

Oficialmente fue un accidente de tránsito. Pero las madres de las víctimas acusan a la policía salteña por la muerte de los dos piqueteros de General Mosconi. Según un testigo, cinco policías los detuvieron horas antes del "choque".

La violenta represión en General Mosconi pudo ser apenas una cara del accionar policial.

 


Por Eduardo Tagliaferro

t.gif (862 bytes) Los cuerpos de Alejandro Gómez y Orlando Justiniano fueron trasladados al corte de ruta en una ambulancia. Llegaron un día antes que la policía salteña atacara con palos, balas de goma y gases lacrimógenos a la población de General Mosconi, que mantenía cortada la ruta 34. La versión policial, refrendada por un contradictorio testigo, sostuvo que los jóvenes piqueteros habían muerto en la localidad jujeña de Yuto, al volcar la camioneta Toyota negra en la que se trasladaban. A casi tres meses del hecho, en plena feria judicial y cuando se aprestaba a cerrar la causa, los familiares de las víctimas entregaron al juez, Argentino Juárez, un videocasete, al que tuvo acceso Página/12 y en el que un piquetero afirma que cinco policías, uno de ellos uniformado, los habían detenido horas antes del supuesto accidente. El testimonio puede llevar al magistrado a investigar a la policía provincial de Salta, sospechada desde un primer momento por los pobladores de Mosconi, de estar involucrada en la muerte de los jóvenes.
"Nosotros éramos cuatro. Habíamos ido más allá del aeropuerto a juntar leña y piedras para llevar al corte de ruta, cuando apareció la Trafic blanca", dice mirando a la cámara, con una sonrisa nerviosa y una dicción poco clara, producto de que todavía tiene alojado en su cerebro una de las dos balas que penetraron en su cabeza aquella tarde del 9 de mayo, el piquetero que acompañaba a los dos jóvenes muertos.
"Nos trasladábamos en una camioneta negra que les prestaban a los compañeros, cuando vimos la Trafic blanca en nuestro trayecto. No le dimos importancia", continúa el piquetero. "La camioneta le da paso a la Trafic y entonces bajan el chofer y el acompañante. Eran como cinco en total, uno tenía uniforme de la policía de Salta. Yo lo he visto, cuando agarró el arma, una escopeta, y disparó un tiro al aire; luego bajaron los otros. Me han corrido, pero meterse en el monte no podían", dice.
Según el relato, el hecho sucedió entre las 15 y las 16 hs. del martes 9 de mayo. Alejandro Gómez, de 19 años y Orlando Justiniano, de 20, se trasladaban en la camioneta Toyota negra identificada con la patente boliviana ZLU 732, propiedad del ingeniero Winston Vaca quien, al no poder cruzar la frontera por el corte de ruta, la dejó frente a la casa de la familia Gómez en Tartagal.
Un parte policial confeccionado por el comisario Vicente Giménez, titular de la comisaría de Yuto, del departamento jujeño de Ledesma, y que forma parte del expediente judicial, afirma que a las 23.40 del 9 de mayo los efectivos policiales recibieron un alerta telefónica que informaba sobre un accidente ocurrido unos minutos antes. La comisión policial despachada para verificar la información encontró la camioneta Toyota en la localidad de Arroyo el Quemado. El cuerpo de Gómez fue hallado en la banquina y el de Justiniano, sobre el asfalto de la ruta, ambos estaban muertos. A escasos metros los policías encontraron a Jorge Aguado, que se encontraba con vida y tenía una lesión externa a la altura de la clavícula derecha.
En horas del mediodía del 10 de mayo, el instructor policial se dirigió al hospital Oscar Arias del barrio de Ledesma, adonde había sido conducido Aguado. Allí, luego de afirmar que se encontraba en estado normal de salud para realizar su declaración, Aguado dice que viajaba en el asiento del acompañante delantero de la camioneta doble cabina y que momentos antes del accidente se había quedado dormido. Minutos más tarde se despertó. Fue cuando los policías lo enfocaron con sus linternas y lo sacaron del brazo. En ese primer testimonio, el oficial policial resaltó que Aguado "agregó que fue un accidente y que no desea realizar ninguna acción legal contra nadie".
Doce horas después de esta declaración, la policía jujeña le toma a Aguado una ampliación de su testimonial anterior. En ésta, el acompañante de los piqueteros modifica la versión anterior. Recuerda que habían tomado mucha cerveza, que compraron ginebra y whisky en una estación de servicio y que a pesar de que salvo él ninguno de los ocupantes de la camioneta tenía documentos de identidad, licencia de conducir, ni la cédula verde de la Toyota negra, el puesto de control policial de ingreso a la provincia, que los interceptó, les permitió continuar con su marcha. En esta ocasión Aguado afirmó que, pese al sueño, se mantuvo despierto. "Ale...", dice que gritó antes de que comenzaran los vuelcos del vehículo.
Más allá de las contradictorias afirmaciones del supuesto sobreviviente del accidente, la mayor parte de los testimonios policiales remarcaron el fuerte olor a bebidas alcohólicas que tenían los cuerpos de los accidentados, incluso sus cabellos. En el folio 5 del expediente instruido por el juez Argentino Juárez y refoliado con el número 59, el bioquímico Miguel Martínez informa que las pruebas de alcoholemia realizadas a Alejandro Gómez y a Orlando Justiniano habían dado un dosaje de 0,01 grs por ciento. Menos del 0,05 grs por ciento, el valor más bajo que figura en la planilla policial.
El primer informe del médico policial afirmó que la muerte de los dos piqueteros de Mosconi se había producido por traumatismo de cráneo y que los cuerpos tenían múltiples traumatismos. En esa ocasión el forense sostuvo que no consideraba necesario realizar la autopsia a los jóvenes piqueteros. Opinión que ratificó, una semana después del hecho, en una ampliación de su informe médico.
El 28 de junio, el magistrado aceptó el pedido de los familiares de las víctimas y ordenó la necropsia de los cuerpos. Habían pasado 48 días, mucha agua había corrido debajo del puente y muchos funcionarios y organismos fueron testigos de los reclamos de Jacoba Olarte y Primitiva Ruiz, madres de Alejandro Gómez y Orlando Justiniano, respectivamente.
El magistrado jujeño deberá decidir si cita al testigo que ofreció su testimonio en el video presentado por las madres de los piqueteros salteños. La demora, dado su estado de salud, simplemente les quitaría oportunidades a la Justicia y a la verdad. Claro que, de confirmarse sus dichos, también todo lo actuado judicialmente podría quedar en un absurdo.

Un caso que llegó a Buenos Aires


Por E.T.

Desde un primer momento las dos madres de los piqueteros muertos de General Mosconi no creyeron la versión policial. Viajaron a encontrarse con los cuerpos de sus hijos, los reconocieron, los tocaron, los miraron atentamente. Por su actitud, y como para demostrar que la historia se repite, fueron llamadas "viejas locas" por el secretario de audiencias del gobernador salteño Juan Carlos Romero. Luego comenzaron un largo peregrinar buscando la verdad de lo sucedido. Parte de ese camino las condujo la semana pasada al Ministerio del Interior y a la Subsecretaría de Derechos Humanos.
"Pedían trabajo. No era necesario que los mataran", fue la respuesta que Jacoba Olarte, madre de Alejandro Gómez, le dio al subsecretario del Interior, César Martucci, cuando el funcionario le recordó que sus hijos participaban de un ilícito (el corte de ruta). El subsecretario fue uno de los dos hombres del ministerio que participó, en mayo pasado, de la comitiva gubernamental que negoció el levantamiento de la protesta. El otro fue el subsecretario de Asuntos Institucionales, Lautaro García Batallán, quien en esa oportunidad había dicho frente a los manifestantes que "luego de la represión (policial), no voy a ser el mismo".
En la Subsecretaría de Derechos Humanos se les prometió la apertura de una investigación propia. También se les informó de las respuestas giradas por el gobierno salteño y la Secretaría de Derechos Humanos de esa provincia.
Más allá de la gran cantidad de notas oficiales y discurso homogéneo que contiene la respuesta de la Secretaría de la Gobernación de Salta, firmada por la abogada Sonia Escudero, se percibe claramente que muchos de esos informes tuvieron su origen en el interés demostrado por la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación y de su presidenta, la diputada Marcela Bordenave. A Bordenave, precisamente, le fue dirigido un videocasete, en el que varios pobladores de Mosconi denuncian gran cantidad de atropellos y violaciones a los derechos humanos cometidos por la policía salteña durante el último corte de ruta. "¿Vamos a ir a la Policía, para denunciar a la policía?", se preguntan, en un tramo del casete, un grupo de maestras de Mosconi.

 

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