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ENTREVISTA A ALEJANDRO DOLINA, QUE HOY ESTRENA SU OPERETA CRIOLLA
�Yo ya no soy aquel muchachito de barrio�

�Lo que me costó el amor de Laura� fue libro y disco doble primero. Desde hoy se verá en un teatro, en principio sólo por cuatro funciones.

Alejandro Dolina corta clavos esperando la hora del estreno de la opereta sobre un amor que se voló.
�En radio podés desquitarte de un mal programa. En esto uno tiene menos posibilidades de revancha.�


Por Fernando D�Addario

t.gif (862 bytes) Sin la voluntad expresa de refutar su propia leyenda, Alejandro Dolina apuesta a generar espacios escapándole al personaje. Su nuevo desafío, lejos de la cotidianidad de la radio, es Lo que me costó el amor de Laura, una opereta criolla que el año pasado tomó forma de disco doble y libro y que a partir de esta noche, en cuatro únicas funciones (mañana, el viernes y el sábado que viene serán las restantes), subirá a escena en el teatro Avenida. Dolina luce levemente nervioso y asume que �en esto uno se juega más, tiene menos posibilidades de revancha. En la radio siempre podés desquitarte de un mal programa�. La obra, interesante en su estructura dramática y en la funcionalidad de sus canciones criollas, seguramente sorprenderá a sus fans, que no encontrarán una comedia musical ni un espectáculo humorístico, sino una escéptica reflexión acerca del amor y la muerte.
�En su trabajo radial, usted exorciza la realidad a través de la farsa, y en esta opereta ese elemento está menos expuesto. ¿Hay una intención de transmitir un mensaje más descarnado?
�Tal vez aparezca aquí despojado de algunos circunloquios humorísticos que son casi un lugar común en las cosas que yo hago. Porque incluso en la puesta nos dimos cuenta de que en ciertos momentos de la obra, que resultaban muy emocionantes, alguna gracia más que enriquecer estaba estorbando. En la última etapa trabajamos con Claudio Hochman, que nos dijo, �esto no es una comedia musical�, entonces no busquemos las felicidades que adornan ese género. Por eso hicimos una puesta muy poco coreográfica, más austera, no digo realista, pero sí veraz.
�Es inevitable, leyendo el peregrinaje del protagonista, hacer una asociación con el infierno dantesco de La divina comedia.
�He realizado un saqueo, que es lícito artísticamente: hay algo de la Beatriz de Dante en esta Laura, algo de la Laura de Petrarca, pero también en ese periplo purificador de Manuel (el protagonista) hay mucho de esa purificación a la que se sometían los griegos cuando iban al exilio; y, yendo más adelante, del romanticismo, el hombre que aún sabiendo que determinada conducta le puede ocasionar la muerte, va a buscarla. Todo eso es una colección que viene de la antigüedad, pasa por el medioevo y el romanticismo y ha sido tomada cuidadosamente, y remojada en todo lo que la cultura del siglo pasado nos ha dado. 
�¿Esa imagen del amor que se paga con la vida es extensiva a los sueños, o ésta no es una época en la que esas cosas se pagan con la vida?
�No... yo diría que en un plano metafísico todo se paga con la vida, y particularmente los sueños y particularmente el amor. Yo digo por ahí que hay una especie de argumento secreto que podría leerse así: el hombre marcha hacia lo que no tiene, por ejemplo hacia el amor, o hacia la sabiduría, o hacia la aventura del arte. Pero ese marchar hacia delante, buscando lo que no tiene, también lo arrastra hacia lo inevitable que es la muerte. Todo sueño nos está acercando a la muerte. 
�¿El hecho de tomar conciencia de ese carácter inexorable es lo que dispara el hecho artístico?
�Exacto: comprender esta tragedia es el precio del arte, entender esa circunstancia de que el viaje al amor nos conduce a la aniquilación. Una raza de inmortales no tendría la bendición del amor, no lo necesitaría...
�¿Una mitología más abstracta reemplazó a la vieja mitología barrial?
�El barrio donde transcurre la obra es una alegoría infernal. El bar �Pampa� es en realidad un buffet del infierno. El barrio no tiene nombre, no es Flores, y los personajes son un poco más abstractos. 
�Para sus fans usted es el prototipo del �tipo intelectual pero con calle�. 
�Incluso piensan eso muchos periodistas, que tienen un sincero deseo de verme como un muchacho de barrio. Y entonces construyen ese personaje, lo cuidan y lo quieren. Está claro que he sido un muchachito de barrio, pero ya no lo soy. 
�Parecería que, contrariamente a lo que se piensa, en su filosofía de vida hay menos de fe que de razón.
�A pesar de los cuentos a favor de los hombres sensibles y en contra de los refutadores de leyendas, cualquiera que examine mis procedimientos artísticos verá que son muy razonados, aún los de imaginación.
�Está refutando su propia leyenda.
�Todos somos, en algún momento, sensibles y refutadores de leyendas. Conservo una secretísima esperanza de que la razón se vea perturbada por una experiencia milagrosa, pero no soy un hombre de fe.
�¿Y en la política? Porque siempre se habla del peronismo como �un sentimiento�, pero usted llegó a través de Jauretche y Scalabrini Ortiz...
�Es que yo no era peronista, estudiaba y tenía mis impulsos maximalistas, marxistas, anarquistas, nihilistas. Y un día empecé a leer y me dije: �Pero estos tipos tan tontos no son...�. Soy uno de los pocos que llegué al peronismo más por la vía de los libros que de las alpargatas. Hoy, claro, el fenómeno global alteró los escalafones políticos. Sigo siendo peronista, pero no creo que un gobierno peronista hubiera procedido de manera diferente de como lo está haciendo este gobierno. 
�Muchos se enojaron porque dijo públicamente que iba a votar a Ruckauf.
�Porque habían construido para mí una actitud políticamente correcta, que no era precisamente la de votar a Ruckauf. Y después de todo Ruckauf no es tan diferente de otros, por ahí es más simpático, menos culto, pero ni Ruckauf va a meter a nadie en un campo de concentración ni Fernández Meijide va a hacer la reforma agraria. Son personas razonables atrapadas en un contexto histórico del que es muy difícil salir.
�¿Qué haría si le ofrecieran un cargo político?
�No sería feliz ni sería apto para ejercer ninguna función pública. He tenido ofrecimientos, y de un arco ideológico amplísimo, lo cual me enorgullece, porque revela que al menos entre tantas equivocaciones que se han cometido conmigo, se admite que soy un tipo amplio. Amplitud que quizás exija más del cinismo y del descreimiento. Hay gente que es amplia porque nada le importa demasiado.
�¿Es su caso?
�No lo sé, qué se yo.

 

 

El reparto

Lo que me costó el amor de Laura, versión disco, tuvo la participación de invitados como Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Ernesto Sabato, Les Luthiers y Juan Carlos Baglietto, entre otros. Para su puesta en escena, participan 40 músicos, dirigidos por Federico Mizrahi. El elenco está integrado, entre otros, por Julia Zenko, Guillermo Fernández, Karina Beorlegui, José Angel Trelles, Los Huanca Hua, Marián Farías Gómez, Marcelo San Juan, Quique Pesoa, Gabriel Rolón y Dolina, en el papel de Manuel, que busca desesperadamente el amor de Laura (interpretada por Beorlegui). El final es abierto: �Consulté a los muchachos de la boletería, y cada cual tiene su versión, sobre si al final triunfan el amor, la muerte o el olvido�, sostiene el autor. Dolina está preparando, además, un disco de tangos, que también acompañará de un libro (o al revés). Cada canción tendrá su correlato en el libro, pero aunque coincidirán los títulos, no ocurrirá lo mismo con la temática. �Por ejemplo el tango �Esclavo� remitirá en el disco a una pasión amorosa, pero el relato aludirá, quizás, a un esclavo del siglo III antes de Cristo.�

 

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