Por Fernando Almirón
 Un grupo de 17 senadores firmaron entre fines de agosto y mediados de septiembre el dictamen que se pensaba presentar para sacar adelante la ley de hidrocarburos por la que, según la senadora del Movimiento Popular Neuquino Silvia Sapag, las empresas petroleras estaban dispuestas a poner �mucho dinero�. El texto, ya rubricado por los legisladores tanto del justicialismo como del radicalismo (ver recuadro), fue encerrado dentro de un sobre lacrado y escondido en algún lugar del despacho del salteño Emilio Cantarero. Cantarero tomó la medida de ocultar el dictamen el 31 de agosto, cuando su nombre apareció por primera vez como el del �arrepentido� por haber cobrado un soborno a cambio de aprobar la Ley de Reforma Laboral. Lo curioso son las diferencias entre el dictamen elaborado por Cantarero y el proyecto en el que estaba trabajando la Comisión de Combustibles de la Cámara alta, diferencias que separan a un buen negocio para las petroleras de un mal negocio para el país.
Según uno de los técnicos que trabajaron como asesores en la elaboración de la ley de hidrocarburos, �la última vez que se reunió la Comisión recién estábamos debatiendo el artículo 59 del proyecto, que contaba con 159 artículos�. El especialista aclaró que ese artículo era el referido a la regalías que las empresas explotadoras debían pagar a las provincias que a partir de la ley tendrían a su cargo regular la actividad en sus territorios.
A otro de los asesores también le llamó la atención la velocidad con que se redactó el proyecto y la reserva con que circuló por los despachos de los senadores, sin previa consulta con el grupo de colaboradores de la Comisión. �Esto se hizo en secreto y no fueron quedando copias del dictamen�, aseguró.
La primera noticia llegó de parte de José Genoud, quien antes de firmar el dictamen hizo redactar por separado sus disidencias con lo dispuesto en el texto. Estas disidencias, a las que suscribió otro radical y algunos peronistas tienen un valor relativo y suelen utilizarse para cubrirse de futuros reproches. Eran básicamente tres:
u El tema de la comercialización de los combustibles. El proyecto en elaboración ponía límites a la comercialización de naftas por parte de las empresas yacíferas y refinadoras. Y habilitaba la posibilidad de que la empresa productora no pudiera expender, y la expendedora no pudiera producir. De esta manera se buscaba terminar con el monopolio que maneja a su gusto el precio de los combustibles. Lo que no sucederá ya que en el sorpresivo dictamen aprobado en Comisión no se habla del tema.
u La prórroga en las concesiones de explotación. Las empresas tienen un contrato de explotación con una vigencia de 25 años. Pero si las reservas de gas o petróleo son suficientes, pueden pedir una prórroga de la concesión. La polémica pasa por cuándo la empresa podía pedir esa prórroga que se le otorgaría si se habían cumplido con todos los requisitos pactados. En la versión original figuraba 5 años antes, en la de Cantarero se estipuló 15 años antes. Esta diferencia representa un aumento notorio en el valor de las acciones de las empresas concesionarias.
u El pago de las regalías. Es el porcentaje que las empresas explotadoras le pagan a las provincias y al Estado nacional por el petróleo que se llevan. Históricamente fue del 12 por ciento. En el dictamen de Cantarero no se estipula ningún porcentaje y se lo deja librado a lo que se fije en los pliegos de condiciones de los llamados a concurso para la producción de los hidrocarburos. Con esto en realidad lo que se está haciendo es permitir que se renegocien reducciones en el valor de las regalías, hasta llevarlas a un 5 por ciento, y aumentar los ingresos de las empresas.
Las disidencias a los tres artículos, agregadas en hoja aparte, tienen en rigor poco efecto final sobre el contenido del dictamen, que es al que los senadores le estamparon su firma (ver facsímil). Las disidencias seagregan para que se incorporen al debate en el recinto, donde se decide si modifican o no los artículos. Por lo general son pocas las disidencias que prosperan, mucho menos cuando hay una mayoría absoluta que levanta la mano con la velocidad del rayo y ya está, se logra darle media sanción al proyecto de ley.
Si bien es cierto que en Diputados se le pueden hacer cambios, de todos modos la norma vuelve a los Senadores que son quienes le dan la sanción final. Este es el recorrido que imaginaron aquellos que redactaron el dictamen del proyecto de ley de hidrocarburos y que firmaron 17 senadores. �Menos yo�, agrega el santacruceño Juan Ignacio Melgarejo. �Ni me enteré que ese dictamen existía y resulta que me acusan de pirata y soy el único que se ve obligado a renunciar para demostrar su inocencia�, se lamenta el legislador que declaró un ingreso anual como comerciante por un monto de 200 mil pesos anuales.
| Quiénes firmaron
Por F.A.
Estos son los 17 senadores que firmaron el dictamen que impulsa una ley de hidrocarburos que beneficiaría a las empresas petroleras.
Por el Partido Justicialista: Emilio Cantarero, Salta; Osvaldo Sala, Chubut; Carlos Verna, La Pampa; Alberto Tell, Salta; Ricardo Branda, Formosa; Augusto Alasino, Entre Ríos; Julio Cesar Massat, Santa Fe; Omar Vaquir, Santiago del Estero; Julio César Humada, Misiones; Leonardo Palacios, Tierra del Fuego; Mikkelsen Löth, Santiago del Estero.
En disidencia parcial firmaron también por el justicialismo: Eduardo Arnold, Santa Cruz; José Luis Gioja, San Juan; Daniel Baum, Neuquén; Ernesto Oudín, Misiones.
Por la UCR firmaron, ambos en disidencia parcial: José María Sáenz, Chubut; José Genoud, Mendoza.
La hoja en la que figuran las firmas sólo fija como fecha setiembre del 2000, sin consignar día, el que sería puesto una vez recogidas tantas firmas como hicieran falta para impulsar el tratamiento de la norma en el recinto. La mayoría de los que firmaron son representantes de provincias en las que se explotan los hidrocarburos. |
MELGAREJO HABLA DEL PROYECTO SOBRE HIDROCARBUROS
�Genoud firmó en disidencia�
Por F.A.
El radical Juan Melgarejo presentó ayer formalmente ante la Cámara alta su renuncia a la banca de senador nacional por Santa Cruz. El miércoles, la senadora Silvia Sapag hizo público un comentario de su par, Emilio Cantarero (PJ): �Melgarejo está cada vez más pirata que yo�, habría afirmado el salteño para sugerir que el radical estaba al tanto de las coimas ofrecidas a cambio de un dictamen de ley que beneficie los intereses de las petroleras. �Mucha plata�, según la legisladora neuquina Sapag. Melgarejo afirma que se va del Senado para demostrar su total inocencia, �ya que nunca firmé el dictamen a la medida de las petroleras, ni siquiera lo había visto hasta hoy�. Según el legislador, él tampoco tenía idea de que existieran lobbistas de las empresas operando para sacar ventajas en el ley. Los radicales no evitarán que se vaya.
�Según la senadora Sapag, Cantarero sugirió que usted es un pirata y que estaba al tanto de las ofertas de coimas para promulgar la ley de hidrocarburos.
�No me puedo hacer cargo de las expresiones de Cantarero. Mi conducta con respecto al tema hidrocarburos ha sido siempre clara y transparente.
�¿Usted participó en la elaboración del dictamen que parece beneficiar a las empresas petroleras?
�Ese dictamen no existía hasta que yo viajé al exterior como integrante de la comitiva presidencial. De todos modos, ése no es el proyecto de Comisión presentado por la Alianza, cuyo autor soy yo, acompañado por el senador José Genoud y otros aliancistas, otros radicales para ser exactos.
�Pero el senador Genoud firma el proyecto de Cantarero.
�Tengo entendido que lo hizo con disidencias.
�Silvia Sapag aseguró que un lobby petrolero ofrecía �mucha plata�.
�Si existen los lobbies, nuestro proyecto de ley no tendrá ninguna viabilidad de salir. Porque el proyecto de ley que nosotros impulsamos tiene una serie de instrumentos que no benefician en forma directa a las empresas sino que le da al Estado instrumentos para generar políticas de control sobre las mismas.
�¿Usted dice que no hay lobbies petroleros?
�Mire, por si los hubiera, ya que no podemos negar que en este tema se manejan muchos intereses y esto genera las debidas sospechas, siempre hemos trabajado en audiencias públicas y nunca hemos tenido una entrevista fuera del ámbito del Congreso con los empresarios del sector.
�Pero esto no quiere decir que uno o más senadores no se puedan encontrar un sábado a la tarde en una quinta del Gran Buenos Aires.
�Si hay quienes lo hicieron, allá ellos. No es mi caso.
�¿Usted habló con Cantarero sobre los motivos de su renuncia?
�No, no hemos hablado del tema.
�¿No le preguntó por qué dijo que usted era un pirata?
�Yo no tengo por qué dudar de la palabra de la senadora Sapag, aunque desconozco el contenido completo de su denuncia.
�¿Aun cuando la senadora lo involucra a usted?
�Nunca vi, nunca me crucé ni me entrevisté con un lobbista de las empresas petroleras. Para mí no existen.
�¿No cree que su renuncia legitima los reclamos de Carlos Alvarez?
�Yo no respondo a un pedido del vicepresidente sino a lo que creo que debo hacer. Yo me voy, junto mis cosas y me retiro a otra tarea: defender mi inocencia. No me vuelvo a Santa Cruz, me voy a quedar en Buenos Aires a disposición del juez y a pelear hasta que esto se esclarezca.
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