Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

La historia de los dos chicos para los que todo cambió por una charla

Julieta Shapiro al salir ayer del cementerio donde fue enterrado Mariano, su amigo.


Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) Julieta Shapiro maneja hace seis meses. No más. El jueves dio su prueba de fuego. Con una pistola en la cabeza, resultó la chofer de una banda que acababa de asaltar un banco de su barrio. �Las piernas me temblaban tanto �contó después� que no dejaban de golpear el volante.� Ahora Julieta está bajo shock y su amigo Mariano está muerto. Se habían encontrado en la calle, cuando Julieta iba rumbo a su trabajo en Burger King y Mariano hacía encuestas en la calle. Conversaban en el momento en que los tomaron de rehenes y para la policía se convirtieron en ladrones. Ahora, a la historia de Mariano la cuentan sus amigos: estaba en tercer año del Conservatorio, enseñaba música en un jardín de infantes y una escuela y había formado dos bandas de rock. Ayer a la tarde el cuerpo muerto de ese músico de 23 años quedó enterrado en un patio del cementerio de San Isidro. Hasta allí llegó Julieta, a saludarlo y a cantarle despacito esa canción que los amigos fueron susurrando para la despedida. 
Habían sido compañeros del Polimodal de Arte secundario. El jueves, Julieta había montado su Gol para salir desde la casa de su hermano en San Isidro hasta Martínez. Poco antes del mediodía debía estar metida entre los juegos de chicos que tiene el local de Burger King en el shopping Unicenter. �Por eso estaba vestida ya con el uniforme, tenía que entrar al trabajo�, contó a Página/12 su mamá Marta. Desde hace dos años su día es así. A punto de graduarse como maestra jardinera, Julieta deja las mañanas libres para las prácticas y a la tarde ensaya cuidando a los chicos.
�Es tan obsesiva con sus horarios, que desde el trabajo llamaron a casa para preguntar por Julieta�, explicó Leonardo, otro de sus hermanos. 
En casa de los Shapiro no hubo respuestas. Tampoco ellos sabían que Julieta nunca terminó de recorrer el camino de San Isidro a Martínez. Se quedó en la calle Márquez.
Allí se encontró con Mariano. �Julieta estacionó el auto �contó un amigo� porque vio en la calle a un compañero del secundario que hacía mucho no veía.� Mariano daba vueltas por el barrio con unos papeles del censo del Indec. Eran las horas que mudaba su oficio de músico para colaborar con su madre en las encuestas. 
No fue mucho el tiempo de charla pero fue suficiente para disparar la trama de locura en la que Mariano terminó muerto. Sobre esa calle Márquez, los chicos fueron capturados por dos hombres. Cuatro cuadras más adelante entraban a un banco y presentados como ladrones por sus mismos captores. Tras el robo, los cuatro volvieron al Gol. Quedaron encerrados por la policía cuando Julieta entraba a villa Uruguay. Hubo disparos, y dos tiros terminaron hundidos en el cuerpo de Mariano. 
Esa tarde la banda de Mariano no ensayó. Sus amigos tampoco oyeron el piano del Gordo. Lo llamaban así y, dicen que el Gordo �era puro chiste, era un payaso que estaba todo el tiempo bien�. Tocaba rock progresivo en Mística, esa banda que un día hace cuatro años, empezaba a armar con su hermano. �Pero además tenía otra banda más latina que se llamaba las Manos que curan, y además iba al coro y al conservatorio y daba clases de música en primaria y jardín de infantes y además...�. Sus amigos no paran. Como Mariano. 
Cada lunes su voz de tenor se metía entre las gradas del coro de su comuna. El resto de tiempo había música, siempre más. Estaba en tercer año del Conservatorio y en los exámenes le encantaba hablar de historia, pero no de cualquiera. Prefería esas de su abuelo, de ese hombre viejito que ayer también llegó despacito hasta la puerta del cementerio. Mariano habló del viejo en su último examen de Cívica. Y habló muy bien, �porque lo quería mucho a usted ¿sabe?�, le fue diciendo al viejo la profesora de en la puerta del cementerio. 
Alrededor estaban Jorge, el papá de Mariano, y un amigo, el mismo que se acuerda del viernes pasado, que fue un día de fiesta para Mística: fue la última función de Mariano. Su última canción. 

 

 

La Bonaerense según cuatro especialistas

�Una fuerza desatada�
Gustavo Palmieri Director del Programa de Violencia Institucional del CELS.

�Cuando Ruckauf dijo �Meter bala a los delincuentes�, uno preveía que el gatillo fácil iba a pasar. Esto no es anecdótico, es alarmante: una fuerza policial totalmente desatada que reacciona de cualquier manera. Después de la reforma policial, se trató de ponerle límites a esto, pero la contrarreforma de Ruckauf volvió a poner la violencia en límites tan altos que los jefes policiales llegan a encubrir hasta los casos más evidentes de torturas a menores. Esta política genera un nivel alto de violencia por parte del Estado y no da ningún resultado, sino que aumenta la delincuencia policial. Eliminar el delito en las personas que lo controlan es fundamental, la policía no puede ser un actor que desata más la violencia. Al perfilarse como el actor más violento de todos y reprimir sistemáticamente, queda envuelta en una espiral de violencia. Lo que hace no es imprudencia sino uso abusivo de la violencia. No se puede tener un gobernador que se vanagloria de tener el mayor numero de muertos en enfrentamientos.� 

�Es el deber asignado�
María del Carmen Verdú Abogada de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional. 

�No entiendo cuál es la novedad... ¿por qué no habría de pasar?, ¿por qué tendría que pasar otra cosa? Si no fuera tan trágico daría risa: la represión y la impunidad son la única consecuencia esperable, racional y lógica de este estado de cosas. ¿Por qué la policía no va a matar a dos personas que van a hacer un trámite en un banco si cuando se evaluó el desastre de La Paternal se dijo �es un operativo 9 puntos�? Hace 15 años el promedio de personas muertas por la policía en situaciones en las que el implicado no representaba ningún riesgo para la sociedad ni para la fuerza pública era de 2,66 por mes. El año pasado fue de 5 y en los nueve meses que pasaron de este año ya es de 9. Además, la represión se ejerce en estilo directo, explícito. Y no es que los que tiran sean malos policías, son policías que cumplen con el deber que tienen asignado. Si yo entreno a un perro guardián para que muerda, después no puedo llorar sobre la leche derramada cuando ataca al primero que entra.� 

�Falta de sentido ético�
Elías Neuman Criminólogo

�En este caso, como en el de Ramallo, los delincuentes trataron a los rehenes mejor que la policía. La reflexión que debería efectuarse desde los controles sociales del poder punitivo es que no se debe disparar armasa mansalva sino como última razón y de acuerdo a los reglamentos que inhiben disparar porque la policía sospeche. El hecho no es nuevo y establece en el país una absoluta falta de sentido ético con respecto a la vida humana. Hoy asistimos a la existencia de muertes buenas y malas, según se trate de personas inocentes o supuestos delincuentes, pero la muerte es una gran equivalencia y debemos pensar que cuando la policía balea en estos casos o en los llamados enfrentamientos castiga con una pena de muerte extrajudicial. No sé si para las autoridades policiales este hecho merece un puntaje positivo. Sí sé, en cambio, que cuando no se respeta la vida de los delincuentes no podemos exigir que ellos respeten la nuestra. Esto ya pasa a ser una operación policial de limpieza, sirve para liquidar a unos y para advertencia de otros. Así ejercen el control social.�

�Violencia estructural�
Luis Fernando Niño Juez, titular de la maestría en Criminología de la Universidad de Lomas

�Creo que la violencia que ejerce la policía actualmente está enmarcada en lo que el noruego Johan Galtun establece como violencia al grado de alienación. En este estado de cosas, la violencia que se ejerce contra las personas es estructural, está implícita en la pobreza, y cuando el estado responde con mas represión a las manifestaciones de la miseria, se enreda en un círculo de violencia que lo lleva a reprimir indiscriminadamente, para mantener el actual sistema. Es en esta fase de violencia estructural contrarrestada con represión en la que se desnudan los prejuicios que flotan en el imaginario social: el hecho de que Mariano Wittis era joven, que tenía el pelo largo, que estaba vestido con ropa informal, lo hace un blanco fácil para la policía, porque funciona el estereotipo de que todos los jóvenes son peligrosos. Y si desde el poder se dice que no hubo error, se está ejerciendo la forma más brutal de la violencia: la alienación, porque les quita a las personas el derecho más elemental, el de la vida.�

 

PRINCIPAL