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CROTTO VERSUS LOS DISIDENTES DE LA SRA
Rebelión en la granja

Reelecto por cuarta vez como presidente de la Sociedad Rural, Crotto enfrenta un motín que rechazó una autoritaria reforma al código de sanciones. Y una investigación de sus cuentas.

Por Irina Hauser

t.gif (862 bytes)  El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Enrique Crotto, llegó el jueves a su cuarta reelección consecutiva con un proyecto bajo el brazo: radicalizar las sanciones disciplinarias contra los socios. Sabía que en la asamblea posterior al comicio se enfrentaría, por primera vez en la historia, con un grupo de estancieros disidentes decididos a rechazar todos sus planteos y balances contables. Son los mismos que acusan a las autoridades de la institución por la venta del predio para convertirlo en un gran shopping de entretenimientos, operación orquestada por el banquero menemista Raúl Moneta y que está bajo investigación judicial. El proyecto mordaza, como lo llama la oposición, fue rechazado de plano hasta por la propia tropa de Crotto. Pero el borrador no tiene desperdicio: pretendía castigar a quienes contrariaran -.según el criterio unilateral de la cúpula ruralista-. hasta el “estilo” o los “valores” de la SRA.
La entidad a la que el común de los argentinos conoce por sus exposiciones de vacas, toros y caballos, en las que productores y empresarios del sector agropecuario regalan calcomanías y muestras gratis de su producción tiene como titular a Crotto desde 1994. Es un hombre que sabe muy bien que en realidad la Rural es un lugar de poder económico -.y político-. clave. Crotto se presentó en una lista única, como suele suceder, pero no está tranquilo. Nunca tuvo una oposición tan fuerte, encarnada en un grupo de unos cuarenta productores que señalan, entre otras desgracias, sus posibles negocios espurios. No sólo eso, sino que también carga con la amenaza de una inminente citación judicial.
Los disidentes de la Rural empezaron a hacer ruido a fines de julio, cuando repudiaron el desfile de caballos de Moneta en la inauguración de la Exposición Rural de este año. En el grupo figuran, entre otros, tres hijos de ex presidentes de la Rural, el comodoro Juan José Güiraldes, Carlos Firpo Peña y Celedonio Pereda. En la asamblea del jueves pasado que debía convalidar las nuevas autoridades, reformas al estatuto y balances contables, volvieron al ruedo. Pidieron la impugnación del evento, una cuestión que deberá resolver la Inspección General de Justicia. Y se solidarizaron con los periodistas, a los que les fue prohibida la entrada a menos que fueran socios de la SRA.
El intento de Crotto de reformular las normas del tribunal de disciplina, e incluso de ampliarlo en su número de integrantes, es sugestivo. Sobre ese tema este diario mantuvo con él un diálogo casi zen. –¿Por qué tiene tanto interés en cambiar las normas disciplinarias? .le preguntó Página/12.
–Bueno... queremos un nuevo sistema de tribunal de honor, el que tenemos ahora es muy lento. Imagínese que data del estatuto de 1866.
–¿Y en qué se manifiesta esa lentitud? ¿Por ejemplo, hay muchos acusados acumulados?
–No, en rigor no hay ninguno.
Crotto propuso modificar el texto original sobre las sanciones (que pueden llegar hasta la expulsión del socio cuestionado) agregando algunas causales que pueden llevar a esa instancia: “Actos u omisiones que configurasen incumplimiento de las obligaciones impuestas por los estatutos, reglamentos y demás disposiciones internas de la Sociedad o que desvirtúen sus finalidades”. “... observar una conducta notoriamente perjudicial o contraria a los intereses sociales, o contraria a los principios, propósitos, valores, o estilos de la Sociedad o agraviantes, calumniosas, injuriosas o de cualquier otro modo lesiva para sus autoridades o sus socios”. “Haber cometido actos graves de deshonestidad, o engañado o tratado de engañar a la Sociedad o bien haber cometido actos u omisiones que pudieran afectar la buena fe, o la confiabilidad de los registros, constancias o decisiones de la Sociedad”. El texto restringía las posibilidades de apelación sólo a los casos en que la sanción impuesta fuera una suspensión de derechos por un plazo mayor a un año o la expulsión.
Pero Crotto no se salió con la suya: la mayoría de los presentes en la asamblea rechazaron la iniciativa al verse claramente en peligro. A muchos no se les habrá olvidado la denuncia pública que hizo a mediados de julio el comodoro Güiraldes, socio vitalicio y descendiente de uno de los fundadores, quien atribuyó a Crotto la distribución de un panfleto en el que lo ridiculizaba al decir que “se disfraza de gaucho” e incluía como “prueba” un listado de amigos o socios con apellido judío diferenciados con un acentuado subrayado.
Lo cierto es que además de haber sido denunciado ante la comunidad, Crotto fue demandado por la Asociación Amigos del Lago junto con un lista de funcionarios y empresarios. La investigación llevó al fiscal José María Campagnoli a la conclusión de que la operación que permitió a la SRA comprar el tradicional predio de Palermo fue una “venta fraudulenta”. La venta de las 12 hectáreas de tierra pública del Parque Tres de Febrero se concretó en diciembre de 1991 con un decreto firmado por el ex presidente Carlos Menem y el ex ministro de Economía Domingo Cavallo. Para Campagnoli, la transacción respondió a una decisión “tomada en base a pactos y acuerdos cerrados” entre el gobierno del riojano y los directivos de la Rural. Además, los terrenos se vendieron en 30 millones de dólares, un valor diez veces inferior al de mercado, con el argumento de que la SRA era una sociedad sin fines de lucro. El mismo día de la escrituración nació “la Sociedad Rural de Palermo Sociedad Anónima”, cuyo objeto era la explotación de todo tipo de negocios en el lugar y cuyo titular era el mismo que el de la sociedad civil: Crotto. Luego vino la sociedad con la firma norteamericana Ogden para convertir el predio en un centro de cines, bares, jugueterías y cualquier clase de entretenimiento imaginable. Un negocio redondo, en cuya gestación participó el banquero Moneta.
El fiscal también acusó a la gestión del hoy presidente Fernando de la Rúa en el gobierno porteño de participar en “la segunda parte del fraude”, al aprobar en 1997 las dos primeras etapas del proyecto de remodelación de la Rural, que incluyó un megacentro de convenciones y un pabellón de 35 mil metros cuadrados. Así fue que Campagnoli terminó pidiéndole al juez Ricardo Farías, por lo que consideró “un vergonzoso fraude en perjuicio de la República”, que indague como sospechosos no sólo a Crotto, Moneta, Menem y Cavallo sino también a más de medio centenar de personas entre las que figuran el propio De la Rúa, el actual procurador del Tesoro, Ernesto Marcer, el ex presidente de la Comisión de Venta de Inmuebles Estatales, Matías Ordóñez, el secretario porteño de Planeamiento, Enrique García Espil, el ex ministro Roque Fernández, el ex presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, y el ex ministro del Interior, Carlos Corach, entre otros.
Mientras se paseaba el jueves por el subsuelo de la sede de la calle Florida entre las urnas que lo consagrarían otra vez, Crotto criticaba a sus detractores: “¿Por qué no se presentan a elecciones si quieren que algo cambie? ¿Qué quieren impugnar, que les ganamos por mucho?” Ante su gente de confianza decía, sin embargo, que está preocupado porque es probable que el juez Farías lo llame a indagatoria como sospechoso. Y porque la empresa Ogden comenzó a amenazar con retirarse del negocio cuando el gobierno porteño impidió continuar con la obra del shopping. Más aún, ya estaría en busca de diez socios para comprar esa parte societaria y ya contaría con el “sí” del leal Moneta.
“Si no fuera por Crotto nosotros, los del interior, no tendríamos lugar en la exposición rural”, proclamaba un gaucho santiagueño ajeno a las disputas sobre la venta del predio. Pero en la asamblea no fueron todos elogios para el hombre re-re-reelecto. Algunos de los presentes relatarona este diario que un auditor señaló que en el balance oficial no estaban registrados 394.335 pesos de pérdidas, mientras que algunos contadores advirtieron que la pérdida real sería de 3.500.000. Entretanto, los más interesados en que Farías resuelva lo antes posible el pedido del fiscal dicen estar convencidos de que “habrá un festival de indagatorias”.

 

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