Por
Carlos Polimeni
Era la hora del brindis más público de la Argentina:
el que los invitados a Sábado bus concretan antes de
poner manos a la obra. Sentado levemente a la izquierda del centro visual
del escenario que las mesas en semicírculo proponen al televidente,
Iván Noble esperó con cara de qué hace un tipo
como yo en un lugar como éste que concretaran los suyos Berugo
Carámbula, Adriana Brodsky, el medallista olímpico Carlos
Espínola, Dolores Barreiro y Darío Lopérfido. El
panorama, hasta entonces, era similar al de todos los sábados por
la noche, cuando se pone en marcha la maquinaria del programa de mayor
rating de la televisión argentina, conducido por Nicolás
Repetto, doble Martín Fierro de Oro. Noble brindó entonces
haciendo honor a la letra del tema Rómulo y Remo, primer
corte de difusión del nuevo disco de su grupo, Los Caballeros de
la Quema. Creyó necesario aclarar antes que no le deseaba la peor
de las enfermedades a casi nadie, pero no vaciló a la hora de las
palabras. Brindo por un buen cáncer en los huevos para los
Galtieri, y para los Massera, dijo, repitiendo el segundo verso
de la segunda estrofa del tema. Me gustaría agregar a los
Videla, añadió. Cuando miró a la mesa, todos
los presentes habían bajado sus copas. Noble brindó solo,
perforado por algunas miradas indignadas.
Unos minutos después, ni lerdo ni perezoso, Repetto sintió
que había ahí un debate posible. Le indicó al músico
que su brindis le había parecido un poco duro, pero
señaló a continuación que coincidía con que
los genocidas eran lo peor del barrio. Lo duro es que esos tipos
anden por la calle, sueltos, como vos y yo, le replicó Noble.
Repetto fue preguntando a los otros contertulios qué opinaban.
Carámbula, empleado de Gerardo Sofovich, puso cara de horror y
dijo que jamás brindaría por el mal de nadie. La divina
de Barreiro, cuyo padre es militar, supuso que la gente que hizo cosas
malas tendrá el castigo en su conciencia. Lopérfido,
que aparecía en cámaras el mismo día en que los diarios
informaban sobre un recorte de sus funciones que atribuiría
luego a que está embarcado en una lucha personal contra los modos
de la vieja política, elogió la verba de Noble, que
definió como la de una artista, pero no la hizo del todo propia.
Comprendo la indignación, subrayó el secretario
de Cultura y Comunicación. El músico y conductor televisivo
Pablo Marcovsky apoyó de plano, unos segundos después, el
brindis de Noble. Dio la impresión de que hubiese agregado a Astiz
y a Camps, incluso.
El ambiente se había friccionado, en un programa cuya mayor tensión
habitual es la incógnita sobre quién se ganará el
auto de cada sábado, mediante la ya famosa pericia para embocar
corchos en una copa. Cuando el corte distendió los rostros, Noble
pensó para sí que acaso había exagerado la nota,
queriendo ser auténtico y personal en un mundo cuya frivolidad
excesiva rechaza. Pero Repetto lo tranquilizó. Eh, Iván,
le reclamó mientras los maquilladores hacían lo suyo en
el piso, a toda velocidad. ¡Mandaste fruta de entrada!,
bromeó. Iván lo tomó como un halago. Sabía
que unos bloques más adelante debía cantar el tema en cuestión
y que, en el fondo, para eso había ido al programa. De hecho, el
músico había rechazado, hace varios meses cuando hacía
furor en la prensa amarilla su romance con la actriz de telenovelas y
¿cantante? Natalia Oreiro, una invitación para posar,
semidesnudo, como el Macho bus de una de las tantas noches
de sábado. Noble, que acaso habría sido el primer ex estudiante
de sociología del mundo en aparecer en televisión en paños
muy menores, contestó que prefería concurrir al programa
cuando pudiese actuar con su grupo. La oportunidad le fue propicia ahora,
y no era menor: este sábado, Los Caballeros de la Quema presentan
los temas del CD Fulanos de nadie con un show en Obras. Cuando, más
cerca del final del programa, Caballeros hizo el tema ver letra
completa aparte, Repetto seguía el ritmo con la cabeza. Había,
sin embargo, algo como irreal, o subreal, en la escena. Los Caballeros
tocaron en vivo, descartando la posibilidad del playback sugerida por
la producción que encabeza Pablo Codevilla. Berugo, por ejemplo,
tenía cara de Carámbula.
La verdad es que hubo momentos de mucha tensión, pero Nico
estuvo bien, contó ayer a Página/12 el músico,
interrumpiendo un ensayo de su banda. Me hubiese sentido un miserable
boludo si hubiese ido a un programa así y no mostraba algo de lo
que pienso. Pensé que en un mundo tan irreal como el de la televisión
la presencia de un tipo como yo, que no tiene que ver con él, tal
vez serviría para meter algún dato del mundo real. Pretendo
no ser un hipócrita en la vida y si bien no creo que un programa
de televisión cambie nada, pienso que ser uno mismo en ese ambiente,
aunque alguno te mire de costado, o como un bicho raro, tiene su valor.
En la mesa nadie brindó conmigo, pero sé que del otro lado
hubo miles de televidentes que sí lo hicieron, o al menos estuvieron
de acuerdo.
Hay dos datos clave para redondear la historia:
1. Noble compuso el tema luego de una noche en que se sintió
indignado por los brindis que los invitados hacían en un programa
de Sábado bus; hace varios meses, su idea es que la
gente no brinda en público por lo mismo que brinda en privado.
La letra del tema es un brindis imaginario, por cosas de su gusto. Nico
le agradeció en cámara que su pasatiempo haya sido fuente
de inspiración. Irónicamente, ante las caras de algunos
invitados, cuando le pidieron que definiese las dotes de Brodsky, Noble
preguntó si se le requería una respuesta real o una televisiva.
Le pidieron una real.
2. Como corresponde al mundo de hadas Noble trabaja de Príncipe
azul bizarro, la final por el auto fue entre un humorista de Café
Fashion, Chiqui Abecasis, y el rocker del brindis utópico.
Copa de tinto en la mano, pese a que uno de sus compañeros de mesa
le sugirió dejarla, Noble demostró en público que
tiene puntería. Como la noche era joven, tuvo tiempo para varios
brindis más: el auto nuevo lo merecía.
¿Mirarán Sábado bus los Videla, los Massera
y los Galtieri? ¿O sus hijos, o sus nietos?
�Rómulo
y Remo� *
Dos negras
dominicanas
una casa en la playa
tiempo que perder
doscientos Domperiñones,
y la cara dura a prueba de chichones.
Secretos, amores, canciones más mejores,
invitarlo a Marlon Brando una noche a cenar.
Ganar un puto sorteo,
que la democracia no nos tome el pelo.
Ser más compinche de mi soledad,
no andar de oferta cuando vos no estás.
Un cuore
que no tropiece treinta y cinco veces con la misma piedra,
un buen cáncer en los huevos para los Galtieri y para los
Massera.
Amigos
enfiestes
que me duren los dientes,
poder olvidarte cuando se me dé la gana.
Que el cielo nos quede a mano,
por si en el infierno no quedan más camas...
Venderme caro al peor postor,
pensar despacio y con hambre de gol.
Queremos
todo un poco más de todo,
de todo el toco y un poco además.
Diez kilos
de sangre fría.
Siempre en el bolsillo una buena mentira,
tener suerte en los fracasos,
y con los pecados buena puntería.
De postre un gran vino,
de entrada un buen ombligo,
un safari hasta las tetas de Graciela Alfano.
Ser viejo cuando no duela y que la huesuda no me tenga en cuenta,
que no te alcance lo que no te doy,
que no te sirva lo que nunca soy.
Queremos
todo un poco más de todo.
De todo el toco y un poco además.
Venderme
caro al peor postor.
Pensar despacio y con hambre de gol.
Mirá vos.
* Del álbum Fulanos de nadie. (Letra: Noble. Música:
Caldara-Ain)
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