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LA CRONICA Y EL ANALISIS DE UN ANUNCIO IMPACTANTE
�Volvió la política, ¿no?�

La frase de Juan Pablo Cafiero resume el clima en el Castelar entre los seguidores de Alvarez que lo acompañaron en su renuncia a la vicepresidencia. Intimidades y una impresión: ni él mismo sabe cómo sigue la película.


Por Miguel Bonasso

t.gif (862 bytes) Con precisión quirúrgica y gran dignidad, Carlos �Chacho� Alvarez incorporó su dimisión al reducido catálogo de los renunciamientos históricos. Y no es por casualidad, sino por pertenencia a una determinada cultura política, que en su declaración del hotel Castelar haya utilizado casi textualmente las palabras con que Eva Perón explicó al pueblo (antes se le decía así a lo que hoy llaman �la gente�) las razones de su renuncia a integrar la fórmula presidencial con su esposo Juan Perón. Ella dijo, en agosto de 1951: �Renuncio a los honores pero no a la lucha�. Alvarez dijo en el Castelar: �No renuncio a luchar, renuncio al cargo con que me ha honrado la ciudadanía�. 
Aunque las similitudes concluyen en lo semántico y las diferencias son obvias, hasta el observador más despistado debe admitir que con sus duras palabras del Castelar, Chacho se rescató a sí mismo de un gobierno que cada vez se distancia más de la �Carta de la Alianza a los Argentinos� y trazó una raya en la manera de hacer política en este país. Una raya que rescata la ética y el valor de la palabra empeñada por encima de los negocios personales, los intereses facciosos y la defensa corporativa de los corruptos. Es muy pronto para decir si este gesto �valioso en sí mismo� lo ubicará como líder de un nuevo espacio en el 2003 o lo condenará a ese llano que ahora reivindica para recuperar la libertad y, como dijo entre íntimos, �para poder volver a viajar en colectivo�. También es prematuro decir si fractura o no la Alianza, pero no cabe duda de que la restituye a sus postulados originales.
El diputado Juan Pablo Cafiero se entusiasmaba anoche en los poblados pasillos del hotel Castelar: �Volvió la política ¿no?� y los interlocutores asentían con rostros alborozados. No se notaba preocupación, sino una profunda alegría, en los legisladores y funcionarios frepasistas que anoche desbordaron el antiguo hotel de avenida de Mayo, para expresar su solidaridad a quien dejaba la Vicepresidencia de la República, pero seguía siendo �por mérito político� el jefe del Frepaso, la fuerza que en 1995 se constituyó en nuevo espacio con 5 millones de votos y resucitó al radicalismo (tal vez con excesiva largueza) en el diseño de una Alianza que diera pie a lo que se está desnaturalizando, que es un gobierno de coalición. 
En la suite 202 del segundo piso, adonde Alvarez recibió el saludo de los íntimos después de su contundente discurso explicando la renuncia, lo rodeaba el afecto y la alegría de Aníbal Ibarra, el gobernante metropolitano, en quien algunos observadores maliciosos quisieron ver un potencial rival del renunciante. Y la de Graciela Fernández Meijide, elegida por Chacho como vocera para dar a conocer su dimisión.
Nadie parecía temeroso ni por el gesto ni por las transparentes palabras que habían escuchado un rato antes en un salón colmado de militantes del Frepaso, periodistas y no pocos espías de Fernando de Santibañes, que se apretujaban y levantaban la presión ambiente con cánticos y consignas, haciéndole eco a la muchedumbre que se agolpaba en la calle, frente al Castelar, y reproducía las incomodidades de los buenos días, cuando la política era una pasión de multitudes y no se perdía (como diría Borges) en �sórdidas noticias policiales�.
Anoche, un Chacho pálido, grave, escoltado por su mujer Liliana Chiernajowsky, y la plana mayor de su fuerza, dijo cosas realmente duras que venía reclamando el personal del Frepaso y gran parte de la sociedad: �Parece paradójico y a la vez resulta cada vez más chocante, cuando más avanza la pobreza, la desocupación, el escepticismo y la apatía, desde no pocos lugares se responde con dinero negro, compra y venta de leyes, más pragmatismo y más protagonismo para quienes operan en la política como si fuera un gran negocio para pocos�. Un párrafo que tanto se dirige a ciertos personajes que merodean en las vecindades presidenciales como a ciertos visitantes que regresaron a la Rosada para una suerte de minipacto de Olivos, que a diferencia del original ni siquiera se ha hecho a la luz del día. 
La expresión �dinero negro� puede aludir a muchas cosas a la vez. No por nada estaba en el estrado, junto a los frepasistas, la senadora Silvia Sapag, del Movimiento Popular Neuquino, que denunció a su colega Emilio Cantarero como el agente de un soborno que pagaban las petroleras para aprobar la ley de hidrocarburos. Pero también evocó en algunos legisladores presentes las versiones sobre un misterioso decreto secreto, del que se viene hablando hace varios días y no precisamente en las usinas de Chacho, sino en las del propio radicalismo. Un decreto, emitido en mayo y destinado a la SIDE para extraños �estímulos legislativos�, por 30 millones de dólares, que se habría negado a firmar el cesanteado jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno.
Aluda a lo que aluda, es indudable que el párrafo es muy fuerte y no sólo pega en el mentón de los opositores corruptos, sino de los oficialistas corruptores.
Ayer este cronista vio a Chacho Alvarez shockeado por su propio gesto en la intimidad de la suite. Daba la impresión �probablemente falsa� de que ni él mismo sabe cómo seguirá la película y cómo conseguirá todo lo que enuncia a la vez: la continuidad de la Alianza, el mantenimiento de su �lealtad� a un Presidente que indudablemente lo quiso humillar al exaltar las figuras del ahora también renunciante Alberto Flamarique, el no renunciante Fernando de Santibañes y ese senador José Luis Genoud, en quien no costaría encontrar esa expresión de la política corporativa que Alvarez con toda justicia considera �terminal�. Aunque todavía dure un rato. 

 

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