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DE LA RUA DECIDIO LOS CAMBIOS DE GABINETE ANTES DE PARTIR A ESPAÑA
El primer equipo después de Santibañes

Tal como anticipó Página/12, el Presidente aceptó la renuncia de su amigo y puso en su lugar a Carlos Becerra, hasta entonces a cargo de la Secretaría General de la Presidencia. En su lugar se incorporará Horacio Jaunarena, en un claro gesto de buena voluntad hacia la UCR. También juran hoy dos viceministros del Frepaso, en otra señal del deshielo buscado por De la Rúa.
Por Fernando Cibeira

t.gif (862 bytes)  El presidente Fernando de la Rúa no quiso repetir amargas experiencias y resolvió los temas que le quedaban pendientes antes de iniciar, hoy a la tarde, su gira por España. En la decisión más importante, anticipada por Página/12 el sábado, le aceptó la renuncia a su amigo Fernando de Santibañes y designó como jefe de la SIDE al secretario general de la Presidencia, Carlos Becerra. En el lugar de Becerra, nombró al diputado Horacio Jaunarena, quien también había sonado como candidato para la SIDE. Ambos jurarán hoy a las 11, junto a los dos primeros frepasistas que se integrarán al Ejecutivo luego de la renuncia del ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez: la viceministra de Interior, Nilda Garré, y el secretario de Coordinación de la Jefatura de Gabinete, Marcos Makón. No es todo, también quedó confirmado el nombramiento del legislador porteño Enrique Olivera como presidente del Banco Nación. Este fue el resultado de una larga jornada en Olivos que marcó un giro en la toma de decisiones del Presidente, acorde con los nuevos tiempos de la Alianza.
Por Olivos no sólo pasaron los designados. También estuvieron el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo; el presidente provisional del Senado y presidente interino a partir de hoy, Mario Losada, y el jefe del bloque de diputados de la Alianza, Darío Alessandro. Estas presencias en un día de decisiones –sobre todo la de Alessandro, quien desde el alejamiento de Alvarez se convirtió en el negociador del Frepaso con el Ejecutivo– indican diferencias con el estilo que De la Rúa había mostrado desde que llegó a la presidencia. Desde el Frepaso, y también en sectores radicales, se quejaban porque en esas circunstancias solía encerrarse en el consejo de un círculo íntimo, ajeno a la coalición, del cual formaban parte su hijo Antonio de la Rúa, De Santibañes y el operador Enrique “Coti” Nosiglia.
Ayer, por lo que se supo, no estuvieron ninguno de los tres. Las otras señales que indican la toma de una dirección más “aliancista” y más acorde con las aspiraciones de la UCR y el Frepaso se pueden encontrar en las propias designaciones.
u Carlos Becerra: aunque mantiene una relación de amistad con Nosiglia, Becerra es también un dirigente radical –ex Coordinadora– con años de militancia y buena relación con Raúl Alfonsín. En su mandato también ocupó la Secretaría General de la Presidencia.
u Horacio Jaunarena: esta tendencia es aún más clara en el caso de Jaunarena, quien fue ministro de Defensa durante el alfonsinismo. El flamante secretario general es dirigente en la provincia en alianza con Federico Storani, Leopoldo Moreau y Juan Manuel Casella, quienes ayer festejaban la asunción de su amigo en un cargo clave por la cercanía con el Presidente y la relación que debe cultivar con el arco político.
u Nilda Garré y Marcos Makón: si bien Garré fue militante peronista y luego bordonista, hoy se distingue por su alineamiento con Chacho Alvarez. Makón es un ex cavallista que volvió a la función pública de la mano del ex vice que lo llevó al Senado. Ambos, entonces, no sólo deben considerarse frepasistas sino, más que nada, chachistas.
Es que Alvarez ya había adelantado que consideraba que la crisis política iniciada con los cambios de gabinete realizados por De la Rúa se cerraba con la renuncia de De Santibañes. Y el ex vice empezó a hacer gestos concretos de esa nueva etapa, como los que se verán hoy con la presencia de dirigentes frepasistas en el lanzamiento de la reforma política (ver página 4) y, una hora después, cuando dos de los suyos asuman importantes posiciones en el Poder Ejecutivo.
En las cercanías de De la Rúa esperan que el compromiso de Alvarez se afiance aún más con las próximas designaciones. Cuando el Presidente vuelva de España, estarán los candidatos del Frepaso a ocupar los casilleros aún libres, a saber: una secretaría en el Ministerio de Justicia, otra en Economía, más algún lugar en la SIDE y en la SecretaríaGeneral de la Presidencia. Y, por ejemplo, el candidato de Alvarez para el Viceministerio de Justicia es Víctor Vanini, un hombre sin antecedentes políticos de peso, pero que goza de su más absoluta confianza. Alvarez ya lo llevó al Senado, en donde Vanini actuó como prosecretario administrativo.
El Frepaso también colocará a un economista en la vicepresidencia primera del Banco Nación, cuyo presidente, ayer quedó confirmado, será Enrique Olivera. Hasta anoche estaba en duda que Olivera jurara hoy con el resto de los nuevos funcionarios, justamente, debido a que todavía no estaban designadas el resto de las autoridades del banco.
Pese a que las determinaciones se esperaban desde hacía días, a media tarde de ayer, todavía se decía que el Presidente recién tendría los nombres a la vuelta de su viaje a España. Con la excusa de la crisis de Medio Oriente y la posibilidad de que Buenos Aires se convirtiera otra vez en blanco de atentados terroristas, De la Rúa amenazaba estirar unos días más la larga agonía de De Santibañes en la SIDE.
Sin embargo, un par de datos lo llevaron a abandonar sus dudas. El Presidente temió que –como le pasó en su anterior gira por Estados Unidos, Canadá y China– un viaje armado pensando en la económico, como es el que emprende hoy, termine fagocitado por las peleas domésticas. El otro punto fue el llamativo perfil adoptado por De Santibañes desde que presentó su renuncia, cuando comenzó a hacer público el mal concepto que tiene del Frepaso, de la Alianza y de la “corporación política” en general. De la Rúa entendió que cada salida de su amigo millonario le significaba un nuevo costo político y decidió cortar por lo sano. En su puesto designó a Becerra que cambiará de despacho por tercera vez en diez días. No es el único record: Jaunarena será el cuarto secretario general en funciones en lo que va del mes.

Claves
Decidido a no repetir la experiencia de su viaje a Estados Unidos y China, cuando la crisis interna opacó los objetivos económicos de la gira, De la Rúa dio por cerrado el capítulo De Santibañes.
En su lugar colocó a Carlos Becerra, quien arrastra una larga historia con Nosiglia, pero también con Alfonsín. El desembarco de Jaunarena en la Secretaría General implica otro gesto al radicalismo bonaerense.
También se decidió la incorporación en dos viceministerios de dos frepasistas íntimos de Chacho Alvarez quien, en otro gesto de deshielo, no puso reparos a sus nombramientos.
En una muestra del clima aliancista que intenta recrear, De la Rúa tomó las decisiones en presencia de su nuevo jefe de Gabinete y también del frepasista Darío Alessandro, que goza de toda la confianza de Alvarez.

 

Tres figuras que ya son conocidas

Carlos Becerra.
Record de mudanzas

A esta altura, Carlos Becerra se debe haber acostumbrado al vértigo de las mudanzas. Hace apenas doce días dejó el cargo de viceministro del Interior para reemplazar a Alberto Flamarique, el más fugaz de los secretarios generales de la Presidencia de la historia argentina. Ahora deberá abandonar el despacho en el que todavía no terminó de acomodarse para suceder a otros de los salpicados por las denuncias del pago de sobornos en el Senado. El designado titular de la SIDE y reemplazante de Fernando de Santibañes es un alfonsinista histórico. Becerra fue parte de la vieja Junta Coordinadora de Córdoba. Integró el gabinete de Raúl Alfonsín. Está catalogado como uno de los dirigentes de mejor relación con el operador Enrique “Coti” Nosiglia. Desde el mismo momento en que se comenzó a barajar la salida de De Santibañes de la SIDE, el nombre Becerra se instaló como el de su seguro sucesor. Cordobés e hijo de un radical amigo de Alfonsín, el nuevo jefe de los espías tiene una larga militancia dentro de la UCR. Ingresó en la Franja Morada en 1968 y participó del Cordobazo. Se convirtió en una figura de peso dentro de la Juventud Radical de su provincia. En 1986, cuando ya era diputado nacional, Alfonsín lo sumó a su equipo de gobierno. Fue un nombramiento sorpresivo para todos, empezando por el propio Becerra, que tenía la valija lista para viajar a Nicaragua en representación de su partido y terminó marchando a la Casa Rosada. Asumió como secretario general de la Presidencia. Todavía estaba allí cuando los militantes del MTP coparon el cuartel de La Tablada. Por aquellos días avaló la posibilidad de que las Fuerzas Armadas fueran convocadas a participar en tareas de inteligencia sobre las agrupaciones políticas a las que el entonces presidente denominaba “ultraizquierdistas”. Tras el cambio de gobierno, Becerra volvió al Congreso como diputado. Hasta el año pasado, cuando el triunfo de la Alianza lo devolvió a los despachos del poder.

Enrique Olivera.
El amigo que vuelve

El presidente de la Nación y el flamante presidente del Banco Nación tienen una amistad vieja, sólida y ramificada en sus familias. Enrique Olivera se afilió al radicalismo de la mano de Fernando de la Rúa, la misma mano que, en alianza estrecha, lo llevó de cargo en cargo. Graduado en Harvard, jugador de rugby –fue campeón en la primera del Alumni–, socio de clubes de primera agua como el Jockey y el de Armas, abogado, directivo por largos años de la Fiat y del Banco Francés, miembro de las cámaras de fabricantes de automotores y de los banqueros, asesor de empresas, Olivera es un hombre de múltiples contactos en el mundo privado y en el político. Le viene de familia: su bisabuelo Domingo fue amiguísimo del primer presidente, Bernardino Rivadavia, y el casco de su estancia estaba en plena ciudad. Es el viejo Parque Olivera, hoy conocido como Parque Avellaneda. Que el bisnieto repitiera el modelo en materia de amigos se debe en parte a la relación “de siempre” que une a su mujer, María Carbó, con la primera dama, Inés Pertiné. En política, Olivera nunca terminó de ser tanto un hombre del partido como de De la Rúa. Fue director del holding de empresas públicas de Raúl Alfonsín y después fue su secretario de Turismo. Diputado nacional entre 1991 y 1995, acompañó al ahora presidente en la fórmula que ganó la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma. Heredó el puesto, brevemente, el día antes que De la Rúa asumiera en la Casa Rosada. Dejó en marcha proyectos “de gestión” como la extensión del subte, dejó pendiente el muy anunciado traspaso de la policía a la ciudad. Con la elección de Aníbal Ibarra, pasó al más modesto puesto de legislador porteño, aunque encabezando la lista y con protagonismo en la campaña. Fue apenas un “banco” hasta que lo llamaran de vuelta al ámbito nacional: siempre fue visto como una figura de recambio, el incondicional de un Presidente que sólo confía en muy pocos.

Horacio Jaunarena.
El ex de Alfonsín

La pasión por la política lo llevó desde una banca de concejal en la ciudad de Pergamino, en 1973, hasta las amplias oficinas de la Casa Rosada, donde a partir de hoy ocupará la Secretaría General de la Presidencia por la que pasaron, en sólo veinte días, Jorge de la Rúa, Alberto Flamarique y Carlos Becerra. José Horacio Jaunarena (57), abogado, ex diputado, hasta hoy asesor del Presidente, difícilmente vuelva a vivir tiempos tan agitados como los tres años que pasó al frente del Ministerio de Defensa, de junio de 1986 hasta fines de 1989. Fue en pleno gobierno de Raúl Alfonsín, cuando tuvo que lidiar con los sucesivos alzamientos carapintadas. También fue uno de los impulsores de las controvertidas leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Esos tres años le dejaron una excelente relación con los mandos de las Fuerzas Armadas. Relación que hoy, a más de diez años de aquellos hechos, todavía pone en evidencia cuando, bastante a menudo, opina públicamente sobre cuestiones militares. Hace dos meses, por ejemplo, alzó la voz para admitir que la detención en Italia del mayor retirado Jorge Olivera había producido “cierta inquietud en las Fuerzas Armadas”. Y el año pasado, a través del diario español El País, criticó al juez Baltasar Garzón, de quien aseguró que “no tiene ninguna competencia para avanzar por el camino que está avanzando”. Aunque para algunos su cercanía con el mundo castrense viene de mucho antes. En aquel lejano 1986, el entonces titular del bloque peronista en Diputados, José Luis Manzano, lo había bautizado como “el vocero de la corporación”. En los años del menemismo, se dedicó a dar cursos y escribir columnas sobre la “redefinición de las Fuerzas Armadas”. Se enfrentó con el ex ministro de Trabajo, Antonio Erman González, por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. A pesar de que, como De la Rúa, se opuso con fuerza al Pacto de Olivos, en setiembre de 1996 la suerte le tendió una mala jugada: su nombre apareció un una solicitada trucha de apoyo a Carlos Menem.

 

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