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ONCE MUERTOS AL CHOCAR DOS AVIONETAS EN PLENO VUELO, EN CHACABUCO
Final trágico para un bautismo aéreo

Dos avionetas Piper se tocaron en el aire y cayeron a tierra, una sobre el patio de una casa, la otra, en un descampado. Murieron todos sus ocupantes, entre ellos, cuatro niños y una familia entera. Creen que uno de los pilotos se encandiló con el sol.

t.gif (862 bytes)  En el vuelo de bautismo –esa pequeña fiesta típica de pueblo donde nunca pasa nada– terminó pasando lo peor. Las dos avionetas que habían partido del Aeroclub Chacabuco chocaron de frente y cayeron, una de ellas en el patio de una casa y la otra en un descampado, a las cinco de la tarde. Todos los pasajeros y los dos pilotos murieron: once en total, entre ellos cuatro chicos y por lo menos una familia completa. Las primeras versiones sobre las causas del accidente suponen que uno de los pilotos podría haber sido encandilado por el sol del atardecer. El intendente de Chacabuco decretó duelo municipal para hoy. En las últimas horas de ayer, mientras se esperaba la llegada de los peritos de la Junta de Accidentes Aéreos, una consternada multitud se había reunido en el lugar del desastre: “Nunca en esta ciudad se vio una movilización así”, dijo un testigo.
Desde las 12 del mediodía, las dos avionetas subían y bajaban desde el Aeroclub, ubicado a siete kilómetros del centro de Chacabuco. El vuelo de bautismo, ese breve paseo destinado a saber cómo es eso de navegar por el aire, costaba cinco pesos y las familias aprovechaban, en la tarde tan luminosa.
Precisamente la luz del sol fue, según fuentes del Aeroclub local, la causa probable del accidente: uno de los pilotos, cegado por el atardecer, no habría visto que el otro estaba demasiado cerca y se tocaron las alas. Por otra parte, testigos del accidente dijeron a la radio FM 2000, de Chacabuco, que los pilotos de las avionetas “hacían, para divertirse, cruces peligrosos entre sí”, antes del accidente.
Las dos avionetas Piper cayeron de inmediato. Una era un monomotor Archer, matrícula LV-AMF, que llevaba cinco pasajeros además del piloto; la otra un bimotor PA 34 Seneca, matrícula LV-VFB, donde volaban seis personas.
“Yo vine tan mal... Había muertos tirados por todos lados, fue una carnicería, nunca pasó algo así acá”, confió a este diario, desde la comisaría de Chacabuco, el oficial principal Miguel Angel Bauche. Una de las avionetas cayó, girando sobre sí misma, en un descampado a pocos metros de la avenida Elguea Román, cerca de la Ruta 7, a 12 cuadras del centro de Chacabuco. El bimotor cayó en el patio de una casa.
En el bimotor viajaba una familia entera: padre, madre y dos hijos varones de 5 y 12 años. En el otro había dos niñas de 4 y 9 años, su madre, de apellido Estéfano, y otras tres mujeres adultas.
En tierra no hubo víctimas, salvo “un perrito que estaba en el patio donde cayó una de las avionetas. Pero en realidad no sabemos si el perrito no lo llevaba uno de los chicos que iban en la avioneta, porque es frecuente que suban con mascotas”, comentó el oficial Bauche.
La dueña de la casa donde está el patio, de 70 años, fue la única persona que pudo ser atendida en el Hospital Municipal Nuestra Señora del Carmen: sufrió “una crisis de nervios e hipertensiva bastante severa”, contó Diego Abdala, médico de la guardia. Parte de los restos del avión habían saltado hasta la sala de la vivienda.
El Aeroclub de Bragado organiza festivales aéreos tres o cuatro veces por año. Incluyen acrobacia, paracaidismo o, como en este caso, vuelos de bautismo. “Va más o menos gente, según cómo esté el tiempo. Como hoy había sol, fueron muchas familias a pasar la tarde”, comentó para este diario Mario Bergoglio, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Chacabuco. El festival de ayer era especial porque constituía la primera de las celebraciones de la Fiesta Nacional del Maíz, que se inaugura el 1º de noviembre. Chacabuco, ciudad de unos 50 mil habitantes a 212 kilómetros de Buenos Aires, es un importante centro productor de ese cultivo y sede permanente de la Fiesta.
La investigación de las causas del accidente quedó a cargo del Juzgado Federal de Junín, actualmente a cargo del juez subrogante Carlos Alberto Ferreiro Tello, de Lomas de Zamora. María Cecilia McIntosh, secretaria en lo penal de ese juzgado, informó anoche a este diario que “estamos a la espera de que lleguen los peritos de la Junta de Accidentes de AviaciónCivil, dependiente de la Fuerza Aérea”, que viajaban anoche desde Buenos Aires.
Eugenio Costigliolo, ex secretario de seguridad de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), observó a este diario que “dada la velocidad de los aviones, su seguridad puede ser afectada por el sol o las nubes. Por eso, en regiones de alta densidad de tránsito aéreo se imponen controles con radar y otros instrumentos que vean más que los ojos del piloto. Cuando no se trata de un vuelo controlado, reglamentariamente la responsabilidad recae más en los pilotos, pero, en cuanto al accidente de Chacabuco, no conviene hacer especulaciones que pudieran ser injustas para los pilotos que fallecieron”.
A las 11 de la noche todavía se esperaba la llegada de los peritos y seguían rescatándose cadáveres. “Va haber trabajo hasta las 7 de la mañana, más o menos”, dijo una fuente policial. Centenares de personas se agolpaban junto a las cintas que preservaban el lugar del accidente. “Son todos vecinos de acá. Nunca se vio tanta gente junta”, agregó la fuente.
Anoche, los médicos y psicólogos del Hospital Municipal ofrecían contención a los familiares de las víctimas. El intendente de Chacabuco, Horacio Recalde, anunció que “se decretó duelo municipal. Somos una comunidad pequeña, nos conocemos entre todos y nunca habíamos sufrido algo tan dramático”. Hoy no hay clases en Chacabuco y las víctimas serán veladas en la sede de la Municipalidad.

Quiénes eran los pilotos
Un farmacéutico y un subcomisario piloteaban las avionetas que chocaron en Chacabuco. Ambos, según fuentes del Aeroclub de esa localidad, “contaban con toda la documentación y la experiencia necesaria, ya que los dos eran instructores de vuelo y estaban muy acostumbrados a volar”.
Leandro Limia, además de propietario de una farmacia en Chacabuco, era socio del aeroclub local, donde volaba todos los domingos. Tenía 30 años de edad y piloteaba habitualmente la avioneta Piper Archer con la que se accidentó ayer.
Quien conducía la Piper Seneca era el subcomisario Jorge Milanesi, de la división Delitos Rurales de la Policía Bonaerense. Vivía y trabajaba en Bragado, de cuyo aeroclub procedía la pequeña nave.

 

 

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