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Una sátira espacial que se ríe con
ganas del fanatismo de los trekkies
 

�Héroes fuera de órbita�, dirigida por Dean  Parisot, es una sabrosa comedia que se burla de las series del estilo �Viaje a las estrellas�.

Sigourney Weaver, rejuvenecida, sobresale en un gran elenco.
El film es editado directamente en video, sin pasar por los cines.

Por Horacio Bernades

t.gif (862 bytes) Con su maquillaje de alienígena, la calva surcada por prominencias y nervaduras de color salmón, el tipo se mira al espejo y empieza a sufrir. �¿Qué, ya empezó la comedia de todas las tardes?�, pregunta, en tono socarrón, uno de sus compañeros de elenco, sabiendo de memoria lo que viene. �¿Cómo puede ser que yo, después de años y años de Shakespeare, esté haciendo esto?�, se queja, sufre, gime sir Alexander Dane, el actor inglés que hace de alienígena �bueno� en Galaxy Quest, la más famosa serie de ciencia ficción de la televisión estadounidense. No saben todavía, sir Alexander y sus compañeros, que terminarán viviendo en una lejanísima galaxia, una aventura igualita a las que todas las semanas suelen vivir, de mentira, en su show televisivo. 
Esa es la premisa de Galaxy Quest, encantadora tomadura de pelo a las series de televisión estilo Viaje a las estrellas, y sobre todo al culto por ellas. Estrenada en Estados Unidos en la pasada Navidad, el sello AVH acaba de lanzarla directo a video, con el título de Héroes fuera de órbita. Dirigida por el canadiense Dean Parisot, la película tiene un elenco como para tomar nota. Quién otro sino el inglés Alan Rickman, que supo ser temible villano de la primera Duro de matar y a quien luego se vio en Sensatez y sentimientos y El precio de la libertad, podría ser el shakespereano sir Alexander Dane, siempre dado a los gestos más floridos, aun en las situaciones menos indicadas. Junto a él están Tim Allen (más conocido por su voz que por su aspecto, ya que es él quien le pone el vozarrón a Buzz Lightyear en Toy Story) como el narciso-que-hace-de-capitán-de-la-nave, el ascendente y siempre sobreexcitado Sam Rockwell (visto recientemente en Milagros inesperados) y también Tony Shalhoub, aquel fundamentalista de la cuccina all�italiana de Big Night. 
Falta la sorpresa de la noche. Totalmente rejuvenecida, rubísima, supersexy y en infrecuente papel de comediante, la teniente Ripley en persona: la señora Sigourney Weaver. Cada una de cuyas apariciones suele ser un pequeño acontecimiento, por lo escasas. En la ficción dentro de la ficción, todos ellos son los tripulantes del NSEA Protector, la nave espacial de la serie Galaxy Quest. Y de ficciones, simulaciones y representaciones va la cosa. Héroes fuera de órbita empieza dentro de la �cocina� del programa, allí en el vestuario, donde los miembros del elenco se preparan �algunos llenos de bilis, otros resignados, encantados los de más allá� para presentarse en una convención de questerians, nombre de los fans del programa, que remite obviamente a esos trekkies que adoran Star Trek. El elenco de Galaxy Quest tiene una composición prototípica: están los de bajo perfil y los de perfil altísimo, los que se odian, los que viven de la autopromoción y los que quisieran no estar allí. 
Ninguno de ellos ama demasiado a sus fans, adolescentes granujientos o con sobrepeso que se toman la serie demasiado en serio. Como esos cuatro nerds pálidos y aparatescos, vestidos con trajes espaciales y de movimientos robóticos. Saludan con fórmulas raras, dicen ser �termianos provenientes de la nebulosa Katu� y estar en problemas por culpa de un malvado llamado Sarris, monstruo verde y terrible que los quiere aniquilar. Grande será la sorpresa de nuestros héroes cuando descubran que todo ese disparate es estrictamente cierto. Para entonces, los miembros de Galaxy Quest ya han sido transportados a la nebulosa Katu, no hay forma de volver a la Tierra y frente a ellos gruñen Sarris y sus guerreros verdes, dispuestos a exterminar lo que se les cruce por delante. 
Todo, por culpa de la maldita televisión, cuyas ondas llegan hasta los más alejados confines del espacio. Y por culpa también de los crédulos termianos, para quienes Galaxy Quest no es una serie de ficción sino una serie de documentales sobre unos paladines que se dedican a ayudar a civilizaciones en desgracia. Es allí donde los actores de la serie, que conocen tanto de naves interestelares y batallas galácticas como puedeconocer el lector sobre el verdadero origen de los bienes de un senador argentino, deberán aprender rápidamente, si no quieren convertirse en cadáveres espaciales. Es allí también donde empieza la diversión de esta inteligentísima, sabrosa comedia sobre realidades y apariencias, dos órdenes que suelen chocar entre sí como planetas fuera de órbita. 

 

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