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EL GRUPO LA MOSCA SE PRESENTO POR PRIMERA VEZ EN OBRAS
En la cancha no se vieron los pingos

Los creadores del hit futbolero �Yo te quiero dar� disfrutan de su éxito en Europa, pero en su actuación más importante en Buenos Aires mostraron escasez de ideas y poco poder de convocatoria.

Por Roque Casciero

t.gif (862 bytes)  ”El show en Obras será un termómetro que nos incluirá o no dentro del fenómeno rock. En la cancha se ven los pingos. Si nos caemos, habrá que levantarse, sacudirse la tierra y salir silbando”, le dijo esta semana Guillermo Novellis, cantante de La Mosca, al Suplemento No de Página/12. El calvo y entrañable vocalista todavía debe estar limpiándose el polvo y silbando bajito, porque su banda hizo agua por varios costados durante su primera presentación importante en Buenos Aires. El grupo de Ramallo es un verdadero fenómeno en Europa (ver recuadro) y aquí ha cosechado simpatías entre un público poco habituado a consumir rock, más acostumbrado a tragar sin digerir lo que las compañías discográficas pautan en las radios. Con su música fiestera, y sus letras simples y bienintencionadas, La Mosca llega a diferentes generaciones. Y eso se vio en Obras: cuando sonaban los temas más conocidos (como el tribunero “Yo te quiero dar” o “Cha cha cha”), abuelos y nietos bailaban juntos. Pero si no se trataba de los hits, el estadio se apagaba de modo notable. Encima, el grupo estiró cada canción hasta el hartazgo, lo que le restó efectividad. La presentación de los músicos, por ejemplo, excedió los quince minutos, con solos individuales por demás innecesarios: la música de La Mosca no necesita de exhibiciones de virtuosismo (que, por otra parte, la banda no derrocha).
Los ramallenses también tienen buen ascendiente en el interior del país, donde todavía pisa fuerte el pop rock nacional de los años ‘80. Es que La Mosca mamó de esa fuente: sus canciones suenan como una mezcla entre lo que ofrecían en esa década Los Auténticos Decadentes, Los Pericos y Los Fabulosos Cadillacs, más algo de Los Enanitos Verdes. En vivo se hizo notorio que, además, arrastraron todos los trajinados y aburridos clisés de esa época.
Y si la popularidad de La Mosca en cuanto a ventas es un argumento indiscutible, hay que decir que eso no se notó en su show argentino más importante hasta el momento. Se podía caminar con cierta facilidad en Obras, a pesar de que el estadio se había achicado (sin populares) y de que había mucho público invitado.
Los miembros de La Mosca no parecieron prestar demasiada importancia a todo lo antedicho y disfrutaron de su Obras como si pensaran que nunca volverán a estar allí. Se dieron varios gustos, como invitar a una murga de Ramallo, a un cantante amigo de San Nicolás, y a miembros de Los Pericos, Kapanga y Super Ratones. Incluso subieron Ricardo Mollo (Novellis lo presentó como Oscar Mollo... ¡dos veces!) y Diego Arnedo, para un popurrí de temas de Sumo que el público recibió como si no supiera de qué se trataba y que, aunque parezca increíble, ni siquiera sonó muy interesante. En el final, La Mosca invitó a tocar a Fierita, el movilero de “Versus”, lo que terminó de dar la sensación de la Biblia junto al calefón. Un verdadero cambalache.

En Europa sí lo consiguen
2 son los discos que grabó la banda: Corazones antárticos y Vísperas de carnaval.
30 son los países en los que se ha editado el segundo álbum, incluidos Grecia, Alemania, Islandia, Tailandia, Arabia Saudita, Sudáfrica y Japón. En diciembre sale en Estados Unidos.
55 conciertos ha hecho la banda en España. Durante 4 meses transitaron entre 50 y 60 mil kilómetros en micro.
60 mil copias vendió Vísperas... en la Argentina.
300 mil copias logró vender en Europa (150 mil en España, 100 mil en Italia y 20 mil en Portugal).

 

 

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