Por Martin Kettle
*
Desde Washington
Al
Gore recibía anoche una intensa presión tanto de aliados
como de enemigos para que renuncie a las acciones legales y acepte el
recuento final de los votos en Florida cuando dentro de una semana termine
de ser compilado. Importantes políticos demócratas advirtieron
a Gore en una serie de mensajes, la mayoría privados pero algunos
públicos, que el sistema político norteamericano podría
no resistir la tensión a la que la sometería si persiste
con sus planes de desafiar el resultado de las elecciones en los tribunales
de Florida. Los líderes del partido están preocupados de
que el apoyo en la opinión pública para su desafío
contra el intento republicano de cantar victoria, actualmente de más
del 50 por ciento en las últimas encuestas, pueda mermar si Bush
es proclamado otra vez como ganador en Florida luego de que todos los
votos sean escrutados.
El Día-D en que se resolverá la incertidumbre post-electoral
parecería ser el viernes que viene, el último día
en que se recibirán votos emitidos por correo. Los republicanos
redoblaron la presión sobre Gore para que tire la toalla aun antes
de esa fecha. El observador oficial de Bush en Florida, James Baker, recalcó
que Gore debería admitir la derrota luego de que los medios informaran
que el segundo recuento había producido una pequeña ventaja
de 327 votos para el republicano. Es frustrante perder una elección
por un margen estrecho, pero puede ocurrir declaró el ex
secretario de Estado norteamericano en una conferencia de prensa en Tallahassee,
la capital de Florida. Por el bien del país y de nuestra
reputación en el exterior, la campaña electoral debería
terminar ahora para que comience una transición ordenada.
El equipo de Gore contraatacó afirmando que tales llamados estaban
fuera de lugar. El resultado aquí en Florida sigue estando
en duda, y seguirá estándolo por varios días más
subrayó el jefe de campaña, William Daley, también
en Tallahassee. Llamar a que se proclame un ganador antes de que
todos los votos sean tabulados con precisión es inapropiado.
Sin embargo, había un cambio en el tono y el énfasis de
las declaraciones de Daley. Ahora hacía hincapié en que
debía esperarse hasta que esté el recuento completo de los
votos y no mencionó cuestionar la legitimidad de la votación
en los tribunales. El cambio refleja lo delicado que es mantenerse inmóvil
en el actual estancamiento post-electoral, donde ambos bandos son muy
conscientes de que luchan por obtener la simpatía de la opinión
pública, además del respaldo judicial.
Entre los demócratas de alto nivel que, según trascendió,
aconsejaron cautela a Gore se encuentra el líder de bloque en la
Cámara de Representantes, Dick Gephardt, y dos senadores sin pelos
en la lengua: John Breaux, de Louisiana, y Robert Torricelli, de Nueva
Jersey. Ayer, este último hizo pública su posición:
Quiero que Al Gore gane esta elección, pero deseo más
que la gane alguien. Instaría tanto a Gore como a Bush a que piensen
en el país, en la continuidad de su gobierno, en su estabilidad;
y que eviten ataques tangenciales contra el proceso electoral.
Gore mantenía un perfil bajo, otra vez. Desde la madrugada del
miércoles sólo ha realizado un breve comentario público
sobre la elección. El vicepresidente ordenó a su equipo
de campaña que abandonara su sede en Nashville y se reagrupara
en Washington. El vicepresidente pasó el día en su residencia
oficial en la capital. Pero al mismo tiempo hubo informes de que su equipo
se preparaba para reunir de cuatro a cinco millones de dólares
para ayudar a financiar eventuales acciones legales. Daley dejó
en claro que los abogados de la campaña de Gore creían que
la votación en el condado de Palm Beach, en Florida, fue ilegal
a causa de la papeleta que se utilizó. Agregó que su conclusión
había sido tácitamente respaldada por el supervisor
de la elección, quien hizo circular un volante sobre el problema.
Se dice que la supervisora electoral del condado, la demócrataTheresa
LePore, quien ahora está en el ojo de la tormenta, habría
pasado todo el día de ayer llorando.
Hoy comenzará un recuento a mano en tres precintos del condado
de Palm Beach, en tanto que los demócratas buscan acumular pruebas
para impedir que los 25 votos electorales de Florida vayan para Bush.
Funcionarios en el condado de Volusia, cerca de Daytona Beach, también
han acordado realizar un escrutinio a mano. Ambos bandos eran optimistas
sobre sus posibilidades de capturar los votos postales. Los republicanos
contaban con las Fuerzas Armadas y algo del apoyo latino, mientras que
los demócratas aseveraban que los ciudadanos norteamericanos en
Israel y los soldados negros inclinarían la balanza a su favor.
Pero mientras la tensión en Florida se dilataba, ayer ya se veían
cálculos políticos de mayor magnitud. Algunos funcionarios
indicaron que podría realizarse un segundo recuento en el estado
de Oregon. Y los republicanos están preparados para exigir nuevos
escrutinios en Iowa, Nuevo México y Wisconsin, todos estados ganados
con escaso margen por Gore, si Bush así se los ordena.
Las últimas cifras oficiales sobre la elección del martes
seguían mostrando a Gore adelante en el voto popular a nivel nacional.
El demócrata tendría 49,11 millones de votos contra los
48,89 de Bush. El vicepresidente tiene un total de 260 votos electorales,
contra los 246 de Bush. Se requieren 270 votos para ganar. Y los 25 votos
de Florida y siete de Oregon siguen sin decidirse.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
DUDAS
SOBRE LOS RESULTADOS EN OTROS ESTADOS
Paren las rotativas (capítulo 58)
El desafío lanzado por
Gore contra los resultados electorales en Florida abrió una verdadera
caja de Pandora en los estados donde la votación fue estrecha.
Tanto es así que ayer las cadenas CNN y NBC quitaron a Nuevo México
de la lista de estados donde ganó Gore, debido a un margen escueto
y a que 2 mil votos no fueron escrutados por un error informático.
Y en los estados de Iowa y Wisconsin se realizarán nuevos recuentos
a causa de la escasa diferencia en los votos recibidos por cada candidato.
Lo sucedido ayer reforzaba la impresión de que las cadenas de televisión
habían vuelto a las andadas. Luego de desdecirse repetidas veces
durante la votación del martes, ayer CNN y NBC decidieron colocar
a Nuevo México (con cinco votos electorales) en la columna de los
estados donde el resultado no podía predecirse con certeza. ¿Por
qué tardaron tanto en hacerlo? En un principio trascendió
que Gore lideraba la votación en ese estado por 6800 votos, pero
que nada menos que 65 mil no pudieron ser contabilizados por un error
en el sistema automatizado. Más tarde, sin embargo, la CNN afinó
las cifras a un margen tan estrecho que resultaba increíble. La
cantidad de votos que no fueron escrutados habría sido de 2 mil,
pero la ventaja de Gore sería aun menor: de apenas 106 votos. Y
los 2 mil votos ausentes habrían sido de un distrito predominantemente
republicano. Por lo tanto, existiría una buena posibilidad de que
Gore pierda completamente al estado de Nuevo México. En ese caso,
en base a los resultados conocidos hasta ahora, Gore se quedaría
con 255 votos electorales, contra 251 de su oponente.
Pero, pase lo que pase en Nuevo México, la situación en
los otros estados es demasiado fluida como para predecir cómo será
el mapa electoral en los próximos días. En Oregon, donde
todos los votos fueron entregados por correo, Gore mantenía hoy
una ligera ventaja sobre Bush, pero no la suficiente como para evitar
un segundo recuento. En Iowa que, como Oregon, tiene siete votos
electorales, los republicanos pusieron en duda una victoria de Gore
que se cifra, según el primer conteo, en nada más que 4949
votos de un total de 1,3 millón emitidos. El partido de Bush también
cuestionaba el resultado en Wisconsin, con 11 votos electorales, donde
la ventaja de Gore fue de tan sólo 6099 votos, de un total de 2,6
millones emitidos. Habrá que mantenerse en sintonía.
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