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La Intifada empieza a desinflarse y
los palestinos apuntan a Arafat

El altísimo precio de los enfrentamientos está debilitando la Intifada de Arafat y puede ser lo que lleve a reanudar las negociaciones.

Un israelí hace la señal de la victoria desde uno de los tanques que apuntan a los palestinos.

Por Suzanne Goldenberg *
Desde Beit Jala, Belén

Yasser Arafat ordenó a los comandantes de sus milicias que dejen de disparar desde ciudades y localidades palestinas luego de que la población civil se quejara de intolerables bajas y sufrimientos, según pudo saber este diario ayer. El líder palestino ordenó el miércoles a sus lugartenientes del movimiento Fatah que cesaran el fuego. En el suburbio de Beit Jala en Belén, azotado por los tiros de tanques y ametralladoras israelíes, Arafat realizó una intervención personal casi sin precedentes al telefonear al patriarca cristiano, monseñor Michel Sabbah –el más alto representante de la Iglesia Católica en Tierra Santa–, para arreglar un encuentro con sus comandantes de Fatah.
Entre los palestinos se percibe una desesperación creciente ante el precio de las diez semanas de levantamiento. La gran mayoría de los 300 muertos y 10.000 heridos son árabes; la mitad de la población ha perdido el trabajo y hectáreas enteras de olivos y otros cultivos fueron arrasados por bulldozers del Ejército israelí. El inesperado encuentro de anteayer en Beit Jala, una localidad poblada mayoritariamente por árabes cristianos, fue el esfuerzo más decidido de detener los tiroteos en áreas bajo el control de Arafat. Monseñor Sabbah y cuatro alcaldes locales se reunieron con el comandante de área de Fatah y llegaron a una conclusión unánime. “No es una decisión militar, o una decisión política. Es una decisión tomada por las necesidades del pueblo”, explicó Kamal Hmeid, el comandante de Fatah en Belén: “La mayoría de los palestinos quieren continuar con la Intifada, pero sin numerosas bajas y daños. Están diciendo en voz alta: ‘Por favor encuentren otro método porque no podemos seguir así’”. La misma orden fue emitida a los comandantes en las ciudades cisjordanas de Hebrón y Ramalá, y en la Khan Yunus en la Franja de Gaza.
El intento de evitar que los civiles palestinos sufran más bajas es un asunto delicado. Los milicianos no tienen un mando central: el Fatah está organizado regionalmente; sus miembros responden a los comandantes locales y sólo obedecen indirectamente a Arafat. Una operación militar israelí, como más ataques misilísticos o el asesinato de líderes de Fatah, podrían sabotear los esfuerzos de Arafat de llevar el levantamiento por vías menos letales. Dos órdenes previas de suspender los disparos desde áreas residenciales en Beit Jala y otras localidades sólo fueron obedecidas por algunos días. El miércoles, el comandante Hmeid imploró a sus bandas que obedecieran el cese al fuego. “Ya sé que no es fácil parar”, admitió.
El motivo detrás de la orden fue el sufrimiento de los civiles atrapados por los milicianos palestinos de un lado y el bombardeo desde los tanques israelíes por el otro. Los alcaldes y notables locales asediaron al líder palestino con faxes y pedidos de detener a los milicianos. “No hay razón para usar las viviendas de los ciudadanos para esto”, enfatizó Raji Zeidan, alcalde de Beit Jala, donde 300 casas fueron dañadas por el nutrido fuego israelí. Pero agregó que “al mismo tiempo no podemos justificar la acción de Israel”.
En general los palestinos sufren de “fatiga de intifada” por la pérdida de vidas y el costo económico del bloqueo de Cisjordania y Gaza. Factores religiosos –el mes sagrado musulmán de Ramadán y la cercanía de la Navidad para los árabes cristianos– también están restando impulso al levantamiento. Hussein Shaikh, quien lidera las milicias Tanzim en Ramalá, dice que “hay una reducción palpable en el nivel de confrontación. Esta intifada está ocurriendo en olas y ahora los palestinos piensan más en las características de la acción”.
Pero también están pensando en las características de sus líderes. En el campo de refugiados de Balata, en las afueras de Nablus, los hombres armados abandonaron la Intifada de Arafat hace dos semanas, luego de presentir que su líder estaba listo a retomar las negociaciones con Israel. Lo acusan de estar demasiado dispuesto a recobrar lo que queda delproceso de paz. El líder local del Fatah, Hussam Khader, no dio rodeos: “La Intifada ya se ha detenido. Descubrimos que todo terminará en la mesa de negociaciones y seremos los primeros nombres en la lista negra de la Autoridad Palestina luego de que Arafat llegue a un arreglo. ¿Para qué debemos arriesgar nuestras vidas para que unas pocas personas se enriquezcan?”. En los campos de refugiados hay una ira creciente ante las versiones de que 50 altos oficiales de la AP abandonaron, o evacuaron a sus familias, de Cisjordania y Gaza luego del comienzo de la Intifada a fines de setiembre. Los informes incitaron la furia de los palestinos comunes por la corrupción de sus líderes.
Ese resentimiento, puesto a un lado cuando comenzó el levantamiento, volvió a la superficie esta semana cuando los empleados de la AP descubrieron que sus salarios habían sido debitados de un “impuesto de Intifada” de 50 dólares. En Huizme, un pueblo a la sombra de un asentamiento judío en un suburbio al norte de Jerusalén, la ira de Jalila Suleiman Salahaddin ha estado creciendo desde que el 3 de noviembre enterrara a su primogénito, Mahmoud Abdul Jawad Sayeed: “Los tipos grandes, los líderes, comprarán autos, comprarán mansiones y vivirán una vida muy feliz. Pero nosotros, la gente común, no podemos hacer nada más que arrojar piedras. Piense en estos altos funcionarios abandonando el país y yendo al extranjero. No están comprometidos con la tierra. Creo que somos mejores que ellos”.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.

 

Parte de guerra

Yasser Arafat habría ordenado a sus milicias que dejaran de disparar desde localidades palestinas. Se vio presionado a tomar esa decisión por la situación de la población civil atrapada en el fuego cruzado entre francotiradores palestinos y tanques israelíes. Se percibe una ira creciente de la población palestina por la corrupción de sus líderes.
Dos palestinos murieron y 27 fueron heridos ayer por el levantamiento. Cinco israelíes, incluyendo un soldado, fueron heridos.

 

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