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Al soccer de los Estados Unidos
ya no hay blindaje que lo salve

Desde el Mundial de 1994, lleva perdidos unos 250 millones de dólares, y la TV bajó de 6 a 2 los partidos que televisa en directo.

Las chicas norteamericanas, campeonas del mundo.
Michelle Akers fue la mejor de la historia.


Los Estados Unidos suman ingredientes como para que en América latina sean considerados otra república bananera: no sólo tardan un mes para decidir quién será el presidente sino que tampoco consiguen hacer del fútbol la pasión de multitudes que resulta ser debajo del río Grande. Desde el Mundial de 1994, que la FIFA hizo jugar en el país para dar el puntapié inicial a lo que creían sería uno de los negocios más fabulosos de la historia del deporte, la Liga Profesional de Soccer (MLS) lleva acumuladas pérdidas por 250 millones de dólares.
Los abogados de la MLS denunciaron en un juzgado de Boston, allí donde la Selección Argentina jugó sus primeros partidos en el Mundial �94, que desde el comienzo de la Liga, en 1995, se perdieron 250 millones de dólares, y advirtieron de los graves problemas por los que atraviesa su organización. La declaración se hizo luego de que ocho futbolistas presentaran, en ese juzgado, una demanda antimonopolio contra los directivos de la MLS y la Federación de Fútbol de Estados Unidos.
Los jugadores aseguran que la estructura de la Liga no les permite la libertad de mejorar ni en el plano económico ni en el deportivo al tener que sujetarse a las decisiones que sobre su futuro imponen los directivos de la MLS con una filosofía de �o aceptás o no jugás�. 
Los argumentos de ambas partes fueron escuchados ante el juez que lleva el caso, y la conclusión extrajudicial que salió de los mismos es que el fútbol profesional en los Estados Unidos se encuentra en una encrucijada muy difícil de superar ante la pérdida continua de dinero, de credibilidad en su organización e interés de los aficionados. 
Un abogado de la Federación de Fútbol de Estados Unidos dijo que los jugadores se �han equivocado� al pretender considerarse como el resto de los futbolistas que juegan en las ligas de Europa, o como los deportistas de otras especialidades más rentables en los Estados Unidos. �No tenemos el dinero del básquetbol, el fútbol americano, el béisbol, el hockey y las carreras de autos de la Nascar, pero sí tenemos los medios necesarios para progresar e intentar establecernos como una liga productiva �destacó el abogado Paul Robbins�. Lo único que pedimos es que se nos dé una oportunidad.� 
El problema grave es que la oportunidad fue dada mucho antes que comenzase el Mundial de Estados Unidos para que la MLS hubiese empezado con lo más elemental como era la construcción de uno o dos estadios exclusivos para el fútbol, lo que nunca se hizo, ni siquiera como símbolo de la gran competencia que se iba a disputar. 
La falta de claridad en los objetivos a conseguir con la estructura de la MLS, diseñada por Alan Rothenberg, presidente del Comité Organizador del Mundial y actualmente miembro de la FIFA, ha comenzado a pasar factura a los nuevos directivos, que tuvieron que cambiar la filosofía inicial de contratar a jóvenes jugadores procedentes de Centroamérica, Sudamérica y Africa. 
Sólo con la excepción del boliviano Jaime Moreno, la MLS no ha podido conseguir jugadores de 22 años con talento que estén esperando jugar para un equipo estadounidense. La opción de contratar a jugadores que ya están en declive de su carrera profesional era la segunda y no siempre ha dado el resultado que se esperaba, como sucedió con el caso del alemán Lothar Matthaeus y su frustrante paso por el MetroStars de Nueva York y Nueva Jersey. Del fútbol argentino no fueron, precisamente, las estrellas: se recuerdan los pasos por la MLS de jugadores como Diego Soñora (ex Boca), Alberto Naveda (ex Boca) o Ricardo Gori (ex Central). Claudio Caniggia entrenó un tiempo con los Miami Fusion, pero nunca jugó oficialmente.
Los jugadores europeos todavía siguen pensado en el fútbol de Estados Unidos como la época dorada del Cosmos de Nueva York, en los años �70, cuando los que jugaban se convertían de inmediato en millonarios, con estrellas como Pelé, Franz Beckenbauer o Giorgio Chinaglia. Aquel experimento murió carente de interés a mediados de los �80; el Mundialpretendía revivir ese espíritu, pero ahora aquellos destellos de bonanza económica están desaparecidos.

Y la mejor es de ellos

La ex jugadora de la selección de Estados Unidos, Michelle Akers, fue reconocida ayer como la mejor futbolista de todos los tiempos. �Este premio representa para mí un honor excepcional y me siento enormemente reconocida�, dijo Akers. Bajo su liderazgo, la selección femenina estadounidense de fútbol logró dos Mundiales (1991 y 1999) y un título olímpico (1996). En sus quince años de carrera disputó 153 partidos internacionales en los que marcó un total de 105 goles. El año pasado fue nombrada por la Concacaf y por la FIFA como la Jugadora del Siglo.

Menos de 14 mil hinchas 

Los problemas de la MLS no se agotan en la falta de buenos jugadores: el generar mayor interés entre los aficionados es todavía más difícil y, como admitió el comisionado Dan Garber, la pérdida de asistencias de espectadores a los estadios se repitió una temporada más. 
Al finalizar la quinta temporada oficial de la Liga, el promedio de asistencia a los partidos de la MLS fue la más baja de todas, con sólo 13.756 espectadores, inferior a la de 14.282 que tuvieron en 1999. 
Ni siquiera las buenas actuaciones del seleccionado femenino de fútbol de los Estados Unidos �una de las potencias del rubro, medalla de oro en Atlanta �96 y actual campeón del mundo� consiguen despertar expectativas entre el público, poco afecto a espectáculos deportivos en los que puede no haber un ganador.
La cadena de televisión ABC, que se había comprometido a transmitir a nivel nacional seis partidos durante la Liga, anunció que reducirá el número de partidos a televisar a sólo dos, ante la falta de audiencia y la pérdida de contratos de publicidad.
De nuevo, Garber, como habían hecho sus antecesores en el cargo, dijo que su objetivo prioritario para la temporada del 2001 sería motivar a los aficionados para que acudan a los estadios, aunque no explicó cómo hará si mantiene la filosofía de equilibrar las necesidades de los jugadores, que cada vez le piden más, con los recursos económicos de que dispone, que cada vez son menores. 
De hecho, el grave inconveniente que se le plantea a la MLS con la decisión de la ABC de reducir la transmisión de los partidos es que no podrá cumplir con la promesa que les hicieron a los sponsors sobre una mayor exposición dentro del mercado nacional de la publicidad. 
Con la pérdida de la transmisión de cuatro partidos, la MLS será responsable de cumplir con la cláusula de �tener buen espacio de tiempo� o reducir el valor del patrocinio. Si la MLS no puede ofrecer mayor presencia en la televisión nacional, tendrá que devolver parte del dinero que ya le pagaron por adelantado los sponsors y que, por lo que dijeron sus abogados, ya ha sido gastado y perdido. 

 

 

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