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PABLO GERCHUNOFF, JEFE DE ASESORES DE ECONOMIA
“La Argentina ahora tiene una estrategia de
crecimiento viable”

¿Qué le traerá el blindaje a un kiosquero? ¿Y a una empleada pública? ¿A un remisero? El principal asesor de Machinea intenta dar respuestas a esos enigmas. Y describe en cada caso cómo habrá de mejorar su vida el círculo virtuoso de la economía. También explica su error de diagnóstico para el 2000.

Por M.W.

Hablar con un economista de primer nivel acerca de la gente común no es un ejercicio sencillo. Ni usual. Página/12 intentó hacerlo con Pablo Gerchunoff, jefe de asesores del Ministerio de Economía, posiblemente el mejor comunicador del equipo de José Luis Machinea. Trató de imaginar con él de qué les sirve el blindaje a algunos de hipotéticos personajes de clase media: un kiosquero, una empleada pública (pelirroja para más datos), un productor de vinos del interior y el dueño de una batata hecha remise. Gerchunoff pintó un futuro mejor que el pasado, aunque dejó en claro que no sabe cuándo comenzará a sentirse mejor la gente de carne y hueso. Pero, se entusiasma, “si todos creemos que tenemos una estrategia de crecimiento viable, la reactivación vendrá casi sola”. El diálogo ocurrió por radio, en el programa “En la vereda”, de Radio Ciudad, que conduce Quique Pesoa. He aquí sus tramos esenciales.
–¿Qué le va a pasar a José Yunyun, el kiosquero de la esquina, de Sarmiento y Montevideo? Vive más o menos al día, pero no puede hacer stock, porque está muy justo, hace un año que está en mora con el monotributo y este año ha sido duro para él, porque ha habido una contracción en la venta de cigarrillos.
–A José Yunyun, lo único que puede mejorarle el nivel de vida es que la economía crezca. La pregunta es si hay algún vínculo entre el blindaje y el crecimiento de la economía. Creo lo hay y muy fuerte. Punto uno: el blindaje no fue para “salvar a los acreedores”, como dirían los fundamentalistas ortodoxos republicanos. Es para evitar una situación muy crítica que venía asomando en la economía argentina: el riesgo de que no pagara la deuda. Si no pagaba la deuda, la situación de José Yunyun iba a ser mucho peor: las tasas iban a ser más altas, los stocks se iban a volver carísimos, el desempleo iba a ser más alto, la gente iba a gastar menos y, como consecuencia la vida de él, de su familia y de sus amigos iba a empeorar. He ahí el primer aspecto del blindaje: su carácter preventivo, evitar un mal mayor. Lo segundo es que los bancos les prestan a quienes tienen plata y si nosotros ahora –blindaje mediante– tenemos plata barata, los banqueros se van a sentir tentados a prestarnos más barato. Gradualmente va a bajar más la tasa de interés. No se tratará de haberle evitado un mal mayor a José Yunyun: eso tiene un efecto sobre ese crecimiento y le va a mejorar la vida porque va a vender más chocolatines y cigarrillos.
–Mi prima la pelirroja, que es empleada pública y ganaba un sueldo pasable, tuvo un recorte este año. ¿Qué puede esperar para el 2001?
–Que no tenga ningún nuevo recorte y que mantenga el empleo.
–¿Es una expectativa entusiasmante para mi prima, que ya sufrió un recorte, es separada y encima el ex marido no le pasa alimentos?
–No, cero de expectativa entusiasmante como consecuencia del blindaje. Pero hay que mirar la dinámica que estoy contando; aun para un empleado público la vida es más feliz si toda la economía privada se moviliza. Uno no puede tomar al sector público como una isla. A ella le va a ir mejor porque justamente a la economía como conjunto le va a ir mejor. Y va a tener mejores salarios, porque habrá mejorado la productividad del sector público... o su marido, que trabajaba en una empresa, le va a pasar alimentos. Es muy probable que su marido tenga un trabajo, o que tenga la seguridad que va a conservar el trabajo, tal vez le va a pasar alimentos.
–El marido de la pelirroja se llama Jaime Bergantín, fue empleado público, pero sacó un retiro voluntario, compró un remise, no lo puede amortizar, y en cuatro o cinco años se le va a hacer crema el remise...
–Si usted me cree que la economía va a crecer, y que los recursos inexplotados de la economía se van a poner en movimiento; que va a haber un proceso de desarrollo, que no parte del blindaje sino de tener una estrategia de crecimiento viable en la Argentina... entonces la vida será mejor.
–¿Existe esa estrategia?
–Sí. Para entenderla, hay que partir justamente de eso que menos explotamos nosotros. Cuando uno se mira a sí mismo, de pronto se da cuenta de que ciertas cosas que no está explotando lo suficiente; que uno en vez de diez cuadras puede correr veinte, o puede nadar diez piletas en vez de cinco. Voy a dar algunos ejemplos: ninguna economía en un mundo abierto puede crecer si no invierte y no exporta. ¿Qué hicimos desde octubre? Bajamos los impuestos a la inversión 2000 millones de pesos y aumentamos la rentabilidad de la inversión casi 20 por ciento. Es un cambio dramático y muy importante, que no pudo ser apreciado del todo, porque se produjo contemporáneamente con la crisis política derivada de la renuncia del vicepresidente. Además, no se trata sólo de invertir. ¿Sabe que la Argentina es el país más cerrado del mundo en términos de exportaciones?
–¿Qué significa eso?
–Que es el país que menos exporta en relación con su ingreso. No hay ningún país en el mundo, salvo Brasil, que exporte tan poco.
–¿Por qué?
–Porque la Argentina no ha desarrollado un abanico de bienes para exportar más amplio que vayan más allá de la vieja Pampa húmeda. Déjeme ponerles ejemplos: el Asia oriental importa 800 mil millones de dólares, casi tres veces lo que produce la Argentina. ¿Saben cuál es la participación argentina en las importaciones de esos países? Les exporta un cuarto de un punto porcentual. La Argentina le vende el medio por ciento de las importaciones totales de alimentos a Japón. Brasil y Chile, que no son países alimentarios por excelencia, le exportan más. ¿Sabe por ejemplo que Brasil exporta más a los Estados Unidos que la Argentina? ¿Pero que también exportan más a Estados Unidos Colombia, Venezuela, Chile, Costa Rica, República Dominicana y Honduras?
–Una duda: ¿con Estados Unidos no pasa que la economía argentina es bastante similar, competitiva y no complementaria?
–Sí, pero ése es un punto pasivo, porque parte de que no podemos diversificar nuestra estructura productiva para generar algunos bienes que sí le podamos vender a Estados Unidos. Es cierto que trigo y maíz no, y que soja tampoco. ¿Por qué no vinos finos, productos orgánicos? ¿Por qué no productos de minería? ¿Por qué no productos del complejo maderero de la Mesopotamia? ¿Por qué no la nueva industria, que aumentó su productividad en los últimos años de la década del noventa?: aluminio, siderurgia, petroquímica, turismo. Este conjunto de productos, que va más allá de la tradicional Pampa húmeda, puede significar un incremento de 20 mil millones de pesos en las exportaciones argentinas.
–Tengo un amigo en el sur que produce vinos. Se está fundiendo porque no puede competir con los precios de los chilenos. ¿Cómo hace?
–Es muy sencillo como problema y es muy difícil como solución. Una pata importantísima de una estrategia de crecimiento en la Argentina es la reducción del “costo argentino”.
–Pero labura sólo mi amigo, no tiene empleados...
–Pero compra cosas, porque si no, no sería posible que se fundiera. Debe consumir energía, debe haber bienes que consume y necesita para la producción, y hay que abaratárselos mediante una desregulación arrasadora de la economía argentina monopólica. En una economía de monopolios, su productor no tiene manera de salvarse. En una economía en la que ataquemos a los monopolios para que bajen los precios, va a tener un destino. Ahora, un país necesita un poco de buena fortuna. Un poco de suerte, un tiro para el lado de la justicia (risas). Argentina puede crecer sostenidamente al 5 por ciento anual, bajar la tasa de desempleo y la pobreza.
–El Gobierno, usted mismo, habló hace doce meses de una perspectiva de crecimiento para el 2000 que no se dio.
–Yo traté de transmitirle una perspectiva a largo plazo. ¿Sabe cuál fue el principal error del equipo económico durante el año 2000?
–...
–Haber hablado más de reactivación que de crecimiento. Haber esperado cada mes la encuesta de producción industrial para ver si se producía la reactivación. No haberle dado a la gente una perspectiva de futuro, porque cuando a la gente no se le puede dar bienes materiales inmediatos, al menos hay que darle una esperanza. Argentina tiene un proyecto posible de crecimiento. Y si todos creemos que hay un proyecto, la reactivación viene prácticamente sola.
–Es una cuestión de fe...
–Es una cuestión de expectativas, como se dice ahora. No quiero decir una cuestión psicológica.
–Si hay una estrategia de crecimiento, se espera que algunos sectores en especial evolucionen pronto y traccionen al resto...
–Acabo de mencionar varios: el complejo maderero, la minería, la nueva economía. Me preguntan si es posible que estos sectores traccionen a la economía. Estos sectores le dan solvencia a la economía, pueden producir para el mundo, pueden motorizar las exportaciones, y cuando todos veamos que la Argentina es un país solvente en un sentido profundo, no sólo que pueda pagar el bono mañana, sino porque les puede ofrecer un proyecto a todos los argentinos, entonces los argentinos empiezan a consumir. Y nosotros vamos a decir que la tracción es el consumo.
–¿Cuándo se va a empezar a sentir una “sensación térmica” muy distinta de la malaria actual?
–Usted es muy ansioso.
–Vivo, trabajo y consumo acá. Y quiero que mi prima la pelirroja sonría.
–No voy a contestar esa pregunta: es la pregunta que un economista, y más uno metido en la economía política, no puede contestar. Sólo puedo decirle: esto va para adelante, para crecer y para crear empleo. Ahora, si va a pasar el mes que viene o dentro de cinco meses, es una cosa que no puedo contestar. Me encantaría hacerlo, convertirme en gurú y decir: “el 23 de abril de 2001 la colorada va a encontrar un destino de grandeza”. Pero no lo puedo decir.

 

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