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         PERSONAJES 
         
           Yo fui testigo 
           
          
          Leda 
          Valladares tiene más de noventa años y ha decidido retirarse 
          de la vida pública. Dio a Las/12 la última entrevista, 
          en la que desgranó pausada y amorosamente sus andares por el 
          norte redescubriendo y recopilando bagualas y vidalas, desentrañando 
          un misterio que después compartió con muchos otros músicos. 
          Algunos de ellos opinan aquí sobre el papel que Leda desempeñó 
          en sus propias carreras y en la historia musical argentina.  
          
        Por 
          Betina Fernández Matti 
         
          Después 
            de más de cinco décadas de trabajar en la recolección 
            y preservación del folklore del noroeste, Leda Valladares siente 
            pánico frente a los fenómenos populares que pueden arrasar 
            con lo poco que queda de ese pasado. Inculcó el canto con caja 
            a músicos del rock como Gustavo Santaolalla, León Gieco, 
            Fito Páez y Pedro Aznar. En junio publicó, no sin esfuerzo, 
            Cantando las raíces donde deja registro, a la manera de un 
            antropólogo intuitivo, las coplas anónimas de una zona 
            recorrida por una geografía despiadada y bella al mismo tiempo, 
            donde sus pobladores mantienen las tradiciones, como el tesoro más 
            preciado. Leda Valladares nació en Tucumán, y su adolescencia 
            transcurrió entre el blues y compositores de música 
            clásica que fueron entregados en dosis exactas por su padre. 
            Antes de mirar el mundo me puse a oírlo. Por mi padre, 
            tocando y cantando entré al follaje de la música, 
            dice. 
            Antes de cumplir los veinte años, formó su primer grupo 
            de música, con unos amigos: F.I.J.O.S (Folklóricos, 
            Intuitivos, Jazzísticos, Originales y Surrealistas). Con el 
            seudónimo de Ann Key comenzó a cantar jazz y esos amigos 
            que la acompañaban, adolescentes también, eran: Adolfo 
            Abalos, Manuel Gómez Carrillo, Enrique Mono Villegas, 
            Gustavo Cuchi Leguizamón y Louis Blue. Artistas 
            todos de un talento irrefutable, que se desplazarían a lo largo 
            de sus carreras profesionales y se convertirían en referentes 
            musicales de artistas por venir. Pero en esa época, la música 
            era casi un juego y Leda cuenta que ella cantaba en inglés 
            por fonética. Un día se cruza con su profesor de inglés 
            y muy sorprendido le comenta que la había escuchado en la radio, 
            pero sinceramente no le entendí lo que decía. 
            Era claro que sus clases no habían resultado muy exitosas, 
            pero Leda sonrió en silencio. A los 21 años descubre 
            esa música mágica y misteriosa que son las bagualas 
            y a partir de allí no se detendrá en recuperar ese canto 
            anónimo de los valles y los montes. Ese trabajo minucioso sigue 
            siendo hoy en día uno de los pocos realizados con la rigurosidad 
            científica que se exigiría. Es injusto querer clasificarla, 
            ya que su obra va desde la recolección y registro de esos cantos, 
            composición de música para niños, así 
            como boleros, baladas y blues en 1964 la registró en 
            un disco llamado Solamente. Además, musicalizó 
            infinidad de obras de teatro y cine y documentales. En los años 
            70 comienza a construir los puentes entre jóvenes músicos 
            y cantores de campo y luego compartir escenarios y grabar discos con 
            músicos de rock. La cualidad innata para la combinación 
            llevó a sonidos con texturas que, hasta ese momento, parecíanincompatibles. 
            Lo que está debajo o quizás por encima de todo eso es 
            el amor y la pasión de alguien que sintió el llamado 
            de la madre tierra y, cuando América se despertó ante 
            sus ojos, no dudó un instante y acudió a su llamado. 
            El termómetro en la ciudad de Buenos Aires sigue severo con 
            sus marcas, y no perdona la ocasión; frío y humedad 
            son su respuesta. Al traspasar el umbral de la puerta, unos profundos 
            ojos azules, inmensos como los valles que tantos años fueron 
            su paisaje cotidiano, miran desde un rostro que transmite una serenidad 
            imperturbable. En la charla, cálida y emotiva, Leda hace desaparecer 
            el tiempo cronológico. Sólo la acompaña su música 
            en solitario, pero con la tranquilidad de quien ha vivido la vida 
            con verdadera intensidad. En su última entrevista a un medio 
            de comunicación, ya que ha decidido retirarse de la vida pública, 
            conversó con Las/12 en su casa sobre su obra, su vida, las 
            incontables anécdotas que ha ido coleccionando y sus preocupaciones: 
            lo que la aterra del futuro incierto y dudoso de este país 
            y el peligro de olvidar el pasado. 
          El 
            Mapa Musical Argentino 
               
            ¿Cómo y cuándo descubre la música del 
            noroeste, las bagualas, las vidalas y otras tantas melodías? 
             
            Durmiendo. Estaba en Cafayate, Salta. Era una noche de Carnaval, yo 
            tenía 21 años y allí descubrí la baguala. 
            Me desvelaron tres mujeres que se detuvieron frente a mi balcón. 
            Yo nunca había oído hablar de la baguala y entonces 
            me parecía que tenía que ser algo muy misterioso, muy 
            poderoso. Después de escucharlas me prometí recuperar 
            semejante regalo de la tierra. Eran rastros de una canción 
            que tenía muchos siglos y se estaba descolgando, estaba desapareciendo. 
            Salí a buscar los vestigios de este milagro que hasta ese momento 
            desconocía. A mí nunca me había tocado encontrar 
            la voz agreste y salida de la montaña. Pero era un grito muy 
            solitario, y ya ese pobre grito estaba tan viudo, tan solo, que daba 
            pánico. Entonces tomé una especie de conciencia bastante 
            trágica. Un país que estaba al borde de perder su historia, 
            sus tradiciones, y nadie se daba cuenta de que todo eso se estaba 
            muriendo o que ya estaba muerto.  
            ¿Y cuándo toma la decisión de registrar esas 
            melodías y hacer el Mapa Musical Argentino? 
            Surge cuando yo salgo a los campos y oigo esos cantos que están 
            tan solitarios en los cañaverales, en todo el paisaje del norte 
            y veo que todo eso está en una soledad pavorosa. Francamente 
            no tiene oyentes, no tiene testigos, no tiene testimonios. Y eso es 
            como sentir una especie de pesadilla, o de gran invento histórico. 
            ¿Dónde estaba todo eso? Era leyenda, ¿quién 
            había inventado todo eso? Ya venía a ser leyenda, porque 
            casi no había rastros de todo eso. Con mi modesto grabadorcito 
            a cuestas fui recogiendo el folklore desde Ecuador hasta Santiago 
            del Estero. Y así, con mucha paciencia, fui reconstruyendo 
            el mapa musical del país, y arrancando esos cantos de callejones, 
            ranchos, valles, quebradas o corrales. Lugares donde la gente se reunía 
            o pastores en su soledad, en medio del valle. 
            ¿No era una tarea casi heroica reconocer el momento justo donde 
            se da cada canto, donde encontrarlo, iba a tientas, palpando con sus 
            sentidos, sin ninguna referencia? 
            Era una especie de tarea; yo no sé si era real o irreal. Porque 
            no sabía si esa música, ese folklore había muerto 
            o era puro pasado. Ya eran ganas de que se inventara la realidad. 
             
            Era cómo hacer un camino, con pasos hacia atrás, pero 
            con los ojos vendados. 
            Sí, pero de pasos hacia atrás y con pasos inventados. 
            Salí a la aventura, a buscar lo que sea. Conocía las 
            regiones, pero nadie me lashabía enseñado. Uno nunca 
            sabe qué es lo que está palpando, si son rastros o son 
            inventos de la gente que anda por el lugar. No se sabe bien qué 
            es. 
          Un 
            testimonio por escrito 
               
            ¿Y el libro era una idea que estaba en su cabeza hacía 
            tiempo, después del trabajo Grito en el cielo?  
            Era una idea que hace mucho que estaba, pero que no se concretaba. 
            No había quién apoyara este proyecto, en ningún 
            aspecto, de modo que parecían fantasías mías. 
            Pero como era una idea concreta, que necesitaba un editor, publicidad 
            y todo eso en la Argentina no está organizado, y nadie le lleva 
            mucho el apunte y a la historia tampoco se le lleva el apunte... Todo 
            es así, es una historia nefasta. Finalmente encontré 
            el año pasado una editorial que se ofreció a publicar 
            el libro. 
            ¿Cuando fue haciendo ese recorrido, a sus 21 años, tenía 
            un guía o fue por instinto? 
            No sé qué me llevó a todo esto. Pero después 
            me di cuenta de que la cosa venía envuelta en una especie de 
            tejido indemostrable o algo así y que las cosas desaparecían 
            y los rastros de la historia se perdían.  
            Pero, ¿en los pueblos encontraba esa música? 
            La baguala la encontré en los carnavales, traspapelada, perdida 
            en las montañas. Y los habitantes del noroeste siguen cantando 
            esas canciones, siguen viviendo con esa música en la vida cotidiana 
            de cada uno. 
            Lo seguían viviendo, no sé ahora, en este momento, con 
            la expansión de los medios y su manipulación. Es muy 
            fantasmal todo, porque no se confía bien en la leyenda, en 
            lo atemporal. En la recopilación quedé sola y viendo 
            que la cosa se agravaba y que la desaparición tomaba muchas 
            más fuerzas que la reincorporación o que la búsqueda 
            o que el hallazgo de lo que estaba perdido y que se podía salvar. 
            Ha sido muy terrible. Yo me imagino los recopiladores que ha habido, 
            que habrán sentido porque la soledad ha sido cada vez mayor 
            por el asunto que se mezcle el negocio a la búsqueda auténtica 
            de la sabiduría de un país, de un pueblo, de una música, 
            de una poesía, todo lo que significa el pasado, que se cuenta 
            y se canta, pero todo eso se fue perdiendo cada vez más. Sin 
            embargo, en Carnaval todavía se escucha la música con 
            caja, en señaladas (marcada de animales). Es un motivo de reunión, 
            se junta la gente, cuando hay motivo de fiesta aparece el canto con 
            caja. También cuando hay motivo de veneración a la tierra 
            como la fiesta de la Pachamama.  
          En ese momento, 
            bajo la atenta mirada de Leda, Miriam García, una de sus discípulas 
            en la enseñanza del canto con caja, cuenta que en octubre se 
            celebra en Salta la Manka Fiesta, donde los habitantes de la puna, 
            de la quebrada y de la selva, se reúnen para intercambiar productos. 
            Y como toda reunión es motivo de canto a la noche la 
            fiesta dura una semana y se arma una especie de ronda de toldos, 
            se cantan bagualas así como comienzan noviazgos, frente a testigos 
            silenciosos. Las parejas se conquistan con la caja. Cuando a un paisano 
            le gusta una chica, le canta una copla y, si ella responde y sigue 
            ese juego de contrapuntos, se determina si el noviazgo 
            será el resultado de tan extraño cortejo.  
            ¿Por qué piensa que la cultura oficial deja de lado 
            ese sonido de las montañas, ese sonido que parece de otro país? 
            Porque no hay gente artística, son negociantes o explotadores, 
            pero no está el amor a la búsqueda y al hallazgo auténtico 
            de lo que era realmente esa costumbre de ese pueblo, esas canciones, 
            esas danzas, todas esas cosas que se han ido perdiendo, los testimonios. 
            Uno se siente muy asustado de la soledad y que cada vez existen menos 
            testigos, y gente lúcida de todo lo que es material y vale. 
            En sus presentaciones, cuando trabajó con músicos de 
            rock, ¿qué impresión tuvo de las nuevas generaciones 
            y la posibilidad de hacer sobrevivir ese folklore?  
            Siempre hemos tratado de darle a la gente joven los misterios de lo 
            que se viene cuidando, perpetuando, para que esos misterios no desaparezcan. 
            Han quedado discos (en los años 60 se editaron 11 discos con 
            el trabajo de Leda Valladares en la obra que se tituló Mapa 
            Musical Argentino, algunos reeditados en estos dos últimos 
            años por el sello Melopea junto con el Centro Cultural Ricardo 
            Rojas), pero todo lo que es moda siempre tiene un apoyo que no tiene 
            la cosa antigua, lo que es tradición, que parecería 
            que está abolida o superada. 
            ¿Cuando usted habla de misterios, a qué se refiere? 
            Son maneras de manejar la voz, darle acceso a que tenga su quejido, 
            su llanto, su herida. Porque el canto con caja tiene mucha herida 
            y, si vos le tapás todas las heridas y lo sacás con 
            ruleros, entonces ¿qué queda de todo eso? 
          Con la caja en 
            la mano, instintivamente Leda comienza a cantar y su voz es única. 
            Un sonido que viene desde otro lugar. Junto a Miriam cantan una vidala 
            de Santiago del Estero, Pobre mi negra. Es tal la fuerza 
            de esas dos voces con el sonido de las cajas que estremece las fibras 
            del cuerpo y algo dentro se desvanece para dejar pasar un entrevero 
            de fuerzas que desencadenan hasta soltar algunas lágrimas. 
            Y se siente real ese canto de tripa del cual tanto habla 
            Leda.  
            El atardecer cae sobre un cielo opaco, brumoso, y las horas han pasado 
            sin haber molestado el clima de cordialidad y calidez. Durante toda 
            una tarde, las palabras permitieron viajar a otros lugares, ésos 
            por los que esta mujer anduvo y en los que adquirió la sabiduría 
            que después repartió. El tesoro de Leda es un tesoro 
            compartido. 
          
            
               
                
                  LEDA 
                    Y LOS MUSICOS 
                  
                    
                        | 
                       
                        
                            
                          Fotos 
                            del archivo personal de Leda valladares. Arriba, entre 
                            otros, con Pedro Aznar, Gustavo Cerati, Fito Páez 
                            y Suna Rocha.  
                         
                       | 
                     
                   
                  Litto 
                    Nebbia  
                     Conocí personalmente a Leda Valladares hace una 
                    década atrás. Desde Melopea comencé a 
                    editar los dos volúmenes de Grito en el cielo, a los 
                    cuales les agregamos muchísimos otras canciones que 
                    ella guardaba de la época. A partir de ese momento 
                    comenzó una relación muy buena, que dio pie 
                    para producir material nuevo y rescatar otras cosas antológicas 
                    que ella había registrado en sus recorridos. Ella es 
                    una persona muy cálida y culta, que ha dedicado su 
                    vida a realizar estas investigaciones. Lo vive con mucha pasión 
                    y con certeza de destino. Yo estoy feliz de haberla conocido 
                    y humildemente poder colaborar con la producción de 
                    sus obras. Como todo trabajo artístico hecho por vocación, 
                    todo lo que ella hace está relacionado con su espíritu. 
                    Sus recopilaciones siempre serán útiles para 
                    entender un poco más quiénes somos. 
                  Suna 
                    Rocha 
                     En el año 1984 conocí a Leda y comenzamos 
                    una amistad muy estrecha y hermosa que sigue hasta  hoy. 
                    Yo conocía las bagualas y las vidalas, pero ella me 
                    dio cosas interesantes como esta mixtura de los cantores vallistas 
                    y los cantores folklóricos profesionales y la gente 
                    del rock. Me demostró que no es imposible juntar esas 
                    tres dimensiones profesionales en la música y sacar 
                    de eso cosas interesantes. Me aportó su sabiduría 
                    en cuanto a lo que ha buceado y ha profundizado sobre esta 
                    música y las maneras de verla, sin preconceptos ni 
                    prejuicios. Leda es una soñadora increíble, 
                    una mujer que ha peleado por esa convicción de andar 
                    de rancho en rancho con un grabador. Internarse en los ranchos 
                    para grabar y testimoniar los tesoros de la cultura. Peleó 
                    por la música del pueblo y eso me parece de un gran 
                    valor. Es una mujer de mucha coherencia, de una gran dignidad 
                    y honestidad. Creo que seres humanos como ella están 
                    en vías de extinción. Es una mujer tremendamente 
                    valiosa que no ha pasado en vano por la vida, como tanta gente 
                    de la cultura musical y popular.  
                  Horacio 
                    Molina 
                     A Leda la conocí alrededor de 1961, cuando comencé 
                    mi carrera profesional. Me pareció un ser de esos raros 
                    en el sentido único, un especimen único de pureza, 
                    de pensamiento. Yo siempre he sentido a Leda como una persona 
                    de una honestidad que siempre amé. Es muy difícil 
                    encontrar a gente puramente honesta como ella. Es una persona 
                    que piensa las cosas y una especie de animal de sentimientos. 
                    Son esos seres que tienen una riqueza y una honestidad que 
                    yo valoro enormemente, una ética profunda. Todo lo 
                    que ha hecho lo ha hecho por amor, por descubrimiento, por 
                    pasión. Cuando ves las fotos de ella con su grabadorcito, 
                    ves en su cara el regocijo de haber tenido la dicha de encontrar 
                    lo que encontró. Siempre el amor puesto delante de 
                    todo. Es una persona que sentí como mitad madre, mitad 
                    hermana, mitad hija, mitad tía. A veces tenía 
                    una ingenuidad que no se correspondía con esa visión 
                    de claridad de la cosas. Tiene el humor necesario para reírse 
                    de las cosas que le han pasado, de las humillaciones que ha 
                    sufrido. Como diciendo: ¿te das cuenta lo que me han 
                    hecho? Con la mirada naïf de no poder comprender la maldad. 
                     
                  Jairo 
                     Ella lleva muchos años trabajando y tiene una 
                    de las recopilaciones más ricas que se han hecho en 
                    la historia de la música argentina, y que es muy importante 
                    porque de esa manera contribuye a preservar un repertorio 
                    que de otra manera quedaría en el olvido. Hay poca 
                    gente que haga ese tipo de trabajo, donde hay que poner mucha 
                    pasión y que deja poco rédito. En un mundo como 
                    el de hoy, es una tarea que la realizan sólo aquellos 
                    que tienen un gran cariño y un gran amor por eso, y 
                    es el caso de Leda.  
                    Yo creo que ella tiene una forma de enfocar las cosas, en 
                    cuanto a la música se refiere, muy despojado. Y creo 
                    que en ese sentido es una buena influencia para la mayoría 
                    de los cantantes. Hay una tendencia a magnificarlo todo, a 
                    buscar efectos. Es una persona que nos ha enseñado 
                    a valorar el cancionero que existe en la Argentina y que tiene 
                    la esencia de lo sencillo. Creo que no quedan muchos artistas 
                    como Leda. Con el tiempo vamos a saber reconocer a la gente 
                    que realiza este tipo de labor. Porque además del valor 
                    artístico, tiene el lado antropológico. La preservación 
                    de la propia cultura, que no está reconocida en su 
                    justa medida. Tanto Leda como Yupanqui son gente irrepetible. 
                     
                  León 
                    Gieco 
                     Escuché de Leda por primera vez en la revista 
                    Folclore en el año 1968. Cuando tenía 18 años 
                    y vine a Buenos Aires me fui a hacer socio de AADI CAPIF (entidad 
                    que protege los derechos de los intérpretes). Cuando 
                    llegué la encuentro a Leda sentadita en el hall. Me 
                    acerqué y le dije que la conocía, que sabía 
                    lo que hacía y que era una honor conocerla. Ella fue 
                    muy amable y empezamos a hablar. Yo le conté que tocaba 
                    con guitarra y armónica y ella creo que me dijo a 
                    lo Bob Dylan. Y a mí me pareció muy raro 
                    que alguien del folklore lo conociera. Eso me corroboró 
                    que Leda pensaba más allá de todo. En 1979, 
                    en plena dictadura militar, formamos el Movimiento por 
                    la Reconstrucción de la Cultura Nacional, y la 
                    idea era hacer conciertos donde pudieran actuar todas las 
                    artes juntas. Leda entabló una discusión con 
                    Ernesto Sabato porque él empezó a hablar de 
                    las culturas superiores e inferiores. Ella le dijo que no 
                    era así, y que era tan importante un Miguel Angel como 
                    una vasija construida por un guaraní, porque cada cosa 
                    está hecha con una necesidad y en un momento determinado. 
                    Eso fue una de las cosas más importantes que me enseñó 
                    Leda. Otra cosa que aprendí de ella y que repito siempre 
                    es la necesidad de cantar. Lo hermoso que es enseñar 
                    a cantar a los chicos. Esa necesidad, esa energía que 
                    tiene un pueblo de aprender a cantar fue su enseñanza. 
                    Siempre incito a hacer canto colectivo. Que es lo que ella 
                    practicó en plena dictadura militar, cuando reunió 
                    cientos de chicos con maestras cantando bagualas y vidalas 
                    en El Cadillal. La defino como una de las artistas más 
                    interesantes que tiene este país. Una artista cabal, 
                    donde se incluye ser recopiladora, cantante, compositora, 
                    miles de cosas. Además la considero una de las transgresoras 
                    más grandes que tenemos. Yo voy a seguir el trabajo 
                    de Leda y el día de mañana habrá otros 
                    chicos que sigan mi trabajo.  
                  Cecilia 
                    Rosetto 
                     A Leda la definiría con la generosidad, la creatividad, 
                    la rebeldía y la insumisión. Es una mujer que 
                    recuerdo con un humor constante y una alegría por su 
                    trabajo y su vocación. Siempre tenía una sonrisa 
                    en los labios y lo que sentí de ella, que agradecí 
                    mucho, es que tenía una cosa de proteccióny 
                    de apertura de camino con la gente joven y desconocida, cosa 
                    que no es muy habitual en la gente consagrada. Era muy generosa, 
                    enseñaba, protegía y te incitaba a experimentar 
                    y a buscar caminos, y eso me parece que sigue siendo muy valioso 
                    en Leda. Realmente nunca le importó las modas ni lo 
                    que había que hacer. Muy empecinada en 
                    sus caminos, algo que muy poca gente oferta. Y fue muy importante 
                    en nuestra formación. Un poco de rebeldía e 
                    insurrección que luego marcaría mi camino de 
                    no quedarte nunca. Ella fue una de las primeras personas en 
                    el ámbito profesional que me reconoce como cantante. 
                    A mí marcó mucho ese comportamiento para la 
                    chica setentista que fui luego. Guardo para Leda un infinito 
                    agradecimiento y un cariño constante.  
                 
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