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PERSONAJES

La abuela Delfina

Alrededor de 1905.
Manuel Gálvez en 1906.

La historiadora Lucía Gálvez se basó en los diarios de su abuela, Delfina Bunge, para escribir el libro en el que relata la vida de esa mujer de la alta sociedad que deslumbró en su juventud a la adolescente Victoria Ocampo.

Por María Moreno

Julia se sorprende y se enoja conmigo porque muchas veces desearía no acompañarla. No entiende que si a ella le gusta la sociedad es porque cuenta allí sus triunfos, sus esperanzas, mientras que para mí ese mundo en que me veo obligada a andar está lejos de ser el mundo de mis ilusiones.” (1900)
“Cuando le comenté a Félix Luna que quería escribir un libro sobre Delfina, me dijo `¡Pero tu abuela no cometió adulterio, no se casó de nuevo, no se divorció! ¿Qué vas a contar?’”, recuerda la historiadora Lucía Gálvez. Pero ella de todas formas siguió hurgando en un material que la intuición y la experiencia le revelaban valiosos: 18 manuscritos y cinco volúmenes escritos a máquina, el diario personal de su abuela Delfina Bunge. Estos diarios de esta mujer nacida en l881 en San Telmo no son sólo el registro de una época. Refinada, recatada, usaba la ironía con humor. Sus diarios muestran sensibilidad extrema hacia su entorno y una agudeza y claridad poco habitual en una chica de su edad y clase social.
La pregunta de su nieta Lucía, y quizá de un posible lector del libro Delfina Bunge. Diarios íntimos de una época brillante, podría ser la misma que hizo el historiador Félix Luna. Porque además de llevar una apacible vida de casada, su literatura tampoco la inscribió entre las renombradas del siglo. Más allá de un reconocido éxito inicial con la publicación de un artículo en la revista francesa Femina –que obtuvo después de haber concursado entre miles de participantes de todo el mundo– y el libro de poemas Simplement, el resto de sus textos fueron dispares. Lo que hizo resucitar a esta dama del olvido de la historia son sus diarios, donde aparece un estilo de vida, una familia particular y una “niña” (como se decía entonces a las jóvenes de la alta sociedad) que tiene una lucidez penetrante para narrar y una personalidad llena de matices y contradicciones expuesta en esas páginas con la honestidad de quien sabe que podría hacer echar chispas a la pluma.
“Y después... ¡es tan relativo todo, Lita! Lo pensaba yo allí mismo, mientras oía tus exclamaciones. ¡Depende tanto `el gusto’ del lugar o de la época! ¿Cómo podíamos nosotras lanzar un anatema ante aquello? Yo veía allí, en el fondo, lo mismo que hay en nosotros. Había estímulo, había esfuerzo por la mejora del vestido... y a pesar de todo, mal entendido o no, esfuerzo por la belleza.” (1904, a propósito de los comentarios de una amiga sobre la ropa dominguera de los pobladores menos pudientes de San Isidro.)
“¡Cómo está Buenos Aires! Están tomando aspecto amenazador las huelgas. (...) Estos movimientos deben ser útiles para que comprendamos todos un poco a la humanidad, y a la humanidad obrera, y a `los resortes’ que mueven `la sociedad’.” (1904)
“Y me pregunto ahora si crecerán en mí, si podrán llegar a producir algo, y qué realización, estos deseos de huir, de vagar sola por loscampos, de comer raíces o de no comer... De no dormir cuando no tengo ganas; de hacer mis días según mi espíritu y libertad.” (1905)

“Las ideas de Delfina son propias. Las lecturas van apareciendo después. Lo que había era un espíritu de libertad impresionante en las conversaciones de la casa. Imaginate que eran seis varones y dos mujeres. Eso era una gran ventaja en un momento en que las mujeres eran consideradas unas bibelot de lujo. En la casa se hablaba de ideologías, política, religión, y los chicos hacían teatro, música, porque todos los Bunge Arteaga tocaban un instrumento, además de saber un oficio.”

Delfina Bunge en 1901, con su familia en el hotel Primavera de Capilla del Monte.

Horror, pavor
“Delfina amaba la pureza y la blancura de la virginidad. También se sentía atraída por el amor humano pero despreciaba lo que consideraba sólo `material’. Este tema, insinuado antes del noviazgo y tratado luego con pasmosa sinceridad, fue el mayor conflicto de su vida”, escribe Gálvez en su libro. Este apego a lo inmaculado, que luego la hizo una ferviente religiosa, fue obviamente un conflicto cuando se enamoró del escritor Manuel Gálvez. Primero razonó contra ese sentimiento hasta que las emociones la vencieron, y después lo justificó sublimándolo a una categoría celestial que dejaría consecuencias. Las “enfermedades” de Delfina aparecieron junto con el amor. Se preguntaba irónicamente si no sería una heroína romántica, sólo que ella no desfallecía por la ausencia del amado sino por su cercanía.
¿Qué pasó después del matrimonio? “¡Fue terrible! Y ella lo dice en una nota posterior a su luna de miel. Relata su experiencia sexual, porque `quizá pueda servirle a alguien’. Y cuando lo hace, sus palabras son `terror, pavor, horror’, al lado de un inmenso amor, ¡y uno no entiende!. Porque finalmente esa primera noche de luna de miel no pasó nada y a la madrugada habla de los pajaritos, el alba, que pasan un día feliz, tocando el piano, leyendo, paseando. Pero llega la noche y `¡Ay, no!’. Tengo pruebas en algunas cartas de que gracias a Dios en algún momento ella empieza a disfrutar, y a justificar ese goce elevándolo espiritualmente.”

Delfina Bunge conoció a Manuel Gálvez en 1904, cuando éste, con 22 años, fue a su casa a pedirle si podía publicar en la revista que dirigía, Ideas, el artículo que había sido premiado por Femina: La joven de hoy, ¿es feliz? Después vendrían los poemas de Simplement, publicados en París en 1911. “Tanto el artículo como el libro de poemas tuvieron muy buenas críticas. Rubén Darío la llamaba `la prodigiosa señora Gálvez’. Pero después no escribió hasta los años ‘20. Lo primero fue Las mujeres y la vocación, que también tuvo muy buena acogida, lo mismo que Viaje alrededor de mi infancia. Es decir que se la consideraba, pero... fue olvidada.” Una de las razones de este olvido, para su nieta, es que la literatura de Delfina perdió vuelo al querer ella “escribir pero dentro de la ortodoxia religiosa. Y eso para mí... porque la ortodoxia en ese momento era bastante terrible. Mucho más lindo hubiera sido que en sus demás libros siguiera con algo tipo Las mujeres y la vocación, donde desarrollaba sus ideas sobre la igualdad entre el hombre y la mujer; o Viaje alrededor de mi infancia, que para mí es su mejor libro: son sus recuerdos de los primeros años- -desde los 4 hasta los 10 años–, antes de empezar a escribir el diario.”

Lucia Galves.

“Delfina reunía mucho de lo que a mí me parecía más valioso: edad, afición a las letras, novio y hermano escritores, inteligencia, sensibilidad, buena voluntad. Cuando la conocí se me aclaró el cielo tormentoso de la adolescencia.” (Victoria Ocampo en su Autobiografía) Victoria Ocampo, de 16 años, buscó con ansiedad la amistad de Delfina, de 25, y logró subyugarla al mostrarle sus poemas. Fue una amistad casi exclusivamente epistolar que duró hasta el casamiento de Victoria. Después, ésta se distanció sin dar explicaciones aunque ambas reconocieron siempre el cariño que las seguiría uniendo hasta la muerte de Delfina. “A los cuatro meses de casada, Victoria se enamora de Julián Martínez y al poco tiempo empiezan a tener un romance. Ella era muy sincera y no podía hablarle de eso a mi abuela por la forma de pensar que tenía, y tampoco quiso no decirle nada porque eran muy amigas. Y después... los intereses también. Victoria se desarrolló mucho hacia afuera y mi abuela hacia adentro, eran mundos distintos.”
Lucía está ya escribiendo el segundo tomo de la vida de Delfina: su casamiento, los hijos... y los nietos. Lucía, hija de “Manolito” Gálvez, vivió con su familia en la casa de sus abuelos hasta los 6 años. “La felicidad para mí está en esa primera infancia. Mi abuela está asociada a la música; a la parte linda y luminosa de la religión... la poesía, ella me leía y escribía poesías. Recuerdo que cuando estábamos en mi cuarto sentía como un destierro, por más que hubiera juguetes me aburría, el mundo de mi abuela era mucho más brillante y lindo, ¿te das cuenta?” .