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Jueves 13 de Enero del 2000
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Qué tienen para ofrecer México y Argentina en esta década


El rock abierto
de América latina

Ya navegamos en el año 1 d.MTV (después de MTV) y los dos usinas musicales más importantes del subcontinente parecen iniciar aquello de “barajar y dar de nuevo”. Aquí un completo recorrido de escenas, estilos y bandas que prometen constituir el mejor recambio posible para eso que ahora conforman (deforman) nombres como Los Piojos, Plastilina Mosh, Babasónicos, A.N.I.-M.A.L., Control Machete, Illya Kuryaki, Café Tacuba, La Bersuit, Molotov y sigue la lista. Aquí va, entonces, un pronóstico de futuro mapa rockero latino para los años ‘00 (¿así se dice?).

Beck, el artista de rock más importante de la última parte de los noventa, obligó al mundo a reconsiderar algunas cuestiones respecto del pasado. Para la cultura joven y de “rock”, los géneros que habían quedado lejos en el tiempo recobraron vigencia (el folk, el soul, la bossa nova). Todo vale, siempre y cuando se lo recicle (la abundancia de prefijos re es todo un síntoma, también) con talento, modernidad, actitud y una buena campaña de marketing.
El rock argentino –a veces mirando al norte, a veces revisándose el ombligo– reflejó la tendencia adaptando, por ejemplo, el folklore (Divididos), el western (Babasónicos), el candombe (Los Piojos), el boogie (Carca), y agregá lo que se te ocurra. Tal vez éste sea un tiempo de recuperar (otro re) sonidos del siglo veinte (y anteriores, ¿por qué no?) y transformarlos, llevarlos hacia otra dirección, samplearlos, retorcerlos y volverlos irresistibles. Algo como lo que hizo Moby en Play. Pero alla argentina.
Lo que está por verse es en qué derivará la relación de los artistas con el gran público: el rock chabón-futbolero-barrial se impuso en la Argentina en la década pasada, pero dentro de esa escena convivieron muchos estilos. Y, en realidad, sirvió más como etiqueta única para clasificar al puñado de bandas masivas que reinaron por convocatoria e impacto popular. Aunque el rock chabón-futbolero-barrial esté lejos de perder su público, sería bueno que aparecieran otras escenas igualmente convocantes, capaces de sintonizar con el ánimo del público, como lo lograron La Renga, Los Piojos, etcétera. Sería bueno.
Pero, ¿por dónde buscar? Esta selección no pretende ser definitiva ni pronosticar los sucesos argentinos del futuro. Se trata, más bien, de presentar algunas propuestas que intentan un camino propio dentro de subgéneros ya explorados, incluyendo el barrial, que es más una estética (una forma de hacer las cosas) que un sonido. El punk neoyorquino de Killer Dolls, el pop rock guitarrero de Plaimobyl, el rocanrol futbolero de La Covacha, el metal con actitud positiva de Jesus Martyr, y el pop electrónico viruseano de Adicta son ejemplos del todo vale que hizo que el final del siglo pasado fuera más divertido. Casi todos usan máquinas, pero eso no debería sorprender ni a las abuelas. Basta salir de noche y recorrer pubs, subsuelos y discotecas locales para encontrarse con camaradas de estilo y generación de estos cinco proyectos. De ese recorrido sale esta selección. Y ya se sabe que en cada argentino habita un director técnico, así que...

PABLO PLOTKIN Y
ROQUE CASCIERO

Jesus Martyr
Santiago Ferrer (voz y guitarra), Martín Furia (guitarra), Bruno Nasute (bajo), Guillermo Gómez (batería), Hugo Macchia (teclados y samples).
La historia. Hacia 1993, el grupo se llamaba Martyrdom. Al año siguiente, a través de un aviso, llegó Santiago y la banda acortó su nombre a Martyr. Así grabó un casete independiente orientado al death metal (Fear to be born) y otro en el que ya se mezclaban influencias del hardcore (Humanize). En el ‘96, cuando empezaron a grabar su primer CD, Sudamerican porno, entró Macchia y el nombre cambió por última vez. El disco fue publicado en España por el sello Repulse en el ‘98 y Jesus Martyr se fue de gira por catorce países europeos. Con un año de tardanza, Icarus editó el álbum en la Argentina. Actualmente están grabando su próximo disco, que saldría en marzo. Todavía no viven de la música: Santiago es cocinero en un restaurante, Martín saca fotocopias, Guillermo hace instalaciones eléctricas, y Bruno y Hugo están desocupados.
Qué hacen. Una combinación machacante y poderosa de death metal, hardcore, punk e industrial. Todas las canciones son en inglés, lo que les abrió muchas puertas fuera del país.
Qué escriben. “Ningún humano/ puede sentirse a salvo/ del sida/ ningún humano/ nadie es inmune hoy/ La vida es culpa/ la vida es suciedad/ la vida no es nada excepto riesgo/ Te mato/ Morí” (“100% Organic XXX-Tasy”).
Qué dicen. “En Lituania hicimos nuestro mejor show. Afuera hacía 30 grados bajo cero, pero los tipos estaban a pleno, tan descontrolados como en un show de acá. La única diferencia era que todas las cabezas eran rubias.” “A medida que pasan los años, nuestra música es cada vez más extrema y, al mismo tiempo, cada vez más melódica.” “Tocamos con A.N.I.M.A.L., pero también nos gustaría tocar con Almafuerte. La pelea entre ellos no debería existir, cada uno es bueno en lo que hace.” “Queremos hacer un cover de Soda Stereo, que nos parece una banda supergrossa. Puede parecer raro, pero nosotros no somos heavies, somos chabones que hacen música pesada moderna. Nuestra actitud es hardcore, de fuerza, diversión, poder, de ir para adelante. Y en vivo somos más divertidos que mala onda” (Santiago).

Plaimobyl
Leandro de Cousantier (guitarra); Diego Varela (bajo); Diego Martínez (voz); Luciano Esaín (batería); Fernando Blanco (teclados).
La historia. Tres chicos de diferentes barrios porteños –Leandro de Cousantier, Luciano Esaín y Diego Varela– se reúnen para fundar Plaimobyl (1996). Diego Martínez, que será el cantante, viaja a España diciendo que volverá en una semana, pero tarda ocho meses. De regreso se incorpora y se presentan como cuarteto en Podestá, El Dorado, El Observatorio, Continuará. En 1999 se suma el tecladista Fernando Blanco, graban una notable versión de “In Between Days” para el tributo argentino a The Cure, y preparan un cover de David Bowie (en colaboración con Ciro Pertusi, de Attaque 77) para un futuro álbum-homenaje. Calculan que para marzo del 2000 aparecerá su primera producción independiente.
Qué hacen. El viejo y querido pop rock de guitarras. Canciones eléctricas y redondas, con melodía, estribillo, que remiten al new wave y al post punk inglés. La escuela de The Jam, los Smiths, Cure, Buzzcocks y demás maestros británicos de los ochenta. “Todos tenemos 26, y sale inevitablemente”, explica el guitarrista.
Qué escriben. “No hay una generación/ no hay por qué cambiar/ Me concentro en sentimientos que hacen mucho tiempo que no están/ Tendría que mirar atrás/ Nada es como solíamos pensar/ Tuvimos que aprender, siempre hay otro en tu lugar” (“Primero”).
Qué dicen. “A pesar de que nuestras influencias musicales son inglesas, creo que somos argentinos. En España, la mayoría de las bandas cantan en inglés; a nosotros nunca nos gustó la idea, la banda quiere ser argentina. Admiro el primer disco de los Peligrosos Gorriones, porque se nota que son argentinos sin caer en determinados clichés, como los Visitantes con el tango.” “Acá no veo demasiadas cosas que se parezcan a lo que hacemos nosotros. Canciones, siempre la canción por sobre todo. Hay bandas, como Menos Que Cero, que comparten nuestra idea, pero por lo demás...” (Leandro de Cousantier).

Adicta
Rudy Martínez (programación); Fabio Rey Mental (guitarra); Toto (voz).
La historia. Buenos Aires, enero de 1999. Cansados de la jaula retrokitsch en que se había convertido San Martín Vampire, Rudy Martínez (teclados y programación) y Fabio Rey (guitarra) se separan de Sergio Pángaro (voz) y forman Adicta junto a Toto, por entonces vocalista de la banda platense Increíbles Ciudadanos Vivientes.
Qué hacen. Las bases de dance-club de Rudy, la guitarra new wave del ex Brujos y la voz acaramelada de Toto (¡apareció un cantante!) derivan en una fórmula singular para el rock argentino. Es pop sensual, con cosas de los ochenta (suena a Virus, por ahí), pero mirando al futuro.
Qué escriben. “Yo iré despacio a recordar la humanidad/ y desde lejos voy a verte caminar/ vendré algún día si es que dejo de volar/ tal vez me canse y quiera un poco de maldad/ Los edificios son pequeños desde acá/ y más tu cuerpo, que se pierde en tanto mar” (“Espacio”).
Qué dicen. “Cuando era adolescente empecé a vivir los ochenta, a aprender de los ochenta. Pero cuando salí a tocar mi propuesta era más noventa. Ahora me estoy acordando de cuando empecé a tocar, y me parece divertido.” “San Martín Vampire era retro, y eso ya no me interesaba. Adicta tiene a veces cierto color retro, apenas cuando recreamos canciones instrumentadas en películas de los sesenta y los setenta, pero, por lo demás, es futurista. Pero no el futurismo decadente de principios de los noventa sino el romántico: el viaje del hombre al espacio, y que el espacio sea un lugar donde esté todo bien” (Rudy Martínez). “Estamos llevando un ritmo muy vertiginoso: nos llevamos muy bien, y componemos unas diez canciones por semana” (Toto).

Killer Dolls
Charlie Lorenzi (guitarra y voz); Marcelo Di Paola (bajo); Pablo Strangler (guitarra); Adro (batería).
La historia. Palermo Viejo, 1996. Al cabo de varios cambios, los actuales cuatro integrantes de Killer Dolls se reúnen para tocar el rock que más les gusta (Stooges, Lords of the New Church, Johnny Thunders). A partir de entonces editan un casete (Revenge, 1997), y dos Ep’s en vinilo (Kill City Lovers, 1998, y Rock’n’Roll Religion, 1999). Además empiezan a viajar a Estados Unidos, comparten escenario con bandas como The Real Kids, The Candy Snatchers, Loose Lips, y en noviembre de 1999 graban en los estudios de Jeff Dahl, en el desierto de Arizona, los doce temas que conformarán su disco debut, a editarse en marzo del 2000.
Qué hacen. Los Killer Dolls son argentinos, pero si no lo sabés y escuchás algo de ellos, va a ser casi imposible que te des cuenta. Cantan en inglés, y no se les cuela ni un rasgo latino en su punk rock glamoroso, inspirado en el sonido de los Stooges, los New York Dolls y Hanoi Rocks.
Qué escriben. “Oh, when you called home/ and you took me away from my depression/ you wipe out my frustrations/ oh, when you called home/ and you made me feel like I was burning/ I forgot I was so hurted...”. (Del tema “Friday”, y acá va una traducción: “Cuando llamaste a casa/ y me rescataste de la depresión/ borraste mis frustaciones/ cuando llamaste a casa, me hiciste sentir como si estuviera ardiendo/ Y olvidé que estaba tan herido...”).
Qué dicen. “Jeff Dahl nos había ofrecido participar de Trash on Demand Vol. 3, el compilado que edita cada dos o tres años con bandas del mundo que a él le gustan. Cuando llegamos a su estudio en el desierto de Arizona, en las afueras de Phoenix, parece que esperaba encontrarse con cuatro indios”. “Para mí el rock es más argentino que la cumbia” (Marcelo di Paola).

La Covacha
Salvador Tiranti (voz y armónica), Hernán Monteagudo (batería), Sebastián Fernández (guitarra, violonchelo y sikus), Lisandro Tiranti (bajo, acordeón y coros), Pablo Martínez (guitarra, charango y coros), Hernancito (percusión).
La historia. Aunque sus integrantes tocaban juntos desde antes, el sexteto quilmeño se consolidó recién en 1992. Grabaron Hay que gritar, un casete de baja producción, y empezaron a moverse por San Telmo. Conocieron a Gustavo Jove, baterista de Las Pelotas, quien ofició de productor para el primer CD, titulado ...por el mismo camino y grabado en los estudios Los Angeles de Nono, Córdoba. El disco fue editado en forma independiente y lleva vendidas 800 copias. Cerraron el ‘99 con un show en Cemento, donde juntaron más de 700 personas.
Qué hacen. Rock barrial, con influencias de Las Pelotas, Los Piojos y La Renga. El cantante tiene un estilo épico que suena, a lo lejos, a Héroes del Silencio.
Qué escriben. “Cuando sea tanta la producción/ que plastifiquen nuestra emoción/ y roboticen nuestro pensar/ todos los hombres/ te rescatarán... ¡Che!” (“Carnavalito”).
Qué dicen. “El rocanrol es barrial. Obviamente, cuando hablás de lo que pasa en tu barrio, al mismo tiempo, hablás del mundo. Nosotros somos todos estudiantes universitarios... Lo que pasa es que la facultad queda en el barrio.” “El fútbol es parte de nuestra vida, no podemos escapar. ‘Me pongo la diez’ (dedicada a Maradona) le salió a Salvador el día que suspendieron al Diego en el Mundial ‘94. Estábamos todos juntos viendo cuando decía: ‘Me cortaron las piernas’. Salva se fue media hora y volvió con el tema: fue como si lo vomitara.” “Tenemos un público rockero, de aguante total. Van con banderas y bengalas, hacen su show aparte. Hay dos bandas que nos siguen desde hace mucho: los de Falucho y La Heladera, que son unos pibes que, como en los boliches les cobraban muy caras las bebidas, se iban con una heladerita llena” (Sebastián Tiranti).Continúa

FOTOS: TAMARA PINCO