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Jueves 6 de Abril de 2000
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LOS ROSARINOS QUE TOCAN CON CHAO

La banda funk argentina Los Shocklender fue a probar suerte a España hace un par de años. Terminó disolviéndose, pero dos de sus integrantes conocieron a Manu Chao en las calles de Barcelona y se unieron a Radio Bemba, el proyecto alternativo-ambulante del ex Mano Negra. Uno de ellos ahora es parte de la formación que aterrizará en Argentina. “Todo muy loco, natural y sin misterios”, aseguran ellos. Acá son la envidia del barrio.

Tres de Los Shocklender cuando todavía eran un grupo, antes de viajar a Europa.
TEXTO:CRISTIAN VITALE

+En mayo de 1998, Manu Chao le dijo a este suplemento: “Me cuesta mucho adaptarme a todo ese rollo Chili Peppers: todos hablando de la revolución, pero escuchando música gringa. Todo un mundo falso. Por eso digo que los mejores músicos me los he encontrado en los bares”. Con esa filosofía tiene que ver la historia de dos personajes rosarinos que integraron Radio Bemba, “la banda ambulante, de organización casera”, que el francés formó a mediados del ‘95, cuando Mano Negra estaba en pleno proceso de desintegración.
El guitarrista Pablo Rodríguez, Piturro, tiene 30 años. Comenzó en el rock cuando tenía 19. Y, poco a poco, fue logrando cierta chapa en el ámbito funk de la ciudad del Che. Primero con Hijos de Reina, un grupo que aún sigue vigente, y después con Los Shocklender, cuarteto funky que, de casualidad nomás, le abrió la gran puerta europea. “Con Los Shocklender tocamos durante cinco años y sacamos dos discos: Como me gustan, que es del ‘95, y Shocklenders, que se editó en el ‘97. Pero justo ese año se armó un quilombo padre en la compañía, Fonovisa, y decidimos irnos los cuatro a España. Allí hicimos doce shows en el País Vasco, Galicia y Cataluña, y un sello independiente editó lo mejor de nuestro material. A mí y al cantante, Tato (Leonardo Seoane Vega, segunda guitarra en la actual formación que acompaña al francés) , nos gustó tanto España que queríamos radicarnos a toda costa, pero los otros dos, el bajista y el baterista (Máximo y Francisco, hoy en Mambo) se querían volver. Así se separó Shocklenders y se inició una nueva etapa para nosotros”.
La nueva etapa les deparó novedades sorprendentes. Tato se quedó, vivió un tiempo en Milán y otro tiempo en España. Y Piturro volvió “un rato” a Rosario, pero despegó nuevamente para Barcelona. “Cuando vine, vi que el panorama aquí era desolador: mucha voluntad, pero poco apoyo. En cambio allá, en Barcelona, la cosa es impresionante: vas por la calle y te podés encontrar con cualquiera para hacer todo tipo de música. Esa ciudad te abre mucho la cabeza”. Un buen día los pibes se toparon con Manu Chao. Coincidió que vivían en el mismo barrio y que el ex Mano Negra, en sus horas libres, se dedicaba a recorrer los bares y las calles en busca de talentos para su troupe. “El primer contacto fue con Tato, que tocaba tambores en la plaza del Tripi (lugar obligado de reunión para músicos callejeros). Manu lo escuchó, se colgó a zapar y se hicieron amigos. Al tiempo, previa charla escaviada en un bar, me sumé yo. Cuando me di cuenta, ya era parte del grupo: ensayábamos cinco horas por día y, en los ratos libres, tocábamos temas de Clandestino en las calles. Fue todo muy loco, muy natural y sin misterios. Para mí era increíble formar parte de una banda de músicos franceses e italianos. Algo fascinante”, narra Piturro al No.
Deslumbrado, el rocker rosarino decidió dejar su ciudad casi para siempre. Sin mucha plata, se puso a trabajar primero en una galería de arte y después en un estudio de sonido e iluminación para solventar gastos personales. Y tuvo su primera entrada económica con Manu, cuando tocó en el programa de Adriano Celentano en la RAI, en un especial que trataba temas filosos como los clandestinos en Europa o la pena de muerte, cita a la que el gurú del rock latino, obvio, no podía faltar. “Poco a poco fui tomando conciencia de lo que me estaba pasando”, cuenta el guitarrista. ”De hecho, yo nunca tuve un disco de Mano Negra en casa. Los pibes me decían ‘boludo, vos no tenés idea de con quién estás tocando’. La verdad es que Manu es un tipo tan transparente que parece uno más, es una persona común y corriente que habla de fútbol, minas y libros. Es como un pibe del barrio”.
Tato, que empezó a tocar la batería (antes de agarrar la guitarra) copiando a Willy Iturri en un programa de Badía, cuenta que con Manu ”se sabe todo el último día”. ”Nunca sabés que temas va a tocar, cuál va a ir primero o último”, detalla. ”El factor sorpresa siempre está presente, no hay nada planeado”. Los padres podrán decir ”ése es mi hijo” cuando lo vean sobre un escenario de su ciudad natal a un costado del héroe de Mano Negra.

De pronto flash
Cuenta Piturro que los ensayos callejeros junto a Chao son sin micrófono. Un equipo a pila basta para amplificar los sonidos de las guitarras –española, eléctrica y percusiva– y el contrabajo. Esas zapadas también suelen provocar situaciones risueñas: “Una noche estábamos metidos en una de esas escaleritas donde guardan los barcos en el puerto”, cuenta. “Es habitual que la gente pase y escuche a todas las bandas que tocan por ahí sin saber, en realidad, a quién escuchan. Nosotros estábamos tocando un tema de Mano Negra y se acercó una pareja para felicitarnos por la versión. Nos dieron la mano, y cuando el chabón se dio cuenta de que uno de nosotros era Manu, quedó flasheado. Fue increíble ver esa cara.”

El mate y la
camiseta de Newell’s
Francisco y Máximo, los dos Shocklender que
se volvieron después de aquella experiencia en España, hoy piensan regresar con su nueva banda, Mambo, un proyecto de música electrónica que completan Adrián en voz y Nacho en guitarra. Francisco recuerda algo de lo que pasó en el principio: “A Manu lo cruzamos en una plaza y resultó que vivía a la vuelta del departamento que compartíamos Máximo, Tato y yo mientras estábamos de gira con Shocklenders. Estos encuentros luego se transformaron en ir a comer, jugar al metegol, zapar, tomar mate y compartir camisetas de Newell’s en picados de fútbol. Inclusive, Máximo llegó a grabar un par de demos con Manu en nuestro depto. ¿Qué te puedo decir? El quía es un tipo recopado, abierto y muy talentoso. Lo demuestra constantemente”.