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Coraje, el perro cobarde

Rabo de miedo

El viernes pasado se estrenó Coraje, el perro cobarde, un
dibujo animado repleto de citas cinematográficas en el que un can se sobrepone al pavor para enfrentar su vida cotidiana, y hasta es capaz de jugar una pulseada china con el diablo con tal de salvar a sus amos, en una escena que para algunos está a la altura de El séptimo sello de Bergman.

Por GUILLERMO PIRO

Juan sin miedo no conocía el miedo. Se sabe de algunos otros, como Pierre du Terrail, el súbdito de Luis XII y de Francisco I. Cuenta Tito Livio que los romanos les consagraron santuarios especiales: Pavor, a quien justificadamente se le atribuían las derrotas militares. Un ejército en desbandada produce la impresión de que una horda de demonios recorre el campo de batalla atrapando a los que huyen despavoridos, y es por eso que los antiguos romanos lo consideraban un aliado eficaz cuando estaba de su lado y un adversario temible cuando no. El miedo siempre está allí, se mire donde se mire, se percibe su proximidad, en las olas, en las nubes, en los bosques y en las tinieblas, aunque tampoco evita la luz del día. Coraje, el perro cobarde, es entonces el animal más antropomorfizado de toda la fauna televisiva, de aquí a la eternidad. Es el clímax, el súmmum, el no va más, el hasta aquí llegué del pavor cotidiano, de la paranoia elevada a la décima potencia, del pánico.
Coraje es un perro que vive en una granja en las afueras de un pequeño pueblo llamado Ningunaparte con sus amos, Justo y Muriel, una pareja de ancianos. Ella es encantadora y tiene en su voz un marcado acento alemán. Él es un viejo cascarrabias que disfruta asustando a Coraje con la regularidad de los días y las noches. Pero lo inquietante es que Coraje siempre tiene buenas razones para sentir miedo. Vive en continuo estado de alteración, porque en esa granja emplazada en medio del campo, de noche, a la luz de una luna gigantesca que invade el cielo, cualquier cosa, hasta la más nimia, conmueve el espíritu. Coraje ve el más allá, no en sentido literal: simplemente ve cómo los acontecimientos se aproximan. Sabe que un instante después su pata va a inmovilizarse, y ese futuro instantáneamente es. Sabe que va a quedar inmóvil, e inmediatamente todo su cuerpo se hiela. De ahora en adelante, una barrera categórica lo separa de él. En menos de lo que canta un gallo su cara se expande (como en los dibujos animados de Tex Avery a los que el creador de Coraje, John Dilworth, debe tanto), sus ojos saltan de las órbitas, y de eso resulta un estado tan alterado que, si alguien se lo preguntara, se comprobaría que Coraje acaba de olvidar su propio nombre.
Pero Coraje tiene una historia. Cuando era pequeño fue abandonado y encontrado por Muriel. Cualquier cosa provoca miedo cuando algo verdaderamente aterrador hizo su aparición una vez. Y sin embargo, o a pesar de ello, Coraje consigue sobreponerse y, temblando de pavor, da la cara de una manera tan maravillosamente heroica que inspira respeto. Como en el capítulo “El demonio en el colchón”, lleno de citas que remiten a El exorcista. Cansada de dormir mal, Muriel decide comprar un colchón nuevo. Llama por teléfono a una fábrica de colchones y la atiende una voz cavernosa. Pero Muriel no percibe el pavor que se aproxima (en toda su vida nada verdaderamente pavoroso hizo su aparición una vez). Desde otro teléfono Coraje escucha la conversación y ya intuye lo que ocurrirá. De nada sirven sus ruegos emitidos en lenguaje perruno: Muriel compra el colchón. En un carruaje que parece venir de las tierras de Nosferatu llegan dos monstruos con el pedido. Y apenas Muriel se acuesta un demonio “entra” en ella. Hay que hacer un exorcismo. Desesperado, Coraje busca instrucciones en Internet y procede. Es decir, da la cara, hace frente, embiste, lleva a cabo, temblando pero valiente. El demonio (Muriel transfigurada) le ofrece una pulseada china. Permítanme decir que es una escena comparable con la de El séptimo sello de Bergman, cuando Max von Sydow juega al ajedrez con la muerte. No, no es comparable: es mejor. Los gritos aterradores de Coraje habrían hecho que el personaje de Blow out, el que a lo largo de aquel film de Brian De Palma buscaba una mujer que supiese gritar como Dios manda, abandonara la búsqueda. Quien dobla la voz de Coraje sabe lo que está haciendo.

Coraje, el perro cobarde se emite
los viernes a las 19 por el Cartoon Network.

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