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hallazgos: El documental uruguayo sobre el anarquismo

Tierra y libertad

La directora uruguaya Virginia Martínez realizó Acratas, donde recorre la historia del anarquismo en Uruguay. Desde el 6 de junio, el documental se proyecta una vez por día en una sala de la Asociación Cristiana de Montevideo. Haber sido realizada en video parece la excusa perfecta para no ser estrenada en cines. HAT, por supuesto, no está de acuerdo y aboga por la distribución de una película que en Buenos Aires todavía no se consigue.

Por Homero Alsina

Thevenet, El País de Montevideo Las calidades de Acratas, reciente película documental uruguaya, son evidentes para todos los pocos espectadores que llegaron a presenciarla en alguna de las dos funciones casi privadas que antecedieron el estreno en Videocentro. El proyecto de la directora Virginia Martínez y de la productora Alicia de Oliveira fue recorrer en imágenes la trayectoria del anarquismo en el Uruguay, proceso que ocupó varias décadas desde el comienzo mismo del siglo XX.
Eso incluye la llegada de inmigrantes italianos y españoles, la radicación de varios en Argentina y Uruguay, hasta llegar a una etapa de “robos revolucionarios” que volcó la historia hasta la crónica policial. Un primer suceso importante fue en la década de 1920 la rebelión obrera en la Patagonia, que condujo a fusilamientos y después al asesinato del represor, que era el Teniente Coronel Varela. Entre 1920 y 1927 creció la conmoción mundial por el caso Sacco y Vanzetti, finalmente ejecutados en Estados Unidos. En 1930 se produjo un golpe militar en Argentina, que ocasionó otras represalias. En Montevideo, cuatro anarquistas asaltaron el Cambio Messina, frente al Palacio Salvo, provocando tres muertes. Después fueron capturados, pero lograron fugarse de la cárcel de Punta Carretas por un túnel que los conectaba con la cercana carbonería El Buen Trato, instalada al efecto por Gino Gatti.
Esta historia de asaltos y muertes, cárceles y delaciones, manifiestos de protesta y represalias por ejércitos y policías, está recorrida por toda una médula social que integra las violencias del siglo XX. También tiene sustancia para una película épica, que debería desarrollar a sus controvertidos protagonistas, como Severino Di Giovanni (fusilado en Buenos Aires), como Buenaventura Durruti (líder luego muerto en combate en la Guerra Civil española), como el comisario Pardeiro (que persiguió celosamente las pistas y terminó muerto en una emboscada). Y sobre ellos se destaca Miguel Arcángel Roscigno o Roscigna, que fue el cerebro de varias operaciones anarquistas y en especial la fuga de Punta Carretas en 1931.


Miguel Angel Roscigno en el momento de su detención, en la calle Curupí de Montevideo en 1931.

Pero las realizadoras de Acratas no quisieron aventurarse a esa ficción. Cumplieron con el formato documental y para eso obtuvieron una información gráfica prodigiosa, que comienza con fotografías y películas cercanas a 1900, sigue por fotos, dibujos y recortes periodísticos de varias décadas e incluye alguna imagen excepcional, como Durriti filmado en España, poco antes de morir. Las fuentes de esa documentación, que incluyen entre otras al Archivo Caruso y a material del Sodre, reciben su adecuado agradecimiento en las constancias finales. Pero sobre la documentación hay que ponderar la coherencia obtenida por las realizadoras, para hacer comprensible una complicada historia.
Parte de esa coherencia se debe a la intercalación de algunos testimonios vivos, como la de los historiadores Abel Paz y Osvaldo Bayer, o una sobrina de Roscigno, o la anciana Luce Fabbri (sobreviviente de una familia anarquista), o Aníbal Pardeiro, actor que relata la desventura de su padre finalmente asesinado. Esos fragmentos modernos ayudan a entender la historia y en buena medida su filosofía, porque como lo puntualiza Bayer, los anarquistas no robaban para su provecho personal sino para una causa. Se habían comprometido a luchar contra el capital, contra la propiedad privada, contra toda forma de represión oficial. Creían ser héroes y fueron suicidas.
Hay pequeños lapsus en la coherencia narrativa. Un discurso de Perón en 1946 aparece antes que otro relato sobre 1936. Una descripción del ex tupamaro Marenales sobre la fuga de Punta Carretas (1971) crea alguna confusión con la otra fuga por el primer túnel en 1931, que está intercalada. Estos y otros detalles pueden ser salvados fácilmente por el sentido común del espectador.
Otro dato desafía sin embargo al sentido común. El tema y la realización de Acratas muestran una posibilidad uruguaya de hacer cine documental,paralela a otros intentos de ficción en los últimos tres años, que han llegado a salas de estreno. Pero hasta el momento Acratas no ha obtenido una básica distribución comercial y sólo está anunciada para una serie reducida de funciones en Videocentro. En parte eso puede deberse a que se trata de una película en video, pero las técnicas actuales permitirían subsanar ese inconveniente. Es lamentable que después del trabajo que cuesta hacer cine de calidad, el producto tropiece con inconvenientes comerciales. Las autoridades, las empresas y los críticos deberían reaccionar.

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