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NORDESTE DE BRASIL
En el estado de Ceara

Una ciudad de dos millones de habitantes muy cerca de la línea del Ecuador y al borde del Atlántico. Música, bares y una gran feria de artesanías. En las afueras, playas con dunas, cocoteros y jangadas que se balancean en el mar. El trópico brasileño entre la arena y el cemento.

Un poco por debajo de la línea del Ecuador, se encuentra el estado de Ceará, la “tierra de Iracema”, que describe la novela de José de Alencar, uno de los más importantes escritores de la literatura brasileña. Casi 600 kilómetros de playas en el nordeste brasileño, con dunas, cocoteros y jangadas de pescadores enmarcando un paisaje bucólico de mar tibio y brisa suave que acentúa la hospitalidad de los lugareños.

Fortaleza, la capital del estado, con aproximadamente dos millones de habitantes, ofrece un menú de variadas opciones de entretenimiento que atrae a visitantes de diversos lugares del mundo. En los kioscos frente al océano es posible saborear camarones, langostas y otros saladitos. Y tomar los afamados cócteles de frutas nativas, antes o después de un paseo a Ponte dos Ingleses, en las inmediaciones de la playa de Iracema. Allí es posible ver los delfines que pululan en esas aguas. En la playa de Meireles están los mejores hoteles de la ciudad y también las ferias de artesanías y bares, donde hay música todas las noches. En la tarde, muchos turistas se instalan en la costa para ver las jangadas que retornan del mar cargadas de pescados.

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Para aprovechar el clima tropical, las playas más apartadas son las preferidas. Al sur de Fortaleza, los ocho kilómetros de la Praia do Futuro ofrecen arena suave y más de cien barraquitas que disponen de buena comida, música, duchas de agua dulce, baños, alquiler de sillas y sombrillas. Más al norte, está la Barra do Ceará, un conjunto de playas rústicas, con quioscos sencillos, pero no por eso menos agradables.

Además del sol y la arena, Fortaleza también se destaca por sus actividades culturales. El Centro Cultural Dragao do Mar, un edificio del siglo XIX que fue restaurado para albergar teatros, museos y salas para shows musicales y exposiciones, ofrece una excelente programación durante todo el año. Cerca de este lugar, está el centro turístico, un mercado de artesanías, donde la cultura regional se manifiesta en los diversos objetos y productos que se exhiben en unas doscientas tiendas. Allí, se consiguen dulces y licores de frutas típicas de la región, como el marañón y castañas, así como redes bordadas con extremo cuidado, en puntos como “richilieu”, filé, punto-cruz y “renascencia”, la estrella de los bordados. Algunos de los trabajos con este punto pueden costar hasta 3000 reales (1670 dólares).

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Una visita a Fortaleza debe incluir necesariamente una visita a la playa de Aquiraz, ubicada a 30 kilómetros de la capital, donde está el Centro de Tejedurías Luiza Távora. Sentadas en banquitos, sin desviar la atención de sus labores, las tejedoras explican al turista cómo tejen las colchas y manteles, y cómo, a veces, esos trabajos demandan meses hasta que pueden dar la puntada final