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ENTREVISTA A JAIME ROOS, QUE EDITO SEIS DISCOS... SIN CANCIONES NUEVAS
“A su tiempo, tendré temas nuevos”

Uno de los discos es �Contraseñas� y contiene versiones de una serie de autores montevideanos claves, de Alfredo Zitarrosa a Jorge Drexler, pasando por Eduardo Mateo y Leo Maslíah. Los otros cinco recopilan lo mejor de su obra para el sello EMI y a eso se agregará un compilado de sus grandes éxitos.

Por Roque Casciero
Desde Montevideo

Desde las ventanas del café Bacacay puede verse la fachada del teatro Solís, que está cerrado por reparaciones. En esa sala, en 1997, Jaime Roos grabó su único disco en vivo, Concierto aniversario. No es casual, entonces, que elija ese bar para la entrevista con Página/12. Ahí juega de local y se nota cuando insiste en pagar la cuenta: las dos damas que están tras la barra se hacen las desentendidas hasta que el músico agradece la gentileza, se pone un sombrero que lo hace parecido a Carlos Santana (si es que esto es posible) y se va. Mientras camina por las calles de la ciudad natal, su sonrisa aparece franca cada vez que recomienda visitar un lugar, como si los recuerdos se le agolparan en la memoria. Roos siente un deleite especial al hablar de Montevideo, aunque aclara que, si se pusiera a hacerlo en serio, debería escribir un libro. El único detalle es que ya lo escribió: así como Lou Reed propuso leer toda su discografía como una gran novela, puede recorrerse la capital uruguaya sin conocerla sólo con prestarles atención a las canciones de Roos, probablemente el músico popular uruguayo más importante de los últimos veinte años.
El reciente disco Contraseña reafirma el concepto, porque reúne versiones de temas de autores montevideanos, desde Alfredo Zitarrosa y Eduardo Mateo hasta Leo Maslíah y Jorge Drexler. “Fue casualidad que todos hayan nacido aquí, ya que en la primera selección de treinta temas había unos cuantos de gente del interior del Uruguay”, recuerda Roos. “Recién me di cuenta de que todos eran montevideanos al hacer la última selección, así que salió un disco totalmente montevideano. Debo aclarar que la mitad de los habitantes del Uruguay viven en Montevideo y que la ciudad es un semillero de músicos, porque la tradición del candombe y de la murga está asentada aquí. Entonces, tampoco es curioso que haya tantos autores montevideanos de mi gusto, porque soy candombero y murguero”.
El arte de tapa del álbum también es un símbolo de identidad para su autor. Allí se lo ve borroneado, con un cartel en primer plano y en foco, en el que se ve la figura de un futbolista. “Son carteles que existen sólo en el Uruguay, que advierten a los conductores: ‘Cuidado que puede pasar un tipo corriendo atrás de una pelota’. Ese cartel podría estar perfectamente en Argentina o en Brasil, pero todavía no se les ocurrió. Me llamó poderosamente la atención y pensé: ¿en Estados Unidos podría existir este cartel? No. ¿Podría existir incluso en Holanda, que tiene buen fútbol? No, porque en Holanda no juegan al fútbol en la calle. Entonces me dije: ‘Esta es una auténtica señal de identidad, una señal de tránsito que existe solamente en este país’.”
–Usted es un autor de canciones reconocido. ¿Por qué se le ocurrió que era buena idea hacer un disco con versiones de temas de otros?
–En realidad es una idea vieja, de hace seis o siete años. Era un proyecto que, precisamente, se iba a llamar Versiones. Siempre tuve ganas de grabar en un disco determinados temas que me dan placer cuando los canto. Cuando uno está en un asado o en un ensayo, son precisamente ésos los temas con los que se zapa, con los que uno se divierte, porque es muy aburrido cantar los temas de uno todo el tiempo. Era casi un desafío para mí salir del cantautor para irme al cantor. Por una serie de motivos se fue postergando esto, hasta que el año pasado hice la producción artística de Cuando el río suena, de Adriana Varela, donde tuve que hacer arreglos de muchos autores uruguayos. Y realmente fue una gozadera, un placer. En ese momento me di cuenta de que había llegado el momento para hacer este disco. Estuve trabajando duro con esto, puesto que me propuse hacer versiones con mi sonido, con mi concepción de cada canción. Una vez que saqué la letra y la música, no escuché más los originales, para buscarle mi sentimiento. No me propuse hacer un disco representativo de la músicauruguaya, puesto que se necesita mucho más que un álbum para hacer una cosa así. De todas maneras, es una contraseña de tantas que se pueden hacer para abrir la puerta de la música uruguaya –montevideana, en este caso– y ver que no son dos o tres los que escriben canciones, sino que son veinte o treinta. Y que hay variedad en los géneros, sutilezas, guiños... Que la música uruguaya es una escuela de música popular dentro de las tantas que hay en el continente, que tiene sus características, que tiene sus reglas: de eso se trata el disco.
–Su álbum anterior era un repaso de su carrera en vivo y ahora saca uno de versiones, en el que hay sólo un tema suyo y dos cocompuestos por usted y otra gente. ¿Qué le pasa con la composición?
–Ya tengo las puntas de la madeja para mi próximo álbum. En algunos casos tengo las canciones terminadas, en otros hay cosas por corregir y terminar. A mí me parece que hay que tomar con responsabilidad frente a uno mismo al hacer canciones nuevas. No tengo apuro, sé que ya vendrán los nuevos temas. Si hay alguien que gusta de mi música y se muestra impaciente, lo único que tengo para decirle es: “¿Estás seguro que escuchaste todos los temas que hice? Porque compuse como 120”. Si me dice que sí los escuchó, le tengo que responder: “Entonces, a vos sí te lo pido, teneme un poco de paciencia. Pero te lo pido únicamente a vos y te agradezco que estés impaciente por escuchar una cosa nueva; espero no defraudarte cuando lo haga”. Quiero decir: a su tiempo, habrá temas nuevos. A los demás, a los que no tienen tanto apuro, les digo que escuchen los otros discos. No tolero que me presionen y tolero aún menos autopresionarme. Concierto Aniversario fue para mí poner en un álbum lo que ha sonado mi espectáculo durante los últimos diez años: quería hacer un disco que me gustara, en vivo, representativo de lo que fueron aproximadamente 800 conciertos a lo largo de los 90. Era un desafío y ahora Contraseña es un desafío como intérprete. El día en que no se me ocurra más nada, el día que no pueda escribir una canción que me parezca original, lo voy a decir sin ningún problema. Para regocijo de varios, me imagino. Pero lo siento, señores, por ahora sigo escribiendo canciones, así que no le saquen la lengua al abuelito.
–¿No se presiona a usted mismo para superar lo que ya hizo?
–Sí, en lo técnico y en la interpretación instrumental y vocal, pero no en lo que tiene que ver con la composición. En determinadas épocas de mi vida he escrito lo que estaba viviendo en ese momento, ahora escribo otras cosas porque vivo otras cosas. Entonces, no siento presión. Existe una preocupación adentro de un autor y es si se le acabó el agua al aljibe. Porque a todos se les acaba, a menos que uno se muera joven. Sin embargo, escuché el último álbum de Lou Reed, el último de Bob Dylan, el último de Chico Buarque y me quedó claro que los viejos tigres siguen pegando zarpazos: a sacarse el sombrero. Dylan estuvo once años sin sacar un disco con canciones suyas pero también, hay que decirlo, escribió 500 canciones. Lo que jamás haría sería autoplagiarme por la presión de componer. Eso les ha pasado a muchos autores literarios, musicales e incluso plásticos, que empiezan a repetir una fórmula y terminan enchastrando lo bueno que ya hicieron. Sé que no voy a caer en esa trampa, aquello famoso de “más de lo mismo pero peor”. Si algún día no puedo componer más porque no tengo nada que decir, realmente no me va a ocasionar ningún complejo: ya hice unos cuantos cuadritos para colgar en la pared.

La angustia de la relectura
Aunque a Jaime Roos no le gusta volver a escuchar sus trabajos antiguos, el año pasado debió hacerlo, y exhaustivamente, porque aceptó remasterizar sus obras completas para el sello EMI (desde sus comienzos hasta 1995). El resultado fue una colección de cinco cd llamada Todo Roos, que se completará en este 2001 con un compilado de sus grandes éxitos. “Participar de la remasterización fue como mirarme a un espejo enorme porque tuve que pasar por cada canción de las que hice”, confiesa Roos. “Me llevé gratas y malas sorpresas, porque había temas que no escuchaba desde hacía diez años. En términos generales, me remito a lo que dijo Juan Carlos Onetti cuando le preguntaron si se releía. Contestó que jamás, porque inevitablemente le provocaba una sensación de angustia. A mí me pasan dos cosas: a veces siento que jamás voy a tener inspiración o voy a escribir como lo hice hace treinta años, lo cual me provoca angustia. Otras, siento que tendría que reescribir todo, porque todo está muy mal y ahora podría hacerlo mejor, lo cual también me provoca angustia. Desgraciadamente, con la música es más difícil que con la literatura poder hacer ediciones corregidas y aumentadas”.

 

 

 

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