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“Una administración de Sharon no
durará más de tres o seis meses”

Un ministro palestino clave explica aquí las razones del rechazo de su lado al plan de paz del presidente Bill Clinton.

Shaath: “No queda tiempo para la paz antes del 20 de enero”.
“La propuesta de Clinton se queda corta de un acuerdo viable.”

Por Juan Pedro Velázquez *
Desde Madrid

Diez años después de la Conferencia de Madrid, la paz en Oriente Medio no está a la vuelta de la esquina. Así opina Nabil Shaath, ministro de Cooperación Internacional y Planificación de la Autoridad Nacional Palestina, quien, sin embargo, cree que éste es un momento propicio para avanzar en el proceso. Shaath, de 62 años, ha estado en el primer plano del proceso de paz desde su inicio. Doctor en ciencias políticas por la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos) y dirigente de Al Fatah, principal formación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), es un político con fama de moderado y pragmático.
–¿Cómo influirá en el proceso de paz el cambio de administración en Estados Unidos?
–Estamos en un momento muy interesante. El hombre que representó la política estadounidense durante ocho años, el presidente Clinton, abandona ahora la Casa Blanca. Le pasará el cargo al hijo del hombre que hizo posible la Conferencia de Madrid, George Bush padre, y por ese motivo no hay por qué sospechar que, bajo una administración republicana, los estadounidenses no estarán interesados estratégicamente. Pero inevitablemente se perderá tiempo hasta que el nuevo gobierno eche raíces.
–¿Hay margen todavía para llegar a un acuerdo, aunque sea de principios, antes de que Clinton abandone la Casa Blanca, el 20 de enero?
–No, no queda tiempo. Hay tiempo para progresar, para que avance el proceso, y hay tiempo para que Clinton entregue a Bush un proceso de paz viable, no un proceso difunto y en bancarrota. Es hora de hacer algo, incluso en el último minuto, pero no para concluirlo. Hay asuntos muy complejos y no necesitamos otro acuerdo de principios y pasarnos otros 10 años explicándolo.
–¿Cuáles son los principales inconvenientes palestinos al plan de Clinton?
–Muchos. Sin despreciar los esfuerzos de Clinton, que aprecio y valoro, su propuesta se queda corta de un acuerdo viable. La seguridad. No habrá paz si Israel insiste en mantener una presencia colonial en Palestina. O tenemos un Estado palestino totalmente soberano y en paz con sus vecinos, con fronteras y relaciones abiertas, o no habrá paz. El plazo de seis años propuesto para la retirada del Ejército israelí, insistir en que Israel mantenga centros estratégicos que pueda utilizar en caso de emergencia para ocupar de nuevo los territorios y hacer la guerra contra sus vecinos árabes, insistir en que tendrán control total sobre el espacio aéreo, no es soberanía, es puro y duro colonialismo decimonónico. Y eso no podemos aceptarlo. Esta es la parte más fácil. Y queda lo de Jerusalén. No podemos resolver un problema y crear otro. Nos dan soberanía sobre la Explanada de las Mezquitas; de acuerdo, pero después se dan la soberanía sobre el muro de las lamentaciones, por debajo y por arriba, lo que llaman la soberanía vertical. Esto no funciona. Debemos ser claros. Nuestra soberanía debe estar clara, siempre con garantías del derecho a la oración de los judíos, los cristianos...
–¿Y la cuestión del retorno de los refugiados?
–No se puede reducir el problema de los refugiados a un asunto de inmigración de Israel. En los últimos siete años, Israel no ha permitido a un solo refugiado palestino regresar a Cisjordania y Gaza, algo que debería haber hecho sin restricciones. No se puede permitir regresar a los rusos cuyos tatarabuelos eran judíos y no hacerlo con los palestinos cuyos padres vivían en Palestina en 1948. El derecho al retorno es una cuestión humanitaria y política. Nadie quiere forzar a 4,5 millones de palestinos a regresar, pero la gente debe tener la opción, el derecho. Si los pueblos o ciudades de los que fueron expulsados en 1948 están hoy en territoriopalestino, por supuesto que deberían tener la opción de regresar y convertirse en ciudadanos israelíes, con la obligación de obedecer las leyes israelíes. O a lo mejor prefieren venir al Estado palestino, o conservar la ciudadanía jordana, o irse a Canadá, pero no se les puede negar esa opción, ese derecho. Si se les negara, tendríamos 4,5 millones de palestinos en contra del gobierno israelí y del gobierno palestino que firmaran un acuerdo así. Hay que sentarse y negociar.
–¿Será más fácil llegar a un acuerdo si Ariel Sharon gana las elecciones del próximo 6 de febrero y se convierte en primer ministro en Israel, como anticipan las encuestas?
–Es muy poco probable. Todos conocemos las posiciones de Sharon. La perspectiva de que sea el nuevo primer ministro es muy poco alentadora para nosotros. Pero nosotros no podemos decidir por los israelíes. Desafortunadamente, Barak, que fue elegido por el 56 por ciento de los israelíes, y en un año y medio de mandato, sólo ha tenido éxito al ocupar territorio palestino, desencadenar violencia contra los palestinos y no ha logrado nada en el proceso de paz. La administración de Sharon no podrá sobrevivir más de tres o seis meses. Porque va a gobernar con el mismo Parlamento que Barak, ya que las elecciones son sólo para elegir al primer ministro. Todos los problemas que ha tenido Barak pasarán a Sharon. Si éste es elegido, será el quinto primer ministro en siete años. Esto nunca ha sucedido en la historia de Israel y ello obedece a la posición israelí en el proceso de paz. Hay una posibilidad de que Barak sea sustituido por Shimon Peres, que tiene mejores resultados en las encuestas que Barak y Sharon. Me hubiera gustado que Barak hubiera buscado un proceso de paz verdadero en el último año y medio. Desafortunadamente, no ha sido así.
–¿Está Yasser Arafat dispuesto a firmar un acuerdo de paz que no satisfaga a todos los palestinos y a asumir el costo político de esa decisión?
–Arafat está jugando con las reglas establecidas en Madrid. Si piensa que un acuerdo es bueno para la mayoría de los palestinos, si va a ser estable y permanente, y si satisface a nuestros vecinos árabes, firmará.
–El ministro israelí de Exteriores, Shlomo Ben Ami, sostiene que será imposible satisfacer a todos los palestinos y a todos los israelíes.
–Ben Ami habla de una sociedad de ocupadores dividida, no una sociedad dividida de víctimas. Si los ocupadores están divididos es porque algunos quieren continuar la ocupación y otros no. Es muy distinto en el caso palestino. Vivimos bajo una ocupación y nadie en Palestina quiere seguir así. Nadie quiere renunciar a Jerusalén.
–¿Está lista la Autoridad Palestina para convertirse en un Estado soberano?
–Estoy absolutamente convencido de ello. El experimento de los últimos siete años ha sido un éxito. Hemos creado las bases para tener un Estado próspero y en paz. Entre 1996 y 2000 le hemos dado a Israel su mayor período de tranquilidad desde 1948.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 

Claves

Las negociaciones israelo-palestinas de último momento para llegar a una Declaración de Principios conjunta sobre la base del plan de paz de Bill Clinton antes de que éste cese en su cargo el 20 de enero no produjeron resultados ayer. Habrá nuevas negociaciones hoy.
Los palestinos esperan de la administración entrante de George W. Bush una política que los favorezca más. Recuerdan que el padre del nuevo presidente fue quien inició el proceso de paz, así como los vínculos de ambos Bush a la industria petrolera y a posiciones más proárabes.
En el frente interno israelí, el ultranacionalista Ariel Sharon tiene 20 puntos de ventaja sobre el actual primer ministro Ehud Barak con vistas a las elecciones del 6 de febrero. Pero esa ventaja se reduciría o desaparecería si el candidato anti Sharon fuera el veterano laborista Shimon Peres.

 

Negociando bajo las balas

Los contactos diplomáticos proseguían ayer entre israelíes y palestinos para intentar que Shimon Peres y Yasser Arafat se reúnan hoy, cuando concluya la fiesta judía del Shabat. Mientras tanto, un nuevo incidente enturbiaba sobre el terreno la relativa calma de las 48 horas anteriores. Tras una de las marchas contra la cooperación con Israel que se celebraron en varias ciudades de Cisjordania, en Hebrón, un joven palestino lanzó un artefacto explosivo contra un grupo de soldados israelíes que lo siguieron hasta un restaurante cercano y lo mataron. A continuación, sacaron su cadáver al exterior, dejando un reguero de sangre en el camino.

 

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