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NADIE ESCUCHO A UNA MUJER QUE
DENUNCIABA A SU EX MARIDO Y EL MATO A SUS DOS HIJOS
Cuando la Justicia no es ciega, sino sorda

Adriana García denunció varias veces a su ex marido por violencia y amenazas. Pidió exclusión del hogar y visitas supervisadas, pero todo fue infructuoso. El pasado octubre él mató a los nenes, de 2 y 4 años. Al mismo tiempo la Justicia le avisaba a Adriana que no había pruebas de sus denuncias. Son muchas las víctimas de la violencia doméstica a las que nadie escucha.
Adriana García en un acto por la memoria de sus hijos: ayer se cumplieron tres meses del crimen. Ahora junta firmas para pedir que “los tiempos de la Justicia se ajusten a los tiempos de la vida”.

Por Mariana Carbajal

El 15 de noviembre, Adriana García, una docente de chicos hipoacúsicos, recibió una notificación judicial que la hizo temblar de indignación y bronca. La Fiscalía Nº 4 de Mar del Plata le informaba que las actuaciones iniciadas a partir de las denuncias por amenazas y lesiones contra ella y sus dos hijos cometidas por su ex marido habían sido archivadas por falta de pruebas. Hasta para darle la espalda, la Justicia llegaba muy tarde: un mes antes, el hombre había degollado a los niños, de 2 y 4 años. “Cuando vi la cédula judicial, pensé que era una carta de disculpas, por lo que no habían hecho. Pero me di cuenta de que el sistema judicial es tan perverso como mi ex esposo”, señaló Adriana a Página/12. Ayer, al cumplirse tres meses del doble homicidio de sus hijos, se realizó una misa recordatoria en la Catedral marplatense y Adriana encabezó una mesa para recolectar firmas a fin de exigir que “los tiempos de la Justicia se ajusten a los tiempos de la vida”. Su caso no es aislado. Según coincidieron especialistas consultados por este diario, las víctimas de violencia doméstica tienen grandes dificultades para ser escuchadas en los tribunales bonaerenses, por falta de capacitación de magistrados y personal judicial en esta problemática.
“La estructura jurídica de la provincia es insuficiente y altamente ineficiente. Deberían existir cuerpos de peritos especializados en violencia familiar para analizar cada caso”, consideró el secretario nacional de Política Criminal, Mariano Ciafardini. “Hay jueces muy apegados a las formalidades en el pedido de pruebas que no tienen en cuenta que en este tema una demora de 3 a 10 días puede ser mortal”, objetó Eugenio Freixas, director de la Oficina de Asistencia a la Víctima de la Procuración de la Nación. “Es uno de los casos más vergonzosos de la Justicia de la provincia”, sostuvo la senadora Elisa Carca, autora de la flamante ley bonaerense de violencia familiar (ver aparte).
El doble homicidio ocurrió el 17 de octubre en el barrio Peralta Ramos Oeste, de Mar del Plata. Ariel Rodolfo Bualo, un empleado de una agencia de seguros, de 35 años, asesinó en la madrugada a sus dos hijos con un cuchillo de cocina, pasó la noche junto a los dos cadáveres y a la mañana él mismo dio aviso del hecho a la policía. “Si en la fiscalía hubieran perdido 2 minutos, me hubieran dado la oportunidad de convencerlos de que mi ex marido era un tipo peligroso”, afirmó Adriana, con la voz entrecortada por la rabia infinita y la congoja que le produce recordar el desenlace fatal que tuvieron los hechos.

“Mamá, vamos a escondernos a un pelotero”

La primera denuncia por las agresiones y amenazas que estaba sufriendo la realizó en mayo en la Comisaría 7ª de Mar del Plata, días después de pedirle a Bualo que abandonara el hogar conyugal al enterarse de su propia boca que se estaba tratando con un psiquiatra por ser “un abusador sexual compulsivo”. Llevaban ocho años de casados y tenían dos hijos, Valentina, de 2, y Sebastián, de 4. Según precisó Adriana, las actuaciones por su denuncia pasaron a la Fiscalía Temática de Conflictos Sociales y Familiares Nº 4, a cargo de María de los Angeles Lorenzo.
La confesión de su marido, en realidad le permitió atar cabos sueltos. “Hacía dos años que recibía llamadas anónimas con tono erótico, que después me di cuenta de que las hacía él. Incluso, él mismo me admitió que había abusado hacía varios años de una familiar muy cercana. También descubrí que intercambiaba por Internet todo tipo de material pornográfico”, describió. A partir del día en que echó a su esposo de la casa, la vida de Adriana se convirtió en una pesadilla. “Tres veces entró rompiendo el portón del garaje y la puerta de la cocina. Una vez destrozó con un palo la computadora, muebles, me tiró al suelo, y me agredió físicamente. Mi hijo me decía: ‘Mamá, vamos a escondernos a un pelotero que ahí no nos va a encontrar’. Además, solía llamar antes de venir desdeun teléfono público y dejarlo descolgado para dejarme incomunicada”, recordó la mujer, que es docente de la Escuela Especial Nº 508 de la ciudad balnearia y consejera académica de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Mar del Plata. “Desde que me separé pedí que la Justicia interviniera. Hubo más agresiones. Insistí en la Fiscalía Nº 4, pero nunca me dieron bolilla. Pedí la exclusión del hogar, tenencia y régimen de visitas supervisado por una asistente social, pero tampoco conseguí nada”, denunció la mujer. En el caso había tomado intervención también el Juzgado de Menores Nº 1, a cargo de la jueza Olga Artola. “El 2 de octubre me llegó una citación: decía que tenía que presentarme al tribunal el 27 de setiembre. Me presento de todas formas. Me dicen que quieren constatar las lesiones de Sebastián inferidas por su padre en el mes de junio. Me derivan a una psicóloga, que sin ningún tipo de técnica para tratar este tipo de casos interroga a mi hijo. Cuando le cuento que Sebastián evidenciaba cambios en su conducta infantil (se hacía pis), me sugiere llevarlo a un psicólogo particular, pero nunca me dieron protección”, recordó Adriana.
La historia tuvo un final trágico. En la mañana del 16 de octubre Bualo retiró a los chicos y debía regresárselos a su madre por la tarde. “Como a las 18 no los había traído, comencé a buscarlos. Llamé a la casa de su madre para pedir ayuda y me dijo que no quería meterse. A la medianoche hice la denuncia en la Comisaría 7ª, pero no la consideraron pertinente. A la 1.30 del 17 de octubre fui a la Brigada para que algún efectivo me acompañara a buscarlos. Me contestaron que legalmente no podían hacerlo. A las 2 pedí ayuda en la Comisaría 3ª y me respondieron lo mismo. Entonces, fui sola a su casa y no me contestó nadie. A las 3, hablé a la fiscalía Nº 3, de turno, y me dijeron que hiciera la denuncia en la Comisaría 7ª. Así lo hice. La denuncia sería enviada a las 7.30 a la fiscalía Nº 4. A esa hora fui a esa fiscalía, pero la denuncia no había llegado.”
Una hora y media más tarde Adriana constató lo peor. Su ex marido había degollado a los dos niños. Paradójicamente, al día siguiente la fiscalía Nº 4 firmaba una cédula judicial comunicándole que archivaban por falta de pruebas las actuaciones iniciadas a partir de sus denuncias por amenazas y lesiones. La notificación le llegó el 15 de noviembre. Hacía un mes que sus hijos estaban muertos.
Hoy Bualo está detenido a la espera del juicio oral y público por el doble homicidio agravado por el vínculo, que podría depararle prisión perpetua, el castigo máximo previsto por el Código Penal.

 

Un sistema “ineficiente”
Por M.C.

“Adriana García se movió sola en la Justicia hasta que ocurrió el doble homicidio, y nadie la escuchó. Si para que una mujer consiga protección debe contratar a un estudio caro, estamos muy mal”, evaluó el abogado Eduardo Fernández Fiks, representante legal de la mujer en la causa penal que sigue contra su ex marido.
Para el secretario de Política Criminal, Mariano Ciafardini, el caso muestra que la Justicia bonaerense es “altamente ineficiente”. De su secretaría depende un cuerpo interdisciplinario de peritos especializados en violencia familiar al que los jueces de familia envían las causas para recibir asesoramiento antes de tomar una decisión. “En la provincia deberían crear un organismo similar”, opinó Ciafardini.
La senadora bonaerense Elisa Carca apuntó que la pesadilla de Adriana García no es aislada. “La Justicia no le da bolilla a la violencia doméstica, porque también allí el patriarcado sigue vigente”, dijo al ser consultada por Página/12.
“Lo siniestro en este caso es que nuestro sistema judicial, supuestamente encargado de nuestra seguridad y protección, se alíe con la violencia, volviéndose radicalmente desconocido para los ciudadanos, y por lo tanto fuente de continuo terror”, analizó Cristina Zurutuza, coordinadora de la sede local del Comité Latinoamericano para la Defensa de los Derechos de la Mujer.

 

Qué dice la nueva ley

En los primeros días de enero entró en vigencia, en la provincia de Buenos Aires, la ley de protección contra la violencia familiar, que fue sancionada por la Legislatura bonaerense el 6 de diciembre pasado. Se trata de la primera normativa de este tipo que rige en el territorio provincial, y amplía el espectro determinado por la ley nacional. Entre otras medidas cautelares, el texto establece un plazo máximo de 48 horas –a partir de la presentación de la denuncia– para que el juez ordene la exclusión del agresor del hogar; además dispone la creación de un Registro de Denuncias de Violencia Familiar y la capacitación del personal judicial y policial para actuar en casos de violencia doméstica.
La nueva ley define la “violencia familiar” como “toda acción, omisión, abuso, que afecte la integridad física, psíquica, moral, sexual y/o la libertad de una persona en el ámbito del grupo familiar”. El grupo familiar está formado no sólo por aquellas personas con lazos sanguíneos directos sino por todos los que conviven bajo un mismo techo, aun cuando no tengan relación de parentesco. La ley rige tanto para matrimonios y uniones de hecho como para noviazgos y parejas, actuales o anteriores. A partir del momento de la denuncia –que puede ser verbal o escrita–, el juez dispone de 48 horas para excluir al victimario del hogar y prohibir su acceso a los lugares de trabajo, estudio o esparcimiento de la víctima. El juez citará al agresor y al agredido por separado, sin necesidad de audiencias de mediación previas. La ley también dispone la creación de dos registros: uno de ONG especializadas, en el que se inscribirán aquellas entidades que cuenten con los recursos necesarios para un adecuado diagnóstico y tratamiento de las problemáticas de violencia doméstica, y otro de Denuncias de Violencia Familiar, en donde se dejará constancia de los casos denunciados.

 

Los chicos como víctimas

Según un estudio realizado por la Dirección de Política Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación sobre 67 casos de homicidios dolosos múltiples, la mayoría de estos crímenes tiene como protagonistas a hijos y padres: en 33 casos, las víctimas han sido niños menores de 10 años; en 21 casos, los victimarios fueron sus propios padres. El informe, realizado entre 1982 y 1996, arroja datos que resultan relevantes para configurar un mapa de la violencia familiar en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires.
El 77 por ciento de los casos tuvo como escenario el domicilio de las víctimas o bien del victimario;
La mayoría de los agresores son varones (89 por ciento de los casos); un 36 por ciento de entre 30 y 39 años;
En los casos en que el agresor mató a su pareja o a sus hijos, existe un alto porcentaje de suicidios (59 por ciento);
En los crímenes cometidos dentro del núcleo familiar, el 79 por ciento de los victimarios no tenía antecedentes penales.

 

OPINION
Por Marcela Rodríguez *

Adriana no es la única

El caso de Adriana García no es único. En general, a las mujeres víctimas de violencia doméstica les resulta muy difícil lograr que la Justicia y la policía escuche sus denuncias. Es cierto que a lo mejor la mujer no provee suficientes pruebas, pero si los tribunales investigaran seriamente, las encontrarían. Lo más grave es que muchas de estas situaciones de violencia doméstica llegan, como en el caso de los hijos de Adriana, a resultados fatales. El problema es que la Justicia y las fuerzas de seguridad siguen siendo machistas. Sigue primando una concepción de que este tipo de episodios pertenece al ámbito privado. A este panorama se suma el hecho de que para los jueces penales (que suelen tratar diariamente casos de homicidios) una denuncia por lesiones leves o amenazas de una mujer víctima de violencia doméstica tiene poca entidad. Y hay jueces de familia que intentan preservar el vínculo entre los padres y los hijos por sobre la integridad de la mujer.
Lo más terrible es que muchas veces se pudo haber tomado alguna medida para preservar la salud y la vida de la mujer y de sus hijos antes, incluso, de que la denuncia llegue a la Justicia: ya sea a través del sistema de salud o de la escuela, que deben estar alertas para detectar este tipo de casos.
La Justicia de Mar del Plata tenía suficientes elementos como para actuar. Antes de la flamante ley de violencia familiar –promulgada en los últimos días–, ya estaba vigente una ley provincial que establece la exclusión del hogar del agresor. Además, como es ley nacional, está vigente en el territorio bonaerense la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar toda forma de Violencia contra la Mujer (conocida como Convención de Belém do Pará), que establece que se debe investigar diligentemente la denuncia de la mujer y se deben “adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer de cualquier forma que atente contra su integridad o perjudique su propiedad”. Esto implica que el Estado es responsable por violar estas normas y la misma convención establece que se podría presentar una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

* Abogada, directora del Centro Municipal de la Mujer de Vicente López.

 

COMO ACTUAR EN CASOS DE VIOLENCIA FAMILIAR
“Acá una demora puede ser fatal”

Por M.C.

“En casos de violencia familiar, la provincia de Buenos Aires debería tener un sistema de alerta temprano y de evaluación de riesgos. Y los jueces deben tomar medidas cautelares urgentes. Una demora de 3 o 10 días puede ser fatal”, señaló Eugenio Freixas, director de la Oficina de Asistencia a la Víctima de la Procuración de la Nación, al ser consultado por Página/12 en relación con el caso de Mar del Plata. La falta de especialización de abogados, magistrados y personal judicial en la problemática de la violencia doméstica suele conspirar contra la protección de las víctimas. Para cubrir ese vacío, el Consejo Nacional de la Mujer realizará a lo largo del año cursos de capacitación en colegios de abogados de distintos puntos del país y está en tratativas con el jefe de la Policía Federal, Rubén Santos, para preparar a los uniformados.
“Hay jueces que son muy apegados a las formalidades al pedir pruebas y en esta temática la demora puede ser muy grave”, señaló Freixas. “Cuando no obtenemos medidas judiciales rápidas, desde la Oficina de la Atención a la Víctima retiramos a la mujer del lugar en que vive y la protegemos en un hotel. A la vez le brindamos una terapia psicológica para que pueda tratar el sometimiento de larga data que sufre y le impide cortar con el círculo de la violencia. Este mismo sistema podría implementarlo la provincia de Buenos Aires. No hacen falta muchos recursos sino actuar eficientemente”, consideró Freixas.
El Consejo Nacional de la Mujer iniciará sus cursos de capacitación para operadores en violencia familiar en el Colegio de Abogados de San Isidro. “En un principio estaba pensado sólo para abogados, pero cuando se enteraron, los jueces de los tribunales de familias del distrito nos pidieron que personal judicial también pudiera participar y adaptamos los cursos”, explicó la abogada Leonor Vain, asesora del organismo. “Tenemos firmados convenidos con 13 colegios más, de todo el país, entre ellos Neuquén, General Roca, Pergamino y Tucumán, y nos siguen llegando pedidos”, agregó Vain.
En el ámbito bonaerense, recién hace pocos días fue promulgada una ley de violencia familiar. Sin embargo, aún sin esa herramienta jurídica que ahora facilitará el tratamiento jurídico de la violencia doméstica, la Justicia debió dar respuesta a las denuncias de Adriana García, precisó Vain, especializada en la temática.

 

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