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La Esperanza, de
 Estocolmo a Barracas
Por Rafael A. Bielsa

Cuenta Malraux que las estaciones que iban siendo tomadas por los fascistas españoles estaban cada vez más cerca de Madrid, pero que aquella noche de guerra en que se decidió distribuir armas al pueblo, dio la impresión de ser una inmensa liberación: desde hacía semanas la multitud estaba inquieta por un ataque que �quizás� debiera sufrir desarmada. Mientras hombres y mujeres recibían fusiles, �el auto volvió a arrancar entre las palmadas en el hombro, los puños en alto y los �¡salud�! La noche no era más que fraternidad�.
Jorge Ocampo, el Negro Ocampo, �Javier� durante la resistencia peronista, dejó la Argentina cuando todavía resonaban estruendos, camaraderías y traiciones de semejante naturaleza a las que describe Malraux hablando de la Guerra Civil Española. �Debajo del cuero�, sabe decir el Negro, �tengo ocho tiros, y dentro del alma 21 años de cárcel, entre los 8 de calabozo, y los 13 que pasé de preso �vip� en el caribeño invierno de Suecia�.
Tiene unos cuantos hijos del primer matrimonio que eligieron un destino sueco, Jorgelina �hija de su segundo matrimonio�, también en Europa, y de su casamiento �irreversible� (como le gusta agasajar a Sara, su mujer), tres niños más: dos varones, Javier y Juan Domingo, y una nena. Javier nació hipoacúsico, y Juan Domingo tiene una extravagante enfermedad (hipoventilación alveolar) que lo obliga a vivir traqueotomizado, y a dormir con respiración asistida.
Desde que volvió de Suecia, el Negro se preguntó veinte veces por qué lo habría hecho, y en cada ocasión le faltó una respuesta concluyente, pero al mismo tiempo tuvo la intuición de que, aunque no lo supiera, ya lo sabría.
Desde hace unos meses vive en Irala 140, planta baja �B�, entre La Boca y Barracas, un complejo habitacional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Antes secó varias pilas de tanto apretar timbres.
�Este es otro país, compañero�, solía repetir moviendo la cabeza y mirando al piso, más como quien desespera de encontrar alguna huella que como quien busca las pistas del porqué. �En el �76 me cesantearon en el Municipio, y en el �84 me reincorporaron por una ordenanza del viejo Concejo Deliberante. Hasta hoy espero que hagan efectivo el reintegro.� El Negro sentía que se le estaba opacando aquel viejo brillo de neón quemado que supo tener en el fondo de los ojos, más profundo que el de la misma madrugada. �Cuando volví, le pedí a la Ciudad una vivienda, y me la negaron porque mi esposa era extranjera, y Jorgelina, mi hija, también. ¿Dónde se imaginaban que nacían los hijos de los exiliados? ¿En San Juan y Boedo?� 
�Cuando fui asesor de la Comisión de Transporte del Consejo�, rezongaba, �propuse hacer un censo de todos los colectivos escolares, y que en ellos se hiciese obligatorio el uso de cinturones de seguridad. A la semana, me rescindieron el contrato. En Suecia, todas las manijas y los bordes metálicos de esa clase de vehículos están recubiertos obligatoriamente por material amortiguante. La verdad, no los entiendo�.
Desde hace unos meses, el tráfico pesado proveniente de la zona norte y del puerto fue desviado precisamente hacia la calle donde está su casa.Según el periódico vecinal Riachuelo, 1400 camiones por día pasan por su puerta. La altura de los edificios actúa como caja de resonancia. El estado ondulatorio de las calles produce que los camiones �salten�. El temblor que contagia a las viviendas les agrieta los frentes, las paredes internas, y ocasiona el desmoronamiento parcial de los cielorrasos. El establecimiento para contenedores �Depósito Fiscal Buenos Aires�, en la intersección de Irala y Pilcomayo, se apropió de un tramo de calle que une dicha zona con la avenida Almirante Brown, impidiendo un acceso rápido al Hospital Argerich, y almacena sustancias inflamables y venenosas.
�No me importa demasiado que se viole la ley de Tránsito Pesado, o que en Martín García e Irala hayan instalado un semáforo ilegal que desvía el tráfico hacia mi zona�, sostenía el Negro, como si su interlocutor le hubiese asignado un repentino ardor legalista; �ni siquiera me importa que por los camiones no podamos estacionar, o debamos caminar por la calzada, o que los camioneros hagan de las veredas sus dormitorios, mingitorios y depósitos de desperdicios. Pero hay que hacer una cuenta: 1420 camiones diarios por 5 días hábiles hacen 7100 camiones, los que mensualmente se elevan a 28.400. A un promedio de 4 golpes por bache y por camión, da un saldo mensual de 113.600 sacudones por bache frente a una vivienda tipo. El problema es mi hijo Juan Domingo. Viene de varios meses de terapia intensiva, y el estruendo lo aterroriza, razón por la cual no sale de su pieza. Además, ¿para qué va a salir? Está traqueotomizado, y expuesto a toda enfermedad de las vías respiratorias que circule. Subiendo a la terraza, la polución que hay se percibe a simple vista; más que sacarle el miedo dan ganas de sellar la habitación, para que el pibe no se mueva�.
Después de preguntarse una vez más por qué volvió de Suecia, el Negro Ocampo decidió desempolvar los nudillos y pidió una reunión con el secretario de Obras y Servicios Públicos de la Ciudad, Abel Fatala. Por esas cosas de la vida, el ingeniero Fatala tenía en el �73 una Unidad Básica sobre la calle Pavón; al Negro lo habían secuestrado en el �71 en Pavón y Boedo, y cuando lo liberaron en el �73 era el héroe del barrio.
La primera sorpresa fue que lo recibió inmediatamente. La segunda, que lo hizo acompañado por el subsecretario de Tránsito, el director general de Tránsito, y el delegado comunal del Centro de Gestión y Participación. La siguiente que, sentados alrededor de una mesa, funcionarios y vecinos encontraron una solución que beneficia a éstos, sin perjudicar a otras zonas de la ciudad: en pocos días más, el tránsito será dirigido a Pedro de Mendoza, para no agraviar a los vecinos de Patricios, y del sur en general.
El Negro salió de la reunión restregándose los ojos, acicalando el mitigado brillo de neón quemado de otros años, momentos en los que la solidaridad frente al dolor del semejante se encontraban en el brazo extendido de un vecino, en una política que se preguntaba acerca de su potencial de cambiar la sociedad, y hasta en los estribillos de las canciones que se cantaban en las plazas.
Esa respuesta a la pregunta acerca de por qué había vuelto de Suecia, que el Negro intuyó que alguna vez sabría, había hecho su aparición. �Al sesgo y a lo matrero�, como dice la bella canción de Tejada Gómez, con los modales que elige este país nuestro, pero de cuerpo entero.
�El auto arrancó�, escribe Malraux. �Manuel adelante, Ramos atrás, apretando contra su vientre un paquete de granadas. Y de pronto, Manuel se dio cuenta de que ese automóvil le era indiferente. No había ya automóvil; había esa noche cargada de una esperanza turbia y sin límites, esa noche en que cada hombre tenía algo que hacer en la tierra.� Dice Malraux, en La esperanza, su libro sobre la Guerra Civil Española.
También el Negro se dio cuenta de que había valido la pena volver de Suecia para encontrarse con los afectos y con los compañeros, con un paísque en sus términos es capaz de parecerse �al menos en algo, por ahora� a Suecia.

 

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