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REPORTAJE A EDUARDO DUHALDE
A CUATRO AÑOS DEL ASESINATO DE JOSE LUIS CABEZAS
“Yo no encubrí a la Policía Bonaerense”

Para el por entonces gobernador bonaerense, Prellezo y los horneros fueron los asesinos y el crimen fue un mensaje para el periodismo, no para él. Reiteró que no cree que Yabrán lo haya mandado a matar, tal como le dijo a Página/12 en 1999, y cree que Palito pagó parte de la defensa del policía �para hacer una película�.
�El principal condenado, Gustavo Prellezo, está preso. Y él no era un ranger norteamericano: era de la Bonaerense�, dice Duhalde.

Por R. K.

“No, el asesinato de José Luis Cabezas no fue un mensaje para mí sino para los periodistas. La gente de Yabrán quería que los periodistas le tuvieran miedo. Y además, yo no encubrí a la Policía Bonaerense. La prueba es que el principal condenado, Gustavo Prellezo, está preso. Y él no era un ranger norteamericano, era de la Bonaerense. Se me cayó el alma al piso cuando me enteré de que un hombre de la policía intervino en el crimen”. Con estas palabras, el ex gobernador bonaerense Eduardo Duhalde refutó ayer ante Página/12 la versión de Prellezo sobre el asesinato del fotógrafo. El condenado –en diálogo exclusivo publicado el domingo por este diario.- sostuvo que el crimen fue obra de un grupo de profesionales, probablemente comandado por el jefe de la custodia de Yabrán, Gregorio Ríos, y con cobertura de la Policía Bonaerense. Según Prellezo, el crimen fue un mensaje mafioso contra Eduardo Duhalde.
Estos son los tramos más salientes del diálogo con el ex gobernador, a cuatro años exactos de aquella siniestra madrugada en la que, esposado, le pegaron un tiro en la nuca a Cabezas y después quemaron su cuerpo en una cava cercana a Pinamar.
–Gustavo Prellezo dice que el asesinato fue un mensaje para usted.
–No sé de dónde lo saca, algo oculta. Es evidente que no quiere decir todo lo que sabe. Además, durante cuatro años se mantuvo en absoluto silencio hasta que habló esta semana con Página/12. Yo creo que no fue un mensaje para mí, sino que fue para los periodistas. La gente de Yabrán se quería sacar de encima a los periodistas y en un sentido lo logró: había muchos periodistas asustados. Si Prellezo tiene más datos, que los diga.
–Pero Prellezo asegura que no puede ser casualidad que a Cabezas le hayan pegado un tiro en la nuca, lo esposaron, quemaron el cuerpo y lo tiraron en un camino por el que pasó usted un rato después. Además, dice que fue una organización de envergadura, con varios vehículos, sistemas de comunicaciones y aparato de inteligencia, no un grupito integrado por cuatro ladrones y un policía.
–Mire, Prellezo dice que no tuvo nada que ver con el asesinato y yo tengo la convicción, la absoluta convicción, de que tuvo que ver. Al principio, en un momento se quebró frente al juez José Luis Macchi, poco después de hablar con un sacerdote. Ahí confesó, pero eso no se pudo incluir en la causa porque estaban solos el juez y Prellezo, sin sus abogados. Por eso creo que tuvo responsabilidad. Estoy seguro. Ahora trata de defenderse: es un condenado tratando de mejorar su situación.
–Le insisto en la pregunta: ¿fue casual que tiraran el cuerpo de Cabezas justo en el camino por el que pasó usted?
–Y, sí, yo creo que fue casual. Si Prellezo tiene más elementos, que los diga. Le reitero que la intención del asesinato fue atemorizar a los periodistas. El propio Prellezo le tenía un miedo pánico: ante los peritos psicólogos lo mostró. La palabra Yabrán estaba en un papel y él empezó a temblar. En verdad, el crimen de Cabezas me parece tan brutal, tan feroz, que, por lo menos a mí me resulta imposible, me cuesta pensar que fue en mi contra.
–Prellezo también asegura que el grupo de profesionales que mató a Cabezas tuvo la cobertura de la Policía Bonaerense y que usted eso lo tapó todo.
–¿Pero Prellezo cree que él era de los rangers norteamericanos? ¡¡El era de la Bonaerense!! Cuando a mí me dijeron que él tuvo que ver, casi me muero, se me vino el alma al piso. Los asesinos eran gente de la policía. Sí, fue él, fue la Bonaerense.
–Otra novedad asombrosa que se produjo en el caso es la acusación contra Palito Ortega, que le habría pagado a la defensa de Prellezo. En concreto al ex abogado de Prellezo, Hernán Mestre. En aquel momento Ortega estaba alineado con Carlos Menem y llaman la atención esos pagos. –No, no, ahí hubo una cuestión artística. Ortega pagó para que le dieran información para hacer una película.
–¿Usted cree en esa versión? ¿Usted cree que le pagó al abogado del asesino para conseguir información para hacer una película?
–Sí, sí, la creo.
–¿Cuál es su reflexión a cuatro años del asesinato?
–Mire, más allá de la versión ridícula que se intentó armar al principio, echándole la culpa al grupo de Mar del Plata conocido como Los Pepitos (una versión que ninguno de nosotros creyó), creo que después se hizo todo lo que se pudo. Este mes, en los próximos días, se le va a pagar la recompensa al hombre que trajo el dato de que los asesinos fueron esos muchachos -.Horacio Braga, Sergio González, José Luis Auge y Héctor Retana– de Los Hornos, el barrio de La Plata. Ese hombre, un dirigente justicialista llamado Rubén D’Elía, se enteró de que andaban por el barrio borrachos y drogados diciendo que estuvieron en el crimen de Cabezas. Eso cambió todo y permitió la detención de ellos y de los policías que participaron en el asesinato. Si no hubiera sido por ese dato, tal vez el crimen quedaba impune.
–¿Usted cree que están presos los culpables?
–Tal vez falte alguno, pero los que están presos, están bien presos.
–Usted le dijo a Página/12 en octubre de 1999 que Yabrán no dio la orden de matar a Cabezas. ¿Lo sigue pensando?
–Sí, fue su gente, su entorno. Se sentían absolutamente impunes y pusieron en marcha una operación para atemorizar a los periodistas para que no se acercaran a Yabrán. Esa operación terminó con la vida del fotógrafo.

 

Acto en Pinamar

La Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (ARGRA) realizará hoy un acto en Pinamar al cumplirse cuatro años del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas. Durante la ceremonia, que se realizará a las 19.30 en el monolito edificado en su homenaje en la entrada a esa ciudad balnearia, se plantarán cuatro pinos, uno por cada año. Además de ARGRA, participarán del acto miembros de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), y familiares y amigos de Cabezas. En un comunicado, la comisión directiva de ARGRA expresó que “aún no se conoce toda la verdad” respecto del asesinato y consideró que todavía resta juzgar a otros responsables, además de los ocho hombres que fueron condenados en febrero de 2000. “El 25 de enero se cumplen cuatro años del homicidio de José Luis Cabezas. Los reporteros gráficos de todo el país luchamos codo a codo con toda la sociedad para que su crimen no quedara impune. A todos les pedimos que no se olviden de José Luis, y a las autoridades les exigimos Justicia”, dice el texto.

 

OPINION
Por Raúl Kollmann

¿Estuvo Prellezo en el asesinato de Cabezas?

Da la impresión que sí, aunque es posible que él personalmente no haya apretado el gatillo. En algún momento de la causa judicial, Prellezo reconoció haber puesto en marcha una operación para golpear a Cabezas y atemorizarlo. Eso fue una confesión y nadie hubiera reconocido la participación en un operativo que terminó en un crimen tan brutal.
¿El crimen de Cabezas fue un error o un mensaje?
La conclusión tácita del juicio es que se trató de una especie de error. El grupo de tareas de Yabrán ejecutó el operativo, pero supuestamente a Los Horneros se les escapó un tiro y después quemaron el cuerpo para borrar huellas. O sea que el objetivo fue intimidar. En la entrevista que se publica aparte, Eduardo Duhalde más bien se suma a esta conclusión. Prellezo, por su parte, en el diálogo en la cárcel con Página/12, sostuvo que el asesinato fue un mensaje premeditado al ex gobernador bonaerense. Por eso el tiro en la nuca, por eso le pusieron las esposas, quemaron el cuerpo y lo tiraron en el camino por el que iba a pasar el entonces gobernador. De las dos hipótesis, parece más razonable la segunda.
Si hubo mensaje, ¿de quién fue el mensaje y por qué?
El crimen de Cabezas se produjo en plena guerra de Carlos Menem y Alfredo Yabrán contra Duhalde, en aquel momento el candidato que se enfrentaba al ex presidente. Pudo haber sido un asesinato para arruinar su carrera política.
En el juicio oral se llegó a la conclusión de que el móvil del asesinato fue el intento de la mafia de Yabrán de atemorizar a los periodistas y una represalia por las fotos que Cabezas le sacó al supercartero. En ese caso, el mensaje fue a los periodistas.
El asesinato se produce en momentos en que Duhalde –y especialmente su secretario de Seguridad, Eduardo De Lázzari– habían pasado a retiro a varios de los más poderosos y millonarios comisarios de la Bonaerense. Desde esta óptica, el mensaje fue para Duhalde como venganza y además a la revista Noticias que había publicado un artículo que impactó fuerte: Maldita Policía.
En una palabra, uno de los enigmas del caso Cabezas sigue siendo ¿cuál de las dos mafias actuó aquella noche? ¿La de Yabrán o la Bonaerense? Los protagonistas continúan sin decir la verdad.

 

¿Qué cambió y qué no cambio tras el crimen?

El asesinato del fotógrafo desató una reacción política y mediática inédita. También una formidable movilización pública. Dos sociólogos y un periodista opinan acerca del saldo histórico, cuatro años después.


Fortunato Malimacci*
“Menos impunidad”

Creo que a partir del asesinato de José Luis Cabezas hay un mayor pedido de justicia respecto de ciertos crímenes. Es decir, la impunidad se tolera menos que antes. Considero que también hubo un cambio respecto de la memoria colectiva porque el crimen se sigue recordando. Esto es también un indicador del poder que tiene el periodismo para mantener un tema en el candelero y eso significa un desafío que debe ser tomado con responsabilidad. El crimen tuvo que ver también con una cultura, la menemista, que amparaba en el poder a ciertos grupos mafiosos. Hoy, esos grupos ya no tienen el mismo respaldo que antes y hay cosas que no se toleran. La renuncia del ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez es, en cierto sentido, una prueba de que algunas cosas cambiaron. Lo que no cambió: la pobreza, el desempleo y la frustración por las promesas incumplidas.

* Sociólogo, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA

 

Horacio González*.
Tragedia argentina

Hay en la Argentina dos grandes corrientes morales, dos grandes formas de la expectativa pública o, si se quiere, dos fervorosos impulsos colectivos. Ellos son los que actúan cuando estamos ante grandes hechos que conmocionan la conciencia cívica, como fue el asesinato de Cabezas. Una de esas corrientes –llamémosla la del “yo acuso”– imagina que la sociedad cuenta con recursos de autoconocimiento que se suscitan rápidamente a poco que las reivindicaciones justicieras lo demanden. La otra supone que aunque puedan realizarse gestos y promesas de esclarecimiento, todo permanecerá en la gris trivialidad que devora las páginas ya escritas en nombre de las que irán escribiéndose. La expresión habitual “se embarró la cancha” retoma muy bien este último motivo. Pero el caso Cabezas fue una tragedia argentina que es alma interna, aún no conjurada, de la política nacional. En su rastro hubo notorios suicidios, libros e investigaciones cruzadas. A su modo, ocurrió una justicia rústica, no escrita, poco pretenciosa, toscamente argentina. La justicia de los grandes tribunales y de los lúcidos dictámenes no queda satisfecha. Pero es posible pensar, como póstumo consuelo, que la restitución de la verdad es también oscura y postergada, va segregándose en un largo camino, porque las cuestiones a las que se refiere son el ya largo “policial negro” de la vida nacional.

* Sociólogo. Ensayista.

 

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