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¿QUIEN PONE LA PLATA EN RACING?
Marín & Company

Fernando Marín y Blanquiceleste, las cabezas visibles del gerenciamiento en Racing, parecieran ser, en opinión de muchos, sólo el extremo aparente de un iceberg empresario. El grupo Macri, un Macri solo, allegados a Julio Grondona y a ISL son parte de la lista de implicados. No se vayan, que se viene lo mejor.

Por Gustavo Veiga

Cuentan que, hace tiempo y a lo lejos, bastaba con la palabra del prójimo para creer en su compromiso. Hubo una etapa posterior en que la rúbrica al pie de un documento todavía tenía su peso. Hoy, que lo acordado por un apretón de manos se ha vuelto un hábito obsoleto y cuando ya se desconfía hasta de la firma, nos indica que hemos ingresado –en muletas– a lo que podría denominarse “la era de las voluntades asociativas bajo sospecha”. Período que coincide con la extensión de una práctica cotidiana: el nombramiento de testaferros.
Parecería que esta última imagen se reflejara en Fernando Marín, la cara visible de Blanquiceleste SA, quien hasta ahora no ha convencido a casi nadie sobre la identidad de su experimento. Y es que, en el ambiente del fútbol, ya se dicen por lo menos tres cosas sobre su gerenciamiento: 1) que administra una inversión atribuida al grupo Macri. Hay quien se refiere a Franco, el titular del holding y quienes sostienen que, en realidad, Mauricio –el presidente de Boca– está detrás de él; 2) que regentea una colocación de dinero aportada por Julio Grondona y la productora Torneos y Competencias (TyC); 3) que encabeza un emprendimiento genuino atado al auxilio financiero que ha solicitado en varios bancos. El 8 de agosto del año pasado, la sociedad por acciones denominada Blanquiceleste se inscribió en la Inspección General de Justicia bajo el número 11616. El 20 de julio, sus tres socios, Fernando Alfredo Marín, Carlos Honorio Mocorrea y Fernando Enrique Carlos De Tomaso, se habían presentado ante el escribano Marcelo Roque Cleris para testimoniar su voluntad de celebrar las siguientes actividades: “dirección, organización, conducción, planificación y gerenciamiento de instituciones deportivas, culturales, sean éstas con o sin fines de lucro... producción, coproduccción, realización, dirección y comercialización de espectáculos deportivos y/o artísticos... fabricación, compra, venta y comercialización en todas sus formas de productos de promoción, publicitarios, videos y películas de largo y corto metraje...”, entre otros propósitos. El 29 de diciembre de 2000 (o sea, poco más de cinco meses después), la empresa recibió la administración de Racing por espacio de diez años. Con ese acto, el juez Enrique Gorostegui, legitimó una situación que, de tan previsible, adivinaban hasta sus detractores.
Julio Grondona: perdónanos Hasta aquí, la historia oficial. La parte del iceberg que emerge sobre la superficie. Debajo queda la porción mayor de esa imaginaria mole de hielo que ahora parece navegar guiada por nuevos timoneles. Blanquiceleste SA, en el artículo 4 de su estatuto, menciona que posee un capital social de 12.000 pesos, de los cuales 4080 fueron aportados por Marín, el presidente del directorio. Si bien este monto puede resultar “irrelevante” (por lo escaso y hasta por su significado para la constitución de la sociedad, como confió un economista), no deja de tener una fuerte carga simbólica. Todas las fuentes consultadas para esta nota sugirieron que el gerenciador de Racing no está en condiciones, por sí solo, de afrontar el pasivo del club y hacer de su proyecto una empresa rentable.
Por lo pronto, el ex propietario de Radio El Mundo y FM Horizonte arrancó mal en el apego a ciertas formas. En un artículo publicado este mes por la revista Urgente y que lleva su firma, dijo que Blanquiceleste “nació en 1998, o sea que no iniciamos ayer este ambicioso proyecto”. Cabe repasar entonces el acta de constitución de la sociedad: “En la ciudad de Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a veinte de julio del año dos mil...”
La saga de los Macri
En diciembre de 1991, la Unión Transitoria de Empresas (UTE) encabezada por Fernando Marín Producciones, se hizo cargo de Expo América ‘92, la muestra que se levantó en Puerto Madero para conmemorar los 500 años del descubrimiento del continente. La propuesta de esa exposición se la acercó el propio empresario al ex intendente porteño, el justicialista CarlosGrosso y, luego de una licitación a la que no tuvo acceso el ex Concejo Deliberante, el ahora titular de Blanquiceleste se impuso a la firma Coasín SACIF.
Marín integraba en esa época el directorio de Socma, que reúne a varias de las empresas del grupo Macri. Había dado en el clavo con la incorporación al holding, ya que de ese modo consiguió organizar un evento que se suponía iba a ser visitado por tres millones de personas, aunque finalmente, la cantidad ni siquiera alcanzó el millón. La cifra tuvo su efecto correlativo en las pérdidas, que se repartieron entre los inversores privados y la Municipalidad de Buenos Aires. Saúl Bouer, el intendente justicialista que gobernaba la ciudad cuando concluyó Expo América, estimó que el Estado había derrochado 4.000.000 de pesos, aunque hubo concejales que calcularon un despilfarro mayor.
Antes de comenzar la exposición, Fernando Marín SA había distribuido una gacetilla en la que se informaba de una inversión superior a los 18.000.000 de pesos, aunque una vez que terminó, el empresario sostuvo en los medios que su firma había desembolsado alrededor de 30.000.000. En un reportaje que le realizó la revista Gente el 7 de enero de 1993, expresó: “Lo que gana o pierde un grupo empresario, no tiene por qué trascender. No me voy a poner a dramatizar. Soy consciente de que hicimos algo inédito, que pusimos lo mejor de nuestra parte, y si me equivoqué, que me juzguen mis pares y el público”.
Así como el sector privado no dio a conocer el resultado económico de la muestra, desde la comuna se encargó una auditoría al estudio Torrent que arrojó una sobrefacturación del 490 por ciento en los costos, o sea, casi cinco veces más de lo que debería haberse pagado. Sevel (por entonces del grupo Macri) presentó un sobreprecio del 592 por ciento en el stand que tenía. Pese a estos números y más allá de los seis pedidos de informes que efectuaron distintos legisladores, la intendencia municipal no hizo ninguna denuncia ante la Justicia. Marín, por todo descargo, dijo días después de su naufragio comercial: “Me molesta que se hable de mi supuesto fracaso, cuando tuve muchos éxitos en mi carrera. En la vida del hombre vale el promedio de sus obras”.
La pasada relación entre el grupo Macri y el presidente de Blanquiceleste SA abona las conjeturas de que el vínculo se ha recreado nuevamente en Racing. Juan Destéfano, su ex presidente por espacio de casi ocho años, sostiene: “Marín no tiene ni una moneda. El juez le regaló el club porque está acorralado. Para mí, Franco Macri está detrás de todo esto. Vio al hijo en Boca y, como le fue bien, se metió ahora en el fútbol”.
También están quienes consideran que no es Franco, sino su hijo Mauricio, el empresario que aportaría el dinero o determinados avales. Estas voces sólo sugieren indicios y, por ahora, prefieren mantener su nombre en reserva. Dos fuentes independientes consultadas para esta nota y una vinculada a Racing coincidieron en atribuirle al presidente de Boca la paternidad de Blanquiceleste SA. De cualquier modo, hay un elemento adicional que resulta una curiosidad. Cuando se concretó la transferencia de Martín Palermo al Villarreal, este club fijó en el contrato que abonaba una parte del pase con la ficha de Bruno Marioni. El delantero comentó por una emisora local que inmediatamente había sido cedido a Racing, sin consultárselo. El ex jugador de Independiente se negó por su identificación con el otro “grande” de Avellaneda y ahora los españoles deberían poner 1.500.000 dólares para completar la operación.
La AFA y TyC
El generoso acuerdo mediante el cual Fernando Marín accedió a cancelar el crédito verificado de la AFA por 2.343.923,30 pesos, le permite pagar la deuda en diez cuotas. Recién el 1 de diciembre del 2001, el hombre de negocios deberá desembolsar la primera. La entidad presidida por Julio Grondona reclamaba inicialmente 8.106.256,80 pesos que se redujeron a aquella cifra.
El oxígeno que recibió Blanquiceleste para abonarle a uno de los principales acreedores de Racing –los otros son Daniel Lalín y algunas empresas del grupo Clarín– se compadece con la relación comercial que existe entre Marín y Rogelio Riganti, quien es el presidente de ISL Argentina, una compañía cuya casa central está en Suiza y que mantiene estrechos lazos con la AFA. El vínculo le permite controlar todo lo que en materia publicitaria genera la camiseta del Seleccionado nacional, el merchandising y la página web de la casa del fútbol.
Marín y Riganti son socios en Legalité, que controla el marketing y el sponsorship de la Asociación Argentina de Tenis. Riganti es un viejo amigo de Julio Grondona, a quien conoció cuando era distribuidor de la metalúrgica Acindar. Hoy posee los derechos de la marca AFA hasta el 2008. ISL Argentina le pertenece en un 25 por ciento. El resto del paquete accionario es de ISL Internacional y el grupo Clarín.
Esta, la segunda hipótesis sobre el origen de Blanquiceleste, permite suponer un desenlace que hoy puede resultar descabellado, pero mañana quizás no. Si Marín, por cualquier motivo, negociara en el futuro el contrato por diez años que le entregó la administración del club, ¿acaso ISL Argentina no estaría en inmejorables condiciones de adquirirlo tomando en cuenta quiénes son sus dueños? Hay un dato de color adicional. Un ex presidente de Racing, Osvaldo Otero, fue designado abogado de la firma que preside Riganti por recomendación de Grondona.
Marín solo nomás
Durante el tórrido enero que se va, el titular de Blanquiceleste visitó varios bancos con el afán de conseguir financiamiento para su sociedad anónima. Por ahora, lo único que se sabe es que obtuvo el respaldo de un hijo de Santiago Saccol –quien fuera presidente de Racing en su época más gloriosa– para alojar al plantel profesional en una hostería de Bariloche, un destino no convencional para la etapa de pretemporada. En cambio, las divisiones 4, 5 y 6, más algunos integrantes de la reserva, se entrenarán hasta el 3 de febrero en el GADA 601, una unidad militar de Mar del Plata, donde Miguel Angel Micó, el coordinador general del fútbol amateur, ya trabajó la temporada pasada.
“No hay lujos, pero estamos bien. Los muchachos duermen en la cuadra del regimiento”, le confió a Líbero uno de los nueve integrantes del cuerpo técnico que conduce las inferiores. Ocho de ellos llegaron desde Lanús a cambio de un contrato por dos años .-con opción a dos más– y el único que quedó de los que estaban en Racing es aquel centrodelantero que jugara en la Academia, Boca y Argentinos Juniors, Carlos “Bartolo” Alvarez, que conduce a la 9 y la prenovena. El resto, con Humberto Maschio a la cabeza como símbolo de la última etapa, se quedó sin trabajo y amenazó con iniciarle los primeros juicios en su corta vida a Blanquiceleste.
Mientras Reinaldo Merlo pone a punto a los mayores al borde del lago Nahuel Huapi, los juveniles cumplen en la costa una pretemporada gasolera y Marín recorre los bancos tratando de obtener dinero, la esperanza de un año mejor anida en el corazón de la gente, ese patrimonio incalculable que jamás entrará en el inventario de ninguna empresa. En Blanquiceleste lo saben y, a ellos, socios e hinchas de Racing, tendrán que rendirles cuentas aunque no integren el directorio.
Esa es la moraleja que deberán recordar Fernando Marín o los dueños del capital que el empresario supuestamente representa.

 

 

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