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REPORTAJE A EMIR SADER, UNO DE LOS ORGANIZADORES DEL FORO SOCIAL
“Esta globalización está terminada”

Acido crítico del modelo actual, plantea otro capitalismo internacional que responda a �lo que eligen los pueblos�.

Página/12
en Brasil

Por Eduardo Tagliaferro
Desde Porto Alegre

Si hay un organizador del Foro Social Mundial que puede ser reconocido por su optimismo, es el sociólogo brasilero Emir Sader. Miembro activo del cónclave que reúne a las organizaciones que se oponen al neoliberalismo globalizante, negó que el encuentro busque retornos milenaristas a un época dorada del pasado. “Aquí no hay fundamentalistas islámicos ni nacionalistas perífericos”, graficó.
–Dada la heterogénea composición de los integrantes del Foro y la diversidad de temas, ¿esperan una síntesis en las discusiones?
–Creo que la vorágine de reivindicaciones que apareció desde Seattle de alguna manera centraliza la idea de la oposición a la mercantilización del mundo. La idea de que el mundo no está en venta y que lo esencial no tiene precio. De alguna manera esto une a ecologistas, sindicalistas y feministas. A partir de eso, hay que ver qué mundo queremos construir. Nuestro temario se inicia con las preguntas ¿cómo organizar la producción? ¿cómo tener un comercio equitativo, reglamentar la circulación del capital financiero? y ¿cómo resolver el problema agrario? Son ejes básicamente económicos pero de ahí se desprenden otros temas de raíz social política y cultural.
–La globalización aparece como producto terminado. ¿El Foro corre el riesgo de emprender una vuelta al estado-nación?
–Esta globalización está terminada. Otra globalización todavía es posible. Es un proceso histórico, una etapa de internacionalización del capital y del capitalismo, tiene desarrollos desiguales en el capital financiero y en esta cronología a través de las grandes multinacionales. Pero no a través de la internacionalización de la información, de la mano de obra, de los bienes culturales. Tampoco hay un control democrático de este proceso por parte de la ciudadanía, estos seis mil millones que se dice que hay en el mundo. Peleamos para buscar soluciones en el plano internacional, intentando contestar la idea de que quienes resisten la globalización actual serían sólo fundamentalistas islámicos, nacionalistas periféricos que se fundamentan en principios pre-capitalistas. El gran desafío es la otra forma de organización mundial.
–¿Qué posibilidad hay que continúen unidos los grupos que participan de este Foro?
–Un punto débil de nuestro movimiento es el aspecto sindical, es cierto que la falta de empleo y la transnacionalización de las empresas y la explotación de la mano de obra barata en la periferia con capitales que huyen del primer mundo, generando empleos de pésima calidad, es una política mundial. Buscando políticas nacionales no podríamos revertir esto. Hay que buscar una reglamentación para el mercado del trabajo en su conjunto. Aunque débil, en este Foro está presente el sindicalismo norteamericano, muy poco del europeo, están presentes los coreanos, los sudafricanos y los argentinos. No hay representantes del sindicalismo de Europa Occidental, que es un movimiento sindical tradicional. Es importante en este tema buscar consensos. Hay otros temas que nos son comunes, como el tema de la deuda externa.
–A partir de Foros como éste ¿se abre una perspectiva de modificar esta idea neoliberal de que no hay otro futuro posible?
–Aunque se modificó el clima en el que se da el debate mundial de estos temas, no se cambió el neoliberalismo que hoy es hegemónico en el mundo. Uno de los objetivos de este Foro es elaborar plataformas, diseños de un nuevo mundo, y de ahí comenzar a trabajar para tener fuerza para poder transformar esta realidad. No sólo interfiriendo en el desarrollo de los gobiernos neoliberales, sino sirviendo de plataforma para que otros gobiernos no sean nuevamente derrotados. La mayor debilidad política es elaborar propuestas, cosa con la que esperamos contar al final del Foro.
–La pérdida de poder de los Estados en Latinoamérica ¿conlleva el riesgo de alguna aventura autoritaria-militar?
–La soberanía nacional está muy debilitada. El rescate hoy tiene que darse en la apoyatura de la soberanía nacional en la soberanía popular. Es decir democratización del poder, del Estado, al estilo del presupuesto participativo. Constituir una soberanía popular, ya que basarse en una soberanía nacional, con el grado de penetración del capital internacional, es difícilmente rescatable como tal. Hay que buscar con la democratización política cambiar el poder del capital económico en esta sociedad. Por esto tenemos que hacer una alianza de carácter por lo menos regional, porque la simple soberanía nacional hoy en día es poder elegir gobernantes. Salvo en casos como los de Venezuela con Hugo Chávez, que tiene el petróleo bajo control, las grandes palancas de la economía están en manos de las empresas privadas e internacionales. Se abre por lo tanto una crisis, la base económica extranjerizada se rebelaría contra los gobiernos que logren mucho apoyo social.
–¿Cómo se explica la brecha existente entre la sociedad civil y algunos gobiernos?
–Creo aquí se explica la crisis de la socialdemocracia y de los populismos latinoamericanos que se hicieron agentes de las políticas neoliberales contradiciendo sus proyectos históricos de reivindicación de proyectos sociales. Por otra parte el neoliberalismo erosiona los estados, los desfinancia, debilita su capacidad de prestación social. Los gobiernos entran en la trampa fácil de ofrecerle a la población estabilidad monetaria y ajuste fiscal como solución para todo y en compensación, no sólo tienen un problema de pauperización de la población, sino que también entran en crisis. La tendencia es la pérdida del apoyo social, tal el caso de (Fernando) De la Rúa, que es un caso paradigmático

El tango de Giavarini

Después de haber bailado el tango hasta altas horas de la madrugada en la cena de gala ofrecida por el Foro de Davos, el jefe de la diplomacia argentina se levantó temprano para emprender una jornada que acabó con cifras redondas. El sábado a la noche, Adalberto Rodríguez Giavarini abrió el bailongo de Davos sacando a bailar a Silvia, reina de Suecia, y ayer siguió en la pista, pero con empresarios y funcionarios suizos con los que se reunió. El ministro de Asuntos Exteriores y el ministro de Economía de Suiza asistieron a la “cumbre” que Giavarini mantuvo con una decena de empresarios suizos a los que les explicó el programa económico argentino, las características del blindaje financiero, las reformas laborales y las modificaciones en materia previsional y de obras sociales. Entre la concurrencia estuvieron presentes el vicepresidente de Nestlé, el presidente de Adecco Group y altos responsables del Crédit Suisse, Zurich Financial Services, ABB y el Holder Bank. Los dirigentes empresariales salieron convencidos y anunciaron que en los próximos años realizarían inversiones en la Argentina por un monto de 400 millones de dólares.

TELECONFERENCIA ENTRE DAVOS Y PORTO ALEGRE
Un diálogo que fue de guerra

Por E.T.

La cara de Soros fue la imagen del bando globalizador de Davos. Ayer hubo un diálogo electrónico y algo desigual entre los Foros de Porto Alegre y Davos. La teleconferencia que enfrentaría a miembros del Foro Social Mundial y del Foro Económico Mundial despertó grandes expectativas en la reunión brasileña y pasó casi desapercibida en Suiza. El contraste no pudo ser mayor: en Porto Alegre, un teatro de 1700 butacas quedó colmado de público, los panelistas fueron siete y la televisión local retransmitió todo el evento. En Davos, en cambio, no hubo público, hubo apenas cuatro participantes y los satélites se encendieron ya tarde de noche, justo a la misma hora en que casi todo el mundo asistía a un concierto de caridad.
Curiosamente, la cara del debate fue la del magnate George Soros. Su imagen quedó congelada en las pantallas por casi una hora mientras se arreglaban problemas técnicos que, para hilaridad de la tribuna, se originaban en Suiza. Desde Davos, hablaron el magnate, Bjorg Edlud, representante de una multinacional sueca, y dos funcionarios de las Naciones Unidas: March Mallou y Jorge Ruggie. Desde Porto Alegre exponían Rafael Alegría, titular de Vía Campesina; Bernard Cassen, de la organización Attac; Hebe de Bonafini, titular de Madres de Plaza de Mayo; Aminanata Traore, ministra de Cultura de Malí; Oded Grajew, presidente de la organización Cives; la norteamericana Njoki Njehu y Walden Bello, representante de una ONG.
Las dificultades de la comunicación no eran sólo un problema técnico. Luego de las constantes interrupciones en la transmisión, la primera ronda de opiniones no mostró ningún punto de encuentro. Las primeras opiniones desde Porto Alegre cuestionaron fuertemente a los participantes de Davos. Frases como “estamos aquí porque Porto Alegre es el futuro, Davos ya es el pasado”, irritaron a los delegados en Suiza. “Nosotros queremos un buen debate. Estamos aquí para discutir economía y defendemos el derecho de ustedes de discutir en Porto Alegre las cuestiones sociales”, dijo uno de los hombres de la ONU, intentando enfriar un comienzo por demás confrontativo.
El esfuerzo del conferencista de la ONU no tuvo mucho efecto. Su compañero de mesa, Soros, fue el blanco favorito de críticas y abucheos desde el primer momento. Fue sólo presentarse –“Me llamo George Soros y estoy interesado en reformar, no en destruir”– para que Hebe de Bonafini le cayera encima: “Me llamo Hebe de Bonafini y estoy en Porto Alegre para denunciar que la deuda externa se paga con vidas”. El americano Oded Grajew, de la asociación empresaria Cives, le preguntó si sabía cuántas veces se había pagado ya la deuda externa y cuántos niños mueren por día en el mundo. Soros se limitó a contestar que “hoy las multinacionales producen mucha más riqueza que el trabajo campesino” y a pedir que se formulen propuestas y no sólo críticas. Bonafini lo increpó duramente por evadir la respuesta.
En resumen, casi no hubo diálogo sino un esfuerzo desde Davos por limitarse a temas económicos y desde Porto Alegre por seguir en el tema social y las definiciones generales. Desde los televisores desparramados por toda la sede del encuentro de Porto Alegre, centenares de participantes siguieron en debate y fueron a buscar a sus representantes a la salida. “El debate demostró la arrogancia de los ricos y la necesidad que tenemos de consolidar este movimiento social y crear alternativas”, fue el resumen de Aminanata Traore, ministra de Cultura de Malí.

 

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